Coronavirus, los laburantes en la línea de fuego. (Parte 1) La irracionalidad capitalista es la mejor aliada de las epidemias.

en Aromo/El Aromo n° 110/Novedades

Una epidemia no la provoca la existencia de un virus, sino la de un cuerpo social en condiciones de enfermarse y propagarla. El coronavirus, del que conocemos poco, muestra mucho de la sociedad en que vivimos, de los explotadores que la dirigen y de la clase trabajadora que puede ofrecer una salida a la crisis.

Lic. Ricardo Maldonado GISA (Grupo de Investigación sobre la Salud Argentina)


El virus y el conocimiento

La pandemia declarada por la OMS modifica necesariamente nuestra relación con las teorías, las percepciones y los actos socialmente dominantes. No respecto a las enfermedades sino a la totalidad de la vida social. Los biólogos marxistas norteamericanos Levins y Lewontin escribieron 25 años atrás un artículo sobre el “retorno” de las infecciosas. Se referían al abandono en las escuelas de medicina más prestigiosas de la investigación sobre las enfermedades trasmisibles por agentes vivos desplazadas por el cáncer y las patologías cardíacas, consideradas las amenazas epidemiológicas que marcarían el futuro (que es nuestro pasado inmediato y nuestro presente). Los autores de El Biólogo dialéctico historiaban las “plagas” padecidas por la humanidad desde la antigüedad. También la persistencia en la aparición de las epidemias luego de que, en apariencia, hubieran sido derrotadas las que asolaron nuestra salud durante siglos. Al menos para EEUU y Europa esta era la situación de la malaria, polio, tuberculosis, viruela, tosferina, etc. Pero nuevas enfermedades y las viejas remozadas, habían retornado. Las expectativas no fueron confirmadas por la realidad por no haber considerado mayor amplitud temporal y mayor escala en las interacciones. Los especialistas habían pecado de especialistas. Tomaron los registros sanitarios que no contemplaban mucho más allá del siglo y medio previo, y se referían a los seres humanos. Sin incorporar al cuadro la recurrencia en la historia de las pestes sobre todo en momentos de crisis y hambrunas por un lado, ni las interacciones siempre renovadas entre seres humanos, animales, plantas y ambiente. El artículo mencionaba las nuevas infecciosas como el SIDA, pero también las distintas fiebres hemorrágicas, la enfermedad de Lyme, el Ebola y otras menos conocidas. Y luego llegaron las gripes (porcina, aviar, etc.).

La secularización, salvo en bolsones de fanatismo, ha cumplido su tarea. Nadie cree consistentemente que la vida y la realidad son incognoscibles y lo único posible es encomendarse al supremo. El problema se presenta cuando el conocimiento científico se presenta en nuestra vida no como trabajo incesante sino como recurso terminado. Tan fuerte es su impronta que imperceptiblemente vivimos en un mundo bajo el supuesto de que no hay ignorancia, ni misterios naturales por develar sino, a lo sumo, mala fe. Un triunfo del pensamiento racional que arrastra ésta última referencia al absoluto: no queda nada por saber, punto de partida paradójico del pensamiento irracional y reaccionario.

Vale la pena no abandonar aún a Levins y Lewontin y tomar unas líneas de ese mismo trabajo “El que la ciencia a veces se equivoque se debe en parte a que estudiamos lo desconocido como si fuera igual a lo conocido. A menudo esto es efectivamente así haciendo la ciencia posible, pero algunas veces esto no es así lo que hace la ciencia incluso más necesaria y la sorpresa inevitable.”[i] Toda tarea de investigación parte de lo conocido, en este caso de los virus anteriormente tratados porque cada virus tiene cosas comunes con los demás virus (a partir de eso reciben el mismo nombre). Pero es igualmente cierto que éste es otro virus, y se desconocen muchas de sus particularidades. No sólo como crear una vacuna, sino muchas otras cosas; su mecanismo de transmisión, la eficacia del mismo, su letalidad, su relación específica con otras enfermedades, etc. Y su relación con las condiciones ambientales. Por eso es necesario ser cautelosos, una enfermedad conocida (la gripe), su tasa de mortalidad, de contagio, etc., esparcida por la población, no se puede comparar de manera simple y directa con un foco desconocido, sin defensas naturales en poblaciones que no la han sufrido, con restricciones establecidas para su contagio, etc. es simplificar variables complejas. Quizás dentro de unos meses pensemos que la reacción fue exagerada, desde el punto de vista sanitario, mejor así. Pero en cada epidemia la sombra de la gripe española que mató hace un siglo al equivalente a la población actual de la Argentina es la pesadilla de los epidemiólogos.

Si ampliamos la mirada más allá del cuerpo humano vemos la multiplicidad de factores que es necesario contemplar. En nuestro país sabemos que el dengue hemorrágico se produce al sufrir la infección de dos cepas diferentes del dengue, y a diferencia del dengue común, es extremadamente grave. Y debemos saber que la posibilidad de ser picados por mosquitos que portan cepas distintas es un efecto relativamente novedoso de la deforestación, el movimiento consecuente de animales y mosquitos a través de estos nuevos territorios. Lo nuevo del dengue hemorrágico está fuera del virus, fuera del mosquito, está en la vida social y productiva. De manera que la “enfermedad” es un cruce de determinaciones biológicas, ambientales, geográficas, sociales y las epidemias lo exponen.

El año pasado la revista mBio publicó[ii] un estudio sobre el surgimiento del hongo Candida Auris (que causa enfermedades al ingresar al torrente sanguíneo) entre 2012 y2015 en tres lugares diferentes del planeta (Venezuela, sur de Asia, Sudáfrica) de manera independiente, lo que atribuyeron a las modificaciones en el clima y no a la circulación de personas o animales. Es decir que el furioso intercambio comercial y turístico no es el único vector de transporte de novedades patógenas, también lo son los animales y, el propio clima.

En el origen del coronavirus se encuentra, de acuerdo a la información disponible, relaciones que exceden al propio cuerpo. Nuestro sistema inmunológico utiliza como una de sus herramientas la temperatura. La fiebre con la que luchamos contra las infecciones es su expresión diáfana. El murciélago con una temperatura corporal que supera en 4 grados la humana es, aparentemente, capaz de portar agentes patógenos que no lo afectan pero sí a nosotros. La elevación de la temperatura por el cambio climático podría realizar una selección de agentes patógenos de mayor resistencia al calor que los murciélagos portarían sanos, y los humanos sufriríamos como enfermedad. Luego, la urbanización a ritmo alocado en el sudeste asiático complica más aún el escenario con el hacinamiento urbano miserable que lleva a resolver un viejo problema humano (la obtención de proteínas) de manera miserable (caza y venta de animales salvajes). Una práctica peligrosa pero ahora realizada en un país a la vez conectado interna y externamente por los negocios. Este efecto negativo del atraso (comer cualquier cosa) probablemente también produzca novedades patógenas en otros territorios como el África subsahariana. Pero allí no hay ciudades con 11 millones de personas como Wuhan que tengan plantas de la General Motors. Entre la extrema riqueza y la miseria extrema se encuentra el canal por el que el virus surge y llega al mundo.

De manera que no es extraño, y menos imposible, que estas situaciones sucedan, sino relativamente probables. La cuestión es entender que las respuestas eficaces sólo pueden surgir de un conocimiento que relacione las variables y atributos de la totalidad del problema, conociendo cada vez más. Hay cosas que no sabemos, hay que trabajar científicamente para resolverlas. Pero, cómo en las películas policiales hay un personaje que interviene dificultando el acceso a la verdad: es el que está comprometido con el crimen. En este caso este personaje tiene nombre, es la clase que dirige la sociedad en su beneficio y provoca estos problemas: la burguesía, los patrones, los dueños de los medios para producir y reproducir la vida social.

El primer problema es nuestra ignorancia.

Antes de seguir con la estructura social y su capacidad para solucionar la pandemia, volvamos al coronavirus para hacer un cuadro de situación ¿Qué es lo que no se sabe? En un artículo de la revista Lancet[iii] del 9 de marzo, se detalla que “La velocidad de propagación inicial de la epidemia, su tiempo de duplicación o el intervalo en serie relacionado (el tiempo promedio que tarda una persona infectada en transmitir la infección a otros), y la duración probable de la epidemia están determinados por factores como el tiempo transcurrido desde la infección hasta que una persona es infecciosa para otros y la duración media de la infecciosidad. Para la pandemia de influenza A H1N1 2009, en la mayoría de las personas infectadas, estas cantidades epidemiológicas fueron cortas, con un día más o menos de infecciosidad y unos pocos días de infecciosidad máxima para otros. Por el contrario, para COVID-19, el intervalo en serie se estima en 4,4–7,5 días, que es más similar al SARS.” Lo crucial es entender que para una acción efectiva no sirve saber que hay virus parecidos, sino tener una idea bastante precisa de las características de cada uno. Y las de éste todavía nos las conocemos. Estamos conduciéndonos medio a ciegas, ese es el principal factor de peligrosidad ¿Por qué? Porque el contagio está en marcha, no nos esperará hasta que estemos preparados. El artículo enumera las principales incertidumbres: “La primera de las incógnitas importantes sobre COVID-19 es la tasa de letalidad (CFR) (…) La segunda incógnita es si la infecciosidad comienza antes de la aparición de los síntomas. (…) La tercera incertidumbre es si hay una gran cantidad de casos asintomáticos de COVID-19. (…) La cuarta incertidumbre es la duración del período infeccioso para COVID-19. El período infeccioso generalmente es corto para la influenza A, pero parece largo para COVID-19 sobre la base de los pocos estudios clínicos virológicos disponibles, que tal vez duren 10 días o más después del período de incubación.” Expone la información disponible y las incertidumbres que es necesario despejar para poder predecir el despliegue futuro del problema. Incluso sobre la posible vacuna, hay otros dos problemas en juego, los protocolos necesarios para las pruebas en humanos y la producción masiva de la misma. El coronavirus se despliega sobre una alta incertidumbre, teniendo en cuenta, además, que “es probable que la mayoría de los países hayan propagado COVID-19, al menos en las primeras etapas, antes de que las medidas de mitigación tengan un impacto.” Lo que ha sucedido en China muestra que la cuarentena, el distanciamiento social y el aislamiento de las poblaciones infectadas pueden contener la epidemia. “Este impacto de la respuesta de COVID-19 en China es alentador para los muchos países donde COVID-19 está comenzando a extenderse. Sin embargo, no está claro si otros países pueden implementar las estrictas medidas que China finalmente adoptó. Singapur y Hong Kong, ambos con epidemias de síndrome respiratorio agudo severo (SRAS) en 2002–03, brindan esperanza y muchas lecciones a otros países. En ambos lugares, COVID-19 se ha manejado bien hasta la fecha, a pesar de los primeros casos, por la acción temprana del gobierno y mediante medidas de distanciamiento social tomadas por individuos” El artículo desarrolla cada una de las incertidumbres y los elementos de juicio que los datos que se van reuniendo en cada país aportan. Pero también menciona que no siempre lo que un país puede realizar es replicable en otro. Afirma que la draconiana respuesta china no parece aplicable en los países europeos. De esta manera reconoce que el problema común al conjunto de la humanidad deberá ser filtrado en cada nación por los intereses particulares de su propia clase burguesa.

Lo más inmediato en una situación así es contener la propagación. La razón fundamental es que la demanda de servicios de salud que provoca una epidemia puede desbordar la oferta disponible normalmente e incluso para emergencias. El cuadro expone dos escenarios posibles y la necesidad de extremar medidas de resguardo “antes” de que se vuelvan inabordables, es decir antes del desborde de la capacidad de respuesta del sistema de salud

Por eso es que la primera cuestión ante una enfermedad contagiosa poco estudiada es evitar el contagio, sobre todo por no saber las consecuencias. No llegar a lo sucedido en EEUU dónde “la disponibilidad de análisis de coronavirus sigue siendo muy desigual: mientras hay personas que fácilmente encuentran pruebas en ciertos lugares del país, otras han sido rechazadas. Algunos funcionarios estatales temen que el virus se está propagando con una rapidez mayor a la que aumenta la capacidad de realizar pruebas” en una combinación letal entre la tardía reacción sanitaria del estado y un sistema de salud terriblemente clasista que deja a los pobres librados a su suerte.

Las respuestas ignorantes engordan el problema.

Volveremos sobre las respuestas prácticas para este momento, las importantes, las necesarias. Lo haremos sobre el final. Pero repasemos brevemente el compendio de teorías desplegadas al respecto a la causa de estos sucesos. Algunas contribuyen al empeoramiento de la situación. Comencemos por la respuesta paranoica: el virus fue creado en un laboratorio secreto para beneficio de alguien y en detrimento de sus enemigos. Va desde la diseminación por la CIA en China porque “la epidemia es una oportunidad para degradar y aislar a China.”[iv], hasta la exactamente opuesta en que China desata la pandemia, y como parece haber llegado a su pico, ahora deja el problema al resto del mundo. Una de las empresas más grandes del mundo y estadounidense, fue afectada así por la epidemia en China: “El gigante tecnológico Apple ha informado de que no podrá cumplir con su pronóstico de ingresos para el segundo trimestre debido a las consecuencias colaterales del brote de coronavirus en China. La compañía apunta a dos factores: el suministro limitado de sus iPhone y, a la vez, una menor demanda en ese país.”[v] Si así afecta a EEUU en el caso de China vale recordar que «la crisis ocasionada por el SARS en 2003 rebajó el PIB de China un 1,1% y un 2,5% el de Hong Kong, mientras que solo supuso un impacto del 0,1% en el PIB de EE.UU.»[vi] y ahora ya se ha detectado un impacto mayor en la economía. Al terminar las crisis indefectiblemente habrá algunos ganadores y muchos perdedores, pero imaginar que la economía y la política mundiales funcionan como una ruleta rusa (lanzar un virus para el contagio masivo es exactamente eso, la bala le puede tocar a cualquiera) es una tontería. China recortó las contribuciones sociales de las patronales el año pasado del 20 al 16% ahorrándoles a sus burgueses 145 mil millones de dólares. Ese dinero que se destinaba a la salud fue a parar a los bolsillos de los capitalistas en el año anterior al brote. EEUU se encuentra en pleno debate por los excesivos costos de los medicamentos. Si hubiera un plan para desatar una epidemia ¿no tomarían recaudos previos para eludir los efectos negativos?

Otros suponen que es una cortina de humo, para los problemas domésticos o, en una hipótesis falsamente audaz, para las amenazas recesivas. Por un lado “la OCDE, que representa las 36 economías más avanzadas del planeta, advierte sobre la posibilidad de que el impacto de COVID-19 reduzca a la mitad el crecimiento económico mundial este año en relación con su pronóstico anterior.”[vii] De lo que se intenta deducir que “todo parece indicar que esta epidemia puede representar una ocasión ideal para justificar la crisis económica capitalista que parece estar acercándose.”[viii] Una guerra comercial como la de EEUU y China no es lo que desata sino lo que expresa la preocupación por una crisis en ciernes y, a la vez, la acentúa. Esto se debe a la lógica de la competencia capitalista, si se avecinan problemas la solución es que el otro sea el más afectado. En los últimos años se tensan las fuerzas. Pero no se puede perder el eje: la razón de la guerra comercial (y de todas las guerras) es la ganancia. De manera que a los capitalistas no les importa lo que opinemos sobre la situación si no la posibilidad de lucrar. ¿Qué razón habría para empujar a la economía a una ralentización que achique las ganancias sólo para esconder esa misma ralentización de la opinión pública? Ninguna. Otra tontería.

También se afirma que lo que ellos quieren (con todo lo controvertido de situar qué es ese ellos) es controlarnos e impedir el contacto humano. Que no nos besemos, no nos abracemos, etc. Conviene señalar la visión antisocial de la que parte esta postura. Porque no somos cuerpos, somos seres sociales. Los cuidados, el amor, las relaciones no necesariamente, ni solamente se expresan en los contactos corporales. Muchas de las más amorosas actitudes prescinden de tocarnos y consisten en separarnos. Desde ceder un siento, hasta alejarnos para dejar descansar a otro. Los lazos sociales no son un pegoteo corporal sino actos que consideran al otro. Cuando los padres trabajan y se alejan de los hijos pero le aseguran sus condiciones de existencia son más amorosos que cuando no lo hacen. En esta situación el contacto puede expresar la negación más absoluta de los otros.

Otra respuesta que complica las cosas es aportar soluciones individuales a un problema social y global. El mensaje reenviado con la “data justa” que no quieren que se conozca (otra vez ellos ¿Quiénes? ¿Por qué?) Los burgueses del mundo prefieren profundizar un escenario recesivo (o sea perder plata) ocultando una solución fácil, simple, disponible: “hay que tomar mate porque el virus no resiste la temperatura” ¿Por qué lo ocultarían? ¿Para favorecer a los laboratorios? El laboratorio más grande del mundo Pfizer vale 180 mil millones de dólares. ¿Por qué United Airlines que vale 10 mil, American Airlines 6 mil y el resto de las aerolíneas regalarían su patrimonio? ¿Por qué la industria del turismo con 120 millones de empleados consentiría con esto? No parece lógico que una gran cantidad de burgueses (cuyo patrimonio conjunto supera inmensamente al laboratorio que salga favorecido supuestamente con la vacuna a producir) acepten gustosamente entregar sus beneficios para que engorde otra empresa.

También la opinión del experto se constituye en un problema ya que reemplaza la acumulación de datos empíricos para sostener una conclusión por extrapolaciones generales en base a conocimientos previos (que pueden ser muy profundos y complejos) pero sin los datos propios de este virus particular, se reemplaza la investigación por analogías muy genéricas. Sin el acceso a los datos acumulados, estudios clínicos, trabajo de campo, revisiones sistemáticas, meta análisis para evaluar la precisión de las consideraciones sobre el tema, lo que estamos escuchando es una trayectoria sobre lo conocido, pero eso no se traduce necesariamente en conocimiento sobre lo nuevo.

Podemos resumir el sentido de todas estas respuestas en una que es la más peligrosa porque la sostienen intelectuales prestigiados. Página 12 publicó el día 5 de marzo un artículo de Giorgio Agamben aparecido originalmente el día 26 de febrero, el artículo citaba al Consiglio Nazionale delle Ricerche (Consejo Nacional de Investigación) que minimizaba la epidemia, en un momento en que el capital italiano pataleaba por los ingresos perdidos, encabezados por la industria turística entre otras. Montado sobre la protesta burguesa Agamben desplegó su paranoica filosofía que supone que vivimos en una sociedad donde la norma es la suspensión de las libertades burguesas (su “estado de excepción” que tanto sirve para un lavado como para un fregado) y que tan útil le es a los propios burgueses. “Una fórmula tan vaga e indeterminada permitirá extender rápidamente el estado de excepción en todas las regiones, ya que es casi imposible que otros casos no se produzcan en otras partes. (…) La desproporción frente a lo que según la CNR es una gripe normal, no muy diferente de las que se repiten cada año, es sorprendente. Parecería que, habiendo agotado el terrorismo como causa de las medidas excepcionales, la invención de una epidemia puede ofrecer el pretexto ideal para extenderlas más allá de todos los límites. El otro factor, no menos inquietante, es el estado de miedo que evidentemente se ha extendido en los últimos años en las conciencias de los individuos y que se traduce en una necesidad real de estados de pánico colectivo, a los que la epidemia vuelve a ofrecer el pretexto ideal. Así, en un círculo vicioso perverso, la limitación de la libertad impuesta por los gobiernos es aceptada en nombre de un deseo de seguridad que ha sido inducido por los mismos gobiernos que ahora intervienen para satisfacerla.” El planteo es que las libertades no se restringen para enfrentar a quienes trastornan el funcionamiento del capital (las luchas obreras fundamentalmente) sino porque sí, inventando epidemias, que (como si fuera poco) la población espera para tener una excusa para satisfacer su necesidad real de estados de pánico colectivo. Como filósofo afín al capital, prestó un servicio (clamando para que no les paren los negocios) aun poniendo en riesgo de sus conciudadanos. Pero si esto fue criminal, Pagina Dócil lo publica cuando ya Italia ha entrado en una situación en que tiene que elegir a quien atender por el desborde de casos “Estas disposiciones vinieron luego de un fuerte incremento en el número de muertes durante el fin de semana del 7 de marzo: de sábado a domingo aumentó en un 57% la cifra de víctimas fatales, con 133 fallecimientos en un solo día (algo que, hasta ese momento, no se había registrado). De esta forma, la tasa de mortalidad en Italia a causa del coronavirus se convirtió en la más alta del mundo, alrededor de un 4,5 y un 5%, de acuerdo con datos del gobierno italiano. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en China el rango de víctimas fatales está entre el 2% y el 4%, pero fuera del país asiático la tasa se reduce al 0,7%.”[ix]

Si mencionamos el prestigio intelectual es porque esto es lo que circula en nuestra universidad: “El coronavirus es lo propio de la globalización: se fundamenta en la incertidumbre y en el potencial peligroso del otro. Es el individualismo global inventando sus catástrofes” Dr. Esteban Di Paola profesor de la facultad de Sociales (UBA) e investigador del Conicet en un tweet de la FSOC. El doctor se regodea de hablar sin saber. Como su maestro Agamben se opone a las medidas epidemiológicas porque su esquema de pensamiento le obliga suponer que todo evento social es conspirativo y tiene por objeto limitar las libertades individuales. Ayn Rand lo aplaudiría, conviviendo en un mundo, el de Di Paola, donde no hay acumulación del capital, explotación, ni anarquía de la producción, hay conspiradores malévolos que pretenden quitarnos nuestra libertad. Tampoco hay biología y cuerpos interactuando en y con el ambiente, sino discursos. Por eso los virus no se reproducen, contagian, o incuban, sino que se fundamentan en la incertidumbre en el potencial peligroso del otro. Al servicio de la burguesía y su resistencia a restringir los negocios trabajan Agamben, y sus fotocopias locales.

A las medidas restrictivas propias del repertorio sanitario ante las epidemias se les endilga su carácter represivo y hasta protofascista. No se puede negar que el gobierno y la burguesía imponen su sesgo a cada medida tomada, eligiendo los tiempos, seleccionando los grupos y determinando las actividades de manera bastante arbitraria en su beneficio. Pero esa denuncia no puede dejar nunca de contemplar que se está ante una amenaza sanitaria que si no logra controlarse, hará pagar el más alto precio a la clase trabajadora, la más expuesta. Más allá de ideologías, de autopercepciones, de identidades, hay un cuerpo patógeno que ataca a los cuerpos de los humanos de manera objetiva. Es el momento de abordar con seriedad y valentía los problemas de los cuerpos en todas sus determinaciones biológicas, y en todas sus relaciones y determinaciones sociales. Porque el pensamiento paranoico es cómodo y facilista, denuncia a fantasmas, y por lo tanto no debe comprometerse contra ellos. Sin embargo, no son fantasmas los responsables de este problema, ni de las raquíticas respuestas.

Ya vimos que los virus son parte de la vida en general, y de nuestra vida. Que la ciencia avanza trabajando sobre lo desconocido para conocer y resolver los problemas. También que ese conocimiento implica abordar mucho más que estructuras virales. Vimos que desde el punto de vista inmediato, ante el desconocimiento, la tarea central es contener y ganar tiempo, achatar la demanda y evitar el desborde. Y recorrimos una serie de respuestas inútiles desde el punto de vista sanitario, pero afines a la ideología burguesa, que complican más el problema. En la segunda parte trataremos de ampliar la mirada para encontrar a los cómplices del coronavirus.


[i] https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=153309

[ii] https://time.com/5779156/wuhan-coronavirus-climate-change/?utm_source=newsletter&utm_medium=email&utm_campaign=time-health&utm_content=20200206

[iii] https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)30567-5/fulltext

[iv] https://ctxt.es/es/20200302/Politica/31295/coronavirus-epidemia-crisis-capitalismo-recesion-joan-benach.htm?utm_campaign=lecturas-del-martes-10-de-marzo&utm_medium=email&utm_source=acumbamail&fbclid=IwAR2L_yor12Bls66l__ibCWs0KpHEIHPjtnZ5Merp0xG1L46vjdYzIg0W2NE

[v] https://elpais.com/economia/2020/02/17/actualidad/1581976997_937592.html

[vi] https://www.bbc.com/mundo/noticias-51330412

[vii] http://www.sinpermiso.info/textos/coronavirus-deuda-y-recesion

[viii] https://ctxt.es/es/20200302/Politica/31295/coronavirus-epidemia-crisis-capitalismo-recesion-joan-benach.htm?utm_campaign=lecturas-del-martes-10-de-marzo&utm_medium=email&utm_source=acumbamail&fbclid=IwAR2L_yor12Bls66l__ibCWs0KpHEIHPjtnZ5Merp0xG1L46vjdYzIg0W2NE

[ix] https://www.bbc.com/mundo/noticias-51817327

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