Educación. ¿Se puede sostener el proceso educativo online? Soluciones excepcionales a problemas excepcionales

en La Hoja Socialista 18/Novedades

Alberto está atrapado entre sus intereses burgueses (que el país no se pare) y las demandas de la población (no queremos arriesgar nuestra vida). Dice una cosa mientras hace otra. Llama a mantener y hasta endurecer la cuarentena… en las grandes ciudades. El resto del país va a entrar en “flexibilización”. Lo mismo ha hecho con las amenazas a los que despiden, que después de “bancarse” el reto despiden con acuerdo del Ministerio de Trabajo.

Con lo que hasta ahora ha mantenido una posición firme es con la educación primaria y secundaria. No hay ningún apuro para volver al aula, podemos resolver todo con la “virtualización”. Ya explicamos en esta seguidilla de notas que, en las condiciones actuales, esta solución es imposible. Pero en el fondo, no se trata de un problema técnico, sino político.

Nada impide que el gobierno entregue computadoras masivamente. No hay nada que impida una asignación especial razonable para la madre o el padre que deba quedarse en la casa, para contribuir a la educación de sus hijos. No hay nada que impida la contratación de miles de trabajadores de la educación desocupados o semi-ocupados para colaborar en las tareas virtuales.

En cambio, el gobierno prefiere contratarlos con salarios miserables de diez mil pesos para realizar reparto de comida, mostrando lo mucho que desprecia el problema pedagógico. No hay nada que impida un plan acelerado de reubicación de población hacinada. Por supuesto, no hay nada que impida tampoco que se extienda internet gratuita por todos los barrios. Si estamos en una situación excepcional, hacen falta medidas excepcionales. Si se puede emitir para los bancos y las empresas, se puede hacerlo para los trabajadores.

¿Qué es lo que impide colocar a todos nuestros alumnos y docentes en las mejores condiciones posibles para salvar una situación excepcional? Una decisión política: hay que salvar a la ganancia de los patrones. Como es una decisión de clase, es compartida por todos los partidos patronales. “No tenemos apuro en que los alumnos vuelvan a las aulas” y “atendemos virtualmente las necesidades educativas de nuestros hijos”, significa: no nos interesa si se pierde un año completo de estudios.

Si nuestros hijos llegan a fin de año sin pisar las aulas, lo harán el año que viene. Como cuando eso suceda administrativamente, es decir, se decrete que todo el mundo repite el año, seguramente va a producirse un tsunami de rechazos, el tío Alberto, los hará “pasar a todos” bajo la ficción de que se “recuperarán contenidos” en el próximo ciclo. Todos sabemos que es mentira. Que nuestros hijos no pueden perder un año completo de sus vidas porque al gobierno no le interesa su suerte.

La burocracia de los sindicatos docentes se pliega a esa campaña, abandona el campo de lucha y se lava las manos del problema central: qué vamos a hacer por la educación de nuestros hijos en este contexto excepcional. La izquierda trotskista no ofrece mejor opción: como la “virtualización” es “imposible” y no deseable (porque sería un plan del FMI y del Banco Mundial), entonces, o docentes y alumnos van a clase a contagiarse, o no van a clase y se quedan en sus casas perdiendo el año completo.

El problema no es la virtualización. El problema es la miseria. Luchando por contener a nuestros hijos, en aulas virtuales si no se puede otra cosa, estamos luchando contra ese empobrecimiento. Tenemos que luchar porque todos nuestros hijos, hasta los más pobres de los pobres, logren conectarse con sus maestros, mantengan el lazo educativo y rescaten todo lo que puedan.

Sabemos que este será, por lejos, el peor año de la educación argentina y que será mucho peor todavía para los hijos de los trabajadores. Por eso mismo, no los podemos abandonar. No podemos permitir que sea aún peor, que es lo que quiere el gobierno y esa izquierda que no se sabe a quién defiende.

Por razones tan importantes como esas, tampoco tenemos que abandonar a los padres, es decir, a nuestros compañeros de clase. Los docentes no podemos olvidarnos que no hay huelga que triunfe sin su ayuda. No podemos colocarnos en el lugar de quienes pretenden recibir un salario durante todo un año por no hacer nada. Entre otras cosas, y sobre todo, porque queremos a nuestros alumnos, no nos da lo mismo lo que les pase. El hijo de un trabajador es hijo de todos los trabajadores. Debemos ofrecer a nuestros hijos todo el auxilio que podamos. Debemos exigirle al gobierno todo lo que haga falta:

-Ningún docente, personal auxiliar ni alumnos pueden volver a clases hasta que finalice la amenaza de la Pandemia.

-Expansión urgente del Plan Conectar Igualdad: dotación de una notebook para que cada uno de los alumnos y docentes del país.

-Wifi gratuita y de calidad para toda la población.

-Contratación de personal docente para realizar seguimiento del proceso educativo a distancia y cuando se retome la cursada en condiciones seguras.

-Contratación del personal técnico necesario para cada escuela a los fines de asistir y colaborar en la diagramación de las clases a distancia y las plataformas escolares.

-Contratación y dotación de personal en gabinetes escolares, para apuntalar el proceso pedagógico.

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