Por Claudia Suárez
El sistema educativo está atravesado por las contradicciones del sistema capitalista. Una sociedad en descomposición produce una escuela degradada. La docencia no está exenta a este proceso y hoy la inestabilidad laboral y la precarización son dos grandes problemáticas que afectan a miles y miles de docentes. La inestabilidad es la regla al inicio de la carrera docente. La pandemia ha rebelado al conjunto de los ingresantes, de los docentes, suplentes o reemplazantes y de los desocupados quienes cuestionan la irracionalidad del sistema de ingreso a la docencia. Miles de compañeros en todo el país están sin trabajo mientras otros están sobreexplotados. En esta nota, queremos ponerles rostros a esos compañeros. Adriana y Federico, a través de sus vivencias personales, nos rememoran a todos los que ya estamos ejerciendo la docencia o los que forman parte de los “listados oficiales”, el largo camino para recibirse, primero, y para ejercer, después. En la provincia de Jujuy el LUOM (Listado Único de Orden de Mérito) aparece como uno de los obstáculos para el ingreso, algo que también ocurre en las provincias de Misiones, de Chaco o la Ciudad de Buenos Aires con sus demoras. La problemática del ingreso y acceso a cargos se profundizó con la pandemia y por eso estalla como rebelión de los precarizados que buscan apoyo de sus pares en actividad.
En artículos anteriores comenzamos a desarrollar esta problemática abordando la cantidad de docentes desocupados en la provincia. Ahora, queremos materializarla en las vivencias de esos docentes desocupados que, día a día, deben atravesar la pandemia sin trabajo.
La realidad contada en primera persona
Adriana es profesora en Historia y se recibió en el 2019. Todavía no consiguió inscribirse en la docencia; es madre de dos hijos que están estudiando. Ella es el único sostén de su familia. Por su parte, Federico es profesor de artes visuales y vive actualmente con sus padres. Hace cuatro años que ingresó al sistema de la junta de calificación, pero aún no consiguió ningún cargo. Federico es uno de los miles de docentes desocupados ya crónicos.
Ambos, nos describen, a través de sus experiencias, la grave situación que atraviesa el sistema educativo y la docencia, en particular, como producto de décadas de degradación. Cualquier docente que lea estas líneas seguramente se sentirá identificado con sus vivencias, ese camino sinuoso que recorre la persona que decide ser docente. Claramente lo expresan los colegas, cuando nos cuentan sus experiencias en los Institutos de Formación Docente, las deficiencias en su formación, lo difícil que es sostener el proceso de formación trabajando, las capacitaciones.
Ambas historias, narran las dificultades que van a atravesar los estudiantes ya en los Institutos de Formación Docente. Lograr el ansiado título, es el objetivo, pero para muchos estudiantes como Adriana, significó sortear muchas limitaciones, sobre todo económicas. Mujer, madre, único sostén de familia, trabajadora, tuvo que enfrentar los gastos no solo de sus estudios, sino de la carrera de sus dos hijos. Así lo expresa: “mientras estudiaba trabajaba en casas de familias y vendía en el profesorado para poder costear mi carrera, preparaba pizzas, después empecé a llevar más variedad de masas dulces. Tuve el apoyo de compañeros, docentes y directivos de la institución. Todo lo que recaudaba era destinado a los gastos de materiales para el cursado de la carrera, como fotocopias, impresiones, pen drive y otros gastos. Con un sueldo básico de $ 7.000 no era suficiente para sostener a mi hija que estaba en ese momento estudiando en La Rioja, la carrera de medicina. Recibía el apoyo de mi hijo que estudia en la provincia para realizar las ventas. El impacto sobre la cursada era muy pesado debido a horas de trabajo en el día y llegar a un profesorado cargada y cansada pero con el objetivo siempre de aprobar como cueste.” Para Federico la situación no fue distinta: “muchas veces mis carpetas eran unos apuntes, unas libretas” y sostuvo sus estudios con changas en un negocio familiar. Así como ellos, muchos estudiantes pasan situaciones similares. En efecto, según los datos para el total de aglomerados urbanos durante 2014 (EPH-INDEC), la edad promedio de los cursantes de terciarios se concentra entre los 20 y 32 años, es decir, se trata de una población joven, sí, pero también, atravesada por la necesidad de comenzar a insertarse laboralmente. En todo el país, la mitad de los estudiantes de terciaros trabajan y la otra mitad, está desocupada lo que implica la necesidad de buscar trabajo o realizar changas. Dentro de los ocupados, el 87% son asalariados, y el 44% no están registrados, lo que implica formas de trabajo en negro, changas, ayudas, como muestran cientos de miles de historias. Además, los salarios de los estudiantes de terciarios suelen ser inferiores a los de los trabajadores no registrados, por lo menos, tal como lo indica la evolución salarial 2003-2016. Como Adriana, además, más del 40% de los estudiantes son jefes de hogar.
¡Me recibí! ¿Y ahora?
Finalizada la carrera, comienza la otra etapa, la que implica entrar al sistema educativo, y finalmente, titularizar. Un largo y burocrático camino. Adriana y Federico, comienzan a formar parte del engrosando listado de orden de mérito. Hasta el 2019, en la provincia de Jujuy, 8.000 egresados aspiraban a un cargo docente en los diferentes niveles, siendo el Nivel Inicial y Primario los que concentran el mayor porcentaje de aspirantes.
Esta gran sábana que integran los docentes que están en espera de un cargo, de los distintos niveles y modalidades, se abulta cada vez más. Así se vuelve un sueño inalcanzable, el lograr la ansiada titularidad. Federico, hace cuatro años que viene recorriendo las diferentes instancias públicas para acceder un cargo ya sea provisional o reemplazante, con 26 puntos, mientras que para titularizar hacen falta por lo menos 50. A eso se sumen los pocos cargos disponibles que hay para su especialidad. La situación de Adriana es aún peor porque no logró ingresar al sistema educativo ya que el Ministerio no gestionó medidas excepcionales frente a la pandemia, para garantizar que los egresados, obtengan sus títulos y sean inscriptos en las diferentes Juntas Calificadoras. Así, las chances cada vez son menores, para ambos y para los 180.402 docentes que están en orden de mérito solo en el nivel medio, datos que se corresponden a la lista de méritos de la Provincia de Jujuy.
Los pocos cargos que se ponen a disposición forman parte de la política de ajuste. Recordemos que, en octubre del 2018, el gobierno de la provincia, a través de la nota múltiple 17, ordenó la reorganización de la planta funcional de diferentes instituciones educativas, promoviendo como alternativa de solución cierres de grado y fusión de otras. El impacto de esa medida colocó a provisionales o reemplazantes en la calle, a solo dos meses de la finalización del ciclo lectivo. La medida también alcanzó a titulares que los dejó en disponibilidad palabra que significa incertidumbre e inestabilidad si no logra ser reubicado.
Si el ingreso a la docencia resulta dificultoso, la pandemia ha mostrado, además, la burocracia al absurdo. Todos hemos sufrido con el trámite en tiempos normales, imaginemos en este contexto. Hay toda una serie de requisitos que, en este tiempo, sobre todo, son un obstáculo. Los trámites iniciales como el carnet sanitario, (examen psico-físico) la planilla prontuarial (averiguación de antecedentes), el certificado de residencia, declaraciones juradas, cursos de capacitación, etc. Año a año, el trámite se renueva, se vuelve permanente para obtener el puntaje en el legajo y, a partir de ello, conseguir un cargo u horas cátedra, en situación de suplentes, provisionales o interinos o la anhelada titularidad. Adriana nos cuenta que todavía no pudo hacer el trámite de ingreso a la docencia. “la burocracia que hay para lograr ingresar a la docencia es tremenda, sobre todo cuando se intenta conseguir los certificados analíticos, o la constancia de título en trámite, más aún con la pandemia.” De igual manera, Federico nos relata que van cuatro años que transita por las juntas calificadoras de Nivel Primario y Medio actualizando los requisitos para lograr computar el puntaje que le permita participar en los concursos para la toma de posesión de los cargos y horas cátedras. Es decir, habiendo completado todos los papeles el legajo sigue siendo una odisea.
Y ahí no termina la aventura. Uno de los requisitos para sumar puntos son los famosos cursos de capacitación. Adriana y Federico expresan las dificultades que esto implica. Adriana, no ha tenido la oportunidad de realizar ninguno. “La experiencia que tengo al respecto, es que solo podían acceder aquellos que podían pagarlos o se lo compraban. Está muy comercializado.” Claramente esta es una opción a la que no todos pueden acceder, cuando hay que optar. “Yo no tengo posibilidades porque tengo que pensar primero en el estudio de mis hijos. Hay muy pocas opciones gratuitas y fines de semana para que uno pueda acceder ya que el trabajo, impediría si fueran durante la semana por mi jornada de trabajo. También no estoy al tanto de los cursos, quizás por el hecho que aún no estoy en el ambiente escolar y no me entero.” A su vez, Federico, nos plantea otra faceta de las capacitaciones, cuando los cursos específicos para su especialidad son escasos: “en artes es muy difícil acceder a cursos de la carrera, casi no hay.”
En este sentido, debemos sumar el trasfondo que se esconde detrás de los cursos de capacitación, por un lado, el tema de si tienen o no validez nacional, que no sean compatibles con sus carreras y finalmente que no sean reconocidos por la junta calificadora.
Una salida socialista a los problemas de la educación, de la desocupación
Hoy, Adriana y Federico, tienen clara conciencia que para conseguir cambios es fundamental la organización. Que la realidad de los desocupados se resuelve con políticas como: implementar una manera más equitativa la distribución de cargos, reduciendo grupos y contratando más docentes. Al igual que en el Estado, en la docencia no sobre nadie: reducir el número alumnos por docentes garantiza un seguimiento personalizado y eso, está probado, mejora el aprendizaje. Hay que crear más escuelas. Aumentar los salarios. Hay una realidad que obliga a docentes a trabajar de más por los sueldos de pobreza, recordemos que un sueldo testigo en la provincia de Jujuy es de $26.000, muy por debajo de la canasta básica total que según el ATE-INDEC para la región es de $ 64.000. Por ello, forma parte de nuestras consignas que un docente que recién se inicia tenga un salario inicial igual a dos canastas básicas totales, y de este modo, permite compartir cargos con otros que están en las listas de orden de mérito, que como vimos son miles y miles. Esta es una realidad que compartimos todos los docentes del país.
Cuando luchemos por todo eso, ya no tendremos que escuchar testimonios como el de Adriana quien conmueve al expresar que los esfuerzos que implicó conseguir el título docente se ven opacados por una brusca realidad que es la desocupación: “cuando me recibí, sentí que era feliz, pero hoy no puedo decir lo mismo, con la pandemia y la situación de la educación como está es muy doloroso.” Los docentes de la Corriente Nacional Docente Conti-Santoro estamos convencidos que una sociedad diferente es posible, donde la educación sea pensada para mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora. Invitamos a todos los docentes del país a sumarse a nuestra lucha.