Como ante cada hecho político de magnitud, la crisis política en Venezuela nos llevó a convocar a un debate público con todos los partidos de izquierda para discutir las distintas caracterizaciones sobre el proceso en marcha, que se realizaría el viernes 22/2. Con quince días de anticipación, se contactó a dirigentes del PO, PTS, IS, NMAS y MST para invitarlos a participar.
A partir de allí, comenzó la calesita a la que ya hace tiempo nos tienen acostumbrados: días y días para contestar (cuando contestan…) que lo van a discutir, más días para confirmar y otro par para definir quién asistirá. El resultado: el primero en bajarse fue el PTS, a quien seguimos convocando a pesar de que desde 2015 no participa de ninguna de nuestras actividades1; el NMAS se excusó alegando que tiene muchas actividades, aunque su negativa coincide con la ausencia del compañero Martín Bayón, que normalmente se ocupa de los asuntos internacionales; por último, el PO, que tras contactar a Altamira y Ramal infructuosamente, recién contestó a través de Solano que “por el momento” no participarían. Nadie alegó problemas de agenda, excepto el NMAS, aunque si tuvieran predisposición para el debate hubieran planteado la posibilidad de realizarlo en otro momento. Por su parte, IS y el MST confirmaron su participación, pero sin contar con ninguno de sus referentes. IS propuso a Nicolás Nuñez, dirigente de la Juventud de su partido, mientras que el MST hizo lo propio con Mariano Rosa, también dirigente de la Juventud y que además se dedica a temas de “ecosocialismo”. Si bien confiamos en la valía de estos compañeros, está claro que, debido a la especificidad de sus frentes, ninguno de ellos es quien elabora la política internacional de sus partidos.
Esta actitud denota simplemente que nadie está dispuesto a exponer públicamente sus posiciones. El problema no es discutir con Razón y Revolución, sino el solo hecho de dar explicaciones públicas. Esto tiene una explicación sencilla. Hace tiempo ya que la izquierda revolucionaria se adapta, cada vez más, a una política nacionalista, que la acerca a las distintas variantes del bonapartismo. En la Argentina, desde el affaire De Vido, pasando por la crisis de la causa de los cuadernos, las últimas marchas del 24 de marzo y la desaparición de Santiago Maldonado, entre los principales hitos, todos estos sucesos la llevaron a la rastra del kirchnerismo.
Lo mismo sucede con otros países latinoamericanos. Hace un año debatíamos sobre la crisis política en Brasil y cuestionábamos por qué la izquierda defendía a Lula bajo la máscara del “golpe parlamentario”, en vez de intervenir y profundizar la crisis con una política revolucionaria para el proletariado brasilero.2 Les preguntábamos, a su vez, por qué no caracterizaban al gobierno de Maduro como una dictadura, siendo que allí, en ese momento y hoy en día, los partidos que se reconocen como socialistas están proscriptos, se matan dirigentes sindicales y a cualquiera que se manifieste contra el régimen, y no funciona el parlamento. Es decir, los derechos democráticos elementales están vedados, cosa que no sucedía en Brasil, y es regla el asesinato o desaparición de cualquier opositor de izquierda, lo que sí ocurrió tanto bajo el gobierno de Lula y Dilma, a quienes defendían, como de Temer. Hoy vemos los resultados que cosecha esta política. Al impugnar a Guaidó y el imperialismo yanqui, que buscan capitalizar el descontento de masas cuyos intereses son reales, y sin imponer la consigna de Fuera Maduro, este aparece implícitamente como un elemento progresivo al que debe apoyarse. Y, junto con él, a las FF. AA. en las que se apuntala el régimen y que reprime a la clase obrera venezolana diariamente, y al eje imperialista chino-ruso. No importan los levantamientos de masas contra el hambre y la represión. No importa que los partidos venezolanos aliados a la izquierda argentina llamen a derrotar a Maduro y oponerse a Guaidó (excepto Opción Obrera-PO) y avancen, con sus limitaciones, hacia un nucleamiento de la vanguardia en la Intersindical.3
La respuesta de la negativa al debate está a la vista. No pueden defender esta posición frente a sus bases militantes, mucho menos ante el público en general, que entiende que nadie puede defender a un asesino de obreros, que mata a causa de la represión y del hambre. Lo mismo sucedió con la negativa al desafuero de De Vido, error que aun hoy les sigue pasando factura. Como el avestruz, la izquierda elige esconder la cabeza en la tierra ante el peligro que significa explicar sus posiciones públicamente. Así, le da la espalda a una tradición centenaria que caracteriza a la militancia revolucionaria y con la que nos identificamos plenamente: avanzar posiciones programáticas a través del debate, la contraposición de ideas con el único objetivo de acortar el camino hacia la revolución. Negándose a participar, no nos ningunean ni nos invisibilizan a nosotros, sino a sus propias bases y a la clase obrera, frente a las cuales no asumen la responsabilidad que dicen encarnar. En honor a esa responsabilidad, reiteramos nuestra invitación a difundir y defender sus posiciones.
Razón y Revolución
1Véase http://razonyrevolucion.org/la-unidad-requiere-derrotar-a-los-que-quieren-dividir/ y http://razonyrevolucion.org/ausentes-por-cristina-debate-con-el-pts/
2http://razonyrevolucion.org/la-crisis-politica-en-brasil-y-las-tareas-de-los-revolucionarios-un-debate-con-el-partido-obrero-izquierda-socialista-y-nuevo-mas/
3http://razonyrevolucion.org/la-politica-segun-la-geografia-el-cinismo-de-la-izquierda-frente-a-la-crisis-en-venezuela/