La política educativa del PO y sus consecuencias en AGD

en Aromo/El Aromo n° 113/Novedades

A siete meses de haber embarcado al gremio en una quijotesca batalla contra la enseñanza virtual es hora de realizar un balance de la orientación que el PO impuso a la AGD.

Marina Kabat – Razón y Revolución Ciencia y Técnica

Un balance necesario

Está por terminar octubre y amerita un balance del rumbo impuesto por el PO en la política sindical universitaria, orientación que también intentó instalar en otros niveles educativos. El caballito de batalla del PO ha sido el rechazo a la “virtualización forzosa”. Corresponde ver cuál fue la utilidad de esa campaña; cuál, su grado de seguimiento por los docentes y qué riesgos implica ahora.

El primer problema es que, frente a la evidente voluntad ajustadora del gobierno de los Fernández, la consigna cumplió un rol distractivo. Durante la primera mitad del año todas las energías se pusieron en ese frente cuando los docentes nos veíamos afectados ya por una durísima caída salarial, dada, en un primer momento, por el pésimo acuerdo del 2019 y el incumplimiento de la cláusula gatillo de febrero/marzo.

En segundo lugar, la consigna profundizó el distanciamiento del gremio con la base docente. Mientras la AGD pedía rechazar las clases virtuales, los docentes ya reclamaban por conectividad gratuita, equipamiento y una regulación del teletrabajo. En las primeras asambleas del año RyR llevó propuestas específicas sobre este punto que fueron rechazadas por la plana mayor del FIT que les votó en contra (recordemos que todos los partidos del FIT tienen a algunas de sus principales figuras afiliadas a AGD: Romina del Pla, Christian Castillo, José Castillo, Marcelo Ramal). Recién tardíamente cuando las bases presionaron por estas medidas o elevaron estas demandas a sus autoridades directas en algunas instituciones, el PO se hizo eco de estos pedidos. Antes las había rechazado bajo el precepto de que no querían pedir equipos para una virtualidad que rechazaban y que la única norma válida era el convenio, al cual no se le debía agregar ni una coma en ningún tipo de acta o acuerdo complementario.

Del mismo modo que los docentes desoyeron el llamado de la AGD a rechazar la “virtualización forzosa”, tampoco siguieron sus directivas en cuanto a la toma de finales. En la mayoría de las Facultades hubo finales. Las excepciones más importantes fueron Sociales y Filosofía y Letras, donde todo el planteo de la oposición a la virtualización forzosa y a la toma de finales empalmó con un sector de la gestión que promovía la misma política. En ese sentido, en Sociales donde AGD tiene más incidencia y donde el kirchnerismo en gran medida se opuso al dictado de clases, estas tuvieron un menor desarrollo. Por su parte, en Filosofía y Letras, donde la gestión elaboró un protocolo de finales realmente absurdo, hubo una reacción al mismo (aunque acotada a un par de carreras) que se manifestó en un paro en finales votado en una asamblea de tan solo 30 docentes de la facultad. Sobre la base de este descontento, docentes del PO en las asambleas de la facultad intentaron impulsar el no inicio del segundo cuatrimestre (una medida no asociada a ningún reclamo salarial sino como manifestación de su propuesta de rechazo a la virtualidad). Por supuesto, esta intentona quedó en la nada porque, como ya dijimos la mayoría de los docentes optó por dar clases virtuales (pese a que esto no fue en verdad obligatorio en esta Facultad). De todas formas, los argumentos vertidos por docentes del PO fueron muy ilustrativos del pensamiento que guio a este partido. Pablo Cámera, por ejemplo, señaló que cada piedra que se colocara ahora contra la enseñanza virtual sería el próximo año un escalón donde apoyarse contra los planes precarizadores del FMI y el Banco Mundial. Claramente esta gente pelea contra molinos de viento. En pos de esta batalla imaginaria con el FMI que vendría a virtualizar toda la educación universitaria rompieron la alianza con los estudiantes que, naturalmente, deseaban estudiar y ser evaluados por ello.

Los estragos del seguidismo K

Un argumento con el cual el PO, al igual que unos sectores K, se opusieron a la virtualización era la idea de que la virtualización era excluyente. De tal forma, en vez de pedir conectividad y equipos, promovieron (infructuosamente porque los docentes no los siguieron) que todos se quedaran sin clases, y sin finales, etc.

Más allá de que, ante el hecho de que no todos tienen las mismas condiciones para cursar en la virtualidad lo que corresponde es reclamar los recursos y no suspender las clases, esta argumentación muestra hasta dónde caló el pensamiento kirchnerista en las filas del troskismo argentino. En su maniquea visión del mundo el kirchnerismo presenta la idea de educación pública buena, inclusiva igualitaria defendida por los gobiernos populares, versus la privatización impulsada a su juicio por los gobiernos que ellos llaman liberales como el de Macri. En torno a eso arman campañas, como la que hicieron el año pasado en la cual cada persona relataba en redes su experiencia en la universidad pública, soy fulanito, soy hijo de un obrero, estudié y me gradué en x universidad porque es pública y gratuita, bla, bla, bla. Esto era una mentira: la universidad pública no es gratuita, porque no es gratuito el transporte, no son gratuitos los materiales de estudio y, sobre todo, no es gratuito el tiempo de un obrero (algo que el PO olvida al proponer que miles de jóvenes obreros perdieran un año debido a su rechazo de la “virtualización forzosa”). Mucho antes de la virtualización las universidades públicas expulsaban todos los días estudiantes, porque estos no podían costearse los estudios, porque debían trabajar o cuidar hijos. De hecho, algunos estudiantes pudieron verse beneficiados con el pase a la virtualidad en términos de mayores posibilidades para cursar: porque no perdían tiempo en viajar o porque se les facilitaba la actividad a madres con hijos pequeños (sino tenés con quién dejarlos es más fácil asistir a una clase por zoom desde tu casa donde tenés corralito, juguetes etc, que subir a una criatura a un colectivo y mantenerla tranquila durante una clase universitaria). Si el PO fuera coherente, antes tendría que haber rechazado las clases presenciales porque eran excluyentes a los estudiantes del conurbano (hay que salir a las 23 hs. de cursar en CABA y viajar al segundo cordón del conurbano), para las madres solteras o para quienes no tenían recursos. Decir no damos clases o no tomamos exámenes porque no todos pueden participar en iguales condiciones es tan delirante en la presencialidad como en la virtualidad. Un partido que se precie, en cualquier caso reclamaría los recursos para mejorar las condiciones de estudio de todos los estudiantes, pero nunca podría, en nombre de un falso igualitarismo, quitar a todos la posibilidad de estudiar.

Este seguidismo al kirchnerismo se manifiesta también en la agenda que el PO propone al gremio. En medio de la crisis económica fenomenal cuando el gobierno nos ofrece un mísero 7% de aumento, en una asamblea de Filosofía y Letras se incluye como punto del temario, el cupo trans. El país explota, nuestros salarios están en el último subsuelo, pero tenemos que dedicar tiempo a los problemas que el kirchnerismo elige priorizar. Por último, esta conciliación con el kirchnerismo se manifiesta en las declaraciones que impulsa el PO en AGD, como por ejemplo en relación al caso Facundo donde solo planteó Fuera Berni, sin mencionar a Kicillof siquiera (en el momento de la votación se nos impidió formular una contra moción).

Las consecuencias de la demagogia berreta

Como la política que el PO impulsaba en docentes generaba el rechazo de los estudiantes, como contrapartida, el PO en estudiantes tuvo serias dificultades, las cuales enfrentó a través de la manipulación, la mentira y la demagogia berreta. Por un lado, la UJS, junto a las agrupaciones estudiantiles del FIT, mintió deliberadamente. Por ejemplo, mientras los docentes del PO impulsaban la no toma de exámenes bajo ninguna circunstancia, la UJS invitaba a los estudiantes a discutir un protocolo de finales que respetase derechos de estudiantes y docentes.

Otra estrategia fue la demagogia barata: lo docentes querían no dar clases y en estudiantes proponían aprobar las materias sin cursar, por el solo hecho de estar inscriptos. En parte, esta es la lógica que estuvo atrás de la suspensión de materias promocionales en varias instituciones: los docentes no dan clases, los estudiantes regularizan todas las materias a las que se inscribieron y, eso sí, van a final.

Lo que el PO no tuvo en cuenta es que, al contrario de lo que ellos parecieran suponer, los estudiantes no son chantas y quieren aprender. El canje no damos clases, pero ustedes regularizan sin hacer nada no fue aceptado por los estudiantes. Por algo muy básico: esto implicaba la degradación de su aprendizaje y los forzaba, de hecho, a rendir libres las materias, sin haber tenido clases reales.

Donde esto se vio con más claridad fue en el CBC. En la práctica en esta instancia un régimen en el cual se obliga a los estudiantes a rendir sin haber tenidos clases reales, implicaría una vuelta al examen de ingreso. No es extraño que en el segundo cuatrimestre los estudiantes se hayan volcado en forma masiva al sistema de UBAXXI. Ahora, después de haber promovido el vaciamiento del CBC por la vía de impulsar el rechazo a la “virtualización forzosa”, la AGD ha resuelto en su última asamblea elevar un pedido de informes a las autoridades del CBC respecto a por qué la inscripción se volcó hacia UBA XXI. Más allá de que puede haber habido problemas con el sistema de inscripción, con certeza esto no tiene una incidencia significativa en el resultado: los estudiantes se volcaron a UBA XXI porque funcionó mejor que el formato tradicional. ¿Por qué? Porque este no se adaptó al formato virtual. ¿Por qué? En gran medida por la política de la AGD de rechazo de la virtualización.

El caso del CBC es particular. Por su modalidad de trabajo, cantidad de comisiones, cantidad de estudiantes por curso, por el grado de formación de los estudiantes, su adaptación al modo on line era más complejo. Por ello, desde el primer momento en RyR propusimos un plan especial para el CBC. Plan que, como otras de nuestras medidas inicialmente el PO rechazó en AGD, para aplicarlo en forma muy parcial y tardía cuando el problema ya había explotado.

Algo parecido pasó en el laboratorio de idiomas. El conflicto en el mismo gira en torno al despido de docentes por el cierre de cursos. Es claro aquí que la política de resistencia a la “virtualización forzada” resultó contraproducente. Esto más allá de los problemas de arrastre de los docentes del laboratorio cuyo pase a planta la AGD debiera impulsar, algo que hasta ahora no se ha hecho.

Ad honorem

El año pasado la renta a un número importante de ad honorem fue utilizada como argumento para que el gremio aceptara una paritaria por lo demás muy negativa. En gran parte, esas rentas no fueron otorgadas bajo ningún criterio sindical, sino que la gestión la usó para otorgarlas a dedo.

En Sociales había quedado pendiente el nombramiento de 45 rentas. Los famosos 45 de Sociales. De esas 45 rentas, 28 habían sido elegidas por la gestión y otro sindicato, mientras solo 17 correspondían al padrón de AGD. Durante todo 2020 el PO trató de limitar la lucha de los ad honorem al nombramiento de estos 45 en vez de ampliar la lucha a todos los ad honorem. A nivel de la UBA, el PO se negó a impulsar una campaña de empadronamiento y afiliación de ad honorem, pese a que dicha medida fue votada en asamblea a instancias nuestra. Sin ningún trabajo en 2020 por los ad honorem (parece que, si no se los usa como argumento para aceptar un acuerdo salarial a la baja, los ad honorem no cuentan), este año en vez de avanzar se retrocedió. En Sociales están cerca de salir 80 rentas, pero de esas 80 solo 10 irían para el padrón de ad honorem de AGD.

Es decir, con más rentas disponibles, un número menor es designado sobre la base del padrón de AGD, en vez de 17 solo 10. El secretario de AGD en la Facultad, Santiago Gándara dice que se está haciendo todo lo posible para que se pase a rentar a los 17. “Hacer todo lo posible” es hablar y negociar con la rectora y con el jefe del departamento de la carrera de Sociología. Una vez más, queda demostrado que el que no avanza, retrocede. El PO limitó la lucha de los ad honorem al nombramiento de “los 45” (en realidad “los 17” porque los 22 restantes eran acomodados de la gestión) y termina recibiendo solo 10 rentas. Todo por negarse a ampliar la lucha y por respetar formalismos que la gestión misma desconoce a la hora de rentar a su gente (docentes con mucha antigüedad son dejados de lado del listado mismo de la AGD por una inconcebible subordinación a las pautas que las autoridades fijan). Cuando en Asamblea reclamamos que el sindicato debía hacer más por los ad honorem, Ileana Celotto respondió que les daban el bolsón de útiles en marzo, aunque no coticen. Es decir, a los docentes que reclaman un plan de lucha se les responde con asistencialismo. En la Asamblea que votó la campaña de afiliación y empadronamiento de ad honorem había más de 200 docentes ante los cuales el PO no quiso quedar mal y hasta apoyó nuestra moción, pero una vez votada incumplió el mandato de la asamblea. Pero, aun cuando en la última Asamblea que ya tenía solo la mitad de participantes (básicamente una asamblea de aparato) les reclamamos el cumplimiento de la medida, ni siquiera plantearon excusas y simplemente respondieron atacando a RyR con argumentos extemporáneos. A la demanda de que se cumpla lo votado respecto a los ad honorem, y se lance de una buena vez la campaña de afiliación, el PO contestó en boca de Santiago Gándara que el problema era que RyR no cree en el imperialismo y argumentos similares. Lo cierto es que el PO no quiere emprender ningún tipo de campaña de afiliación masiva porque se aproximan elecciones gremiales (que de no mediar la cuarentena ya habrían ocurrido) y no quieren un amplio número de nuevos afiliados que pueda modificar las relaciones de fuerza dentro del sindicato. De ese modo, actúan como una burocracia y privilegian mantener el aparato por sobre el crecimiento del gremio y el avance de la lucha docente.

El encuentro Nacional

El viernes 4 de septiembre se realizó el Encuentro Nacional de la Docencia Universitaria y Preuniversitaria impulsado por el Partido Obrero (La Naranja), Izquierda Socialista, el PTS y el MST, es decir, los partidos que actualmente integran el FITU. El programa de la convocatoria ya es conocido por todos, el mismo que viene sosteniendo la izquierda desde el inicio de la pandemia: hay que oponerse a la virtualización porque ello sirve a los intereses del imperialismo, el capital financiero, la UNESCO, el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y muchos otros actores que solo estarían buscando privatizar la educación. Ahora bien, a último momento, la Asociación Gremial Docente (UBA) se plegó a la convocatoria y comenzó a difundir la invitación al encuentro. Durante semanas los partidos del FITU difundieron el encuentro como propio. Y el sindicato AGD, publicitó su adhesión al mismo con menos de 24 horas de antecedencia. Claramente se organizó todo de tal manera de que la actividad fuera capitalizada por el FITU, aunque a último momento se transmitió en vivo por el sitio de la AGD como para que lograse una visibilidad que el encuentro no hubiera tenido de otro modo. Con oradores digitados de antemano, lo mismo que las mociones votadas. En el mismo no hubo un verdadero debate ni se abrió lista de oradores.

En la Asamblea de AGD hicimos un pedido de explicaciones. A lo cual se planteó que la iniciativa la promovió la AGD en supuesta observancia de un mandato de asamblea anterior relativo a la necesidad de coordinar luchas a nivel nacional en parte bloqueada por la dirección actual CONADUH. No pudieron responder ¿por qué si AGD había impulsado el espacio, lo difundió solo horas antes del evento, mientras la agrupación naranja del PO la publicitó dos semanas antes? Ante esta situación en la Asamblea de AGD, propusimos como moción la “Democratización y transparencia de los espacios de organización y discusión de la docencia universitaria nacional promovidos por la AGD.” Primero intentaron bajar burocráticamente la moción y finalmente la votaron en contra. Eso sí, casi dos meses después de que reclamamos la democratización del Encuentro Nacional y la trasparencia de su funcionamiento con lista de oradores y posibilidad de que otras personas distintas a los organizadores hicieran uso de la palabra, no volvieron a convocar el encuentro. ¿Por qué será?

Autobombo y burocracia

Cuesta resumir en un solo artículo las maniobras burocráticas del PO en AGD de este último año. Asambleas convocadas con menos de 48 horas de antelación y escasamente difundidas, interrupciones en el momento en que oradores de RyR hablan –justo se les abre el micrófono a dirigentes del PO en esos momentos-, violación de los acuerdos en torno a funcionamiento de la asamblea respecto al tiempo de intervención, aparateos de todo tipo a la hora de armar las mociones a ser votadas, intervenciones argumentativas a la hora de votar que al resto se nos impide responder, etc. etc. Todo esto acompañado por un gigantesco autobombo y una maniobra burocrática clásica: el intento de confundir el cuestionamiento a una dirección sindical con un ataque al sindicato mismo. Que quede bien claro, RyR no ataca a AGD, RyR cuestiona la orientación que el PO le ha dado a la AGD. El PO ha llevado a nuestro gremio a romper su histórica alianza con los estudiantes, ha distraído las energías del gremio en una quijotesca batalla contra la virtualización forzosa. El PO ha instalado esa campaña que a la postre ha dejado a todos los gremios docentes mal pertrechados a la hora frenar un retorno prematuro a la presencialidad. El PO que ha incurrido en todos estos errores (secundado por todos los partidos del FITU y el PO Tendencia), en vez de hacer un balance corre atrás de cada nuevo conflicto particular e intenta validarse por su intervención en ellos. Pero, si hubiera tenido la política correcta muchos de esos conflictos particulares podrían haberse previsto. Quien coloca un gremio a la defensiva, se acomoda a negociar con la gestión, y prioriza las batallas erradas enfrenta, inevitablemente un montón de conflictos particulares porque le da la ofensiva a la patronal y mella una a una las herramientas de lucha. En vez de tanto autobombo (que intenta capitalizar en una agrupación los logros históricos de un sindicato), el PO debería practicar por una vez la autocrítica.

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1 Comentario

  1. Tengo alguna experiencia en asambleas en lugares de trabajo y también en asambleas de sindicatos (para considerar memoria y balance, y, muy raramente, para decidir una acción gremial) como para reconocer —en los métodos del PO y sus aláteres en la AGD— la escuela de los procedimientos del peronismo en situaciones análogas.
    Queda claro que no exagero nada cuando sostengo que 75 años de hegemonía peronista han corrompido nuestra sociedad hasta los tuétanos.
    Por eso la lectura de esta muy buena nota me sugiere dos cambios en el nomenclátor: a) urge cambiar la denominación de este país, que debe hundirse ostentando en su popa el nombre que merece: “Peronia”; b) los redactores de RyR deben dejar de rendirse a la tentación de llamar “partidos troskistas” a las repudiables organizaciones que bajo ese paraguas vulneran hasta los más básicos principios formulados por LDB. Una solución idónea sería llamarlas “partidos «troskistas»”, donde las comillas angulares atraen la atención sobre lo ridículo de la pretensión de los impostores.
    Saludos.

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