La mujer “no existe”, pero hace la diferencia La educación de las mujeres durante la pandemia

en Aromo/El Aromo n° 115/Novedades

¿Cuántas niñas dejarán la escuela para ayudar en casa? ¿Cuántas lo harán para cuidar hermanitos? ¿y por quedar embarazadas? No lo sabemos. Extraño feminismo, este el que nos borra y nos sumerge en la oscuridad.

Romina De Luca – GES (Gabinete de Educación Socialista)

La pandemia afectó la vida de millones de personas en todo el mundo. La suspensión de clases presenciales estuvo muy lejos de ser un fenómeno local. En promedio, las escuelas de todo el mundo estuvieron cerradas completamente 3,5 meses, cifra que se eleva a casi seis (dos tercios del ciclo escolar) si se suman los cierres parciales. La UNESCO, aclara que esa cifra es aún mayor en América Latina.[i] Conviene recordarlo frente a los planteos de que “vuelvan” las clases, que éstas siguieron de forma remota. Y si vamos a hablar de las dificultades, la responsabilidad es entera del gobierno de los Fernández y sus pares provinciales. Muy sueltos, reconocieron que hay 4.300.000 alumnos que no tienen computadoras junto a, por lo menos, 350.000 docentes y que la mitad no tiene conectividad. Son ellos los que no garantizaron herramientas, ni ampliaron recursos para las escuelas, ya ni hablemos de infraestructura. Su ausencia, esa que degradada más y más la educación de millones, es la base material de la “apertura” que gestionan hoy. Dicen estar preocupados por la desigualdad educativa y sus soluciones rifan nuestras vidas.

Ciertamente, el análisis de qué ocurrió en todo este proceso con las mujeres sería una de las claves para pensar la desigualdad impuesta por el patriarcado. A contramano de lo que está ocurriendo en el mundo, no hay ninguna proyección local sobre qué les depara a niñas y adolescentes post pandemia. Así es el feminismo de Alberto: una asignatura pendiente. Veamos.

La educación en pandemia de las sin nombre

La pandemia afectó la educación de más de 1.500 millones de personas en todo el mundo en más de 200 países. En general, los organismos internacionales pusieron el foco en el impacto de ese fenómeno sobre las mujeres, en general, y sobre la escolarización de niñas y adolescentes en particular. Según la UNESCO, “en promedio, solo dos de cada tres países han logrado la paridad de género en la educación primaria, uno de cada dos en la secundaria inferior y uno de cada cuatro en la educación secundaria superior”.[ii] En realidad, hablan de la paridad entre los sexos y de cuánto acceden los varones y cuánto las mujeres al sistema educativo. En particular, el cierre de escuelas exacerbó el trabajo de cuidado no remunerado que recae en mujeres y en las niñas; en tanto, el patriarcado establece que esas tareas que son sociales sean realizadas única o mayoritariamente por mujeres y/o niñas. El resultado en lo que a la escuela refiere: la reducción del tiempo de estudio en el hogar para ellas.

Además, el organismo advertía sobre otros riegos para niñas y adolescentes. El cierre de escuelas por la crisis del ébola había arrojado un aumento, en algunas comunidades, del 65% del embarazo infanto-juvenil, de los abusos sexuales, de la explotación sexual y de los matrimonios precoces y forzados. En números estimados: 7 millones de embarazos no deseados adicionales, 31 millones de casos adicionales de violencia de género y 13 millones de matrimonios infantiles más los próximos diez años.[iii]

A su vez, en el mundo prepandemia se registraba una “brecha digital de género”[iv] en todo el mundo de casi diez puntos favoreciendo, claro, a los varones. Más que una brecha de género es una brecha de sexos que la posterior socialización de género solidifica en una sociedad patriarcal. La UNESCO también esperaba que esa brecha se profundizara como resultado de la pandemia. Por eso, entendían que era clave garantizar la educación remota o, en el peor de los casos, sostener programas televisivos y radiales que atiendan especialmente las necesidades de las niñas. Por eso, llegados a este punto, el organismo sugería que “las medidas de contención y mitigación deben abordar la carga que suponen los trabajos de cuidados no remunerados, las brechas digitales y el elevado riesgo de violencia de género que amenaza especialmente a niñas y mujeres”. Frente a todos los intentos de borrado del sexo como categoría de análisis, el organismo recomendaba “recopilar datos desagregados por sexo acerca de la participación en programas de aprendizaje a distancia y sobre las tasas de reinscripción y supervivencia”. Así, se contaría con un registro para determinar si los niveles de participación educativa de niñas y niños se encontraba a niveles prepandemia o si se habían alterado como producto de las presiones antes mencionadas. También, sugerían resguardar todos los programas vitales y aquellos que permitan “reducir la vulnerabilidad de las niñas y mujeres jóvenes ante el embarazo precoz y no deseado, el VIH y la violencia de género”. Como ejemplificará el caso argentino, no solo hay que recopilar la información por sexos sino, luego, tener la determinación de usarla.

Cabe preguntarse, cuál es la pérdida de niñas que el organismo internacional proyectaba. Para hacerlo, tomaban como estimación lo ocurrido con el cierre de escuelas en Sierra Leona, Liberia y Guinea durante la crisis del ébola en 2014. El resultado en esos años luego del cierre de escuelas por entre 6 y 8 meses: el promedio de años de educación de las mujeres se redujo en 50%. Por eso, el organismo consideraba que, de sostenerse la misma tendencia, la crisis del COVID dejará fuera de la escuela a más de once millones de niñas en todo el mundo e incluso las proyecciones hablan de hasta veinte millones.[v] Entendían que se puede perder lo logrado en los últimos 25 años.

Un elemento “olvidado”

En nuestro país, las consecuencias de la pandemia sobre niñas, adolescentes, alumnas madres, maestras y docentes no ha sido tomado con especial interés. En general, hasta el momento, no hay documentos emanados del ministerio que consideren puntualmente el cuadro de las mujeres. Para peor, a medida que se busca imponer el retorno presencial a las escuelas, las mujeres son abandonadas a su suerte: se eliminaron las dispensas por cuidado de familiar o menor, esa que las eximía de la asistencia presencial y ahora se las obliga a retomar su rutina. Peor aún, la respuesta reprivatiza las tareas de cuidado: arréglense cómo puedan, trabajen y si pueden paguen una guardería. Frente a la eliminación de las dispensas, el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad que en su momento difundió “la Resolución 108/2020 del Ministerio de Educación de la Nación, las madres, padres o tutorxs a cargo niñxs y/o adolescentes que concurran a establecimientos de nivel primario, secundario, guarderías o jardines de infantes podrán solicitar la justificación de inasistencias, encuadrándose en razones de fuerza mayor”[vi] nada dijo al respecto. En otras notas, explicamos el problema de las mujeres, el confinamiento y la sobrecarga laboral sumada al teletrabajo. Por el contrario, dentro de las acciones educativas que sintetizan en 2020 refieren al relanzamiento del “Programa de Escuelas Populares de Formación en Género y Diversidad “Macachas y Remedios”. Tal como sostienen “el Programa, que lleva el nombre de dos luchadoras de la Patria Grande, prevé el apoyo económico y acompañamiento técnico de proyectos de formación en género y diversidad desarrollados por organizaciones y entidades de todo el país. Durante este año se avanzó en una primera etapa de financiamiento a Escuelas Populares en diferentes regiones del país.”[vii] Es decir, acciones que tienden a la fragmentación del sistema educativo y a su paraestatalización forman parte de sus prioridades. Pareciera que balancear la escolaridad en pandemia de millones de niñas, de sus madres y de las trabajadoras docentes no entra dentro de sus prioridades.

A su vez, ninguno de los dos documentos publicados por el Consejo Nacional de Calidad de la Educación, publicados en agosto y octubre de 2020, incluyen alguna recomendación asociada a la disparidad entre varones y mujeres, medición de sus efectos, causas y consecuencias. En cambio, el Ministerio sí se ocupa del impacto de la pobreza puntualmente en los pueblos indígena y se propone el trabajo intersectorial e interinstitucional con ellos durante la pandemia.[viii] De las mujeres ni una palabra. De forma marketinera, el gobierno buscó hacer propaganda con el lanzamiento del Observatorio Federal de la Educación Sexual Integral durante el año pasado. Al día de hoy, no hay ninguna “observación” sobre la desigualdad entre varones y mujeres en pandemia. Podrían haber elaborado algún documento particular a partir de los datos recabados en las distintas encuestas que realizó el Ministerio -a las que nos referiremos luego- pero no. En la página del Observatorio existe un único documento presentando objetivos y líneas de acción generales. Con suerte, algún informe llegue a lo largo de 2021.[ix]

Pero veamos qué aparece en las evaluaciones que promovió el Ministerio: las encuestas a directivos, hogares y docentes realizadas entre julio y agosto de 2020. En relación a los datos más generales ya nos hemos ocupado en otro lugar. Veamos ahora qué información nos brinda sobre la situación de las mujeres. Cabe destacar que las tres encuestas -a directivos, a familias y a docentes- las grandes variables de discriminación son región, sector educativo y nivel. Con lo cual, la información sobre mujeres es más bien escasa. Una vez más, olvidos intencionados.

En primer lugar, quiénes se hicieron cargo de la educación remota en el hogar. Como habíamos señalado, el Ministerio reconoció que la figura de “acompañante educativo” recaía absolutamente sobre las mujeres: en ese rol, ellas eran 9 de cada 10 y la mitad de eran jefas de hogar, es decir, su salario es el sostén principal para esa familia. Además, cabe preguntarse con qué recursos cuentan para llevar adelante ese acompañamiento. En todo el país, en el sector estatal, el 44% solo tenía secundario incompleto. De las que asumían el acompañamiento para sus hijos de primarias públicas, el 47% tiene la secundaria incompleta, y de las que acompañan a estudiantes de secundarias estatales, el 58% tiene el mismo nivel educativo de sus hijos: secundario incompleto. La definición técnica que formulaban: el hogar tiene “clima educativo” bajo. A su vez, sus condiciones de vida tampoco ayudan: el 45% de los hogares del país percibe subsidios estatales (IFE o AUH). En otra nota explicamos inclusive que esta tendencia también se profundiza el examinar el presupuesto 2021 del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad que consolida a las mujeres desocupadas en su rol de madres cuidadoras.

Además de la inmensa sobrecarga de trabajo y agotamiento, hay que preguntarse cuáles son las consecuencias de esa actividad para las mujeres. Es decir, qué les pasa a esas mamás acompañantes y cuidadoras. Bien, el informe del Ministerio de Educación solo nos permite decir eso: están exhaustas. Pero una encuesta de UBS Group AG reveló que 61% de las mujeres “adineradas” (burguesas) cree que el covid-19 está perjudicando su carrera, mientras que alrededor de 40% dijo que la pandemia ha suspendido los aumentos salariales y las promociones. ¿Por qué? Dicen que trabajaban menos (se refieren a sus empleos remunerados) para ayudar a sus hijos con la escuela. En tanto, una de cada cuatro encuestadas señaló que había retrasado sus planes de jubilación o había considerado abandonar la fuerza laboral.[x] A su vez, saliendo del impacto de ese apoyo para la escolaridad obligatoria, el Instituto Internacional de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura para la Educación Superior en América Latina (Unesco IESALC) estableció que el número de mujeres que retomará la universidad post pandemia será menor como consecuencia de los efectos económicos y sociales de la crisis. Según los autores del informe, América Latina será la región más afectada. Los informes argentinos nada dicen y no pareciera ser una preocupación en su agenda.

Tampoco los alcances de la brecha digital. Ésta se presenta en general y no se discrimina según sexo o según la composición del hogar (por ejemplo, aquellos con jefas de hogar). Solo sabemos que el 45% de los hogares no cuenta con una computadora para uso escolar; de todos modos, eso nos da una pauta: la brecha de va a profundizar. Además, en las primarias estatales el 56% de los hogares no tiene pc y en las secundarias la cifra sube a 58%. Además, de los que sí tienen, el 63% la comparten entre sí para las tareas escolares. Tampoco el informe discrimina por sexo para saber cómo se lleva adelante la continuidad escolar: quiénes hacen las tareas educativas, cómo las hacen, la cantidad de horas que les insumen, qué dificultades tienen. Solo se discrimina por región y tipo de gestión. El apartado sobre la percepción de los adolescentes sobre la continuidad tampoco discrimina por sexo. Sí hay una certeza: en aquella encuesta el 66% de las madres tenía miedo de que sus hijos se contagien al retornar a las escuelas y también así lo hicieron saber el 46% de los adolescentes de las escuelas estatales. Va de suyo que, si se sabe que existe una brecha digital de género, tal como establece la UNESCO, el discriminar los datos ayudaría al desarrollo de una política educativa eficaz. El informe oficial nos deja a ciegas.

Como dijimos en el primer acápite, a nivel internacional, existe consenso fundado en que la interrupción escolar y la posterior deserción afectará mayoritariamente a mujeres. El informe del Ministerio si bien recaba esa expectativa, no la discrimina por sexo. Sencillamente, estima que un 10% no sabe si regresará a la escuela o lo que sabe es que no retomará la presencialidad. Pero otras características del hogar, tampoco discriminadas por sexo, nos dan una idea de que ese guarismo llamado desertores, puede ser mucho mayor: casi un tercio (32%) de los adolescentes ayuda a un adulto con su trabajo; más de la mitad (52%) ayuda en las tareas de cuidado de otros menores. Claro está, se trata de las mujeres y esa cifra trepa al 60% en el norte del país. Como si eso fuera poco, un 20% hace las dos cosas: cuida hermanos menores y ayuda en el trabajo. No extraña que el 72% de los adolescentes encuestados tenga “sentimientos negativos” durante la pandemia y que con quien decida hablarlos es con su madre (57%).

A su vez, la pandemia hizo que la docencia, una profesión mayoritariamente femenina, con más de un millón doscientos mil trabajadores, tuviera que combinar su propio trabajo y la escolaridad de sus propios hijos en simultáneo. Bien. De las que trabajan en secundaria, el 49% tuvo que atender a entre 6 y 10 cursos, y otro 15% entre 11 y 15 y de las que lo hacen en primaria, el 24% atendió a dos grados, el 9% a tres grados, el 5% a cuatro grados y el 7% entre cinco y siete grados. No extraña que, en ese esquema, el 71% de los intercambios entre docentes del nivel primario hayan sido por cuestiones vinculadas a sus procesos de trabajo durante la pandemia (tal como reconoce el informe) o bien sobre la situación de sus alumnos y familias (88%). Conclusión: básicamente sobre los problemas que a ellas mismas las aquejaban. El 89% seleccionó y creó nuevos contenidos. Y lo mismo hizo el 90% de los docentes de secundaria ¿Qué implica esto? Sencillamente que debió combinar las clases con sus alumnos, la creación de nuevos contenidos y la dinámica familiar que también estaba afectada por la suspensión de clases. Mucho ministerio de mujeres, pero la información, tampoco en este caso, se discrimina por sexo. Una vez más, como es una profesión mayoritariamente femenina sabemos que fueron las mujeres quienes estuvieron a cargo de esos malabares. En otro informe, el Ministerio reconoció que más de 400.000 docentes no tenían computadora para uso propio lo que implica esas postales que por las redes proliferaron: mujeres en horas de la madrugada armando clases, grabando videos, enviando materiales. Esto fue reconocido por las familias en un relevamiento de Argentinos por la Educación. Dentro de los testimonios elegidos, una madre comentaba: “muchas veces la seño nos mandaba la clase a las 2 o 3 de la mañana. Cuando todos se dormían empezaba a subir las tareas a la plataforma”.[xi]

Así las cosas, si hoy quisiéramos determinar el impacto de la pandemia en la escolarización de niñas y adolescentes en Argentina, la respuesta es sencilla: no lo sabemos.

Borradas de la historia

Alberto puede declarar haber puesto fin al patriarcado, sin embargo, sus acciones lo refuerzan cada día. En materia educativa, no contamos con ningún dato publicado serio que nos permita pensar qué está pasando con la educación de más de la mitad de la humanidad: nosotras, las mujeres. ¿Cuántas niñas dejarán la escuela para ayudar en casa? ¿Cuántas lo harán porque tienen que cuidar hermanitos? ¿y las que lo harán por quedar embarazadas? ¿Y las que, a la hora de priorizar el uso de la única computadora o datos móviles serán relegadas por sus hermanos varones, a quienes en el hogar los ven con más futuro? No lo sabemos. Curioso feminismo este el que no nos dará ningún insumo para pensar nuestros problemas y organizar soluciones.


[i]https://es.unesco.org/news/unesco-revela-perdida-aproximada-dos-tercios-ano-academico-todo-mundo-debido-cierres-covid-19

[ii]UNESCO: Reforzar la igualdad. Guía para el regreso de las niñas a la escuela, 2020. Disponible en: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000374094_spa

[iii]Idem, p. 11.

[iv]ITU Telecommunication Development Bureau: Measuring digital development Facts and figures. 2019. Disponible en: https://www.itu.int/en/ITU-D/Statistics/Documents/facts/FactsFigures2019.pdf

[v]Fundación Malala: Girls education and COVID-19. Disponible en: https://downloads.ctfassets.net/0oan5gk9rgbh/6TMYLYAcUpjhQpXLDgmdIa/dd1c2ad08886723cbad85283d479de09/GirlsEducationandCOVID19_MalalaFund_04022020.pdf El Banco Mundial establece estimaciones más “optimistas” y su cifra arroja un total de siete millones de niñas y adolescentes abandonando la escuela.

[vi]https://www.argentina.gob.ar/generos/medidas-en-materia-de-genero-y-diversidad-en-el-marco-de-la-emergencia-sanitaria

[vii]https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/gestion_2020.pdf

[viii]Los dos documentos publicados pueden consultarse en: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/recomendacion_no_2_cnce.pdf y https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/primera_recomendacion_consejo.pdf

[ix]Ministerio de Educación: Observatorio Federal de Educación Sexual Integral, Buenos Aires. Disponible en: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/presentacion_observatorio_esi.pdf

[x]https://www.perfil.com/noticias/bloomberg/bc-pandemia-ha-afectado-carreras-de-mujeres-incluso-las-adineradas.phtml

[xi]https://cms.argentinosporlaeducacion.org/media/reports/Informe_Encuentro_Nacional_de_Familias.pdf

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