La izquierda frente a Milei y el peronismo

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El 24 de enero se produjo el primer paro contra el gobierno de Milei. No se trató de una medida apresurada. Al contrario, tardó en llegar en relación a la rapidez con la que los libertarios comenzaron el ataque contra los trabajadores. Como ya dijimos, fue un medida insuficiente que no preanunció un plan de lucha de la CGT y la CTA. En términos estrictos se trató más de una movilización que de un paro. El paro se declaró por 12 horas, pero la circulación del transporte público imposibilitó que se frenara la actividad económica. Con un 40% de trabajo informal, 10% de precarizados, baja tasa de sindicalización, es evidente que sin frenar el transporte el paro no se garantiza. El transporte paró entre las 19 y las 00 por decisión de la CATT, lo que permitió que durante el día la actividad fuera normal. Es por eso que Bullrich pudo recorrer comercios para mostrar que no hubo paro allí, en el reino del trabajo en negro. Pero es cierto que, en general, la burocracia carnereó el paro en los hechos y no movilizó con todas sus posibilidades.

Sabemos que no va a surgir del peronismo la fuerza social que derrote este ataque, y por supuesto menos aún la que lidere una salida superadora. Mientras en la CGT hay sectores, como el Gerardo Martínez, que intentaron frenar el paro, los principales referentes de Unión por la Patria o bien se borraron (como Cristina Fernández) o directamente salieron a boicotear el paro (como Sergio Massa). En el Congreso, mientras tanto, el bloque de Unión por la Patria se quebró para darle a Milei los votos que le faltaban para aprobar la Ley Ómnibus. Por eso es la izquierda quien debe ponerse al frente de la ofensiva y estar a la altura de las circunstancias. El 20 de diciembre se dio un paso en ese sentido, al sostener una marcha que desafió el protocolo represivo de Bullrich y las amenazas de represión, abriendo el camino para la aparición de los cacerolazos y las asambleas populares. Sin embargo, tras ese hito, la izquierda mayoritaria, la que se referencia en el FIT-U, está sumida en disputas faccionales que atentan contra la oportunidad de construir sobre un universo mayor. No solo no se avanza en la convocatoria a instancias de participación masivas y abiertas al conjunto de la clase obrera, ni siquiera se logra acordar una simple columna en una marcha. Detallamos para los compañeros que nos consultan constantemente por qué no se logra una mayor coordinación.

De reunión, en reunión, en reunión…

Ya desde el vamos, organizar la primera marcha contra el gobierno de Milei, la del 20 de diciembre, fue tortuoso, por las divisiones mezquinas de quienes la convocaron. Reuniones interminables en donde el centro de la discusión giraba en torno a qué corrientes ocuparían el centro de la escena, en la cabecera de las marchas, en el acto y las conferencias de prensa. Dado el contexto, con Bullrich amenazando con descargar una fuerte ofensiva represiva, se entiende la multiplicación de reuniones, pero buena parte de ellas se fueron en discutir problemas de cartel antes que precauciones de seguridad. Y para peor, la discusión siguió la misma tónica en las reuniones posteriores a la marcha del 20, hasta que finalmente se produjo la división, no por diferencias políticas o estratégicas, sino por las mezquindades que señalamos.

La división se consumó el sábado 6 de enero, tras una reunión a puertas cerradas del Plenario del Sindicalismo Combativo (PSC), el frente que agrupa a los sindicatos, seccionales y cuerpos de delegados que dirige el FIT-U. En la tarde de ese día, uno de los sindicatos que integra el PSC, el SUTNA, convocó en soledad a un plenario de trabajadores ocupados y desocupados para el 20/1, cuyo objetivo explícito era coordinar la intervención de la izquierda en el paro del 24. Algunas horas después salió una convocatoria del PSC a una reunión en Ademys el 17 de enero, cuyo objetivo era el mismo que el del plenario del SUTNA: acordar una columna independiente del sindicalismo combativo para el paro del 24. Observando quienes difundieron y participaron de cada una de estas dos convocatorias se va delineado por dónde pasa la fractura: la convocatoria de Ademys fue una iniciativa de IS y el PTS, la del SUTNA del PO, sus aliados en el Frente Piquetero, el MST y el NMAS.

El lunes 17 de enero se realizó entonces la reunión abierta en Ademys para organizar una columna independiente para el 24. De la misma fueron parte alrededor de 100 militantes de diferentes organizaciones políticas y sindicales, la mayoría alineadas con el FIT-U, así como organizaciones piqueteras, asambleas barriales y organismos de derechos humanos. Se resolvió convocar bajo la consigna “Plan de lucha hasta derrotar el ajustazo de Milei y el FMI, el DNU, la ley Ómnibus, el Protocolo represivo de Bullrich y toda la ofensiva patronal”. La disputa en el interior del FIT-U quedó planteada en relación a la conformación de la columna independiente. El PO pretendía una columna encabezada por el Polo Obrero y el SUTNA, mientras que el resto proponía una cabecera multisectorial. Una discusión que puede ser válida, sino se tratase únicamente de la lucha faccional en el interior del FIT-U en relación a las representaciones que se adjudica cada partido. Por último, el SUTNA participó de la reunión únicamente para llevar la invitación al plenario que convocaba junto con el Polo Obrero para “coordinar las acciones necesarias para garantizar el carácter activo del Paro General del 24/1”. Es decir, para lo mismo que la reunión de Ademys, a la que el PO concurrió no solo con militantes, sino también con algunos dirigentes. De todas formas, se aprobó participar del plenario, aunque sin mostrar mayor entusiasmo el resto del FIT-U, lo que adelantaba su escasa presencia en el camping del sindicato del neumático ubicado en El Jagüel.

Así llegamos al sábado 20/1 que se realizó el plenario “paritario y abierto” convocado por el SUTNA y el Frente de Lucha Piquetero (que integran fundamentalmente el Polo Obrero y el MTR 12 de abril, entre otros). Según las organizaciones convocantes, participaron alrededor de 600 delegados del sindicalismo combativo y el movimiento piquetero. Es claro que se trató de un plenario armado por el Partido Obrero, en el que el resto de las fuerzas del FIT-U y sus respectivas corrientes sindicales solo acompañaron de manera testimonial, con la excepción del MST y el NMAS, que igualmente llevaron delegaciones extremadamente reducidas. El grueso de la audiencia, alrededor de 500 personas, estuvo compuesta por compañeros y compañeras de las organizaciones piqueteras del Frente. Y decimos audiencia, porque antes que un plenario, la actividad se pareció más a un acto. De hecho, si bien la propuesta era un llamado a “todas las organizaciones obreras a coordinar las acciones necesarias para garantizar el carácter activo del Paro General del 24/1”, los oradores habilitados tenían que ser delegados sindicales o bien referentes de las organizaciones sociales del Frente. Ese carácter también quedó reflejado en la conformación de la mesa que dio apertura al Plenario, integrada fundamentalmente por miembros del Frente de Lucha alineados con el Polo y dirigentes sindicales del PO, el MST y el NMAS. Nuestra corriente, que convocó abiertamente al plenario sin mezquindades, intervino planteando la necesidad de discutir una nueva marcha después del 24 y convocar a una Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados, pero las propuestas no fueron tenidas en cuenta por el carácter del encuentro. Lo único que votó el plenario (porque fue la única moción que se sometió a votación) fue la columna independiente el 24 , algo que ya estaba resuelto en Ademys.

Finalmente, el lunes 22 se realizó una nueva reunión en Ademys para resolver la organización de la concentración del 24, o para ser más claros, quién encabezaba la columna independiente. Fue una reunión que terminó de dejar claro el carácter faccional de los encuentros realizados. El propio Belliboni planteó que más allá de lo que se había discutido en Ademys y lo que se había resuelto en el camping del SUTNA, en esta reunión se estaba “confluyendo” y todo estaba en discusión. Ese todo, sin embargo, se limitaba a la disputa faccional en el interior del FIT-U por ver quién encabezada, porque el punto de concentración y el carril por donde se iba a marchar ya lo había fijado la CGT en una reunión a la que fueron convocados algunos referentes de la izquierda. Después de dos cuartos intermedios, el 23 se resolvió una columna dividida en tres bloques: uno piquetero, otro sindical y un tercero que debía encabezar Unidos por la Cultura, seguido de asambleas barriales, organizaciones de DDHH y finalmente los partidos políticos.

El paro del 24 y la concentración en el Congreso

El 24, finalmente, no se pudo conformar una columna común con una cabecera unificada. Las distintas organizaciones comenzaron a movilizarse hacia el Congreso cuando les pareció, apuradas por ubicarse lo más cerca posible del palco de la CGT, sin nada que dé cuenta del supuesto carácter independiente de su movilización. En las reuniones previas la izquierda no pudo siquiera discutir alguna táctica común frente a la burocracia, ni retirarse para no avalar sus discursos, abuchearlos, reclamarles un plan de lucha, nada. Ni siquiera se pudo conformar lo único que mínimamente nos diferenciaba de una burocracia a la que, como queda claro, poco le importan los trabajadores: la tan mentada columna independiente. La izquierda, preocupada por la disputa faccional, fue a llenar el acto de la CGT y a escucharlos sin más. Es la razón por la que la columna de los frentes sindicales de Vía Socialista se retiró antes del acto de la burocracia. No íbamos a avalar esta farsa con nuestra presencia.

Es claro que esto es una extensión de la crisis del FIT-U que vimos en las últimas elecciones, en donde se enfrentaron dos listas en las PASO: PTS e IS frente al PO y el MST. Es evidente que hay una disputa por la distribución del poder dentro del frente entre el PTS y el PO. El primero tiene más fuerza en la retaguardia, gracias a la instalación de Bregman como figura mediática, y es lo que le da más voto en las elecciones. El segundo tiene más fuerza en la vanguardia y por eso tiene mayor presencia en el ámbito sindical, tanto entre ocupados como entre desocupados, donde el PTS tiene una inserción muy limitada. De allí que la disputa faccional se exprese como una discusión por qué sectores encabezan una marcha, la retaguardia electoral o la vanguardia de lucha. La izquierda debe abandonar el vedettismo. En lugar de discutir cómo se enfrenta al gobierno sin plegarse al peronismo, para poner en pie una alternativa a todas las variantes burguesas, se discute quién sale en primer plano en la foto.

El martes 30 hay una nueva movilización, y los debates siguen girando sobre lo mismo. Ya resulta evidente que se formaron dos bloques que no parecen dispuestos a confluir siquiera en una reunión común (de hecho, para discutir esa marcha ya hubo dos reuniones separadas, una cerrada, convocada por el PO y el MST, y una abierta convocada por IS y el PTS). Claramente, el problema continúa. Porque creemos que hay que anteponer los intereses generales de la clase obrera, llamamos a las corrientes de izquierda a dejar de lado estas mezquindades. El ataque que estamos sufriendo, en todos los ámbitos, es brutal. Tenemos que dejar de pedir paro general a quienes no quieren hacerlo, necesitamos construir un plan de lucha independiente de las fuerzas políticas que nos trajeron hasta acá y agitarlo hasta que se haga necesidad en las masas. Necesitamos poner en pie instancias de deliberación abiertas al conjunto de los trabajadores, por ello seguimos insistiendo en el relanzamiento de la instancia de lucha más avanzada que ha desarrollado, hasta ahora, el proletariado argentino, la Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados. Esa asamblea, una verdadera asamblea y no un acto propagandístico encubierto de quienes dominan la convocatoria, debe discutir un plan de lucha contra la avanzada de Milei, pero, sobre todo, un plan de desarrollo económico y social realista para salir de la crisis y relanzar el desarrollo de las fuerzas productivas en la Argentina. Un plan de ese tipo no puede ser sino socialista. Sin una clara perspectiva de futuro, realista y realizable en forma inmediata, no se podrá obtener de las masas más que una mirada, en el mejor de los casos, complaciente, pero no un compromiso activo. No se puede llamar a la lucha si se desconoce el objetivo a conquistar. La ANT debe plantear

▪️Fuera Milei
▪️Que se vayan todos
▪️Por una salida socialista

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