Carta abierta de un trabajador de la salud a los que nos aplauden todas las noches

en La Hoja Socialista 18/Novedades

Esta noche, como otras noches, quizás muchos trabajadores confinados en sus casas nos aplaudan. Sabemos que es un gesto de apoyo, que refleja ese sentimiento de que estamos todos juntos en esta, y que vamos a salir. Que la estamos remando juntos. Sí, los trabajadores de la salud sabemos por qué lo hacés.


Vos estás casi todo el todo día como nosotros, recluido, haciendo tiempo, bancando la parada, cuidando a los pibes, lavándote las manos, esperando que esto termine.
Que termine para volver a los encuentros y los abrazos, sí. Pero sobre todo para salir a remarla porque no te sobra un mango, las cosas aumentan y ya ni te imaginás como seguirla.


Pero hoy te quedás. Aunque sos joven y estás sano te quedás, un poco por el abuelo, también por la vecina, la tía del de adelante que es diabética.
Y cada noche salís al balcón, al patio, te asomás a la ventana y aplaudís, y gritas “¡vamos!”, y que sé yo.


Te gustaría que el virus fuera grande, incluso más grandote que vos, que la cosa sea un mano a mano, que dé la cara, decirle que esto lo arreglamos afuera. Pero no. El virus no se ve, insidiosa le dicen a esa actitud, esconderse y meterse de a poco en la vida de las personas. Ese enemigo no se ve. Pero como estás guardado, y así debe ser, hay otras cosas que en una de esas tampoco ves. Cosas jodidas que no ves. Que no son pequeñas, son grandes, muy grandes.


Porque no, no estamos todos juntos. Nosotros la peleamos contra el virus, pero también estamos luchando contra las patronales y el gobierno. Todos los días nos faltan los elementos de protección, todos los días nos mandan al frente (un frente que elegimos, un frente al que no renunciamos) como se mandan los animales al matadero.
Todo llega, si llega, tarde. Todo es berreta o inapropiado. Y no nos aumentan los sueldos, desde hace mucho, ni los de antes, ni estos. La plata es para otra cosa. Fijate que tan seguros están que somos sus forros, que en lugar de un aumento decente nos ofrecen diez lucas, pero sólo mientras estemos en riesgo de contagio y de muerte. Diez lucas por tres meses. Diez lucas, tres empanadas, ¡que miseria!
No tenemos paritarias, tenemos un bono.


Sí, como los profilácticos que tanto recomendamos usar para prevenir las enfermedades, así nos imaginan el gobierno y los patrones. Mientras nos usan valemos eso, después ni eso.


Por eso te cuento, a vos que estas guardando la cuarentena, que la estás bancando contra el virus, que en los laburos estamos haciendo aplausazos, reuniones, asambleas, protestando para que nos cuiden y podamos cuidar. Para que nos respeten y nos valoren, de la única manera que debe ser: pagándonos bien.


Protestando porque nosotros, como vos, no podemos violar las restricciones como Tinelli que se fue al sur o Cristina que entra y sale del país cuando se le ocurre. Te cuento esto para nos ayudes a cuidarnos, y cuidarte.

Cuando estamos ahí, contra el virus y contra el gobierno y la patronal, cuando estamos reclamando mientras una enfermedad acecha, se te cierra el puño de bronca.
Hoy si salís a aplaudir, aplaudí con bronca. Y después de aplaudir, cerrá el puño como nosotros, apretá bien. Fijate cuánta fuerza parecen tener la mano cerrada, los dedos apretados, todos juntos. Fijate bien en ese puño. Porque de esta vamos a salir.
Vamos a salir todos los trabajadores para unirnos en un puño, no en un aplauso.

R.M. Psicólogo, delegado gremial, militante de Razón y Revolución

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