En el día de ayer se difundió la noticia de que la Argentina podría comenzar a “fabricar” la Sputnik V en unos meses en los Laboratorios Richmond, convirtiéndose así en el primer país del continente en producirla. Para Alberto, y todos los K que se vanagloriaron, la noticia parece alentadora. En la situación en la que están, no es para menos. El presidente ya demostró que no gobierna el país en plena segunda ola y, para colmo, se le retobó Larreta, ahora cabeza principal de la oposición. Pero para los laburantes, la noticia está lejos de ser una buena señal. A nosotros, la segunda ola nos va a seguir llevando puestos.
Tenemos que comenzar explicando algunas cuestiones técnicas para entender la realidad del anuncio. La producción industrial capitalista vive revolucionándose constantemente y generando progresos que, como usted ya sabe, benefician siempre a unos pocos. El hecho es que la industria farmacéutica tuvo enormes progresos y, actualmente, los laboratorios dividen sus etapas productivas en diferentes países.
En este escenario, las vacunas no se “fabrican” en un solo lugar, sino que diferentes procesos se desarrollan en diferentes ubicaciones. Parecido a la industria automotriz, donde el resultado final, el auto, es ensamblado con piezas que se produjeron en diferentes continentes.
¿A qué viene todo esto? A que en primer lugar lo que tenemos que dejar en claro es que, al menos por ahora, Argentina no va a fabricar la Sputnik. Ni ahora ni en un par de meses. En realidad, lo que se va a hacer es envasarlas. Justamente, porque como comentábamos recién, los procesos se dividen. Quizás en un futuro se produzcan por completo, pero el hecho es que ahora esa posibilidad no está.
Por este mismo hecho, es un delirio lo que sostiene la izquierda trotskista del FITU. Estos partidos nos dicen a los laburantes que las vacunas “están en Garín”, porque el laboratorio mABxience “fabrica” la vacuna de AstraZeneca. En realidad, allí solo se hace una etapa, la que da como resultado el componente activo.
Ahora, la cosa se complica un poco más. Primero, porque sabemos que Alberto viene mintiendo desde la hora cero de la pandemia. Por caso, este año tenía que comenzar como 20 millones de vacunas y al día de hoy solo hay vacunados 5,5 millones, solo 700 mil con dos dosis. De modo que la idea de que en junio vamos a empezar a “producir” la Sputnik no solo es falso, como explicamos, sino muy poco probable.
Segundo, la “producción” comenzará con un millón de dosis por mes, lo que es poco. Pero ahí no acaba la cosa. El gobierno, a pesar de que juega a anunciarlo como tal, no va a ser el dueño de esas vacunas. Esto es un negocio entre privados. Esa suma no va a quedar para ser administrada localmente. Una gran parte de Sputniks va a exportarse.
En el mejor escenario, la producción local nos va a dejar con unos miles de dosis de la Sputnik ya llegando la primavera. O sea, vamos a pasar el invierno sin esas vacunas, momento en que la segunda ola (o, quizás, ya tecera) va a causar estragos, porque es la etapa más jodida en contagios.
Todos esto nos muestra la urgencia del problema. No podemos esperar. Estamos hoy con 30 mil contagios diarios y es especula, desde el gobierno, que en los próximos días podría llegar a 50 mil. Las muertes siguen produciéndose y están por superar los 60 mil. Las vacunas que necesitamos ya, no están en Garín ni las va a producir Richmond. Hay que comprarlas. Eso requiere una sola cosa: plata. Las vacunas están, y varios países las están comprando sin problemas. Las restricciones que se pusieron en el mercado europeo para la exportación de las Astrazeneca no cambian el escenario. Menos ahora que la vacuna de Johnson & Johnson, que requiere una sola aplicación, vuelve a escena y con 300 millones de dosis para volcar.
Por eso, la demanda inmediata tiene que ser conseguir las vacunas ya. Algo que es posible comprándolas. Las vacunas oscilan entre 2 y 10 dólares, la población argentina vale a precio de mercado 450 millones de dólares. Vacunación masiva ya es exigir al Gobierno que compre las vacunas ya fabricadas y las aplique a buen ritmo, no en cámara lenta. Tenemos derecho a la vida y a las vacunas también. Si para prevenir contagios hay que importar vacunas, debemos hacerlo. Las vacunas Johnson están disponibles en el mercado. Nuestra vida vale más que su nacionalismo de cartón pintado y que sus alianzas internacionales con China y Rusia.
Suscribite al WhatsApp de La Hoja Socialista y recibí todas las notas en tu celular