¿Ludditas en la UBA? Errores de la vieja izquierda frente a la pandemia

en El Aromo n° 110/Novedades

Los errores de la vieja izquierda argentina, dígase el trotskismo, ante la pandemia han sido muchos y variados. En otro artículo, Eduardo Sartelli ha realizado un análisis general de ellos.  Aquí trataremos de lo ocurrido en un campo particular, a saber la enseñanza, más específicamente la universitaria.


Marina Kabat – Razón y Revolución -Ciencia y Técnica

La vieja izquierda trotskista es dogmática y en medio de una crisis sanitaria de proporciones inéditas se aferra a sus formas de acción habituales y conocidas, a las recetas, y latiguillos de siempre. Todo esto resultó harto evidente en el mundo universitario. En este ámbito hemos visto de todo. El 15 de marzo, ante la suspensión de clases en las universidades, el Nuevo MAS, intentó convocar asambleas al aire libre. Preocupado por que no se desarticule el estudiantado, propuso mantener clases públicas presenciales, eso sí “Con máximos recaudos en higiene y seguridad que la situación amerita, como que lo dicten docentes que no sean población vulnerable”[i] No satisfechos con esto, el 27 de marzo, ya en plena cuarentena, lanzaron la convocatoria a una reunión abierta del CEFyL en las puertas de la Facultad.[ii] Tras eso, difícil sorprenderse cuando la misma fuerza convocó a los estudiantes a sumarse como voluntarios para las tareas que docentes de media y primaria rehusaban realizar, por no estar aseguradas las condiciones de salubridad adecuadas. Indiferentes al rechazo que sus posteos iban acumulando, el primero de abril subieron fotos donde se veía a la secretaria general del CEFyl, de su agrupación, muy feliz, colaborando con el reparto de bolsas de comidas, sin barbijo.

Convengamos que el Nuevo Mas no estuvo solo en su cruzada. Tanto el PTS como el PO hicieron llamados en las facultades a colaborar en la emergencia y participar de actividades solidarias. En este sentido, estos partidos lo que buscan es ofrecer a los estudiantes como mano de obra disponible para cualquier tarea, sin reparar demasiado en las condiciones en las que se realiza o si al ofrecerse no están oficiando de crumiros de otros trabajadores, que se negaron a realizarlas en las condiciones existentes. Hasta aquí, irresponsabilidad, asambleísmo, populismo barato.

¿Estudiantes, estudiantes a estudiar?

Al mismo tiempo, los mismos partidos que llaman a los estudiantes a hacer cualquier tarea, en cualquier circunstancia, se manifestaron en contra de que los estudiantes universitarios continuaran en la cuarentena con su actividad natural: a saber, el estudio. Tanto el PO (oficial y Tendencia), como el PTS, El Nuevo Mas, e Izquierda Socialista se manifestaron contra las clases a distancia. En forma correlativa, también lo hizo la dirección de la Asociación Gremial Docente –AGD UBA, dirigida por el PO y otras fuerzas, la cual se posicionó sobre el asunto sin consultar en ningún momento a sus bases.[iii]

Estos son los argumentos que todos ellos han dado:

Uno, la enseñanza a distancia constituye uno de los objetivos de los organismos internacionales que debemos rechazar en cualquier circunstancia a riesgo de contribuir en el futuro a la privatización de la enseñanza y precarización y flexibilización de las tareas docentes.[iv] El argumento de la privatización es forzado: que se emplee un insumo o medio técnico elaborado por una compañía privada no quiere decir que el proceso educativo se privatice. Las tizas y pizarrones que empleábamos hasta ahora no era fabricadas por una empresa pública tampoco… Sobre el otro punto, es cierto que la flexibilización es una posibilidad latente, pero no es una consecuencia obligada. La forma de empleo de la fuerza de trabajo no está determinada por el medio técnico empleado. En ese sentido, el gremio en vez de luchar contra la enseñanza a distancia y el empleo de ciertas plataformas debiera abogar por la reglamentación de las condiciones de trabajo. Lo contrario, es la actitud propia de ludditas. Es cierto que la vieja izquierda no rompió computadoras, como los seguidores del capitán Ludd hicieron con los telares mecánicos a inicios del siglo XIX, pero han intentado bloquear su uso para el desarrollo de las clases universitarias.

De la misma manera, nada obliga a una mayor precarización del trabajo docente. Llama la atención la preocupación por este punto cuando el gremio ha hecho tan poco en estos años contra nuestra precarización laboral. Es poco lo que se ha luchado por los ad honorem (de hecho, la AGD ha favorecido a activistas frente al conjunto de los ad honorem en el otorgamiento de las escuetas rentas conseguidas el año pasado). No ha realizado tampoco ningún esfuerzo efectivo por el cumplimiento del convenio colectivo de trabajo. De cumplirse dicho convenio la mayoría de los docentes interinos debería ser efectivizado inmediatamente. Pero, los años pasan, muchos docentes llevan más de una década trabajando como interinos, el convenio no se cumple y la AGD solo atina a promover en las redes fotos de los compañeros con la leyenda “Soy interino hace….”.  Eso sí, ahora se pone firme contra la posible precarización del trabajo docente en medio de la pandemia…

El segundo argumento se hunde en los pantanos de las teorías conspiranoicas: la enseñanza a distancia buscaría el control y aislamiento de los estudiantes: “El ‘cuerpo estudiantil’ es el actor en el que se centra la educación; “aislarlo” en su computadora es una necesidad para los representantes del orden imperante.”[v]“La cursada virtual aísla a cada estudiante por su lado e impide así la articulación del movimiento estudiantil”[vi] Con esto, esto pasan por alto la pandemia y el hecho de que nadie buscara nada de lo que está sucediendo y que, por el contrario, la burguesía busca volver a la “normalidad” lo antes posible. Además, el movimiento estudiantil no ha pasado en los últimos años por su mejor momento. Difícilmente constituya la fuente de desvelos del “poder imperante”. 

Frente a los anteriores, el tercer argumento, casi que podría sonar sensato. Este es que no hubo capacitación docente. Sin embargo, se sobredimensionan las calificaciones necesarias para realizar, por ejemplo, una videoconferencia, y se subestiman las capacidades docentes. Como gran parte de los desarrollos tecnológicos aplicados al mundo del trabajo, la tecnología en sí misma puede ser compleja, no así su operación por el trabajador. Además, debe tenerse en cuenta que el docente universitario, para concursos, subsidios, categorizaciones debe actualizar su cv en plataformas en línea y que, en la actualidad, la búsqueda de material bibliográfico, asume centralmente la forma de una tarea online, dado el formato adoptado por la mayoría de las revistas científicas. En ese sentido, el docente universitario ya está acostumbrado a una cierta carga de trabajo online y, a diferencia de lo que puede ocurrir con los materiales educativos de otros niveles, gran parte de la bibliografía empleada para las clases ya se encuentra disponible en formato digital.

El cuarto argumento muestra la liviandad, con la cual se argumentan las posiciones, a saber: La enseñanza a distancia es unidireccional y degrada por ello la educación. Al respecto uno de los primeros comunicados de AGD fue muy taxativo: “la educación a distancia es unidireccional dado que sólo es del docente al estudiante, no permite interacción alguna y por lo tanto degrada el proceso educativo.”[vii]  La frase parece referirse a los viejos cursos por correspondencia que la academia Pitman publicitaba en revistas hace 50 años más que a los medios de comunicación y encuentro virtual hoy disponibles. Por otro lado, como alternativa a la enseñanza a distancia la vieja izquierda ha impulsado una reprogramación de la cursada que implica una reducción del tiempo del cuatrimestre y que, por ende, conlleva por los menos los mismos riesgos de pérdida de calidad educativa, a lo que se suman riesgos de vida, pues se pretende que demos clases en medio de la pandemia.

Tan falsos y ridículos son los argumentos contra la educación a distancia esgrimidos por los partidos de la vieja izquierda, que ellos mismos se jactan de organizar cursos a distancia masivos, mediante videos, google classroom y otros recursos. Las plataformas que no deberían usarse en la universidad para evitar el avance la privatización de la educación, ¿son herramientas útiles para el desarrollo de un partido que se dice revolucionario? ¿Las tecnologías que propician una relación unilateral del docente con el alumno en la UBA, empleadas por el PO generan “un ida y vuelta que promueva la asimilación de los contenidos”, como dicho partido afirma en la promoción de su curso?[viii][ix]

Finalmente, como cereza del postre, un argumento reproduce los mitos kirchneristas: La enseñanza online sería excluyente porque dejaría afuera a quienes carecen de recursos y medios. Esto se opondría a los principios igualitarios de la educación pública. En este punto el trotskismo repite el relato kirchnerista sobre la universidad. ¿La enseñanza universitaria es realmente igualitaria? ¿Todos tienen acceso a ella? ¿Una clase a distancia sería menos inclusiva que una clase presencial? Veamos: en principio, en el presente contexto cualquier clase presencial excluye de por sí a todas las personas que pertenecen a grupos de riesgo o que conviven con ellas. Por otro lado, los gastos asociados a contratar planes de internet no superan a los gastos habituales de un estudiante en transporte hacia la universidad. Aun así, si hay estudiantes –o docentes- que no tienen acceso a internet, lo que corresponde es reclamar que el Estado garantice esos recursos, provisión de computadoras, liberar datos etc., en vez de frenar la educación de todos.

Sobre la base de estas ideas, AGD presionó por la reprogramación de las clases presenciales y contra el dictado de las clases a distancia. En la Facultad de Sociales, donde logró la conformación de un comité de crisis estaban trabajando con un nuevo cronograma cuando llegó la decisión del rector de la UBA de la reprogramación para toda la Universidad comenzando las clases 1° de junio y finalizando 12 de marzo de 2021. De tal forma, la UBA a diferencia de las universidades provinciales que mantuvieron su cronograma habitual, pero con modalidad a distancia, programó el inicio de clases presenciales para el primero de junio. La presión de la gremial fue, efectivamente, reconocida como una de las causales de esta decisión del rectorado de la UBA, de postergar el inicio de clases presenciales al 1° de junio.[x]

Preparen el jabón que el primero de junio volvemos

Apenas anunciada la reprogramación de la cursada en la UBA, el PO salió a festejar el hecho de que se desistiera de clases a distancia y se reprogramara el cuatrimestre: En un texto de la UJS se planteó “Nada indica que el 1 de junio la situación en cuanto a la extensión del coronavirus haya mejorado. Por lo tanto, la defensa de las condiciones de salubridad e higiene son fundamentales. Las facultades deben estar equipadas con jabón en todos los baños, alcohol en gel, toallas, desinfectante, etc. En términos generales, hoy los establecimientos no cuentan con tales elementos. Esto plantea redoblar la lucha por un aumento presupuestario, una pelea fundamental de estudiantes y docentes de cara a la vuelta a clases.”[xi]

En otro artículo, firmado por quien es la Secretaria general de la AGD, Ileana Celotto, también se celebra la reprogramación como un logro y como un reconocimiento de lo que el PO y la AGD venía planteando: “No fuimos visionarios, sino que recogimos el sentir de docentes universitarios y preuniversitarios, que rechazan la virtualización forzosa e improvisada de programas y contenidos, cuando además un sinnúmero de asignaturas de carácter práctico –fundamentales para la formación- quedaban sin posibilidad de dictarse.”[xii]

En línea con eso la AGD sacó un comunicado donde plantea: Exigimos que en este período se prepare el retorno a las aulas, talleres y laboratorios con un relevamiento de la infraestructura, y que se doten de todos los elementos de protección, de higiene y seguridad necesarios. Que se dote a todas y cada una de las unidades de la UBA de los mismos ya que, en caso contrario se transformará en un foco de la pandemia.”[xiii]

Todas estas notas tienen un punto en común: no plantean ninguna objeción al inicio de clases el 1° de junio, fecha que en la Ciudad de Buenos Aires se prevé el pico de los casos,[xiv]siempre y cuando nos provean de alcohol en gel. Cómo iban a ver mal esto, si es lo que ellos mismos venían solicitando. Por eso, las críticas a la resolución del rectorado fueron por el lado de las clases en verano y la pérdida de vacaciones. También criticaron que se permitiera que alguna Facultad decidiera avanzar con las clases a distancia. Los días pasan y la AGD mantiene su postura: el 14 de abril a poco más de un medio de que la Universidad inicie clases presenciales, la AGD sigue cuestionando la enseñanza virtual en vez de salir a denunciar como criminal el inicio de clases presenciales el primero de junio. Recién el 15 de abril, la Comisión de AGD sociales señala el inicio de clases presenciales como provisorio, aun cuando todavía no se manifiesta abiertamente contra el mismo.

La resolución del Rectorado de retornar a clases presenciales el primero de junio es una maniobra política, de tinte Bolsonarista que busca apuntalar la decisión de Alberto Fernández de retornar a la “normalidad”, en cumplimiento de las exigencias capitalistas. Fernández, quien no quiere perder el rédito político de la decisión relativamente temprana de la cuarentena, prefiere que sea la “sociedad” quien demande su levantamiento. Todos los partidos de la vieja izquierda, así como la AGD han entrado en este juego y han avalado y propiciado, consciente o inconscientemente, esta maniobra al propugnar por la vuelta a clases presenciales a inicios de junio.

La resolución del Rectorado expone nuestra la salud y la vida de estudiantes docentes y sus familias, en el altar de la subordinación política al gobierno nacional y a los intereses que representa. A diferencia del PO oficial, PO Tendecia, PTS, Izquierda Socialista y Nuevo Mas que han avalado este retorno a la normalidad –con más o menos alcohol en gel, según el caso, Razón y Revolución tiene un planteo claro: no podemos volver a las aulas hasta que no pase la emergencia. Tampoco se puede dejar que los estudiantes pierdan el año. Por eso, es necesario el mayor esfuerzo posible por la adecuación del dictado de materias a la enseñanza a distancia.

Tirar la toalla o recoger el guante

El temor de los estudiantes no es ser excluidos por la educación a distancia, sino perder un cuatrimestre o un año de sus viudas sin poder avanzar en sus carreras. Para muchos, sobre todo los que cursan los últimos años de la carrera, la pérdida de un cuatrimestre no es un hecho menor. Muchos esperan recibirse para poder trabajar. No se trata de una demanda egoísta, sino de una necesidad de una parte de la clase obrera. Estos obreros estudiantes o estudiantes obreros son los que han sostenido una y otra vez las luchas docentes. Dieron volumen a nuestras marchas, soportaron con estoicismo clases públicas noches de frío, e incluso hasta bajo la lluvia. No podemos ni debemos romper nuestra alianza política con ellos. 

Una cuestión es creer en la superioridad pedagógica del contacto directo entre los docentes y sus alumnos, otra muy diferente, no entender que estamos en una emergencia en la que la prioridad la tiene nuestra salud y la de nuestros compañeros, sean ellos quienes dictan o cursan en aulas atestadas, pasillos llenos de gente y baños sucios. Por implementar una solución “virtual” a esta emergencia no se crea ningún antecedente de nada, ni se precariza más los precarizados ad honorem e interinos. No es posible rechazar los resultados de la ciencia y la técnica en nombre de previsiones de futuro que dependen en realidad de nuestra capacidad de lucha.

La vieja izquierda y los organismos gremiales orientados por ella, nos convocan a arriesgarnos a enfermarnos o bien a tirar la toalla, abandonar la enseñanza y romper alianzas históricas entre docentes y estudiantes. Hemos sostenido muchísimas huelgas y acciones reivindicativas sobre las espaldas de nuestros estudiantes, como para que ahora resolvamos nuestras necesidades a costa de las suyas, en nombre de prejuicios que no tienen sentido. Por otra parte, es imposible hoy descartar de antemano que las circunstancias que han hecho que ya en reiteradas ocasiones se postergue el inicio del cuatrimestre, no persistan aún hacia el 1 de junio o mucho más avanzado el año. No es leal resolver el problema por la vía del hecho consumado, pateando la pelota hacia delante hasta que sea demasiado tarde y el cuatrimestre o el año estén perdidos. Hay que promover ahora la enseñanza a distancia durante la emergencia. Hay que recoger el guante y asumir los desafíos de enseñar en esta coyuntura, con todos los medios técnicos disponibles, reclamándole al gobierno lo que haya que reclamarle, pero poniendo nuestros conocimientos y habilidades al servicio de los jóvenes obreros que desean formarse.


[i]https://m.facebook.com/groups/247544422037597?view=permalink&id=1883796661745690

[ii] La convocatoria era para el lunes 30 de abril a las 16 hs. en las puertas de la Facultad de Filosofía y Letras https://www.facebook.com/603661516349988/posts/2736340886415363/?substory_index=0

[iii]Por ejemplo, a parte de otras notas aquí citadas puede verse: http://www.izquierdasocialista.org.ar/2020/index.php/blog/elsocialista/item/17356-postergan-el-inicio-en-las-universidades-nacionales-necesitamos-medidas-de-fondo, https://www.facebook.com/naranjatendencia/posts/118161099836919?__tn__=K-R; http://www.izquierdadiario.es/Clases-virtuales-para-pocos-Ciencias-Naturales-UNT-se-suma-a-esta-modalidad. Cabe señalar que el PO ha sido el más recalcitrante en estas posiciones ( a excepción de UJS secundarios: https://prensaobrera.com/educacion/68880-clases-virtuales-en-los-secundarios-la-realidad-de-estudiantes-y-docentes). En cambio, el Nuevo Mas terminó aceptando que las clases a distancia era mejor que perder el cuatrimestre eIzquierda Socialista que tardó en pronunciarse buscó mediar con una frase tibia al estilo de que no se puede volver hasta que todos democráticamente lo decidan.

[iv] Antonio Roselló y Santiago Gándara: “En defensa de la educación pública: frente a la crisis mundial, no hay salidas virtuales”, Prensa Obrera, 26/3/20. shorturl.at/gmvL1

[v] Antonio Roselló y Santiago Gándara: “En defensa de la educación pública: frente a la crisis mundial, no hay salidas virtuales”, Prensa Obrera, 26/3/20. shorturl.at/gmvL1

[vi]https://www.facebook.com/nuevomasfilouba/posts/2766351190080999?__tn__=K-R

[vii]AGD,  AGD ante el anuncio de comienzo lectivo en abril”, 30/3/20. http://agduba.org.ar/agd-ante-el-anuncio-de-comienzo-lectivo-en-abril/

[viii] Más de 3000 anotados al curso de “El capital”, Prensa Obrera, 8/4/2020

[ix] Más de 3000 anotados al curso de “El capital”, Prensa Obrera, 8/4/2020, https://bit.ly/3bazBcjPara sumar a las incongruencias, la agrupación estudiantil del PO, la UJS se queja de que la dirección del CEFyL actuó sin consultar a los estudiantes, exactamente lo que el PO hizo como conducción de la AGD en dicho gremio. https://bit.ly/2XBDsey

[x] Ver Clarín 6/4/20: “Coronavirus en Argentina: las universidades de la Provincia mantienen su calendario y la educación a distancia”, https://bit.ly/2JYxSLh

[xi]El Rectorado de la UBA confiesa el fracaso virtual y decreta un “sálvese quien pueda”https://bit.ly/2yVRr4v, Prensa obrera, 5/4/20

[xii] Ileana Celotto: “Frente a la inviabilidad de la virtualización, la UBA reprograma el cuatrimestre”, Prensa Obrera, 5/4/20, https://bit.ly/2wCm5iA

[xiii]“Declaración de AGD UBA frente a la reprogramación del calendario académico”, 7/4/20, https://bit.ly/3c83ZE0

[xiv] https://bit.ly/2xy0XKP

2 Comentarios

  1. Hola, tengo sensaciones encontradas con el artículo. Acá van mis objeciones: muchos docentes y estudiantes tienen dificultades de acceso cuya resolución no puede darse en el curso del cuatrimestre actual. Yo mismo estoy contento dando clases desde mi casa, tengo menos de 15 alumnos, un espacio cómodo y privado desde el cual emitir video, no me interrumpen mucho, etc. No es el caso de muchos compañeros, y los equipos docentes están sobrecargados de tarea como para cubrir a los colegas con dificultades, y ni hablar si los cursos son numerosos. El diálogo que incluso cuesta en las aulas se da en peores condiciones online: los estudiantes no tienen webcams y micrófonos o no quieren usarlos, y las asignaturas que habitualmente usan laboratorios y talleres no pueden reemplazar esas actividades. Después hay que balancear la necesidad de hacer cosas como enseñar y aprender para no enloquecernos en el aislamiento (lo cual está bueno), pero sin olvidar que muchos vivimos este tiempo con una incertidumbre enfermante por la pérdida de ingresos (propia o familiar), la preocupación por quienes tenemos que atender, y el delirio general de esta realidad inesperada. Por supuesto que hay que hacer lo mejor posible, pero la excepcionalidad de la situación y nuestra condición de no-máquinas hay que tenerla en cuenta salvo que admitamos que no queremos laburar por una tendencia general de los universitarios a ser chantas (que no descarto, yo soy bastante vago). Pero entonces, creo que es comprensible que se pierda un cuatrimestre o un año, igual que cuando hay paros como el de 2018 que fueron larguísimos pero por argumentos razonables: no es nuestra culpa que esté en cuestión la normalidad de las clases. La alianza con los estudiantes es un buen argumento, pero mi impresión es que este gesto que se nos pide también enseña que los laburantes deben exprimirse al máximo sin importar las condiciones de contorno. Capaz hacer lo mejor posible en este contexto sea mantener la comunicación con los estudiantes, dar todas las clases que podamos sin tener en la cabeza la necesidad de cumplir con un cronograma imposible, discutir cuestiones que están por fuera del curriculum habitual y que ahora nos estallaron en la cara, etc. Lo mio se ve que no es la praxis revolucionaria, de todos modos me parece que está muy bueno este sitio. Un abrazo!

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