¿Alguien cree que elegimos el cansancio? Sobre el cansancio, Byung-Chul Han y el pensamiento burgués (5)

en El Aromo n° 119/Novedades

Ricardo Maldonado – GCP (Grupo de Cultura Proletaria)

La concepción del cansancio de Byung-Chul Han resume una amplia bibliografía de filosofías individualistas. Sus conclusiones prácticamente carecen de premisas, ya que no se desprenden de datos de la realidad sino de interpretaciones intempestivas, audaces, alocadas.

La razón para terminar esta serie de notas sobre el cansancio analizando la obra de un ensayista BCH es en primer lugar que ha escrito un trabajo específico sobre el tema (La sociedad del cansancio) y ha hecho sistemáticas referencias en otras obras, de manera que nos parece adecuado tomarlo como una referencia para tener en cuenta. No es el único que ha trabajado en su obra el tema del cansancio. Basta mencionar dentro de la tradición intelectual socialista El derecho a la pereza de Paul Lafargue. Pero Lafargue sitúa el cansancio ligado al trabajo, en relación con la explotación y a la clase explotadora. La obra de BCH merece ser contemplada porque es una perspectiva absolutamente distinta y profundamente reaccionaria.

Los libros publicados por BCH son breves y de lectura amena, esa virtud se sostiene con algunos recursos que conviene analizar, antes de llegar a la médula de la cuestión de por qué vivimos cansados. El primero de esos mecanismos es la falta absoluta de referencias o justificaciones para sus aseveraciones. Defecto mucho mayor si se utiliza de manera reiterada analogías y metáforas para referirse al funcionamiento de la vida real.

El fin de las infecciones

Por ejemplo, sin ninguna prueba o justificación afirma que el mundo de las enfermedades infecciosas es cosa del pasado. No es una referencia al pasar, sino la médula de su tesis que se sostiene en que se terminó la era infecciosa y estamos en la era neuronal, de los infartos.

“Toda época tiene sus enfermedades emblemáticas. Así, existe una época bacterial que, sin embargo, toca a su fin con el descubrimiento de los antibióticos. A pesar del manifiesto miedo a la pandemia gripal, actualmente no vivimos en la época viral. la hemos dejado atrás gracias a la técnica inmunológica. el comienzo del siglo XXI, desde este punto de vista patológico, no sería ni bacterial, ni viral, sino neuronal. las enfermedades neuronales como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, el trastorno límite de la personalidad o el síndrome de desgaste ocupacional define el panorama patológico de comienzos de este siglo, estas enfermedades no son infecciones, no son infartos ocasionados por la negatividad del otro inmunológico, sino por un exceso de positividad” (13)

Sería hermoso que BCH tuviera razón porque una de sus afirmaciones centrales es que los problemas dejan de venir desde afuera porque los generamos nosotros mismos. tesis maravillosa que significaría que las soluciones personales, individuales, la autoayuda y el cuidado de sí mismo, tendrían un campo amplísimo para desarrollarse y cada uno podría solucionar de manera individual problemas globales.

Se puede abordar el comentario aprovechando el despliegue de imprecisiones que el filósofo pretende aprovechar con una audiencia dispuesta a dejar morir su espíritu crítico de un infarto. Las profundas diferencias entre bacterial y viral que bestialmente usa como sinónimos. O la confusión deliberada, o quizás no, entre cuestiones psiquiátricas y neurológicas. O el ocultamiento, quizás simple ignorancia, de la importancia que tienen las relaciones con los otros en la depresión o, de manera categórica e inocultable, en el síndrome de desgaste ocupacional. Sumado a sostener que se han acabado los problemas causados por infecciones externas y que ya no estamos en una era inmunológica. dejando de lado las grandes epidemias ocurridas a lo largo del siglo XX, de las que podemos mencionar la del SIDA, que comenzando a fines del siglo XX se extiende hasta el siglo XXI. Y seguir con el SARS, del 2002-3, la Gripe Aviar, 2004-5, el H1N1 en 2009, el MERS 2012-3, la de Polio del 2014, la de Ébola 2014-16 y Zika desde ese mismo año. A nivel local, el Covid-19 llegó para competir y desplazar a nuestras infecciones regionales, Zika, Dengue y Chikungunya. Estos brotes y epidemias, esta vigencia de los contagios e infecciosas es algo que no sorprende a quienes se especializan y tratan seriamente el tema. Ya a fines de la década del 70 los biólogos marxistas Levins y Lewontin publicaron el artículo El regreso de las infecciosas “Según indicaba el sentido común de los líderes de la sanidad pública de la generación anterior, las enfermedades infecciosas estaban prácticamente vencidas y estaban desapareciendo como causa importante de enfermedad y mortalidad. Se persuadía a los estudiantes de medicina para que no se especializasen en enfermedades infecciosas ya que este era un campo que estaba perdiendo razón de ser. (…) La doctrina de la transición epidemiológica fue terriblemente errónea.”

Y explicaban “En primer lugar los profesionales de la salud pública contemplan un horizonte de tiempo muy corto. Si en lugar de haberse fijado en el último o en los dos últimos siglos, se hubiesen fijado en un período de tiempo más largo hubiesen llegado a una idea muy diferente. (…) La doctrina de la Salud Pública fue estrecha de miras en otro sentido: sólo vio a la gente, pero si hubiera consultado a los veterinarios y a los estudiosos de las patologías de las plantas hubiesen encontrados nuevas enfermedades en otros organismos. (…) El tercer aspecto en el que la doctrina de la Salud Pública fue estrecha de miras fue en su propia teoría, no prestando ninguna atención a la evolución o a la ecología de las interacciones entre especies. Los teóricos de la salud pública no se dieron cuenta que el parasitismo es un aspecto universal de la vida evolutiva.

Y agregan que el problema tiene una de sus razones en que “los procesos sociales de pobreza y de opresión y las condiciones del comercio mundial, no han sido temas de estudio en la ciencia “verdadera” la cual se ocupa de microbios y moléculas.” Pero le suman otra consideración, muy oportuna para analizar la obra de BCH: “Pero esto a su vez necesita una interpretación. Los médicos que únicamente habían investigado 150 años para atrás eran gente educada y muchos de ellos habían estudiado a los clásicos. Ellos sabían que la historia no empezaba en el siglo XIX y en Europa, pero las épocas anteriores no les preocupaban. El desarrollo rápido el capitalismo exageró lo novedoso de nuestro tiempo, inmortalizado por Henry Ford con su frase “la historia es una tontería”. Estrechez de miras, exageración de lo novedoso.”

En el mismo sentido “Hace apenas una década, se creía que las enfermedades infecciosas ya no eran un problema acuciante en el mundo desarrollado. Parecía que los nuevos desafíos de la salud pública eran las enfermedades no infecciosas, como el cáncer, las cardiopatías y los trastornos degenerativos. Esa confianza quedó hecha añicos cuando irrumpió el sida a principios de los ochenta” 1 escribían Robert Gallo y Luc Montagnier en 1988 volviendo sobre el recurrente “fin de las infecciosas”.

La historia del desarrollo científico nos informa cosas muy distintas de las que plantea el libro de BCH, en principio nos hace saber que desde que la medicina procede de manera decididamente científica, coexisten o prevalecen alternadamente, estos abordajes en los que se privilegia la lesión anatómica, un desorden energético funcional o la causa plenamente exterior 2. Ninguno domina de manera absoluta y todos adquieren preeminencia periódica en relación con sus capacidades de resolver problemas o la gravedad de los que no logran resolver.

Las debilidades de las analogías

Pero, aunque pudiera probarse que se acabaron las infecciones, es decir los problemas causados por una relación con organismos microscópicos, esto no permite inmediatamente y sin crítica trasladarlo por analogía a la sociedad. Recursos poéticos como la sinécdoque no son los más adecuados para reflexionar sobre la vida social. Al fin y al cabo, la apuesta del libro es a que, así como las enfermedades que venían de afuera (infecciones) han sido derrotadas y ahora surgen de adentro (infartos), la explotación y el cansancio ya no vienen de afuera, sino que son auto producidas por el individuo. Ya no serían, según BCH efectos producidos por relaciones de explotación, sociales, invisibilizadas pero determinantes, sino que surgen del propio individuo. En una nota anterior mencionamos cómo en el ámbito deportivo se realiza el pasaje de un problema generado estructuralmente a cuestiones de salud mental de individuos determinados, BCH lleva esto a nivel planetario.

Para no incurrir en el mismo mecanismo, pero de manera invertida, veamos si lo que está errado es la imagen pero no el fondo de la cuestión. Es decir, que en la vida social ya no se percibe la amenaza de algo exterior, algo otro, como una variable digna de ser tenida en cuenta. Podríamos señalar que el terrorismo islámico y la islamofobia son incomprensibles como fenómenos autogenerados, de la misma manera que no se puede pensar que “Blacks Live Matter” o “Ni una menos” sean movimientos que se proponen modificar una realidad interiormente generada. Pero como BCH es profesor en Berlín no puede desconocer que se ha instaurado, con más del 12% de los votos en toda Alemania, en algunas zonas del este como segunda fuerza y en los jóvenes de esa zona con mayor proporción de votantes aún, el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania, cuyo fulgurante éxito (“una bola de demolición en el parlamento alemán” 3) se basa en el rechazo a la inmigración y su crecimiento, a la oposición a las medidas de apertura de Merkel luego del 2015.

Una afirmación tan floja de papeles parece difícil de sostener sobre todo cuando acude a desmentirla una pandemia mundial con varios millones de muertos y un dislocamiento de la economía internacional. Pues no, para BCH simplemente se trata de afirmar que si la realidad parece contradecir lo previamente afirmado es porque, en el fondo, lo confirma. “Umbrales inmunológicos y cierre de fronteras. Pues bien, en medio de esta sociedad tan debilitada inmunológicamente a causa del capitalismo global irrumpe de pronto el virus. Llenos de pánico, volvemos a erigir umbrales inmunológicos y a cerrar fronteras. El enemigo ha vuelto. Ya no guerreamos contra nosotros mismos, sino contra el enemigo invisible que viene de fuera. El pánico desmedido en vista del virus es una reacción inmunitaria social, e incluso global, al nuevo enemigo. La reacción inmunitaria es tan violenta porque hemos vivido durante mucho tiempo en una sociedad sin enemigos, en una sociedad de la positividad, y ahora el virus se percibe como un terror permanente.” 4

La afirmación de que no hay respuesta inmunitaria, o la comprobación innegable de que hay una respuesta inmunitaria, concluyen, según BCH, en darle la razón a su proposición del cambio de era. Quizás bastaría lo expuesto para entender lo antojadiza y caprichosa de su propuesta, pero nos asisten razones para seguir desplegando esta distancia entre lo que afirma en sus libros y el mundo en que vivimos. Una de ellas es que esos libros son exitosos y estos planteos, de una u otra forma repetidos y divulgados, y esto es algo que necesitamos explicar, y también combatir. Después de todo, nuestra tarea es no dar tregua a todos los que tienen como función embellecer al capital y alejar a la clase trabajadora de la revolución socialista.

Los recursos retóricos

En primer lugar, mencionaremos dos cuestiones que hacen a la forma en la que están construidos sus textos. Nietzsche le hace decir a su Zaratustra que para evitar los lectores perezosos hay que escribir en máximas y con sangre, que quien así escribe no quiere ser leído sino aprendido de memoria. Podemos invertir el planteo y pensar que a quien le place la pereza es al escritor que apela a la memoria, con la repetición machacona, en lugar de la argumentación clara y sólida que podría convocar a un lector crítico. BCH repite y repite, página tras página, que nos auto explotamos BCH apunta a soldar en la memoria, en contraposición a convencer con argumentos. Lo hace con la conclusión fundamental que se deriva del supuesto cambio de era, de las amenazas exteriores a las autogeneradas. En La sociedad del cansancio:

El sujeto de la modernidad tardía al que se le exigen rendimientos no desempeña ningún trabajo obligado. sus máximas no son la obediencia, la ley y el cumplimiento del deber, sino la libertad y la voluntariedad” (80), “el aparato psíquico del sujeto de rendimiento contemporáneo que se violenta a sí mismo que está en guerra consigo mismo” (11), “el hombre depresivo es aquel animal laboral que se explota a sí mismo, a saber: voluntariamente, sin coacción externa” (30), “el exceso de trabajo y rendimiento se agudiza y se convierte en auto explotación. Esta es mucho más eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada de un sentimiento de libertad. El explotador es al mismo tiempo el explotado, víctima y verdugo ya no pueden diferenciarse” (31), “mi proyecto, las iniciativas y la motivación reemplazan la prohibición del mandato y la ley” (26), “En esta sociedad de obligación, cada cual lleva consigo su campo de trabajos forzados. Y lo particular de este último consiste en que allí se es prisionero y celador, víctima y verdugo a la vez. Así, uno se explota a sí mismo, haciendo posible la explotación sin dominio” (45) “El burnout es la consecuencia patológica de una auto explotación voluntaria” (92) “El sujeto típico de la modernidad tardía, obligado a aportar rendimientos, no está sometido a nadie” (96) “El sujeto obligado a rendir queda libre de toda instancia dominadora externa que lo fuerce a trabajar y lo explote. que era sometido únicamente a sí mismo” (99) “El explotador es al mismo tiempo el explotado, es a la vez criminal y víctima, señor y vasallo. el sistema capitalista, para acelerarse, conmuta la explotación externa por la auto explotación” (99) “La relación de dominio neoliberal, que hace que aquel hombre soberano, aquel empresario de sí mismo, se convierte en vasallo de sí mismo” (100) “Nos explotamos a nosotros mismos, el explotador es al mismo tiempo el explotado. ya no cabe distinguir entre criminales y víctimas” (108). Incansablemente, como si quisiera probar con su fatigada enumeración -explotándose a sí mismo- la tesis que sostiene.

Pero si vamos a otro libro, por ejemplo, Psicopolítica, nos encontramos con la misma insistencia: “El sujeto del rendimiento, que se pretende libre, es en realidad un esclavo. es un esclavo absoluto, en la medida en que sin amor alguno se explota a sí mismo de forma voluntaria. no tiene frente a sí un amo que lo obligue a trabajar” (12) “El sujeto de hoy es un empresario de sí mismo que se explota a sí mismo” (93)

Se repite también en otro recurso complementario. A falta de referencias en las que apoyar sus ideas en un mundo real que le da la espalda utiliza un sostén en el que ya han demostrado capacidad otros pensadores reaccionarios como los italianos Giorgio Agamben y Roberto Espósito. No se trata de alguna correspondencia entre lo expuesto y el mundo, sí no de una correspondencia entre las palabras actuales y sus raíces. A falta de ejemplos, datos o información, bien se puede jugar con las etimologías. Es otro episodio de la batalla de la etimología contra el concepto, y también otro episodio de la lengua como objeto de estudio contra la lengua viva de la vida social:

Festus significa lo referente a los días destinados a los actos religiosos” (107) “La palabra inglesa Fair significa tanto justo como bello. La palabra alemana Fegen, barrer, significa originalmente sacar brillo. (…) El término profanación significa destinar las cosas a un uso distinto y más libre” (113) “La palabra cosmética procede de la palabra griega cosmos, qué significa orden bello y divino” (115)

A la repetición incesante sin referencias a la realidad, y la justificación por la vía de las etimologías o del origen olvidado de las palabras, se le suma el poder contradecir un argumento con otro sin que esto tenga que resolverse en una afirmación superadora. Por ejemplo, en pocas páginas se afirma que estamos retrocediendo al salvajismo y lo contrario. Al referirse la multiplicidad de tareas, afirma que nos animalizamos “el multitasking está ampliamente extendido entre los animales salvajes. es una técnica de atención imprescindible para la supervivencia en la selva” (33) y por lo tanto “los recientes desarrollos sociales y el cambio de estructura de la atención provocan que la sociedad humana se acerque cada vez más al salvajismo” (34). Pero una decena de páginas más adelante dice todo lo contrario “El animal laborans tardomoderno es, en sentido estricto, todo menos animalizado. es hiperactivo e hiper neurótico” (43)

Se entiende así lo que opina frente a la pandemia del COVID-19 ya que, si no puede tomar en cuenta las contradicciones en lo que va diciendo en un mismo libro, más esquiva le deben ser las que enfrentan esos textos con la realidad. A eso le dedicaremos la última parte de esta serie de notas.

Notas

  1. https://www.investigacionyciencia.es/revistas/investigacion-y-ciencia/grandes-hitos-y-prximos-retos-de-la-ciencia-811/el-retorno-de-las-epidemias-19148
  2. http://www.cervantesvirtual.com/obra/historia-de-la-medicina/
  3. https://www.nytimes.com/2021/09/22/world/europe/germany-afd-far-right-election.html
  4. https://elpais.com/ideas/2020-03-21/la-emergencia-viral-y-el-mundo-de-manana-byung-chul-han-el-filosofo-surcoreano-que-piensa-desde-berlin.html

1 Comentario

  1. Cuando leí el libro me resultó complicado comprender el éxito del autor. Para Byung las relaciones laborales se limitan al cuentapropismo.

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