El guevarismo a debate (parte I). El Che Guevara y las tradiciones

en Aromo/El Aromo n° 122/Novedades

Guido Lissandrello

Grupo de Investigación de la Izquierda Argentina

La figura de Ernesto “Che” Guevara ha mostrado, desde la década del ’60 para acá, una notable persistencia. En efecto, sus evaluaciones respecto al decurso de la Revolución Cubana han constituido una verdadera tradición guevarista, que entraña una particular visión sobre la realidad latinoamericana y, en función de ella, una determinada estrategia revolucionaria que se supone adecuada y necesaria para la transformación del continente. La obstinada perdurabilidad de esta tradición en la Argentina revela mucho acerca de la manera en que la izquierda local pretende comprender y transformar la realidad que la rodea. En un país eminentemente urbano, cuya masa poblacional la constituye el proletariado, donde la geografía no presenta ninguna “Sierra Maestra” ni, mucho menos, ni existe algo asemejable al “campesinado”, el guevarismo debería ser descartado inmediatamente, salvo que no se lo entienda como un programa y una estrategia determinada, sino como una serie de cualidades morales y éticas que debe tener un revolucionario (el combatiente, el “hombre nuevo”). La realidad de la izquierda argentina, sin embargo, es muy otra: las nomenclaturas que se reivindican guevaristas resurgen una y otra vez, bien que en agrupamientos menores y desperdigados que no le hacen sombra a la tradición hoy dominante en ese campo, el trotskismo. Esto, a pesar de que en los años ’70 el guevarismo alcanzó su mayor expresión partidaria en el territorio nacional, el Partido Revolucionario de los Trabajadores y su Ejército Revolucionario del Pueblo, y esa experiencia, con todo lo valiosa que fue para el proletariado argentino, acabó en una derrota.

Con independencia de la magnitud de los destacamentos que hoy se reivindiquen continuadores del combatiente argentino en territorio cubano, lo cierto es que la persistencia a la que nos referimos obliga a todo aquel que quiera hacerse un lugar en el abigarrado mapa de la izquierda local, a realizar un ejercicio de disección para comprender qué es y qué no es el guevarismo. O, mejor dicho, qué fue y qué es. Eso intentamos aquí, en esta serie de notas que ahora inauguramos.

Este análisis se compone de seis partes. En la primera de ellas, la que corresponde a esta nota en particular, examinamos la relación del propio Guevara con el marxismo y sus tradiciones, lo que permite comenzar a calibrar su lugar singularidad en este universo. En la segunda, reconstruimos la forma en que entendió el proceso revolucionario del que fue parte protagonista. Recordemos que todo el pensamiento del Che parte de este hecho nodal y de la interpretación personal que hace del mismo. En la tercera estudiamos su programa general para América Latina, y entramos así en el hueso del guevarismo. De igual tenor es la cuarta parte, en la que recomponemos su estrategia continental. Allí se presenta el principal problema a dilucidar: el del papel de la conciencia. En la quinta parte reponemos un debate que, no por carecer de actualidad hoy la tendrá a corto plazo cuando tomemos el cielo por asalto. Nos referimos al debate acerca de la transición al Socialismo. Finalmente, concluimos con un balance de lo que implica el guevarismo hoy.

El Che, el marxismo y las tradiciones

Por eso el marxismo es solamente una guía para la acción. Se han descubierto las grandes verdades fundamentales, y a partir de ellas, utilizando el materialismo dialéctico como arma, se va interpretando la realidad en cada lugar del mundo. Por eso ninguna construcción será igual; todas tendrán características peculiares, propias a su formación. […] Es decir, que la tarea de la construcción del socialismo en Cuba, debe encararse huyendo del mecanismo como de la peste.”

(Guevara, Ernesto: Discurso en la Asamblea General de Trabajadores de la Textilería Ariguanabo, 24 de marzo de 1963)

El primer elemento que debemos abordar como punto de partida, es el de la relación del Che con el marxismo y sus tradiciones. Como es sabido, la Revolución Cubana no se declaró inicialmente comunista, ni socialista, ni marxista. De hecho, el enorme frente de organizaciones que la llevó a cabo, frente que en los hechos acabaría dirigido por Fidel Castro y su Movimiento 26 de Julio, portaba un programa de tipo nacionalista y antidictatorial. No fue hasta comienzos de 1961, concretamente en el discurso de Fidel del día 16 de abril frente al cementerio de Colón, que se declaró el carácter socialista de la Revolución Cubana. En el mismo sentido, el Partido Comunista de Cuba se fundó en 1965. Si bien el grueso de los dirigentes revolucionarios cubanos viraron tardíamente al marxismo, el Che fue uno de los primeros en reivindicarse partidario del pensamiento de Marx y Engels. Fue un quinquenio antes del triunfo de la revolución, el momento en el que Guevara se introdujo en el pensamiento marxista, a merced de las lecturas que le facilitaban contactos vinculados a la izquierda del Aprismo en Guatemala. En la biblioteca de los clásicos parece haber encontrado las herramientas para entender la realidad que había conocido en sus viajes por el interior de América Latina.

Dentro del campo del marxismo, al Che se lo ha filiado como stalinista decidido, trotskizante o trotskista inconsciente, soviético, ortodoxo, heterodoxo o, hasta incluso, precursor de un marxismo específicamente latinoamericano. Lo cierto es que ninguna de estas definiciones le cuadran del todo bien, ni le hacen justicia a sus evaluaciones personales. Guevara mostró capacidad crítica para con el conjunto de los llamados clásicos, negándose a elevar a cualquiera de ellos a la categoría de genio todopoderoso. Tampoco puede decirse que se haya apartado de todos ellos, ni que buscara construir un marxismo menos “europeo” o “esquemático”. En este punto era enfático en definir a la doctrina de Marx como la forma más avanzada de la ciencia social:

“Nuestra posición cuando se nos pregunta si somos marxistas o no, es la que tendría un físico al que se le preguntara si es «newtoniano», o un biólogo si es «pasteuriano». […] El mérito de Marx es que produce de pronto en la historia del pensamiento social un cambio cualitativo; interpreta la historia, comprende su dinámica, prevé el futuro, pero, además de preverlo, donde acabaría su obligación científica, expresa un concepto revolucionario: no sólo hay que interpretar la naturaleza, es preciso transformarla.”¨1.

El árbol del pensamiento marxista que imaginara Guevara, y que puede ser reconstruido por sus Apuntes críticos a la economía política, tenía en sus raíces a Marx y Engels. Del primero, rescataba El Capital, como monumento teórico que desnudaba los mecanismos del sistema capitalista y sentaba las bases para su posible superación. Sin embargo, se permitía señalar que la teoría de Marx sobre las crisis económicas era incompleta (volveremos sobre esto luego) y que el padre de la doctrina había fallado en la predicción de los lapsos de tiempos en que se produciría la transformación revolucionaria. De la dupla defenderá, sobre todo, El Manifiesto Comunista, al que consideraba como un texto que revela las verdaderas aspiraciones de los comunistas y que podía ser firmado por cualquier revolucionario del mundo “sin temor a ser tachado de tibio”. Lo reivindicaba, especialmente, frente a

“tantos partidos o grupos de izquierda [que] esconden sus aspiraciones reales (o las que debían ser sus reales aspiraciones) tras una filosofía insípida o plena de ‘comprensión’ hacia las capas ‘más sensatas’ de las clases explotadoras.” 2.

Del tronco que creciera sobre esas raíces, saldrían las primeras ramas de personalidades que, basándose en los “gigantes”, “establecen un cuerpo de doctrina y, digamos, ejemplos a seguir” 3. De ellas, la más fuerte sería la de Lenin, quien dilucidó la nueva etapa en la que ingresaría el capital, nos referimos a la imperialista, que será una tónica particular del pensamiento guevarista. En este punto, sin embargo y al igual que sucediera con Marx, el Che no se inclinará simplemente por reivindicaciones apologéticas, sino que será fuertemente crítico del líder del Partido Bolchevique, hasta llegar a acusarlo de ser el precursor de la hibridación de la Unión Soviética, es decir, del inicio de formas de restauración capitalista (sobre esto también volveremos luego). Ramas más débiles serían las de Stalin y Mao. De ambos, reconoce la importancia de “algunas obras aisladas” o “ciertos escritos”, pero entiende que forman parte de un momento de “debilitamiento” del “manantial” original 4. No obstante, a Stalin parece justipreciarlo mejor al destacarlo como uno de los “grandes marxistas” de quien es necesario publicar sus obras completas 5. A pesar de juzgarlo como “dogmático”, lo defenderá como una reserva de las fuerzas revolucionarias en el contexto de la burocratización y el creciente revisionismo de la dirigencia de la URSS:

“En los pretendidos errores de Stalin está la diferencia entre una actitud revolucionaria y otra revisionista. Aquel ve el peligro de las relaciones mercantiles y trata de salirle al paso rompiendo lo que se opone, la nueva dirección, por el contrario, cede a los impulsos de la superestructura y acentúa la acción mercantil, teorizando para ello que el aprovechamiento total de estas palancas económicas llevan al comunismo. Hay pocas voces que se le opongan públicamente, mostrando así el tremendo crimen histórico de Stalin: el haber despreciado la educación comunista e instituido el culto irrestricto a la autoridad.” 6.

Esta cita exhibe un pensamiento que no puede catalogarse ni como enteramente estalinistas, ni antiestalinista ni sovietista, si entendemos esto último como una defensa irrestricta de la dirigencia soviética.

Finalmente, solo resta examinar su relación con Trotsky y el trotskismo. Como señalamos al comienzo, existe la idea de que Guevara conoció el pensamiento o, al menos, llegó al mismo puerto que el líder del Ejército Rojo. Tal es, por caso, la evaluación de Orlando Borrego, estrecho colaborador del Che, combatiente en su columna guerrillera y viceministro de Industrias de Cuba cuando Guevara era ministro 7. Según el cubano, nuestro protagonista leyó La Revolución Permanente en 1960, a instancias de Ricardo Napurí. Borrego, en efecto, intenta presentar a un Che trotskista y antiestalinista, partidario del tránsito ininterrumpido de la revolución democrática a la socialista en oposición al etapismo. Es cierto que su forma de comprender el proceso cubano, lo filia en la idea trotskista del transicionalismo, bien que sin haber abrevado (o, al menos, reconocido explícitamente) en Trotsky: “[La] particularidad cubana [está] en la forma original, con algunos rasgos de espontaneidad, con que se produjo el tránsito de una revolución nacional libertadora, a una revolución socialista.” 8. De hecho, el propio Guevara filia estas ideas en Lenin, a quien le reconoce el haber identificado que:

“si había una vanguardia del proletariado que fuera capaz de tomar las reivindicaciones fundamentales del proletariado, y, tener, además la idea clara de a dónde se debía ir, y tratar de tomar el poder, para ir a establecer la nueva sociedad, se podía avanzar y quemar etapas, y que, además, la sociedad socialista se podía desarrollar en un solo país aislado, aun en las condiciones del más terrible cerco imperialista, como fue el que debió afrontar la Unión Soviética durante los primeros años de la creación del estado soviético” 9.

Esta defensa, al menos parcial, del socialismo en un solo país muestra que lejos estuvo Guevara de ser antiestalinistas, y, a su vez, su pensamiento se encontraba reñido con algunas premisas trotskistas. Como veremos luego, nuestro protagonista estaba lejos de ser partidario del catastrofismo, tendía a sobreestimar al campesinado por sobre la clase obrera y, en consecuencia, relegaba la preocupación por la construcción del partido revolucionario. No compartía, en definitiva, el núcleo del trotskismo.

En resumen, el Che tenía una actitud hacia las tradiciones que bien puede calificarse de crítica. No buscaba casarse con ningún pope del marxismo, no pretendía encontrar allí ningún pensador inmaculado y se permitía cuestionar hasta al propio Marx. Esta actitud no estaba, sin embargo, al servicio de la construcción de una tradición propia –eso será un resultado aposteriori, que ni el propio Guevara llegaría a ver-, sino del intento de pensar con su propia cabeza los problemas de la transformación revolucionaria.

Notas

  1. Guevara, Ernesto: Notas para el estudio de la ideología de la Revolución Cubana, edición digital del Archivo Chile del Centro Estudios “Miguel Enríquez”, 8 de octubre de 1960, p. 2.
  2. Ibídem.
  3. Guevara, Notas…, op. cit., p. 2.
  4. Guevara, Ernesto: “La necesidad de este libro”, en:Guevara, Ernesto: Apuntes críticos a la economía política, Ocean Sur, Bogotá, 2007, p. 30.
  5. Carta del Che Guevara a Armando Hart Dávalos, edición digital del Archivo Chile del Centro Estudios “Miguel Enríquez”, Dar-Es-Salaam, Tanzania, 4/12/1965.
  6. Guevara, Ernesto: “X preguntas sobre las enseñanzas de un libro famoso (Manual de Economía Política, Academia de Ciencias de la URSS)”, en: Guevara, Apuntes…, op. cit., p. 214.
  7. Borrego, Orlando: Che, El camino del fuego, Hombre Nuevo, Buenos Aires, 2001.
  8. Guevara, Ernesto: El cuadro, columna vertebral de la revolución, edición digital del Archivo Chile del Centro Estudios “Miguel Enríquez”, septiembre de 1962, p. 1.
  9. Guevara, Ernesto: Discurso en la Asamblea General de Trabajadores de la Textilería Ariguanabo, edición digital del Archivo Chile del Centro Estudios “Miguel Enríquez”, 24 de marzo de 1963, p. 6.

3 Comentarios

  1. Cuba cambio es innegable .el lo económico .en lo educacional .el 100% de las niñas y niños tienen asegurada la escolaridad .la alimentacion.se desarrolla en arte y lo más importante en el área cientifica.todos toman un poco de Marx y lo decodifican a su confirmación geográfica cultural politica
    El che no estaba solo fue un equipo de gente en una isla .en un momento de la historia

  2. Dicen q Lenin antes de morir dijo..ojo con stalin.no se cómo en las películas americanas..
    Es cierto q fue muy duro.pero según leí.la diplomacia inglesa y americana lo veía como un estratega

  3. Dicen q Lenin antes de morir dijo..ojo con stalin.no se cómo en las películas americanas..
    Es cierto q fue muy duro.pero según leí.la diplomacia inglesa y americana lo veía como un estrateganadie sigue a nadie a pie y juntillas.mao siguió a stalin hasta q rompió.el abuelo del pte de Corea del Norte hizo lo mismo …es decir todo tendría una base el marxismo .
    Los hombres q lo siguen son seres humanos con virtudes y defectos
    Si no querés ser reformista puede q la vida te lleve a ser duro

Responder a Eduardo lovotti Cancelar la respuesta

Your email address will not be published.

*

Últimas novedades de Aromo

Ir a Arriba