Editorial: Cien días panza arriba

en ECD/El Correo Docente 27/Novedades

Por Martín Rodríguez

En la última editorial del Correo Docente, señalamos los problemas que la pandemia profundizó. Previo al COVID-19, el sistema educativo argentino estaba lejos de ser el edén. Por eso, el Coronavirus agravó un cuadro de degradación preexistente. Pasaron más de cien días desde la suspensión de las clases presenciales y las cosas no mejoraron. Más bien, empeoran. Podríamos decir que el gobierno no estuvo a la altura de las circunstancias. Pero en realidad, prefirió echarse panza para arriba y esperar que las cosas se solucionen mágicamente. En todo este tiempo, tuvieron la posibilidad de ir previendo soluciones y no lo hicieron. Sobre todo, porque cuenta con la ventaja de ver lo sucedido en otros países que atravesaron la misma situación. Sin embargo, el peronismo parece ir, voluntariamente, kilómetros detrás de los hechos.

Tapando problemas

A medida que avanzaba el ciclo escolar a distancia, se presentaron una serie de dificultades. La primera tuvo que ver con las evaluaciones ¿Cómo haríamos para calificar a los alumnos? Más aún ¿Qué sucedería con aquellos que no lograron establecer algún tipo de conexión? El gobierno decidió resolver el asunto suspendiendo las calificaciones numéricas a todos por igual y dar lugar a evaluaciones “valorativas”. Fiel al estilo del peronismo, Trotta justificó la medida argumentando que poner un número en este contexto solo generaría desigualdades. Las brechas, que se profundizaron en estos cien días, se debieron a la falta de políticas eficaces para garantizar la educación remota. Cambiar un numero por una letra, no equipara las diferencias entre quienes pudieron acceder a la educación a distancia y quiénes no. En cambio, una política activa de detección y seguimiento de las trayectorias a tiempo, sí haría diferencias. Al respecto, el gobierno solo presentó la Evaluación Nacional del Proceso de Continuidad Pedagógica. Medida que posiblemente traiga una serie de indicadores generales, muchos de ellos más o menos conocidos.

Las evaluaciones trajeron aparejada otra discusión: ¿Cómo será la promoción? Sobre todo, la de aquellos alumnos desescolarizados. Al momento de la publicación de esta editorial, todavía no hay muchas respuestas. Solo sabemos que se unificará el ciclo lectivo 2020 con el 2021. Algunas de las modificaciones en ese sentido extendieron el bloque pedagógico de 1° a 3° grado; mientras que de 3° a 6°/7° grado, se dará una promoción acompañada. El paso del nivel primario al secundario, contará con un “proceso de intensificación” que nadie sabe bien qué es. Nuevamente, lo preocupante de todo es que el gobierno piensa seguir haciendo “como si”, sin diseñar un plan a largo plazo para aquellos que desertaron. Algunas provincias anticipan lo que vendrá: que los propios alumnos se hagan cargo de traer de vuelta a sus compañeros, tal como cranearon en Misiones. Uno nunca deja de sorprenderse de las distintas formas que pueden asumir la tercerización que siempre propone el gobierno.

La siesta del peronismo y su falta de perspectiva a futuro, tienen efectos nocivos en la educación de la clase obrera. Sin lugar a dudas, el problema principal que tenemos es la deserción escolar. Se calcula que entre un 40% y 50% de alumnos perdió todo tipo de comunicación con sus docentes. El porcentaje es mayor en aquellas jurisdicciones con mayores índices de pobreza como el NEA y NOA. La deserción se intensificó producto de la falta de herramientas digitales, pero también por la ausencia de acompañamiento pedagógico y, sobre todo, de recursos económicos. En este punto, Trotta sostuvo que luego de la pandemia se incrementará el abandono escolar ¿Acaso el ministro no sabe que ahora mismo perdemos alumnos diariamente? El problema ya existe, y no será durante la pospandemia que, dicho sea de paso, no sabemos a ciencia cierta cuando será. Como dijimos, la Pandemia agudiza tenencias preexistentes: de 10 alumnos que iniciaban el secundario en tiempos “normales”, 5 llegaban al último año y menos de 4 se graduaban en tiempo y forma.  

Tampoco hicieron nada para solucionar el problema de conectividad de alumnos y docentes. Para nosotros ofreció una línea de créditos para acceder a una computadora, ese decir, nos ofrecen endeudarnos a futuro. Para los alumnos, apenas se repartieron 135.000 notebooks que no distribuyó el macrismo y 22.000 tablets. Estos insumos fueron en el conurbano, solo a los primeros años del ciclo superior, y a las provincias del Norte Grande: Catamarca, Chaco, Corrientes, Formosa, Jujuy, La Rioja, Misiones, Salta, Santiago del Estero y Tucumán. De más está decir que la medida es insuficiente. Solamente en la provincia de Buenos Aires hay algo más de 1.500.000 alumnos en el nivel secundario. En el Norte Grande estudian alrededor de 2.800.000 alumnos en todos los niveles. Todavía queda pendiente el estreno del Plan Juana Manso. Este plan prevé la dotación de computadoras y plataformas digitales para niñas, niños y adolescentes. Sin embargo, el gobierno cree que, aumentando el personal y la capacidad instalada, podrán llegar a producir 395.100 unidades en un mes. Eso es lo que planea repartir en 2020. De más está decir que es poco. Primero porque el Plan quedó en papeles. Así y todo, aún activando el Plan, el sistema educativo cuenta con más de 12 millones de alumnos y otro millón más de docentes. Por lo tanto, ni siquiera para fin de año se garantizarían todos los insumos necesarios.

¿Volvemos?

En un principio, Trotta afirmó muy suelto que no volveríamos hasta que se creara la vacuna para el COVID-19. Los hechos mismos hicieron que tuviese que desdecirse por cuestiones obvias. En primer lugar, no sabemos cuándo se desarrollará la vacuna. Luego, y esto es lo más importante, la flexibilización de la cuarentena lo obligó a pensar el problema del cuidado de los chicos. Esto pareció acelerar los tiempos del gobierno. Así se creó el “Consejo asesor para la Planificación del regreso presencial a las aulas” con el objetivo de diseñar un protocolo.

Antes que Nación publicara su propio proyecto, Jujuy picó en punta y lanzó el “Programa Estamos Más Cerca”, adelantando gran parte de lo que sería el protocolo final: regreso escalonado, acento en los cuidados individuales, esquema dual (modalidad presencial con la virtualidad), prohibición del desplazamiento interjurisdiccional, etc. Las acciones de los docentes jujeños y la aparición de nuevos casos en la provincia, obligaron al gobernador Morales a dar marcha atrás. Después de este episodio, Trotta le adjudicó toda la responsabilidad política al gobierno jujeño, tildándolo de irresponsable como si él mismo no fuera el Ministro de Educación de toda la Nación y no tuviera nada que ver.

Para fines de junio, se presentó a los medios de comunicación un borrador del protocolo para la vuelta a las escuelas. Una semana después, se publicó la versión final luego de ser aprobada por las provincias en el seno del Consejo Federal de Educación. Como era de esperarse, el protocolo deja mucho que desear. No solamente porque es pobre en sí mismo, sino porque cada provincia deberá ajustarlo a su realidad, lo cual es un problema porque la vuelta dependerá de los recursos con los que cuente cada jurisdicción. Nuevamente, la descentralización del sistema educativo generará brechas entre provincias e incluso, entre distritos/departamentos ya que la posibilidad de acondicionar o no las escuelas, dependerá de los recursos que disponga y quiera destinar cada provincia. No extraña. Hace décadas la descentralización es la forma que asume el ajuste educativo.

El detalle del protocolo lo desarrollaremos en otra nota de este correo. Solo nos detendremos en algunos aspectos generales. En primer lugar, la bimodalidad. El peso de la educación a distancia será tan, o incluso más importante, que la presencial ¿Por qué lo decimos? Porque el regreso a las escuelas será escalonado y dará prioridad a quienes hayan desertado, los que finalicen o ingresen en los niveles de educación obligatorios. El resto de los alumnos dependerá de la capacidad instalada de cada institución ya que Nación no prevé realizar ninguna inversión en infraestructura. Así, cada escuela deberá arreglárselas como pueda, pudiendo reubicar aulas en lugares que no sean escuelas como clubes de barrio, ONG’s, iglesias, etc. La conclusión es simple: el Estado apuesta a tercerizar y paraestatizar la vuelta.

Lo peculiar, aunque no sorprende, es el acentuado énfasis que se hace en los cuidados personales. Luego de pasar por una etapa de capacitación, personal docente, auxiliares y alumnos, deberemos ser cuidadosos y respetar los protocolos individuales. Así, el Estado se desliga de todo tipo de responsabilidad, apelando a la “conciencia ciudadana”. Sumado a eso, los padres tendrían la potestad de enviar o no a sus hijos a la escuela, con lo cual la hipocresía del gobierno es total. Las familias deberán elegir entre mejorar la educación de sus hijos (dado que a la distancia pocos pueden ser autónomos y autoeducarse) o correr el riesgo de contagiarse.

Los problemas de siempre

La pandemia aceleró la crisis económica. La burguesía avanza en cada provincia de modo gradual. Como suele suceder, los primeros sectores en ser recortados son los estatales. En Chubut, por ejemplo, el gobierno peronista de Arcioni sigue atrasando los pagos de los salarios. En otras, el Estado decidió pagar fragmentadamente los aguinaldos, como es el caso de CABA y Bs.As. A ese selecto grupo del “aguinaldo en cuotas” se suman otras provincias: Río Negro, Neuquén, Formosa, Jujuy, Tucumán y Mendoza. En Córdoba se modificó el sistema provisional y lo mismo se intentó hacer en Entre Ríos. Retienen salarios en la provincia de Santa Fe, como forma de disciplinamiento frente a los paros virtuales, no pagan ítems en Mendoza y se dan el lujo de detener a su Secretario General, Sebastián Henríquez. Todos estos ejemplos demuestran que el conjunto de los partidos políticos patronales avanza en un único sentido: el ajuste.

En este contexto, la mayoría de las provincias reclama por la incorporación de docentes sin cargo al sistema formal. A principios de mayo, ATEN, sostuvo que existían 338 cargos sin cubrir sólo en el nivel inicial y primario. Además, existían 1.231 horas cátedras sin cubrir en el nivel Superior y 1860 horas cátedras libren en el nivel medio y técnico. Chaco, según los dichos de la ministra Torrente, cuenta con 20.000 docentes sin cargo. A la lista de “disponibles” habría que sumar a los reemplazantes santafesinos, a los docentes sin cargo por el insólito sistema de empadronamiento misionero, entre otros. En CABA se reabrieron los actos públicos virtuales, al igual que en Rio Negro, algo que se prevé extender a Buenos Aires luego del receso invernal.

Despertar

La siesta del gobierno no es gratuita. El plan del peronismo consta en dejar que las aguas corran y los problemas se diluyan, para seguir haciendo “como si”. Durante estos más de cien días de cuarentena no se implementaron políticas eficaces para afrontar los problemas de la escuela a distancia y la bimodalidad. Eso sí, se avanzó sobre los salarios y las condiciones laborales. Las agrupaciones de izquierda debemos dar el paso y ser audaces. Hoy más que nunca es preciso romper con la política del “rechazo” y el voluntarismo. Pecamos de inocentes si consideramos que la lucha pedagógica no va unida a la sindical.

Es hora de elaborar un programa político integral. En primer lugar, es necesario reabrir las paritarias y exigir un salario igual a dos canastas básicas totales. Debemos pedir, además, un bono para los gastos en tecnología, que sea retroactivo. Los reclamos de los alumnos no pueden ser dejados de lado. Es urgente pedir computadoras para todos los chicos y wifi gratis y de calidad. También es necesario incorporar a todos los docentes desocupados y subocupados para realizar tareas pedagógicas de todo tipo y no solo para cubrir cursos sin docentes. Recuperar a los alumnos desertores requiere de docentes que realicen un acompañamiento minucioso y puedan compensar el tiempo perdido. Por eso, las escuelas deben contar con un gabinete y todos los profesionales que hagan falta: psicólogos, psicopedagogos, etc. y en cantidad suficiente. Equipos de tres profesionales para escuelas con 1.000 alumnos hacen que la tarea sea imposible. Habrá mucho sobre lo que trabajar: violencias, angustias, depresiones. En el mismo sentido, es hora de readecuar los grupos a cargo de cada docente, conformando pequeños grupos, que facilitan el seguimiento personalizado y la introducción de parejas pedagógicas en todos los años/grados. La cantidad incide en el resultado. Docentes hay, solo hace falta contratarlos.

La vuelta a las aulas también debe ser discutida. No podemos simplemente decir no. Asumir una posición reactiva es casi similar a la actitud pasiva y despreocupada del gobierno. Si queremos sumar a las familias a la lucha, es necesario ocuparnos de los problemas pedagógicos que los atañe. Esto implica asumir posiciones realistas y concretas. Por ejemplo, reclamar censo de infraestructura para saber el estado real de las escuelas con el fin trazar un plan de infraestructura acorde a las necesidades de los nuevos tiempos. Como el gobierno ha mostrado señas de su “chapucería” la fiscalización por parte de la comunidad es necesaria. Eso implica también pensar en el problema del transporte. La saturación del mismo no puede ser un impedimento para asistir a las escuelas. El problema no se resuelve mágicamente reduciendo el “tiraje” a la mitad. El Estado debe realizar un plan de transporte público para garantizar el acceso de alumnos y docentes. Es nuestro patrón y debe hacerlo tal como se lo exige a los “privados”. También queremos garantías sanitarias. Cada institución debe contar con termómetros infrarrojos, testeos e insumos de higiene y limpieza provistos por el Estado. No podemos dejar que nos trasladen a otros espacios no aptos para el dictado de clases. En otras palabras, debemos rechazar la fineslización del sistema educativo. No podemos atender el problema pedagógico a ciegas. Negarse a cualquier tipo de evaluación bajo la excusa de que solo estamos “acompañando” es tan infantil que asombra. La evaluación implica tener un diagnóstico del cuadro de situación para trazarnos un plan de acción. Como dijimos arriba docentes para trabajar hay, solo deben ser designados. No podemos actuar a ciegas. Nuestros alumnos lo merecen. Para todo esto, es necesario actuar independientemente de toda burocracia sindical y definir un plan de acción propio. Es hora de despertar.

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