Mundo Obrero. La ofensiva patronal

en La Hoja Socialista 18/Novedades

Si hay algo que la cuarentena no alteró, es el ajuste que venimos sufriendo desde hace años los trabajadores. Como ya explicamos, la Argentina está quebrada y atraviesa una profunda crisis económica que no la inventó el Coronavirus. Sí la agravó y la hizo más evidente, pero es previa. La lucha de clases no se congeló, aunque la cuarentena haya cambiado el escenario.

Los patrones lo saben muy bien. Por eso se apuran a descargar la crisis, una vez más, sobre nuestras espaldas. Los mecanismos ya los estamos viendo día a día: despidos, suspensiones, descuentos salariales y pagos en cómodas cuotas.

Apenas se inició el aislamiento obligatorio, Alberto vendió humo con una supuesta prohibición de despidos frente a los 1.450 despidos en Techint. Señaló en cadena nacional que para los empresarios, ser solidario significaba “ganar un poco menos”, mientras acusó a Rocca, CEO de la empresa, de “miserable”. Advirtió entonces que sería “duro” con los que despiden. ¿El resultado? Los despidos pasaron tranquilamente. Del comienzo de la cuarentena al día de hoy, se calculan ya unos 100 mil despidos. ¿Se da cuenta del humo?

Suspensiones y descuentos salariales forman parte también del ataque patronal. Los capitalistas buscan que paguemos la caída de la producción y el consumo, mientras ellos son rescatados por el Estado –o sea, por nosotros-. Acá se amparan en el mismo DNU de Alberto, que reafirmaba la posibilidad de suspender bajo el artículo 223 bis de la Ley de Contrato de Trabajo. Es más, el presidente justificó todo esto públicamente cuando dijo que era razonable que cobráramos un 25% porque ahora nos ahorrábamos el transporte y el salir a comer afuera. Esto último cualquier laburante sabe que es casi un lujo. De allí que en múltiples gremios se vieron descuentos y suspensiones: lecheros, metalúrgicos, turismo, comercio y la lista sigue. A fines de abril se estimaban más de 1.200.000 de trabajadores suspendidos.

¿Qué hizo ante esto la burocracia sindical? A esta altura, ya los laburantes sabemos que no van a salir a luchar. Pero eso no es todo. Los dirigentes sindicales avalaron todo esto. No hay que especular demasiado. Todo esto fue acordado en el pacto UIA-CGT que fijó suspensiones al 75%, mientras el Estado abonaba el 50% del salario. Caló, líder de la UOM, salió a decir que estaba negociando un acuerdo para defender los puestos de trabajo y “resguardar una parte del salario”. Era un acuerdo al 70% que luego debió dar de baja, para negociar uno nuevo. Daer, de Alimentación, con un poco más de pudor dijo, tras aceptar suspensiones al 77% en Mondelez –alimenticia que produce golosinas y que trabajó toda la cuarentena a pesar de no ser esencial-, que iban a intentar “revertir la situación”, pero era difícil porque los patrones están “respetando la ley”… Incluso, hubo acuerdos peores que el de la CGT, como el de textiles, que acordaron suspensiones al 50%.

Tampoco faltan los retrasos salariales y el pago en cuotas cómodas. Esta semana los trabajadores del transporte sostuvieron una huelga en varias provincias del país por salarios adeudados. Parece que su trabajo es esencial, pero el sueldo no. En varios municipios, sobre todo aquellos de provincias del interior que están en números rojos hace rato, ya empezaron a pagar sueldos en dos cuotas. Así pasó con todos los estatales jujeños y en municipios entrerrianos como Concordia. Larreta quiso implementar lo mismo en CABA. No pudo pero congeló los salarios y los ingresos al Estado.

A esta altura, está claro que los patrones están atacándonos sin tregua. Tenemos que rechazar de plano los despidos, suspensiones y recortes salariales. Si los capitalistas no pueden garantizar los salarios y los puestos de trabajo, entonces que las empresas sean estatizadas y puestas a funcionar bajo control de los trabajadores y al servicio de las necesidades sociales. Por caso, en la rama de alimentación podrían abastecerse comedores populares sin los sobreprecios que hoy paga el Estado. Ese dinero iría a pagar los salarios y no a llenar los bolsillos de parásitos.

No podemos quedarnos de brazos cruzados. Hay que luchar. Ya varios compañeros empiezan a levantar la cabeza. Los trabajadores de Penta, enfrentaron la represión K de Mayra Mendoza, y marcharon a Plaza de Mayo. Los compañeros de BedTime ocuparon la planta y lograron un triunfo. La lucha es el camino. Y más temprano que tarde, paga.

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