Los trabajadores de salud sabemos que se puede trabajar muchas, muchas horas. Que eso generalmente es indispensable para completar los ingresos. Y que, dado que el día no se puede estirar en su duración, el dormir es uno de primeros sacrificados. Sacrificar el sueño para no entregar todos los sueños es una ecuación cada vez más común y cada vez mas enfermante. Los capitalistas chinos se han apropiado desde hace algunas décadas del tiempo de un número creciente de trabajadores. La cifra 996 todavía significa poco en nuestro país, pero es muy conocida en el lejano oriente. Resume trabajar de 9 a 9 durante 6 días por semana. Lejos de las 8 horas por las que tanto luchó el movimiento obrero. Pero cerca de la vida de muchos de nosotros que complementamos un turno con el siguiente, o un trabajo en la semana con otro como franquero, o sumar a los horarios “normales” una guardia o el consultorio privado, o changas en el barrio.
Una situación similar a la que produjo el surgimiento en China de lo que han bautizado como «bàofùxìng áoyè», o «procrastinación a la hora de dormir», o «la venganza de quedarse despierto hasta tarde». Como reconoce la prensa (https://www.bbc.com/mundo/noticias-55108600) que así la nombra:
“Esta venganza de postergar la hora de dormir es triste, escribió, porque su salud está sufriendo, pero también es «genial» porque ha obtenido un poco de libertad. Es posible que la frase se haya popularizado en China, pero el fenómeno que describe probablemente está más extendido, con trabajadores agobiados en todo el mundo que posponen la hora de acostarse para reclamar un valioso tiempo personal, aunque saben que no es bueno para ellos. Los expertos han advertido durante mucho tiempo que la falta de sueño es una epidemia mundial de salud pública a la que no se presta atención. La Encuesta Global del Sueño de Phillips de 2019, que recibió más de 11.000 respuestas de 12 países, mostró que el 62% de los adultos en todo el mundo sienten que no duermen lo suficiente, con un promedio de 6,8 horas en una noche entre semana en comparación con la cantidad recomendada de ocho horas. Las personas citaron varias razones de este déficit, incluido el estrés y su entorno para dormir, pero el 37% culpó a su agitado horario de trabajo o escuela. En China, una encuesta nacional realizada en 2018 mostró que el 60% de las personas nacidas después de 1990 no dormían lo suficiente y que las que vivían en las ciudades más grandes eran las que más sufrían. Las empresas tecnológicas que crearon la cultura 996 suelen tener su sede en las grandes ciudades y sus prácticas laborales han influido en otros sectores. Un informe reciente de la emisora estatal CCTV y la Oficina Nacional de Estadísticas indicó que el empleado chino promedio solo pasaba 2,42 horas por día fuera del trabajo o dormido, 25 minutos menos que el año anterior.”
Como trabajadores de salud no sólo padecemos las extenuantes jornadas del pluriempleo (el 996 criollo) sino que tenemos algo que decir. 996 no es una “cultura” sino una tasa de explotación brutal que destruye la salud de los seres humanos. Y no es la venganza del sacrificio personal (quemarse en vida durmiendo poco para poder tener algún instante propio) sino la de la revolución social la que puede devolver el sueño a los trabajadores, sin que los trabajadores pierdan sus sueños. Dejando atrás un sistema que produce en masa enfermedades y muertes evitables, Cómo trabajadores de salud es tan importante combatirla como la búsqueda de las vacunas. Por el trabajo, por la salud.