Ideas (no tan) de Izquierda. El trotskismo y la cuarentena

en La Hoja Socialista 18/Novedades

Desde un primer momento, la izquierda trotskista salió a cuestionar la cuarentena. Aquí y allá la tildó de “medida medieval” o incluso de germen dictatorial, en tanto sería una amenaza a las libertades individuales y pondría a la orden del día la militarización y represión de los trabajadores.

Esta incapacidad para entender el papel de la cuarentena y, sobre todo, el escenario político que abre de cara a la lucha por el socialismo, es el resultado de dos grandes problemas. Por un lado, del pensamiento “anti-yuta” que domina al trotskismo (que ya explicamos aquí), y que lleva a una simplificación de lo que es el Estado (que también vimos aquí). Por el otro, una simplificación también de lo que es la “auto-organización” de los trabajadores. Veamos.

Para esta izquierda, la función del Estado es simplemente reprimir. Y se entiende aquí represión como palo. El Estado, para el trotskismo, es el policía con casco y escudo, el gendarme que pide documentos, el prefecto que grita. Nos habla del despliegue de la policía, como si esta no estuviera “desplegada” ya a lo largo y ancho del país, desde que el Estado es Estado. Habla de un Estado “policial” como si hubiera un Estado en el que no existiera la policía. O como si el régimen democrático necesitara ser reemplazado por un régimen de excepción para reprimir, coincidiendo con Carrió en que “democracia” es lo opuesto a “dictadura” (algo que explicamos aquí y aquí).

Una de las cosas que suele olvidar esta simplificación, es que los intereses de la clase obrera, en toda sociedad capitalista, son parte de las alianzas que estructuran el Estado. Ciertos intereses de la clase obrera están representados en él. Si así no fuera, sería imposible el consenso, es decir, el consentimiento de la dominación. La burguesía no domina centralmente a los palazos, sino convenciéndonos de que este es el mejor de los mundos posibles. Y eso no son solo ideas, sino concesiones concretas.

Por caso, la dominación fue cuestionada en el Argentinazo, y el Estado se reconstruyó no en base a las fuerzas armadas y a la policía, sino por medio de la contención y la cooptación a través de planes sociales de, sobre todo, el Conurbano. Como buena parte de la clase obrera vive gracias a esa migaja del Estado, este puede controlarla.

El Estado representa intereses de clase, de varias clases, intereses generales, de “todos”, a la manera de la sociedad de clases, pero colocando como centro organizador los intereses burgueses, en particular, la propiedad. En la sociedad capitalista todos somos propietarios, solo que de cosas diferentes. Unos de medios de producción; otros, fuerza de trabajo. Por eso, la policía no tiene solo la función de reprimir la rebelión de la clase obrera. Tiene, sobre todo, la función de garantizar “el orden” y eso incluye la defensa de lo (poco) que posee la clase obrera y que esta misma pide defender, porque no quiere perder lo que ha conseguido con su trabajo.  El laburante también es asaltado en la calle y está más expuesto a los robos que el burgués.

La otra simplificación en la que cae esta izquierda, es respecto a la autoorganización de los trabajadores. El trotskismo tiene una idea absurda de la clase obrera, a la que imagina ya lista para el socialismo. Llama entonces a que en lugar de que sea el Estado el que garantiza la cuarentena, ese lugar lo ocupen los laburantes. Una acción de ese tipo, solo puede tener lugar cuando se encuentra en un momento muy avanzado del proceso revolucionario, donde la clase obrera tiene su propio partido revolucionario y el Estado capitalista está en descomposición. Pretender que ocurra ahora es un delirio, más si se tiene en cuenta que hoy más del 95% de los laburantes, votó por variantes patronales.

Partiendo de estas ideas equivocadas, la izquierda trotskista se queda sin capacidad de acción. Hoy, en la Argentina hay una confrontación en torno a la cuarentena: la masa de la burguesía quiere levantarla, la mayoría de la clase obrera quiere mantenerla. Por eso mismo, algunos partidos trotskistas recularon y ahora defienden la cuarentena. La experiencia en las fábricas y en los barrios, les mostró que rechazarla era delirante.

¿Cuál es la política socialista para la hora? Defender la cuarentena más estricta, porque se ha demostrado ya que es la única medida que resguarda la salud obrera. Y en tanto es el Estado burgués quien la organiza, es al Estado burgués a quién tenemos que reclamarle que la aplique con la energía que haga falta.

Se debe pelear por exigir sanciones a todas las empresas que obligan a sus obreros a trabajar, con la excusa de la esencialidad. La lista de excepciones debe ser limitada al mínimo más estricto. Se deben prohibir los despidos y exigir la expropiación de las empresas que no cumplan la norma o no pague salarios. El pago de los sueldos debe ser garantizado por la fuerza del Estado tanto en el sector público como en el privado, actualizado al nivel de la inflación. Los desocupados deben recibir un ingreso equivalente a un salario y debe garantizarse las condiciones para realizar la cuarentena (resolver el hacinamiento o brindar wifi para que los niños puedan escolarizarse, por ejemplo).

Si no participamos de la lucha por la cuarentena, la burguesía logrará pasar el temporal y nos va a someter una venganza de clase feroz, convirtiendo este episodio en un nuevo escalón en la destrucción de nuestras organizaciones y en el aumento bestial de la explotación.

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