Tercera Posición, regulacionismo encubierto. El trotskismo y la prostitución

en Aromo/El Aromo n° 112/Novedades

A partir del intento de agregar la categoría “trabajo sexual” en el Registro Nacional de Trabajadores/as de la Economía Popular (Renatep), que depende del Ministerio de Desarrollo Social, la izquierda argentina recordó que la prostitución existe y realizó una serie de actividades para hablar del tema. En este artículo analizamos que posición tienen las compañeras.

Brisa Farias / Violeta Silva / Azul Mellino – Trece Rosas

Renatep y trabajo sexual

El 7 de junio, el Registro Nacional de Trabajadores/as de la Economía Popular (Renatep), que depende del Ministerio de Desarrollo Social, cuyo responsable es Daniel Arroyo, subió un registro online para la inscripción de los/las trabajadores/as de la “economía popular”. Una de las categorías que podía registrarse era la de “trabajador/a sexual”. Cinco horas después del episodio, Gustavo Vera, presidente del Comité Ejecutivo para la lucha contra la Trata y Explotación de Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas, tuiteó que acordaba con Arroyo en que ese formulario debía darse de baja. Y así fue. Una postal del gobierno de turno, que pretende contentar a tirios y troyanos. Es que las fuerzas a favor de abolir la prostitución (el “abolicionismo”) y las que piden la legalización del proxenetismo (el “regulacionismo”) conviven en el mismo partido, aunque las regulacionistas dominan puestos clave (como Victoria Donda en el Inadi). Si bien la medida retrocedió, se prepara una nueva avanzada, como siempre, a espaldas de la sociedad.

El principal impulsor de la legalización del proxenetismo es el seudo sindicato AMMAR, como explica nuestra compañera Rosana López Rodriguez. Pero en esta nota nos interesa poner la lupa en la posición que tomo la izquierda a partir de este hecho.

Un debate abandonado (por la izquierda)

Luego del episodio sobre el registro, abundaron las notas en favor y en contra de la iniciativa. Pero algo que nos llamó la atención es que las agrupaciones de mujeres y feministas de los partidos de izquierda organizaron charlas para trabajar el tema.

El miércoles 24 de junio, el Plenario de Trabajadoras (PO) realizó una charla vía zoom junto a Blanca Rizzo, integrante de Madres Víctimas de Trata. Vanina Biasi abre su intervención diciendo “qué bueno que se retoma este tema para discutir, que estuvo abandonado tanto tiempo”. El PdT deja en claro que no consideran a la prostitución como un trabajo y resalta la naturaleza proxeneta del Estado capitalista que subordina las vidas de las mujeres, niñas y niños a la ganancia capitalista de este sector, más extendido que nunca en el marco de una crisis de sobreproducción donde la ganancia de otros sectores no puede ser garantizada. Dicho esto, acusa por un lado al regulacionismo de individualista y liberal, pero también critica al abolicionismo, por buscar salidas reformistas o lavarle cara al Estado con slogans como «sin clientes no hay prostitución». Así, rechaza toda medida enfocada en reducir el consumo de prostitución por vulnerar las libertades individuales, porque el verdadero problema no serían las personas que lo ejecutan sino el sistema que educa en el consumo de prostitución a través del porno, la Iglesia y, más recientemente, de discursos como el de AMMAr. En todo caso, la salida que habría que buscar es la lucha por trabajo genuino.

Las militantes de Isadora (Izquierda Socialista), no se quedaron atrás y el sábado 4 de julio Malena Lenta llevó adelante un taller sobre el tema. En el artículo “El problema de la prostitución: un debate necesario” ya podemos encontrar los argumentos que desarrollaron en esa charla. Allí señalan su desacuerdo con “las regulacionistas que reivindican a la prostitución como un trabajo más, que implicaría una decisión autónoma de las mujeres y una forma de liberación sexual, como sostiene Georgina Orellano, Secretaria General de AMMAR, negando la violencia patriarcal, base de la existencia misma de la prostitución.” Pero también sostienen que acompañan y respetan “el derecho a la organización y a la sindicalización de las personas que se consideran trabajadoras sexuales y, a la vez, exigimos políticas públicas para que quienes quieran salir de la prostitución lo puedan hacer con toda garantía.”  

Por último, Pan y Rosas (PTS) no expresó ninguna opinión sobre la inclusión del trabajo sexual al registro de Desarrollo Social. Sin embargo, cuando buscamos en sus publicaciones, vemos que plantean una tercera posición, un programa transicional para la abolición del trabajo sexual, proclamándose abolicionistas en última instancia, ya que consideran que es utópico que se dé fin a la prostitución dentro del capitalismo. Defienden el derecho a autoorganización y exigen al Estado el derecho a la satisfacción de todas las necesidades.

Además, el PdT parte de una conceptualización equívoca de “trabajo”, dado que por un lado niega que la prostitución pueda considerarse tal, a la vez que reconoce que es “el ingreso mensual con el que paran la olla millones de mujeres cotidianamente. Una dualidad propia de un régimen de sometimiento y explotación que cada día con más fuerza condena a las mujeres a las peores precarizaciones laborales”, debemos tener en cuenta que elige focalizar el debate en el Estado como responsable.

Por otro lado, tampoco se definen abolicionistas, ya que consideran que esta postura vulnera derechos individuales. El PdT considera que no se debe penalizar al cliente, ya que éste en general es un varón de la clase obrera que fue educado bajo las reglas de la Iglesia y el consumo de pornografía. Sin embargo, tampoco propone la necesidad de una ESI laica feminista y abolicionista que revierta esas conciencias.

En el caso de Isadora, la declaración de principios en su página es reveladora de las limitaciones a la hora de enfrentar al sistema prostituyente. Allí se lee lo siguiente: “Por la sindicalización/organización de las mujeres que se consideran trabajadoras sexuales. Por planes de salud y asistencia social a todas las mujeres que ejercen la prostitución.”[1] Por un lado, aceptan la mentira de la “prostitución autónoma” que propone AMMAR, pero lo que es peor, no examinan la prostitución como violencia contra esas mujeres. Solo examinemos la expresión “que ejercen la prostitución” significa como perspectiva de aceptación de la voluntad individual no coaccionada por ninguna necesidad económica ni ninguna presión patriarcal.

Considerando entonces estas posiciones de la izquierda trotskista argentina, se comprende la razón por la cual, en los documentos por el 8M o por el 25N, se negaron a incorporar la prostitución como violencia contra las mujeres y solamente aceptaron que se hablara de “trata”. Razonan de la siguiente manera: en el capitalismo no se puede cambiar nada, la Iglesia y el porno nos educan; consecuentemente, deciden posponer el problema y ser solidarias con la burguesía proxeneta.

La tercera posición de la izquierda no existe. El socialismo solo puede ser feminista y el feminismo solo puede ser abolicionista. No se trata de respetar derechos individuales o esperar a que el socialismo llegue a solucionar los problemas sin hacer nada por lograr el socialismo. La prostitución no es un trabajo socialmente aceptable, ya que es la forma material y simbólica más profunda de la dominación masculina. Sus efectos sobre la cultura y la sociedad la constituyen en pilar central del patriarcado. Es esencialmente anti-feminista, es objetivamente, una de las fortalezas patriarcales que hay que derribar. Por eso debemos luchar para que caiga dentro del campo de los trabajos socialmente no aceptables, no importa cuán bien remunerado esté, cuán buenas condiciones pueda ofrecer, ni siquiera que se ejerza bajo una forma verdaderamente voluntaria. La prostitución es enemiga del feminismo. Por eso hay que abolirla.

El feminismo socialista debe militar por un abolicionismo real con tres estrategias que actúen en conjunto. Primero, en el plano de lo normativo, exigir la penalización del prostituyente y del proxeneta (de manera efectiva) y militar por la derogación de los códigos contravencionales que persiguen a las compañeras en situación de prostitución. En segundo lugar, no se puede pensar la prostitución sin tener en cuenta la desocupación, por eso hay que desarrollar la organización de las mujeres desocupadas y ligarla al conjunto de la clase obrera, con el objetivo de conseguir un subsidio universal a la desocupación igual a dos canastas básicas. Por último, la batalla por la conciencia, la educación sexual no puede quedar en manos de la industria pornográfica o las Iglesias: es por eso que militamos y construimos una ESI laica, científica, feminista y abolicionista.


[1]http://izquierdasocialista.org.ar/index.php/noticias/mujeres/1273-programa-de-izquierda-socialista-para-las-mujeres

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