Nacional – Un genocidio silencioso

en ECD/El Correo Docente 30/Novedades

Por Romina De Luca

La vuelta presencial a clases fue presentada al conjunto de la sociedad como un acto de justicia.  “El dictado de clases (presencial) es un aspecto prioritario”, dijo Alberto Fernández en enero. Agregó que perder un año de educación es muy grave para cualquier sociedad y, si bien tiene razón, su “vuelta” en realidad encubre que vamos camino a perder no uno sino dos años de educación. Trotta sostuvo que este retorno reflejaba la necesidad de priorizar la escuela para que “la presencialidad vuelva a ser el ordenador del sistema educativo”. Más que ordenador del sistema educativo, la forma en la que se implementa este retorno genera un desorden absoluto en la vida escolar y familiar, aunque su tarea sea el rescate, durante alguna porción del tiempo, de la escuela como guardería social. No estamos regresando para saldar una brecha educativa que tiene décadas sino para liberar, por un tiempo, a madres y padres del cuidado de sus hijos. En términos demagógicos, también, esta presencialidad en pandemia está orientada por las encuestas en un año electoral. ¿Qué dicen las encuestas? Bueno, muestran el hartazgo de las familias con la sobrecarga de tareas que implicó la educación remota realizada en simultáneo a la carga laboral y a las tareas cuidado familiar en cada hogar. De hecho, ya desde julio, las evaluaciones del Ministerio de Educación sobre educación remota mostraban, como elemento común, el agotamiento de las familias con ese acompañamiento realizado principalmente por mujeres en 9 de cada 10 casos. Según algunas encuestas, si bien 6 de cada 10 interrogados estaban de acuerdo con volver a la presencialidad, aunque todavía no llegaran las vacunas (el dato es de noviembre de 2020), 7 de cada 10 no estaban de acuerdo con que ese regreso se desarrollara sin importar las condiciones sanitarias. Efectivamente, la población no se suicida en masa. De allí, la campaña feroz del gobierno por esconder los casos que se están produciendo en las escuelas y por instalar la idea de que se avanza en una vacunación masiva que no tiene ningún correlato con la realidad, tal como venimos desarrollando. Está claro, la presión de las patronales fuerza esa nueva normalidad que es hoy la presencialidad. Porque el tiempo que se “libera” en el hogar, y que ahora es absorbido nuevamente por la escuela, de “libre” no tiene nada: será destinado enteramente a la esclavitud del tiempo capitalista, es decir, a la producción de ganancias para otros.

Dicen que les preocupa la desigualdad educativa generada en 2020 por la pandemia. En realidad, algunos pocos datos reflejan la inutilidad del gobierno a la hora de manejar la crisis para reducir esa brecha: según el Ministerio de Educación, el 52% de los alumnos de todo el país no tuvo una computadora para uso exclusivo propio y el 43% no tenía siquiera una computadora funcionando. Se trata de más de 4.300.000 alumnos solo entre modalidades común, especial y de adultos. Y a eso hay que sumar, que 3 de cada 10 hogares no tiene acceso fijo a internet. Más de un millón de alumnos (las cifras manejadas oficialmente trepan a 1.300.000) desertó de la escuela o fue catalogado “en riesgo” de hacerlo durante 2020. Conociendo ese dato, el gobierno propuso repartir durante todo el 2021 apenas 500.000 computadoras y luego le echan la culpa a Macri por la falta de equipos. Y es importante retenerlo, además, habida cuenta de los sucesivos rumores que instalan los sindicatos o funcionarios del área educativa anticipando que en abril pueden cerrar escuelas nuevamente. Criminalidad pura porque nos envían a enfermarnos ahora para, tal vez, cerrar después sin resolver los problemas de conectividad. De ocurrir ese escenario estaremos en peor situación: enfermos y con una virtualidad que tampoco fue ni será garantizada.

Estos fríos números muestran la poca importancia que el gobierno de los Fernández y sus pares provinciales le otorgan a la educación. Preparan una vuelta criminal porque, primero, se disponen a desplazar a lo largo y ancho del territorio a casi la mitad de la población, a concentrarla en el transporte y en las escuelas para desplegar una gran ficción: esta escuela presencial tiene por tarea pedagógica la gestión de la virtualidad que seguirá sin recursos. Y segundo, en el horizonte emerge un posible cierre cuando “exploten” los contagios. Allí hay que ubicar a las declaraciones del viceministro de salud bonaerense Kreplak quien habla de evitar segundas olas y de una posible restricción de la circulación. Parece eludir lo más elemental: que ellos mismos se pusieron a movilizar a 7.000.000 de personas con la presencialidad “cuidada”. Abren el paraguas aunque recordamos el DNU de prórroga de la DISPO fijó que, de restringirse actividades, el cierre de escuelas será lo último en operativizarse. Avanzamos hacia un nuevo genocidio educativo en el que a la enfermedad y la muerte se suma una profundización de la barbarie y el embrutecimiento. ¿No nos cree? Pase y vea.  

Burbujas, recortes y bimodalidad

Lo cierto es que la coartada del gobierno para afirmar que estamos ante una vuelta “cuidada” reside en los protocolos y la implementación de cursada a través de burbujas. Incluso la Ciudad de Buenos Aires, que pretendía que un curso de entre 20-30 personas funcionara en simultáneo, tuvo que desistir, a poco de imponerse una realidad muy concreta: la falta de espacio en las escuelas. Por eso los protocolos delegaron, en cada escuela, la organización del esquema de cursada conformándose distintas burbujas para garantizar el distanciamiento. Así cada división conformó dos o tres burbujas en la mayoría de las escuelas y la presencialidad se dividió a lo largo de la semana, o bien creando alternancias de presencialidad semanales: semana 1, asiste la burbuja 1; semana 2, la burbuja 2; y así rotativamente. Las carteleras de las escuelas ilustran esto comunicando qué grupos deben asistir cada día o semana. También puede ocurrir que se establezca una determinada franja horaria.  

En efecto, en la mayoría de las escuelas se están implementando secuencias de presencialidad combinada, tal como la denomina el Consejo Federal de Educación. Esto no es más que la alternancia de días y horarios de asistencia presencial y virtual. ¿Qué implica? Bueno, esto fue regulado por todos los ministros de educación del país, en el marco del Consejo Federal de Educación, el pasado 12 de febrero, cuando se aprobó la Resolución Nº 387/21 sobre la presencialidad 2021. En primer lugar, se estableció que la forma combinada de escolarización la determina cada jurisdicción y cada jurisdicción, a su vez, delegó, a través de sus propios protocolos, esta potestad en cada escuela.

En segundo lugar, el protocolo del CFE reguló la duración de la jornada escolar: el tiempo presencial no puede ser mayor a 4 hs. (jornada simple) que, además, se ve recortada porque debe incluir: el ingreso escalonado de los grupos, los tiempos de descanso, de desinfección y de lavado de manos, al llegar, antes de ir al descanso, después del descanso. Solo para dar una imagen: se recomienda que el lavado inicial no sea inferior a los 40 segundos, lo que implica que, con una burbuja de 15 alumnos, entre 12 y 15 minutos se destinan en el inicio únicamente al lavado de manos. Seguramente alguno esté pensando “no importa, se mueve el horario de ingreso o salida del docente” y precisamente ésa es la gran dificultad de este proceso: la inflexibilidad del horario del docente taxi, que itinera de escuela en escuela, ya sea curricular en primaria, tenga dos grados en distintas escuelas, o del docente taxi del nivel secundario. No hay lugar para alterar el horario de cursada sin que ello se choque con el horario docente. El resultado: la disminución de los minutos destinados a la presencialidad. Pero veamos, justamente, en qué consiste ese momento.

En tercer lugar, el CFE reguló qué se puede hacer durante la presencialidad y en qué consiste el tiempo virtual. En la presencialidad, se exige que el docente se limite a esa tarea sin intervenir durante el tiempo virtual. Ahora veremos por qué esto es así y quiénes se hacen cargo de la parte remota de la educación, pero sigamos con la presencialidad. La presencialidad se privilegiará para materias o contenidos que no puedan desarrollarse de manera virtual o para la generación de espacios de socialización entre pares -recordemos los grupos de padres y “especialistas” presionando por ello- o para establecer vínculos con la escuela y con los docentes; o para orientar el trabajo no presencial. En este punto, la presencialidad se reduce, tal como establece la normativa, a la enseñanza de formas para la organización autónoma del alumno para el estudio, y del tiempo de actividad escolar que el estudiante enfrentará en el hogar, para la búsqueda de información, o para distribuir materiales para el trabajo no presencial o, finalmente, para realizar devoluciones y retroalimentación. O sea: el tiempo presencial básicamente se ocupa en explicar lo que los alumnos tendrán que aprender solos, por su cuenta. Y cuando decimos “solos” es una fórmula bastante literal. Porque en esta vuelta a clases sin dispensas para el cuidado de menores a cargo, todos los hijos de las docentes, por ejemplo, deberán arreglarse por su cuenta mientras sus mamás trabajan su carga horaria completa y ellos asisten a la escuela una fracción del tiempo. O también para todas las hijas e hijos de ese 40% de trabajadores que se desempeña en el sector informal y donde se ríen de la resolución del Ministerio de Trabajo que brega por la adecuación de la jornada laboral a la escolaridad de los menores.

Además, como dijimos más arriba, garantizar la distancia social hace que los cursos se desdoblen en burbujas. Esto tiene consecuencias pedagógicas y curriculares. Según cuántas burbujas tenga un grupo será la caída de los contenidos a trabajar. Supongamos que el curso se divide en dos burbujas. Bien, la misma docente repetirá los mismos contenidos para cada burbuja. A lo largo de 15 días, las y los alumnos trabajan con el mismo contenido y, como establece el protocolo, esa docente no brindará ninguna asistencia durante la virtualidad para cada grupo. ¿Por qué no puede hacerlo? Porque su carga horaria se afecta a la presencialidad, primero para el grupo 1 y luego para el, llamémosle, grupo 2. La cuenta es simple. Si antes teníamos, por dar un ejemplo, 80 minutos semanales de Formación Ética y Ciudadana, ahora caen a 40 minutos. Lo mismo ocurre con TODAS las materias. Si se tenían 100 horas semanales de matemáticas, se pasa a tener 50.

A esto se suma otro problema, como dijimos, la orientación el proceso pedagógico virtual queda a cargo de un docente distinto del que trabaja en la presencialidad. Para cubrir la virtualidad se recurre a las y los docentes “dispensados” por motivos de salud. Con ellos se realizarán los intercambios virtuales siempre encajando esa tarea con el horario laboral del docente en cuestión. Paradójicamente, al tiempo que se niegan dispensas para el acompañamiento escolar, el gobierno escribe que es la escuela la que orienta el tiempo de trabajo no presencial para que el alumno sea acompañado por las familias o por otras instituciones de la comunidad que articulen con la escuela. Que si no hay dispensa no es posible el acompañamiento familiar es apenas un pequeño detalle. Qué puede llegar a ocurrir en este esquema ya lo estamos viendo en la provincia de Buenos Aires con el FORTE: docentes de áreas de artística tutoreando historia, por dar un único ejemplo. Por eso no extraña que, en ese cuadro, el protocolo del gobierno nacional promueva la “mayor integración posible de áreas, disciplinas, materias y/o espacios curriculares”. Además, se busca que “todos los y las docentes de la institución escolar conforman un equipo que podrá atender a distintos grupos, secciones, estudiantes, dentro de su asignación horaria y sus áreas de especialidad”. Es decir, una especie de polivalencia que torne a los docentes y sus asignaturas intercambiables, y que torne de escaso valor lo que van a recibir nuestros hijos en este esquema.

Para peor, recordemos, además, que este 2021 deberá trabajar con los lineamientos curriculares priorizados el año pasado, más los del año en curso y “nivelar” todo lo que no se alcanzó en 2020. A poco de transitar este retorno, la realidad escolar empieza a brotar en las escuelas: los magros resultados obtenidos durante el 2020 por parte de quienes sí pudieron sostener la virtualidad hace que muchas maestras pidan que los alumnos lleven los libros del 2020 como insumos para el trabajo. El resultado a esta altura no sorprende porque, como dijimos, la mitad de los alumnos ni siquiera tuvo herramientas para la continuidad. Además, como también mostrábamos en otra nota, el “clima educativo del hogar” era bajo. En todo el país, en el sector estatal, el 44% de las acompañantes de sus hijos tenían secundario incompleto, cifra que en las primarias públicas se eleva al 47% y para las secundarias al 58%. Con lo cual, esa idea de que la familia está en condiciones de acompañar el trabajo autónomo de las y los alumnos no se condice con las herramientas con las que disponen muchas familias, además de que, como vimos, esas familias estarán trabajando. Ya ni hablemos de ese 10% adicional que, se estima, abandonó la escuela en 2020. El resultado: a un año de abandono se le sumará otro, que previamente fue enmascarado de ficción.

Frenar la degradación

En la etapa actual, luchar por la educación requiere de forma urgente la defensa de la vida. Por eso, no nos cansamos de señalar que: sin vacunación masiva, la presencialidad es criminal. La certeza de este señalamiento se muestra a cada paso cuando proliferan contagios, burbujas aisladas y se acumulan tres compañeras y tres compañeros que dejaron su vida inútilmente. Todas esas muertes constituyen un crimen social: son evitables, pero forman parte de la dinámica de funcionamiento de la sociedad capitalista. No extraña que la presión por la apertura de escuelas fuera de la mano de la liberación de actividades económicas en un capitalismo en crisis.

Ese absurdo camina de la mano con la profundización de la degradación educativa. No se trata de cuánto trabajo pusieron las y los docentes durante el 2020, que sabemos fue mucho, demasiado. Se trata de reconocer que el voluntarismo no alcanza. Nuestra voluntad y nuestro abnegado trabajo no pueden cubrir lo que no hizo el gobierno: fueron ellos los que no repartieron dispositivos, fueron ellos los que a la larga decidieron solo liberar la navegación en portales educativos, fueron ellos los que además convencieron al conjunto de la población de que “seguimos educando” como siempre, pero a distancia. Y son sus políticas, las que hace décadas, construyen un único resultado: que 1 de cada 3 de nuestros alumnos no comprenda lo que lee, en infancias donde 6 de cada 10 hoy son pobres. A ese caldo de cultivo, se le agrega el cuadro actual: una presencialidad vaciada de contenidos, limitada a la virtualidad y una virtualidad que tampoco será garantizada porque no hay con qué si no se garantizan las condiciones para esa virtualidad. Avanzamos a un nuevo genocidio educativo y hay que elegir de qué lado estar: del lado de quienes nos conducen a la muerte y a la degradación, o del lado de quiénes vamos a pelear por lo que es nuestro.

-La vida primero: ningún alumno, docente, no docente, personal auxiliar pueden volver a clases hasta que finalice la amenaza de la Pandemia. Vacunación masiva de la población.

-Expansión urgente del Plan Conectar Igualdad: dotación de una notebook para que cada uno de los alumnos y docentes del país cuente con las herramientas técnicas necesarias para continuar con el proceso de enseñanza-aprendizaje. Según los datos del gobierno exigimos: entrega de un mínimo de 4.300.000 computadoras para alumnos y para 400.000 docentes. A su vez, el plan debería contemplar las necesidades de renovación de equipos de alumnos y docentes que sí tienen computadoras, pero son obsoletas.

-Wifi y conectividad a internet gratuita y de calidad para toda la población. Liberación completa de la conectividad y no solo para grupos reducidos o portales educativos.

-Contratación de personal docente para realizar seguimiento del proceso educativo a distancia y cuando se retome la cursada en condiciones seguras habiendo cesado la pandemia. Queremos desdoblamiento de cursos para que los docentes puedan cubrir las necesidades reales de los alumnos y el seguimiento personalizado de los objetivos alcanzados. Eso solo puede hacerse en pequeños grupos. Y donde un docente fije un plan específico para cada niña y niño según las metas que haya alcanzado el año anterior, contemplando también su trayectoria escolar previa. Inmediata incorporación de todos los docentes desocupados y/o subocupados dentro del circuito formal para cumplir tareas pedagógicas lo que implicaba su contratación como docentes formales.

-Contratación del personal técnico necesario para cada escuela a los fines de asistir y colaborar en la diagramación de las clases a distancia y en el diseño de las plataformas escolares.

-Contratación y dotación de personal para gabinetes escolares, EOES, DOES, para acompañar y apuntalar el proceso pedagógico de cada uno de los alumnos de nuestro país. El hartazgo de los niños al encierro, las necesidades de socialización, son reales, pero ello no puede realizarse en detrimento de la vida; ello tampoco ocurrirá en las escuelas dados los estrictos protocolos, solo sumará más incertidumbre y temor. Hoy más que nunca, las escuelas necesitan de equipos y gabinetes en cantidad suficiente para atender a las y los alumnos, y también a sus familias.

-Licencia laboral remunerada para quienes ejercen las tareas de cuidado de menores y mayores a cargo. En su inmensa mayoría fueron las mujeres, las madres, las que asumieron las tareas que demandaba la educación remota o el cuidado de los adultos.

Como demandas históricas exigimos:

-Censo de infraestructura y plan de obras acorde a las necesidades escolares en manos de personal idóneo, plan de transporte y revisión de las condiciones de trabajo docente para eliminar la figura del docente taxi que, en plena pandemia, solo vectorizaría el virus entre sus alumnos y familias. Asimismo, las escuelas deben ser dotadas de todos los insumos de limpieza y de prevención necesarios. Participación de la comunidad escolar como agente de control y, previamente, en la toma de decisiones.

-Recomposición histórica del salario docente.

-Subsidios a las familias desocupadas equivalentes a dos canastas familiares totales.

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1 Comentario

  1. que puedo opinar de todas estas verdades ,,,, muy poco,,,, pero desde el punto de vista geopolitico ,,,, con los problemas que se presentan,,,, como esta estructurado actualmente el pais con un norte grande noa y nea,,,, con una franja central desde la zona cuyana hasta el litoral con salida bioceanica y con el sur en manos de extranjeros,,, corre peligro la integridad territorial

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