21 de setiembre, los trabajadores y trabajadoras de enfermería salen a la calle a marchar y luchar. Solo con la lista de los más de 70 compañeros de enfermería fallecidos trabajando para derrotar esta epidemia habría suficiente motivo para llenar las calles. También alcanzaría para salir a la calle los salarios que cada vez se distancian más del costo de la vida. Y no faltarían motivos para hacerlo si fuera para reclamar cuidados, coberturas, descansos. Y también habría motivos para salir a luchar si se tratara de acabar con el pluriempleo que desgasta, enferma y llega a matar.
Una política sanitaria de larga data ha producido esta situación, política que, en este año, justo en este año del Coronavirus, se ha profundizado: la precarización, la no apertura de paritarias, la suma de exigencias (como esenciales) y la falta de cuidados (como trabajadores) Hay tantos motivos para salir a reclamar que una lista exhaustiva seria abrumadora.
Algunos de estos problemas afectan particularmente a los compañeros enfermeros, como el reclamo de reconocimiento profesional, al que todos apoyamos y suscribimos. Otros son comunes al conjunto de los compañeros de salud: cuidados, estabilidad, aumentos, leyes que nos protejan (y cumplimiento de las que ya existen, pero no se respetan). Por eso a la iniciativa de la vanguardia, que son los compañeros de enfermería, se va sumando el apoyo y la participación del resto de los trabajadores de salud.
Esta marcha eligió un día particular, el día del puntapié inicial de la agremiación de los trabajadores de salud contratados por patrones privados, precisamente 85 años atrás. Ese gremio tiene hoy 13 convenios diferentes. Es solo una muestra de la funesta división a la que nos hemos acostumbrado. En la salud publica la situación no es mejor, nacionales, provinciales y municipales, organizados bajo legislaciones y ordenanzas diversas y contradictorias, contratados, mensualizados, precarizados, de planta e incluso monotributistas, organizados por nivel educativo en asociaciones, por profesión, por especialidad.
Porque la fragmentación es nuestro gran problema, nos dividen nos separan, nos enfrentan, y luego nos quitan conquistas, ingresos, descansos. El virus mostró que todo ese mosaico es absurdo, la vida es una, su defensa también, nuestra lucha debe unirse cada vez más, no dividirse.
Porque tenemos enemigos diversos, en primer lugar, los gobiernos y patrones responsables del destrato y de nuestros paupérrimos ingresos. Un solo dato para no abundar sobre lo que todos conocemos: ATE calculó en 35% la pérdida de poder adquisitivo en el año 2019, y se prevé que al final del 2020 la inflación acumulará 40%. La cuenta de cuánto se nos propone perder es simple, e inaceptable.
Y, sin embargo, hay otros problemas. Por un lado, los que no respetan los cuidados y distanciamientos, exponiéndonos a mayores riesgos evitables. Por otro los que aprovechan la necesidad de cuidados sanitarios para trabajar en nuestra contra, equiparando lucha y descuido. Todo lo bueno que la sociedad ha logrado, lo ha hecho luchando, llamar a no luchar no es combatir la enfermedad sino apoyar a los responsables de la situación que denunciamos.
Todos tenemos en común la tarea de proteger la salud de la sociedad. Todos tenemos en común la necesidad de defender nuestra vida, nuestros ingresos, nuestras condiciones de trabajo, nuestro estatus profesional o laboral. Todos tenemos en común la obligación de proteger nuestra unidad contra la fragmentación y la división.
Por esta tarea, esta necesidad, esta obligación marchamos junto a enfermería, nuestra vanguardia.
Por el reconocimiento de la enfermería como profesión en todo el territorio del país.
Por aumento salarial y contra el pluriempleo. Por un ingreso que permita vivir con un trabajo.
Por protección y cuidados para ejercer las tareas.
Por la unidad de todos los trabajadores de salud, sin divisiones
El Termómetro Socialista (agrupación de trabajadores de salud en la Corriente Sindical Clasista Goyo Flores)