El pasado siempre ofrece lecciones para el presente. El asunto del Coronavirus no es la excepción. No es, ni de asomo, la primera pandemia que sufre la humanidad. La lista es muy larga. Hay una, muy particular, que sucedió hace varios siglos y que es, como decíamos, una lección del pasado, muy útil para el presente. Nos referimos a la peste negra que se expandió por toda Europa en el siglo XIV. Lo que vamos a explicar aquí es que a los campesinos de esa época, no los mató la peste, los mató el tipo de sociedad en la que vivían, el feudalismo. Al igual que ahora, porque lo que hoy nos amenaza no es el coronavirus, sino el capitalismo.
Hacia el siglo XIV Europa se encontraba en plena Edad Media. El tipo de sociedad vigente era el feudalismo. Para explicarlo sencillamente. Había un pequeño grupo de señores, dueños de todo, pero sobre todo, de tierras. Lo eran simplemente por su sangre, por herencia: se consideraban descendientes de nobles que, a su vez, eran descendientes de otros nobles. Su tarea era la guerra, aunque muchos de ellos pasaron sus vidas sin siquiera hacer eso. Así, explotaba a la enorme mayoría, a la que obligaba a rendir una renta en productos (especie), moneda o en servicios de trabajo en alguna tierra que el señor se reservaba para sí mismo. Ese espacio en donde acontecía esta relación de explotación se llamaba “señorío” o feudo. Y los personajes en cuestión eran “señores feudales”.
Pero los que trabajaban ahí tenían un status particular. No trabajaban porque el estómago los obligara, como sucede ahora, sino porque eran considerados “siervos” de esos señores. Eran campesinos que no podían moverse libremente, sino que eran fijados a la tierra del señor. El señor les “vendía” esta relación como un “contrato”: ellos obtenían una porción de tierra “gracias” al señor y a cambio, le entregaban esa renta. Pero en realidad, era una relación desigual: el poder del señor feudal se amparaba en el uso de las armas, en la guerra. También incluso tenía funciones administrativas y judiciales, o sea, podía impartir “justicia”. Y por qué no, también podía cobrar peajes e impuestos de todo tipo. La Iglesia justificaba esto: intentaba convencer a los campesinos de que ese era el mejor destino posible, y que cada uno había “caído” en la nobleza o en la servidumbre, por designio de Dios.
En aquel siglo había estallado ya una crisis general de todo este ordenamiento social. Una crisis económica muy grande. La peste negra fue resultado de esa crisis, así como el coronavirus es hoy fruto de la crisis del capitalismo. Lo cierto es que la peste arrasó y se cobró más 200 millones de personas. Ya sospechará el lector que la gran mayoría eran los campesinos.
¿A qué se debió esta crisis? Por mucho tiempo fue un gran debate entre los historiadores. Unos defendían la idea de que, en realidad, había una crisis de crecimiento. Creció tanto la población, que superó a la producción de comida y sucedió lo obvio: buena parte tuvo que morir. Otros decían que el problema era de conocimiento. No había tecnología y conocimiento para producir más y mejor. Pero se demostró que esto no era así. Tampoco faltó la explicación liberal, que decía que el problema era de comercio. Como se vendía poco, nadie tenía el estímulo para mejorar la producción porque, al final de cuentas, no había quien lo comprara. Ninguna dio en el clavo.
En realidad, la explicación verdadera estaba en otro lado: la explotación. Los primeros campesinos empezaron a morirse porque la producción no alcanzaba. Cierto. Pero esa producción no alcanzaba porque estaban los señores que se llevaban la renta (el pago que hacían los campesinos) y, obviamente, todo eso iba a parar en diferentes formas de derroche.
Cuando empezaron a aparecer los problemas de producción, ¿Qué hace el señor? ¿Baja la renta para que los campesinos sobrevivan? No, la sube. Cuando tiene menos campesinos sube la renta para poder recaudar más ¿Y por qué quiere recaudar más? ¿Por qué es malo? No, porque tiene que pelear contra otros señores. Si tiene menos renta, otro señor viene y lo conquista. Entonces la salida más racional para los señores feudales, que era incrementar la renta, era completamente irracional en términos de humanidad. Incluso muchos señores terminaron muriendo.
¿Y cómo se salió de la crisis? Esto es muy importante: por la lucha de clases. Allí donde los campesinos se opusieron al señor (mediante revueltas, tomas de castillos) la renta bajó y los campesinos pudieron empezar a implementar todas estas mejoras técnicas. Allí donde los señores se impusieron, todo el este de Europa, la economía se mantuvo más atrasada con una salida peor para el conjunto de la población.
¿Qué nos deja de lección todo esto? Que ante una enorme epidemia, es decir un problema social, en una sociedad de clases la solución no es racional, no es en beneficio del conjunto de la humanidad, sino en razón del interés explotador de unos pocos. Hoy no tenemos tests masivos, camas y respiradores suficientes, insumos básicos en cantidad y accesibles a todos los trabajadores, sencillamente porque eso no es ganancia para los capitalistas. Las relaciones sociales de producción, la servidumbre antes y la el trabajo asalariado hoy, son el verdadero problema. Pero el pasado no nos arroja solo pálidas. Como vimos, nos enseña también una salida: la lucha.
Si queremos que el Coronavirus, o la próxima epidemia que venga, no acabe con nuestra vida, tenemos que atacar el problema de fondo. Tenemos que cambiar este tipo de sociedad en el cual lo que valen son las ganancias y no las necesidades humanas. Ese sistema que lleva a que el que tiene dinero pueda pasar la cuarentena en su casa-country, mientras que el que no tiene nada, tiene que andar pateando la ciudad para trabajar y tener algo que comer, mientras se expone las 24hs al riesgo de contagio. Tenemos que pensar en la solución más racional, el Socialismo.