Pestes, pandemias y capitalismo

en La Hoja Socialista 18/Novedades

La expansión rápida del Coronavirus a nivel mundial, y su llegada a nuestro país, volvió a poner en el centro de la escena el problema de las pandemias y del sistema de salud. No es una cuestión fuera de lo común, sino más bien recurrente. Quizás el lector recuerde la Gripe Porcina de 2009, la Gripe Aviar de 2005 o el Sars de 2002, solo por mencionar los casos más recientes. Lo cierto es que, lejos de la idea liberal según la cual la sociedad actual es el mejor de los mundos posibles y las escenas de grandes plagas son solo exclusivas de los tiempos medievales, el capitalismo nos pone una y otra vez al borde de catástrofes sanitarias.

Buena parte del problema para entender esta reaparición de grandes enfermedades que se vuelven pandemias mundiales, está en la forma de entenderlas. En concreto, suele pensárselas como cuestiones completamente ajenas a la sociedad, como cuestiones simplemente médicas. Una mirada correcta, esa que tratamos de aportar en nuestras páginas, debe enfocarse más allá del cuerpo humano, del individuo, y ver el panorama más general, social.

Comencemos con un ejemplo local para entender cómo viene la cosa. En nuestro país sabemos que el dengue hemorrágico se produce al sufrir la infección de dos cepas diferentes del dengue, y a diferencia del dengue común, es extremadamente grave. Y debemos saber que la posibilidad de ser picados por mosquitos que portan cepas distintas es algo relativamente novedoso, producto de la deforestación, el movimiento consecuente de animales y mosquitos a través de estos nuevos territorios. Lo nuevo del dengue hemorrágico está fuera del virus, fuera del mosquito, está en la vida social y productiva. De manera que la “enfermedad” es una mezcla de determinaciones biológicas, ambientales, geográficas, sociales y las pandemias lo exponen.

En el origen del coronavirus se encuentra, de acuerdo a la información disponible, relaciones que van más allá del propio cuerpo. Nuestro sistema inmunológico utiliza como una de sus herramientas la temperatura. La fiebre con la que luchamos contra las infecciones es una muestra de ello. El murciélago con una temperatura corporal que supera en 4 grados la humana es, aparentemente, capaz de portar virus que no lo afectan pero sí a nosotros. La elevación de la temperatura por el cambio climático podría realizar una selección de virus de mayor resistencia al calor que los murciélagos portarían sanos, y los humanos sufriríamos como enfermedad.

Pero el problema solo comienza allí. Hay que sumar una cuestión mayor. En el sudeste asiático se produjo una urbanización muy acelerada. Naturalmente, la consecuencia fue el hacinamiento que, como ya intuirá el lector, afecta a los trabajadores. Hacinamiento es sinónimo de condiciones más miserables de vivienda y de vida. Ya explicamos eso en otro lugar. Ello, a su vez, deriva en un problema más grave: la alimentación y, en particular, la necesidad de obtener proteínas. Se trata de nutrientes que forman los tejidos, transportan vitaminas y nos defienden de organismos invasores que enferman. Los alimentos ricos en proteínas son, sobre todo, la carne y los lácteos.

En el caso de China, este grave problema fue resuelto de una manera miserable, justamente porque así vive el grueso de los trabajadores chinos: cazando y vendiendo animales salvajes, como murciélagos. Una práctica peligrosa pero ahora realizada en un país a la vez conectado interna y externamente por los negocios. Este efecto negativo del atraso (comer cualquier cosa) probablemente también produzca novedades en materia de enfermedad en otros territorios como el África subsahariana. Pero allí no hay ciudades con 11 millones de personas como Wuhan que tengan plantas de la General Motors. Entre la extrema riqueza y la miseria extrema se encuentra el canal por el que el virus surge y llega al mundo.

Cómo en las películas policiales, en el asunto del Coronavirus hay un personaje que interviene dificultando el acceso a la verdad: es el que está comprometido con el crimen. En este caso este personaje tiene nombre, es la clase que dirige la sociedad en su beneficio y provoca estos problemas: la burguesía, los patrones, los dueños de los medios para producir y reproducir la vida social. El verdadero culpable es el capitalismo.

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