ESI a la luz de sus protagonistas. Cuando la agenda QUEER va a contramano

en El Aromo n° 119/Novedades

Romina De Luca – GES

Actualmente, el Observatorio Federal de la Educación Sexual Integral (OFESI) se encuentra discutiendo la construcción de los indicadores de seguimiento de la implementación de la ESI. No extraña que la revisión incluya parte de la agenda QUEER, aunque las pruebas Aprender nos aportan insumos sobre aquello que preocupa a nuestras chicas y chicos. Escuchemos sus voces.

Actualmente, el Observatorio Federal de la Educación Sexual Integral (OFESI) se encuentra discutiendo la construcción de los indicadores de seguimiento de la implementación de la ESI. La elaboración de, según indican, 54 categorías de monitoreo, se realizó luego de un balance de lo actuado previo a la existencia del Observatorio. Por ahora, poco se sabe de qué se pretende sumar como parte de los relevamientos. La síntesis de los informes de las reuniones de la Comisión de Monitoreo e Investigación del OFESI apenas habla de “relevar el embarazo adolescente, el abordaje de la higiene menstrual por parte de las escuela y acciones de activismo desarrolladas por organizaciones de adolescentes y jóvenes”. También “las percepciones sobre la ESI de las niñas, niños y adolescentes”. Para dar cuenta de el accionar de la comunidad también dijeron sumar, además de a las familias a otros “actores” sin indicar cuáles y con qué criterio serán elegidos. Finalmente, mencionaron dar cuenta de los equipos de ESI en las escuelas y las formas de abordaje, en particular, observando la “transversalidad”.

Lo cierto es que las dos últimas pruebas Aprender aportan datos para reflexionar sobre temas trabajados en la escuela y, centralmente, sobre qué les preocupa a nuestras chicas y chicos. Conviene que las repasemos. También debemos advertir que desde 2012 avanza la agenda queer y junto a ella lo que denominamos, junto a Trece Rosas, “borrado de las mujeres”, es decir, el convertir a las mujeres en “innombrables”. En palabras de Alicia Miyares la distopía actual que consagra “la irrelevancia del sexo como una categoría que nos ha discriminado” a nosotras las mujeres. Como explicamos en otro lugar, en nuestro país, la Ley de Identidad de Género, sancionada en 2012, es el puntapié inicial de las políticas identitarias cuyo último capítulo es el decreto presidencial que permite el cambio registral en el DNI. A través de este último las personas que se identifican a sí mismas como no binarias pueden solicitar que se coloque una X en su DNI. Como señaló Rosana López Rodríguez “desde la eliminación (inocua si fuera una medida aislada, pero que apuntala simbólicamente la tendencia) del número prefijo del CUIL, hasta los cupos en los medios de comunicación y la neolengua para designar a las mujeres (que aparece incluso en la Ley IVE) como “personas gestantes”, cuanta legislación se promueve va en el sentido del borrado del sexo”. Similar avanzada encontramos en la universidad. No extraña, entonces, que estemos frente a la revisión de las categorías en el seno del Ministerio de Educación sobre todo cuando el mismo Ministerio coloca en su propia agenda el problema de las identidades. Recordemos que, en julio de este año, el hoy exministro de educación, Nicolás Trotta, en el Primer Encuentro Federal de Educación Travesti Trans organizado por el Bachillerato Popular Mocha Célis, sostuvo “tenemos la enorme responsabilidad de llevar esa mirada de la diversidad a nuestras aulas, trabajar en el abordaje de la reconfiguración de los comportamientos en las escuelas y en la formación de nuestros maestros”1. Entendía que la escuela era el espacio central para “construir la agenda de la diversidad y derechos” y reconfigurar los comportamientos de la sociedad frente a esos sectores invisibilizados. Por eso, conviene que repasemos cuál es la información que, a nivel nacional, tenemos sobre el abordaje de la ESI en nuestro país. Cuál es la agenda con la que nos interpelan niñas, niños y adolescentes al margen de las preocupaciones de nuestros funcionarios. Veamos.

Las voces de sus protagonistas

En primer lugar, lo más cercano a una muestra censal sobre cómo ven los estudiantes la ESI se encuentra en las pruebas Aprender. Pese a los sucesivos boicots a los que se embarcó buena parte de la izquierda hacia las pruebas, sus cuestionarios adicionales sobre ESI, son una de las fuentes con insumos de mayor envergadura que tenemos por el masivo nivel de la muestra. Aquí examinamos los que se hicieron para el nivel primario (en 2018) y secundario (un año más tarde, en 2019).

  1. Voces secundarias

Para el nivel secundario, en 2019, se entrevistaron a 10.819 integrantes del personal directivo y 343.750 estudiantes. Al repasar sus conclusiones, lo cierto es que la idea de que la agenda de las diversidades no se encontraría en el aula no pareciera verificarse. En las Aprender los contenidos vinculados con la diversidad tienen una alta presencia en las aulas: casi un tercio de los estudiantes dijo que “el respeto a la diversidad” es uno de los temas trabajados mientras que los otros dos ejes más trabajados son: cuidar el cuerpo y la salud y valorar la afectividad. Respecto al eje cuidar el cuerpo y la salud, más del 50% del estudiantado mencionó temas vinculados como “la prevención de infecciones de transmisión sexual” (75%) y “el embarazo no intencional en la adolescencia: los métodos anticonceptivos” (68%) los que concentran mayor porcentaje de respuestas. Los temas asociados con el “valorar la afectividad” fueron mencionados, en general, por 4 o 5 de cada 10 estudiantes, a excepción del tema “la violencia de género en la adolescencia” que es señalado por casi 6 de cada 10 estudiantes. Con relación al eje “ejercer nuestros derechos”, “la prevención del grooming, redes sociales y sexualidad” (52%) y “la vulneración de derechos sexuales” (50%) son los temas con mayor cantidad de respuestas. Por último, las temáticas asociadas al eje “respetar la diversidad” fueron mencionadas por un cuarto y un tercio de los encuestados. Dentro de estos tópicos, “el derecho de las personas a vivir su sexualidad…”, aparece destacado por un 40% del estudiantado 2. En realidad, la cifra podía ser mayor si consideramos que la mitad de las y los estudiantes dijeron que en la escuela se trabajó sobre “construcción de identidad y de proyecto de vida” lo que podría vincularse con lo que el queerismo denomina identidad de género. El informe establecía, además, que “se observa que las temáticas más abordadas en clase, en general, coinciden con el interés por recibir más información” por parte de las y los alumnos.

Las encuestas a directivos también nos suministran información de lo que ocurre en las escuelas y de las preocupaciones de la docencia y, claro, también de estudiantes. En primer lugar, la conducción escolar destacaba las gestiones de cursos de capacitación de ESI para sus docentes. Dentro de las temáticas se destacaban las vinculadas con equidad de género y respeto a la diversidad; además, por al menos 2 de cada 10 directivos promovieron algunas como “el reconocimiento de las distintas maneras de ser mujer y de ser varón” (20,6%) y “el derecho de las personas a vivir su sexualidad de acuerdo con sus convicciones y preferencias en el marco del respeto por los/las otros/as” (22,2%).

Al personal directivo se le consultó sobre qué situaciones había intervenido durante el 2019 vinculadas a violencia, abuso sexual y discriminación por “orientación sexual o de género”. El 66% mencionó haber participado en alguna situación. Dentro de las más recurrentes en el ámbito estatal mencionaron: violencia intrafamiliar, 52,8%; violencia hacia las mujeres, 32,1%; abuso sexual, 31,2%; discriminación por orientación sexual, 15,1%; discriminación por identidad de género, 10,5% y sobre ninguna 29,7%. Como se ve, el mayor número de intervenciones se da en aspectos vinculados con violencia hacia las mujeres y las intervenciones por conflictos asociados con la diversidad son minoritarios.

En lo que refiere a la intervención durante la pandemia el Observatorio ESI, creado durante la gestión de Alberto Fernández, presentó un informe de acciones que resulta bastante limitado. Se detalla, por provincia, si se produjeron y distribuyeron material sobre ESI. En 18 jurisdicciones sí lo hicieron; 15 jurisdicciones también dictaron cursos para el personal docente de sus territorios donde incluyen postítulos, diplomaturas, cursos, capacitaciones, ciclos de formación, ateneos didácticos. El mismo informe reconoce que no todas incluyeron como tema particular el abordaje de la ESI en contextos de ASPO y DISPO. El Ministerio, a su vez, reconoce haber realizado asistencias técnicas a 18 provincias para facilitar la implementación de la ESI. Estas asistencias iban desde sugerencias para trabajo curricular, recomendaciones de bibliografía o atención de situaciones emergentes. Dentro de estas últimas, listan las siguientes: “emergentes, como por ejemplo transiciones de género de estudiantes, situaciones de ciberbullying, abuso sexual infantil (ASI), embarazos no intencionales, intentos de suicidio y conflictos por el uso de lenguaje inclusivo, entre otras.” 3. El orden en la nominación tal vez exprese la forma en la que el Ministerio lo equilibra en su propia agenda.

  1. Voces primarias

Un año atrás, en 2018, se habían aplicado los cuestionarios de contexto a estudiantes, docentes y directivos de las escuelas participantes del operativo Aprender. Como hubo algunas escuelas que no suministraron información, el alcance de la encuesta fue de 19.645 escuelas primarias, 573.939 estudiantes que representaron el 78,7% de la matrícula informada por las jurisdicciones, 35.052 docentes y 19.822 directivos. A todos ellos, se les preguntó sobre percepciones sobre las temáticas abordadas, intereses, estrategias y dinámicas propuestas en el aula en torno a la ESI.

Al igual que en secundaria, se observa que la mayoría (el 76%) aborda la ESI como cualquier contenido curricular, respuesta que suministran los docentes que recién inician en un 60%. Y los que tienen más de 20 años de antigüedad declaran hacerlo con total normalidad por encima del 70% de los encuestados. Más aún, en el sector estatal el 35% de la docencia dice abordar temas de ESI, por lo menos, una vez por semana y el 45%, al menos, una vez al mes. El 75% trabaja con materiales oficiales, lo que implica que la agenda elegida por el gobierno será la que guíe su trabajo. Apenas un 8% trabaja con materiales elaborados por organismos de la “sociedad civil”. A eso hay que sumar que el 52% de los docentes dicen haber recibido capacitaciones oficiales para abordar la ESI en sus aulas.

En lo que refiere a los temas trabajados, el 86% de las maestras y maestros declara trabajar temas vinculados al cuidado del cuerpo y a la salud; el 79% la importancia del buen trato en la escuela; el 78% derechos de niñas, niños y adolescentes; el 76% los cambios en el cuerpo durante la adolescencia; el 73% la igualdad de derechos entre varones y mujeres; el 63% la importancia de comunicar las ideas propias y el mismo porcentaje vinculado a cuándo pedir ayuda a una persona de confianza; el 55% la diversidad de las personas: apariencia física, orientación sexual e identidad de género, y con el mismo porcentaje la prevención del maltrato; el 50% el embarazo; el 43% métodos de prevención del embarazo y ETS y el 37% “como evitar el abuso sexual”. Como vemos, se habla más de la diversidad que del embarazo adolescente, por lo que no podemos afirmar que se trata de un tema “excluido” o “vetado” en las escuelas. Inclusive ese énfasis debería hacernos reflexionar sobre las realidades que afectan a nuestras niñas y las herramientas que suministra la escuela. En julio de 2019, sobre la base de los indicadores vitales del Ministerio de Salud, se publicó un informe sobre población adolescente con datos de hasta 2017 4. El informe registraba que:

“Durante el año 2017 la cantidad de nacidos vivos registrados en la Argentina fue de 704.609 niñas y niños. De este total, 94.079 fueron hijos/as de mujeres adolescentes; lo que representa en promedio, 258 nacimientos por día. Se trata del 13,6% del total de los nacimientos de dicho año: 2.493 (0,4%) correspondieron a adolescentes menores de 15 años y 91.586 (13,2%) a adolescentes con edades entre 15 y 19 años” (p. 12) 5.

Podríamos hacer muchas cuentas para graficar esta realidad: casi siete nenas menores de 15 años por día paren y se convierten en madres. Además, para el 18% de las niñas se trata de su segundo hijo o más 6. En lo que refiere al nivel educativo se observa que de las que tienen entre 18 y 19 años: solo el 24% tiene secundario completo y 2,5% terciaria universitaria incompleta/completa lo que da la pauta de que, una vez convertidas en madres, tienden a abandonar sus estudios. Los números son desoladores si consideramos que quien tenía 19 años en 2017, empezó la escuela primaria entre 2003 y 2004, y la obligatoriedad de la escuela secundaria se sanciona en 2006. Es decir, tendrían que haber terminado la escuela secundaria pero no lo hizo. Y, en realidad, el cuadro es peor: los números del ministerio mostraban que 6,1% tenía la primaria incompleta, el 19,8% solo la primaria o EGB completa, el 47,7% tenía la secundaria incompleta. No estamos ante números que pasen inadvertidos para los funcionarios que hoy traen a Manzur al gabinete para seguir profundizando esta realidad. La fuente lo destaca: “3 de cada 4 niños o niñas nacidos en 2017 de adolescentes de 18 o 19 años, lo fueron de mujeres que no alcanzaron a completar sus estudios secundarios” 7.

Ahora bien, veamos cuáles son los intereses y percepciones de las y los alumnos de primaria sobre ESI. Al preguntarles con quiénes hablaban los temas, el 42% lo hacía con una familiar mujer y otro 42% con un amigo y/o compañero; solo el 19% lo hacía con un familiar varón, el 25% con alguien de la escuela y un 13% con alguien convocado por la escuela para trabajar temas de ESI. En general, las y los estudiantes de nivel socioeducativo bajo mostraban mayor preferencia en interlocutores por fuera del hogar (escuela, personal convocado). Además, 4 de cada 10 estudiantes buscan información sobre ESI en internet (varones en un 41% y mujeres 36%). En lo que refiere a qué temas demandaban las y los estudiantes, se encuentran repartidos entre cambios del cuerpo en la adolescencia (38%), embarazo y ETS (25%), cuándo pedir ayuda a una persona de confianza (25%), cómo evitar el abuso sexual (34%), prevención del maltrato (30%), cuidado del cuerpo y salud (38%), derechos (31%), embarazo (23%) y, finalmente, sobre diversidad de las personas -apariencia física, orientación sexual e identidad de género- (21%).

En general los temas trabajados coinciden con aquellos sobre los que les gustaría recibir más información. Entre las mujeres, 4 de cada 10 quieren obtener información sobre cómo evitar el abuso sexual, mientras esta proporción entre los varones es de 3 de cada 10. El 34% de las mujeres mencionó la prevención del maltrato, mientras que entre los varones fue del 25%. Otras diferencias significativas entre mujeres y varones se presentaron en las categorías métodos de prevención del embarazo y enfermedades de transmisión sexual, y el embarazo: 30 a 21 y 28 a 18 respectivamente.

Al enumerar los docentes sobre qué temas consideran que las y los estudiantes tienen menos información sostuvieron: 46% anticonceptivos, 45% enfermedades de transmisión sexual, 40% grooming, 35% nuevas femineidades y masculinidades; 34% vulneración de derechos (abuso, acoso, trata), 33% embarazo y recién con 29% llega diversidades. El Ministerio infiere que si se demanda poco sobre diversidad no tendría que ver con la mayor preocupación por la violencia hacia las mujeres, el abuso o el embarazo adolescente tal como muestran los números, sino porque sobre diversidad se habla poco. Ello no se debería a ausencia de capacitación habida cuenta que el 46% de la docencia recibió capacitaciones sobre diversidad y el 71% sobre cómo superar situaciones de discriminación. Tal vez por eso, solo el 16% de la docencia requiere recibir nuevas capacitaciones sobre diversidad y prefiere en primera opción grooming y vulneración de derechos (abuso, violencia, trata).

Al preguntarle a la escuela frente a qué situaciones intervinieron en 2018 dijeron: 87% frente a situaciones de violencia intrafamiliar, 42% abuso sexual, 39% violencia hacia las mujeres, 10% discriminación por orientación sexual y 7% discriminación por identidad de género. Cuando se discriminó el porcentaje de intervención por antigüedad docente, los que más intervenían eran los que tenían más de diez años de antigüedad.

Otros datos sobre cuál es el clima en la escuela pueden servir para pensar cuáles son las preocupaciones de las y los estudiantes. En 2014, se publicó el primer informe sobre violencia escolar, según lo dispuesto por la Ley 26.892. Aunque, ya en 2005, 2007 y 2010, los distintos Operativos Nacionales de Evaluación relevaban entre los alumnos de 2º y 5º año el “clima escolar”: malos tratos o incivilidades (gritos, exclusiones, burlas, insultos), violencia propiamente dicha (golpes o lastimaduras, amenazas de daño, amenazas o lesiones de patotas, robo por la fuerza o con amenazas). En suma, se trataba de determinar cuál era la percepción de los alumnos sobre la propia escuela: “violenta o no violenta”. La medición del 2014 agregó la percepción sobre las normas escolares, las clases, las relaciones interpersonales y el grado de participación y escucha en cada institución. En esta cuarta versión participaron 26.626 alumnos. El 63% de los encuestados dijo que en su escuela puede decir lo que piensa, se siente escuchado y se siente cómodo hablando con sus docentes. Casi el 60% dijo que la escuela los toma en cuenta cuando proponen algo. En ese cuadro, la amplia mayoría (67%) no cree que su escuela o la de la zona sea violenta, aunque, un tercio, sí la identifica como un lugar donde la violencia es muy preocupante y un 20% relata haberse sentido humillado por sus docentes. En lo que refiere a las situaciones de discriminación habituales o “cada tanto” el 21% dijo que sus pares se burlaban por alguna condición física, el 19% escuchó que se dijeran cosas feas de sí en público, casi el 14% se sintió evitado y un 13% recibió trato cruel. Hay que destacar que en general, las mujeres tenían una menor percepción general de la violencia que sus compañeritos varones lo que habla del largo y duro proceso de “naturalización” de la violencia cotidiana en cientos de miles de mujeres cuya socialización les hace ver como “normal”, por ejemplo, la opinión constante sobre el propio cuerpo y/o la apariencia física asociada a los patrones de belleza patriarcales.

Una agenda anclada en la realidad

Lo cierto es que varias de las conclusiones y preocupaciones que aparecen en las Aprender se ubican en sintonía con otros informes, del Ministerio de Educación o fuera de él. Dentro de esta última categoría, otra encuesta realizada entre 2016 y 2017 por la Fundación Huésped permite ponderar el tipo de preocupaciones de niñas, niños y adolescentes 8. Ahí entre las situaciones observadas por los estudiantes hallaban que 7 de cada 10 entrevistados estuvo en contacto con situaciones de embarazo adolescente no intencional que llevó al 20% a abandonar la escuela. Y si bien uno de cada dos dice haber sufrido discriminación por orientación sexual o identidad de género, menos del 14% manifiesta haber pedido el pase a otra escuela por esos motivos y 7 de cada 10 siguieron en la misma escuela. Por eso, a la hora de escuchar a nuestras estudiantes deberíamos recuperar sus voces. Inclusive la pandemia nos aportó otro botón de muestra de sus temores. Una encuesta UNICEF a 575 estudiantes mostró que el 100% de las mujeres dijo haber sufrido amenazas por las redes y violencia sexual, el 83% ciberbullying, el 82% discriminación durante la pandemia. El 73% de adolescentes mujeres de entre 13 y 17 años dijo tener miedo de verse expuesta de forma involuntaria a material sexual y/o violento y así lo manifestó el 82% de las que tienen entre 6 y 12 años, es decir, que transitan la educación primaria. La ESI puede ser una gran herramienta, pero para eso debemos recuperar la voz de sus protagonistas. Aquí, las mujercitas nos hablan y nos piden que atendamos a las diferentes formas de opresión con motivo de su sexo a las que las somete el sistema patriarcal: violencia, abuso sexual, embarazo y maternidad aparecen entre sus preocupaciones principales. Es hora de escucharlas.

Notas

  1. Telam, 28/7/2021. Disponible en: https://www.telam.com.ar/notas/202107/562980-educacion-con-perspectiva-de-genero.html
  2. OFESI Informe “Evaluación de la Educación Secundaria en Argentina 2019”. Ministerio de Educación de la Nación, 2020. P. 12.
  3. Ministerio de Educación: Informe sobre las acciones de los equipos ESI de las jurisdicciones en contextos de COVID-19, p. 16.
  4. Ministerio de Salud: Estadísticas de los hechos vitales de la población adolescente en la Argentina, julio de 2019. Disponible online en: http://www.deis.msal.gov.ar/wp-content/uploads/2019/07/Poblacion-adolescente-2.pdf
  5. El promedio nacional (13,6%). Formosa (21,7%), Chaco (20,4%), Misiones (19,9%), Santiago del Estero (18,8%), Corrientes (18,3%) y Salta (18,3%) presentan los porcentajes más altos. Por otra parte, Tierra del Fuego (8,5%) y CABA (5,3%) tienen porcentajes significativamente menores al promedio del país.
  6. “Para un 18% de ellas era su segundo hijo y para el 4% se trataba de su tercer hijo o de uno posterior”, p. 16.
  7. Idem, p. 17.
  8. Fundación Huesped: Informe sobre el impacto de la Ley Nacional de Educación Sexual Integral (ESI) -Resumen Ejecutivo, Buenos Aires. Según la síntesis, la muestra contó con 2.897 respuestas efectivas abarcando las 24 provincias del país.

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