Ni campesinista ni chavista: ¡No toquen a Rosa Luxemburgo!

en Aromo/El Aromo n° 116/Novedades

Marta Harnecker, Atilio Boron y otros autores tergiversan la obra de Rosa Luxemburgo para presentarla como un sostén teórico del Chavismo y otras experiencias bonapartistas latinoamericanas. En este texto desmontamos esa maniobra.

Marina Kabat – Razón y Revolución

Con su obra sobre la huelga de masas y su intervención en los congresos socialistas de las primeras décadas del siglo veinte Rosa Luxemburgo luchó contra la concepción del marxismo como religión, como un dogma cristalizado que no debe actualizarse permanentemente a partir del estudio de nuevas situaciones concretas. En este punto, la habilidad y la astucia de Rosa Luxemburgo para cuestionar y confrontar con el parlamentarismo que se consideraba la vieja y probada táctica socialdemócrata es una actitud política a reivindicar.

Sin embargo, resaltar y tratar de recuperar el enfoque crítico de Rosa Luxemburgo, no puede arrojarnos hacia la tendencia opuesta, una que en nombre de la crítica del dogmatismo marxista abraza el dogmatismo posmoderno y relativista. El dogmatismo posmoderno niega las creencias centrales de Rosa Luxemburgo, es decir, la creencia de la posibilidad de un conocimiento positivo de la realidad, el marxismo como ciencia y la revolución social como objetivo político.

Desde un marco teórico posmoderno, Rosa Luxemburgo ha sido señalada como inspiración para los nuevos movimientos sociales. Uno de los ejes de su obra Huelga de masas es señalar la preeminencia del partido sobre las organizaciones parciales que representan objetivos particulares de la clase (llamémosle sindicatos o movimiento cooperativo). Por otro lado, Rosa siempre habla de masas proletarias, incluso en este grupo de trabajadores desempleados o desorganizados: trabajadores a domicilio y trabajadoras. Pero resta importancia a todo lo relacionado con la participación de sectores no trabajadores en la revolución. Por eso se opuso a la reforma agraria que impulsaban los bolcheviques en Rusia. En la misma línea, en Reforma o revolución uno de sus argumentos contra Bernstein es el análisis de las tendencias a la progresiva pérdida de importancia de las clases medias. En base a esto señalaba que la acción del partido no debía dirigirse a ellas sino al proletariado. Por todo ello es difícil presentar a Rosa Luxemburgo como precursora de movimientos sociales definidos en general por su policlasismo y el particularismo de sus objetivos políticos.

El intento de transformar el pensamiento de Rosa Luxemburgo en una base del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil (MST) implica una contradicción aún más aguda y un recorte parcial de su obra. Isabel Loureiro realiza esta operación.[1] Para ello olvida que Rosa Luxemburgo observó con satisfacción el proceso de proletarización de los campesinos y que se opuso a todo tipo de reforma agraria. Incluso cuando reconsidera algunas de sus cuestionamientos iniciales a la Revolución Rusa, sigue siendo crítica sobre las consecuencias negativas de la reforma agraria.[2]

Loureiro habla de clase y de conciencia de clase como si en sus textos estos términos significaran lo mismo que para Rosa Luxemburgo. Ambas piensan en términos por completo opuestos, ya que Rosa utiliza conceptos científicos, mientras Loureiro tiene una posición relativista, es decir anticientífica. Para Rosa, las clases sociales tienen un sustrato estructural y no son meras identidades. Rosa Luxemburgo espera que la proletarización de los productores rurales refuerce los contingentes de la clase trabajadora. La conciencia que busca desarrollar es la conciencia de la clase trabajadora, y no una conciencia y cultura campesina. Un movimiento que toma a los trabajadores rurales sin tierra, es decir, a proletarios (si no tienen tierra no poseen los medios de producción), muchos de los cuales ya viven en las ciudades, y les propone volver a la producción rural como pequeños propietarios y desarrollar una especie de conciencia campesina, está en las antípodas de los objetivos políticos de Rosa Luxemburgo. Por supuesto, las ideas de Rosa Luxemburgo pueden debatirse. Pero, una cosa es discutir una idea y otra muy distinta tergiversarla para usarla como respaldo de puntos de vista completamente diferentes.

Después de que explicáramos esto en el prólogo de Espontaneidad y acción. Debates sobre la huelga de masas, la revolución y el partido[3] Hernán Ouviña, ha salido en defensa de Loureiro y ha criticado nuestra posición:

“Hay, sí, una interesante ampliación de las y los sujetos que resisten al capitalismo, a raíz de la comprensión de cómo éste opera en base a una doble dinámica, complementaria y pendular, que involucra tanto la explotación (cuyo pivote es la reproducción ampliada, a través de la compra-venta de la fuerza de trabajo) como el despojo (que se asienta en la violenta apropiación, saqueo y mercantilización de tierras, saberes y bienes comunitarios a nivel rural, a través de la actualización de la llamada “acumulación originaria”), y lleva a Rosa a reconocer una mayor complejidad que la prevista por Marx al momento de identificar las fuerzas sociales realmente existentes[3]. Por eso sorprende la arbitraria afirmación de Marina Kabat, quien -en un estudio introductorio a una detallada compilación de escritos de Rosa Luxemburgo publicada en Argentina- sostiene que ella “espera que la proletarización de productores rurales refuerce los contingentes de la clase obrera” (Kabat, 2015: 86). Además de que la espera no es un rasgo distintivo de Rosa, tampoco puede decirse que propicie en todo momento y lugar una lógica de proletarización como la que presumen este tipo de lecturas de tinte exclusivamente obreristas y anti-campesinas”.[4]

Oviña afirma que Rosa Luxemburgo tendría un análisis social más “complejo” que Marx al analizar clases sociales y sujetos políticos y que su visión es compatible con la de los movimientos campesinistas, indigenistas y otros istas latinoamericanos.  Ouviña, en vez de discutir en forma honesta con esta caracterización toma un fragmento aislado lo critica por arbitrario y realiza una chicana fuera de lugar: yo digo que Rosa Luxemburgo “espera que la proletarización de productores rurales refuerce los contingentes de la clase obrera”. A falta de un cuestionamiento más sólido, critica la elección de la palabra “espera” aquí usada en el sentido de “preveer o anticipar” (y no de aguardar pasivamente) diciendo que “la espera no es un rasgo distintivo de Rosa”. Es decir, en vez de fundamentar su crítica gasta caracteres en comentarios pretendidamente ingeniosos, pero completamente desubicados en relación con la argumentación que quieren cuestionar.

Yendo al fondo del debate: ¿Rosa Luxemburgo, defiende la existencia de una pluralidad de sujetos frente al binarismo esquemático de Marx? ¿Su visión es compatible con la del campesinismo o, como yo planteo en mi prólogo, es opuesta a él?

Veamos: La lectura campesinista y la que propone Ouviña en particular es más cercana a las posiciones de Bernstein que a las de Rosa Luxemburo. Precisamente, en el texto “Reforma o Revolución”, donde Rosa Luxemburgo debate con Bernestein encontramos los argumentos que refutan a Ouviña y a todos los campesinistas que quieren presentar a Rosa Luxemburgo como una de los suyos.

El que defendía la existencia de una sociedad más compleja, por fuera del binarismo planteado por Marx era Bernstein y no Luxemburgo. Bernstein, creía en la tendencia hacia el crecimiento de los sectores medios (y sobre esa base social fundaba parte de su programa reformista). Por eso, uno de los ángulos de ataque de Rosa Luxemburgo a Bernstein era cuestionar esta tesis y reivindicar la tendencia a la creciente polarización social entre burgueses y obreros. Rosa Luxemburgo, refuta las tendencias que Bernstein cree ver hacia la ampliación de sectores medios y señala la tendencia contraria hacia la concentración del capital y la proletarización. Rosa Luxemburgo entiende que mientras haya capitalismo la pequeña burguesía no desaparece por completo, pero señala diferentes mecanismos por los cuales esta ocupa un lugar tendencialmente menor en el conjunto social. Consecuencia de esto, Rosa Luxemburgo reivindica el binarismo marxista puesto en cuestión por Bernstein: 

“Pero el dualismo ‘marxista’ no es otra cosa que el dualismo del futuro socialista y el presente capitalista, del capital y el trabajo, de la burguesía y el proletariado; es el monumental reflejo científico del dualismo existente en la sociedad capitalista, de los antagonismos de clase burgueses”[5]

En forma complementaria, Rosa Luxemburgo ataca la viabilidad de las cooperativas como medio de mejora social, elemento que era defendido por Bernstein. Rosa plantea que el proceso de polarización social afecta también a las cooperativas: “la cooperativa de producción, que o bien muestra una regresión a la empresa capitalista normal o bien si los intereses de los obreros predominan, se disuelve.”[6]

Rosa Luxemburgo cuestiona la reforma agraria introducida por los bolcheviques al inicio de la Revolución Rusa: “la ocupación inmediata de tierra por parte de los campesinos, por lo general, no tiene nada que ver con la economía socialista”; “La reforma agraria leninista creó una nueva y poderosa capa de enemigos populares del socialismo en el campo, enemigos cuya resistencia será mucho más peligrosa y firme que la de los grandes terratenientes nobles. [7]

Ouviña, quien ha calificado mi interpretación de arbitraria, debería explicar cómo una persona que se opone a la entrega de tierra a los campesinos por considerar esta política contraria al socialismo; que es una acérrima crítica de las cooperativas (uno de los principales caballitos de batalla del campesinismo) y que sostiene la tendencia capitalista a la polarización social entre burgueses y proletarios (frente a quienes defienden la tesis contraria de avance de sectores medios) puede emparentarse de alguna forma con el campesinismo.  

Rosa Luxemburgo y Socialismo SXXI

Más problemático aún es el intento de presentar a Rosa Luxemburgo como fuente de inspiración o justificación teórica de las opciones pragmáticas tomadas por el llamado “socialismo del siglo XXI”. Esta nomenclatura de los gobiernos venezolanos no obedece a un análisis real de su política -que no va más allá del nacionalismo burgués- sino que es un intento de legitimarlos. El chavismo en Venezuela -como otros gobiernos similares de las últimas décadas en América Latina- se puede caracterizar como bonapartismo. Los regímenes bonapartistas surgen en la región ante cierto empate de las fuerzas sociales en conflicto no para impulsar el potencial revolucionario de las masas, sino para contenerlo.

Para cumplir esta función, el discurso inicial bonapartista es más o menos radical y se hacen ciertas concesiones a las masas trabajadoras. Sin embargo, muchos de ellas no trascienden el plano simbólico. Incluso las políticas concretas que se propagan como más radicales no trascienden las medidas económicas clásicas del nacionalismo burgués, esto es la nacionalización de ciertas empresas clave. Estas nacionalizaciones no implican otra cosa que el control colectivo de toda la burguesía, a través del Estado, sobre algún recurso natural como puede ser el petróleo o el gas. Una vez consolidados en el poder, los gobiernos bonapartistas iniciaron un giro a la derecha y promovieron medidas de ajuste, lo que generó descontento entre las masas. Este descontento fue manejado de diferentes maneras por distintos gobiernos. En algunos casos el mismo los llevó a perder las elecciones (el caso del PT en Brasil y el kirchnerismo en Argentina). En cambio, el chavismo en Venezuela logra retener el poder reforzando su autoritarismo. Al control de la prensa se suma la represión de las movilizaciones populares de sectores que antes apoyaban al chavismo. La mayor parte de la represión no se ha dirigido hacia la burguesía, sino hacia la clase trabajadora. Esta represión la llevan a cabo en gran parte milicias parapoliciales como las FAES (Fuerzas de Acción Especial) que han actuado en diversas movilizaciones populares, incluida la de docentes que se movilizan por aumentos salariales. En Venezuela no hay libertad para negociar convenios colectivos y están prohibidos los partidos o grupos que utilicen la palabra «socialismo» en su nombre. Hay líderes laborales y sociales que han desaparecido, como Alcedo Mora y otros detenidos en cárceles injustamente sin que se les otorgue derecho a juicio, como es el caso del dirigente sindical Rodney Álvarez que lleva más de 7 años en prisión sin que su juicio avance.[8]

Boron y Harnecker han sido los principales defensores del chavismo. Ambos se han dirigido a Rosa Luxemburgo para justificar sus posiciones. Harnecker cita a Luxemburgo para señalar que el camino hacia el socialismo no está trazado de antemano y que el camino venezolano es uno posible.[9] Sin embargo, la represión de organizaciones y líderes socialistas en defensa de la burguesía adicta (boliburguesía) nunca es un camino plausible hacia el socialismo, y mucho menos uno que Rosa Luxemburgo admitiría.

Boron, por su parte, cita los escritos de Rosa Luxemburgo donde critica la eliminación de la discusión democrática de ideas en el campo revolucionario ruso a partir de 1917, para reivindicar en contraste el modelo venezolano como camino democrático al socialismo en lugar de un esquema típico de revolución.[10] Sin embargo, Boron no se ha dirigido a Rosa Luxemburgo para denunciar la ausencia de prácticas democráticas en Venezuela o la represión de los líderes socialistas.

Estos mismos autores, y otros que responden al mismo marco teórico, rehúyen el análisis de manifestaciones de calle, huelgas masivas y otras protestas contra los gobiernos bonapartistas de la región, asumiendo de inmediato que responden a la derecha. Sin embargo, si alguno de estos movimientos ha sido capitalizado en algún país por la derecha (como ocurrió con el macrismo en Argentina o el bolsonarismo en Brasil) esto solo ocurrió porque la izquierda que debe ser revolucionaria, por temor a enfrentar los regímenes bonapartistas, ha dado -con honorables y escasos excepciones- la espalda a las masas.

Por todo esto, ante el burdo intento de Boron y Harnecker de manipular los textos de la revolucionaria polaca para apoyar al régimen chavismo, nos vemos en la obligación de contestarles: ¡Fuera las manos de Rosa Luxemburgo!


[1] Loureiro, Isabel: “Rosa Luxemburg e os movimentos sociais contemporâneos: o caso do MST”, Crítica Marxista, n° 26, 2008

[2] Carta de Rosa Luxemburgo a Warszwawski, citada en Nettl, John: Rosa Luxemburgo, Ediciones Era, México, 1974, p. 524

[3] Rosa Luxemburgo: Espontaneidad y acción. Debates sobre la huelga de masas, la revolución y el partido (con textos de Vandervelde, Lenin, Lukács, Stalin y Trotsky), Buenos aires, Ediciones RyR, 2015.

[4] Hernán Ouviña: “Rosa y las luchas populares latinoamericanas” en: https://bit.ly/3rY4OqB

[5] ¿Reforma social o Revolución?, Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2010, p. 147.

[6] Ídem, p. 149.

[7] Rosa Luxemburgo: La revolución rusa, punto 2: “La política agraria de los bolcheviques” https://www.marxists.org/espanol/luxem/11Larevolucionrusa_0.pdf

[8] Grimaldi, Nicolas: ¿Qué es el Chavismo? Ediciones RyR, Buenos Aires, 2020.

[9] Harnecker, Marta. «América Latina y el socialismo del siglo XXI.» Guatemala: Secretaría de la Paz (2010), p. 70. Available at : http://biblioteca.clacso.edu.ar/gsdl/collect/cl/cl-011/index/assoc/D12175.dir/socialismosxxiMH.pdf

[10] Boron, Atilio. «La izquierda latinoamericana a comienzos del siglo XXI: nuevas realidades y urgentes desafíos.» Observatorio Social de América Latina 5.13 (2004).

1 Comentario

  1. Excelente el articulo, solo una breve corrección, el FAES no es una «milicia parapolicial»; es la Fuerza de Acciones Especiales , de la Policía Nacional Bolivariana, es una unidad especial de esta fuerza.

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