Con motivo del Bicentenario de la muerte de Güemes, no tardaron en promocionarse numerosos homenajes culturales y políticos. La plataforma Cine.ar puso a disposición la miniserie documental “Güemes: El sueño de una América Libre” dirigida por Javier Flores y Emmanuel Moscoso. La serie cuenta con el guion de José Issa y la producción de Mariano Rosa, de la productora audiovisual Chulo. Todos son parte de una comunidad de cineastas en Salta. El mismo tuvo apoyo de INCAA y de la Secretaría de Cultura del Gobierno de Salta, la Municipalidad de Salta, el Quinto Regimiento de Caballería, así como de instituciones históricas y museos de la provincia. En otras palabras, esta serie está armada desde el propio riñón del Estado y expresa lo quiere que pensemos sobre Güemes y su legado revolucionario.
Juan Flores – Grupo de Investigación de la Revolución de Mayo
Otra vez sopa
El formato del documental dista de ser novedoso: imágenes, recreaciones y testimonios de ensayistas, descendientes e historiadores, entremezclados con una voz en off, constituyen la totalidad de los cuatro capítulos. Entre los historiadores se destacan Sara Mata de López (CONICET) y Martín Villagrán San Millán (vicepresidente del Instituto Belgraniano Nacional). Asimismo, se cuenta con los testimonios del periodista Gregorio Caro Figueroa -en su momento, secretario de redacción de la revista Todo es Historia y coordinador general de archivos y bibliotecas de Salta-, Martín Güemes Arruabarrena -descendiente de Güemes y ensayista-, Miguel Ángel Cáceres -ensayista-, Virginia Pastrana -directora del Museo del 5to Regimiento de Caballería- y Laura Collivadino –profesora de Historia-.
En relación con lo estrictamente histórico, nos encontramos ante una combinación entre revisionismo histórico, nacionalista y peronista, con pinceladas de la historia académica burguesa actual, pero también en cierta tensión con la historia tradicional. Se propone un panteón nacional, al que acceden también los caudillos como Güemes, en un acto de “reparación histórica” con los “salteños”, supuestamente “agraviados” por la historia nacional al relegar a un segundo plano el aporte de Güemes. Eso ya expone cierto tufillo “localista” que se confirma cuando vemos que el documental transcurre enteramente en Salta y sus entrevistados son todos salteños, ligados a las instituciones de dicha provincia.
De este modo, Güemes es presentado como un “patriota” que personificaría la “libertad americana” y la “Patria Grande”, y que, para eso, batalló contra sus enemigos externos (los realistas) e “internos” (Araoz, gobernador de Tucumán, y los comerciantes salteños que lo traicionaron) junto a sus gauchos, leales y valientes. Sin embargo, al mismo tiempo, se presenta una reivindicación localista “salteña”, donde los enfrentamientos sociales son reemplazados por las preeminencias regionales, como en cualquier historia tradicional. Güemes y sus gauchos peleaban en Salta, pero la “ingrata” de Buenos Aires no lo reconocía. En cambio, se destaca a grandes rasgos la historia de “amistad” revolucionaria con sus pares del panteón nacional, San Martín y Belgrano, ellos sí partidarios de la “Patria Grande”. Así, “Patria Grande” y “Salta” conviven en tensión como reivindicación identitaria geográfica.
Pero veamos de cerca algunas de las tantas deficiencias del documental, desde los aspectos históricos, para finalmente, reparar en aquellos aspectos políticos.
Una sociedad difusa y una revolución “inconclusa”
Uno de los principales problemas del documental es su incapacidad para definir el tipo de sociedad en la que tuvo desarrollo el proceso revolucionario. Salta es explicada como un punto comercial ligado a la minería del Potosí. Se habla de su economía “dinámica” en crecimiento: el comercio de mulas. Por supuesto, no hay un pantallazo más o menos general de la relación colonial (ya ni hablemos de un “modo de producción”…). Por ende, no se explica con demasiada certeza en qué perjudicaba este sistema a las clases sociales salteñas.
Aunque en un momento se habla de una “burguesía” -algo que luego discutiremos-, en términos estricto, no hay una explicación de la estructura de clases. El asunto se expone en términos de la academia burguesa, en las palabras de Sara Mata:
“Salta tiene población multiétnica, originaria, mestizada. Tiene mulatos, zambos, algunos libres, otros en situación de esclavitud. Tiene peninsulares, familias o apellidos que se vinculan directamente al momento de la fundación de la ciudad”.
Como vemos, estamos ante una descripción con un perfil “demográfico” y de “casta”. Es decir, se toma a la legalidad colonial y a su estructura de “castas”, como si fueran un reflejo inmediato de la realidad.
El documental también falla cuando tiene que explicar el contenido de la Revolución. ¿Ante qué tipo de revolución estamos? En algunos testimonios, los más “tradicionalistas”, se explica el proceso como una lucha de “independencia” de una Nación ya más o menos formada, cuyo valor de libertad se expresaba en esos grandes hombres. En otros, los que predominan en el final, se habla de una Patria Grande que no llegó a cuajar y que, por tanto, nos presentaría una “revolución inconclusa”. Eso sí, afortunadamente, Mata no mencionó lo que pregona hoy la academia burguesa: que la revolución fue resultado de la intervención oportunista de un grupo de carreristas, y que no existía, a ciencia cierta, proyecto revolucionario.
Ahora bien, si la revolución es inconclusa, debería quedar claro qué transformación se esperaba. “Era un mundo en cambio” señala Martín Güemes Arruabarrena para acto seguido igualar la Revolución Francesa y la Revolución Norteamericana -dos revoluciones burguesas- con la rebelión de Tupac Amaru -un levantamiento contra la Corona en defensa de la estructura comunal precapitalista y las prerrogativas de sus curacas-. ¿Es lo mismo una revolución orientada a desarrollar el capitalismo que una rebelión provocada por líderes comunales con intenciones de mantener un lugar de recaudación del tributo indígena? Y por otra parte, si hablamos de “mundo en cambio”, ¿a qué nos referimos? ¿Cuáles son los límites de ese “mundo”? ¿A qué cambios se refiere?
En ausencia de una definición del “nuevo mundo” por nacer, todo el asunto se completa con una explicación “territorial” de este proyecto “inconcluso”: tendríamos que haber sido una nación completa, sin divisiones, una gran nación americana. Un disparate por donde se lo mire: las fronteras son el resultado de la lucha de clases y cada burguesía supo conquistar hasta donde tuvo fuerza material.
Los bandos en disputa
El documental presenta una idea: el partido de la Revolución estuvo integrado en Salta por una “burguesía comercial” y “propietaria” ligada al comercio de mulas. Esta “burguesía” parece haber apoyado la Revolución, hasta que, cansados de los empréstitos, las contribuciones y el cierre del comercio con el Alto Perú, habrían optado por una solución golpista contra Güemes, frustrando los planes de San Martín. Sin embargo, luego nos enteramos de que también había un grupo de “valientes” que “acompañaron a Güemes” en su gesta: los Gorriti, Burela, Puch, Luis Borja Díaz, Manuel Arias, Vicente Mendía… ¿Qué distinguía a unos de otros? No se sabe. Todo el asunto parece agotarse en los personalismos y las lealtades individuales.
Si el documental se hubiese tomado en serio la reconstrucción de las alianzas sociales del proceso revolucionario podría haber observado que no había solo un “grupo comercial” en la Salta colonial y revolucionaria. Ello se observa si miramos el Cabildo antes y después de 1810. Efectivamente, había dos bandos. Primero, propietarios de la frontera este (Rosario de la Frontera hasta el valle de Orán), del Valle de Lerma junto a un grupo de comerciantes -llegados a fines del siglo XVIII-. Segundo, los principales propietarios del Valle Calchaquí y comerciantes ligados a la ruta de los efectos de Castilla que constituían el núcleo contrarrevolucionario. Ocurre que los propietarios del Valle Calchaquí (como Nicolás Severo de Isasmendi y José Ignacio Aramburu) no eran otra cosa que encomenderos que dependían de una concesión Real de mano de obra de las comunidades indígenas. En cambio, las estancias del valle de Lerma y de la frontera, se hallaban pobladas con trabajadores asalariados estacionales, agregados y arrendatarios. Es decir, mientras los primeros se reproducían a través de relaciones feudales (eso eran las encomiendas) y defendían al Rey, los segundos acumulaban a través de embrionarias relaciones capitalistas, formando así una primitiva burguesía agraria y comercial. Mientras tanto, los comerciantes monopolistas (los Tejada, Ibazeta, Zorrilla, Ugarteche, Otero, entre muchos otros), vivían de un comercio propio de la sociedad feudal y dependían de los privilegios del Rey para estafar y fijar precios en el mercado cautivo.
En las primeras jornadas luego de junio de 1810, los contrarrevolucionarios -dirigidos por Isasmendi, que oficiaba de gobernador- encarcelaron a varios de los cabildantes que se habían posicionado a favor de la Revolución. Acto seguido, el Cabildo declaró fidelidad al Consejo de Regencia. En respuesta, Buenos Aires designó a Feliciano Chiclana como Gobernador para liquidar a este grupo y garantizar la elección de diputados. Desde este momento, buena parte de los contrarrevolucionarios huyeron al Alto Perú, abandonando sus cargos capitulares y colaborando desde fuera con la posterior contraofensiva de Pío Tristán. Otros debieron quedarse en Salta, pagando contribuciones forzosas. ¿Podrá creer el lector que estos episodios -centrales, porque definieron la orientación política de la plaza salteña- no son mencionados en el documental?
Sobre este escenario, Güemes tomó lugar como dirección de la burguesía revolucionaria, llegando a estar a cargo de la Gobernación de Salta -que integraba a Jujuy-. En sintonía con los planes sanmartinianos, se resolvió que la plaza altoperuana quedara fuera de las manos de la Gobernación, al punto de prohibir el comercio con ella. Esta decisión resultaba provisional para San Martín, pero terminó siendo definitoria luego de las campañas de Bolívar y Sucre. Como fuera, desde entonces, la revolución encabezada por Güemes tenía la doble misión de disolver las relaciones feudales, a la vez que defender la frontera contra los ejércitos contrarrevolucionarios. Güemes conformó entonces una alianza con los explotados para armar un ejército de masas que no podía proveer la provincia porteña y contener a los realistas.
Sin embargo, conforme avanzó la guerra, buena parte de la base social que apoyó la Revolución, terminó abandonando la alianza encabezada por Güemes. Sin embargo, otra se mantuvo a su lado. En todo caso, habrá que cotejar cuánto se debió al agotamiento de dicha base que buscó una salida “negociada” en el contexto de una guerra que se extendía y cuánto al resultado de la instigación de elementos contrarrevolucionarios que operaban en la clandestinidad. Pero presentar los hechos como el interés unívoco de una clase “comercial” homogénea contra Güemes -como lo hace el documental- no solo es incorrecto, sino que además tiene un claro objetivo ideológico que veremos en el final.
Un patrón amigable
El documental dedica un capítulo a explicar en forma muy lamentable la “guerra gaucha”. Allí se relatan los hechos y se explica en qué consistía dicha táctica. El problema lo encontramos cuando intenta explicar por qué los “gauchos” peleaban “con Güemes”.
Las primeras respuestas resultan sumamente pobres: lealtad, admiración personal, autoridad… Pero las barbaridades llegan más lejos. El periodista y ensayista Gregorio Caro Figueroa conecta la movilización con una supuesta lógica patronal paternalista presente en las estancias: “Las milicias que organizó Güemes reproducían esa fidelidad, esa lealtad, porque el patrón tenía una especie de influencia paternalista, no despótica, sino benévola sobre esa gente”. Y remata: “por eso Güemes se hizo adorar por esos gauchos”. Y agrega Güemes Arruabarrena: “el gaucho es un hombre libre y quiere ser libre”. Entonces, pelearía por mantenerse como un hombre que anda libre por el campo, viviendo del consumo directo de ganado y la diversión en las pulperías.
Como se ve, la revolución se vuelve un producto edulcorado y Güemes se transforma en un líder populista. Los gauchos son subestimados: parecen ser poco más que un grupo de brutos aniñados e irracionalmente valientes que siguen al primer patrón que se mimetiza con ellos. Hay que decir que estas barbaridades también tienen su correlato académico: no faltan historiadores que han dicho que los peones de estancia trabajaban por convites y las “miradas furtivas de las hijas del patrón”, así como otros historiadores -como Di Meglio- apuntan que la “plebe” movilizaba en Buenos Aires por “amor a la patria” y por fidelidad a los líderes carismáticos -como Dorrego-.[i]
Solo en el tercer episodio se menciona una pista de cómo fueron verdaderamente las cosas: Güemes sancionó el Fuero Gaucho, eximiendo a los “gauchos” del pago de deudas, arriendos y contribuciones. Sin embargo, el documental lo presenta como un “favor”: si los gauchos peleaban, no podían pagar. Por supuesto, se destaca entonces la oposición de los “ricos”. Traducido: estaríamos supuestamente ante una concesión de un buen “líder popular”, cuyo proyecto “nac & pop” enervaba a la “oligarquía”.
Una mirada más seria podría haberlo calibrado mejor: Güemes debía hacerlo porque, de lo contrario, podía perder un elemento central para la Revolución. Además del “fuero gaucho”, Güemes también debía pagar con moneda contante y sonante, algo que escaseaba por estas regiones. De hecho, no es casual que muchos de esos gauchos tomaran el bando contrario, una vez que los recursos no llegaban, más cerca del año ‘20, cuando la crisis financiera azotaba al Directorio. Los “gauchos” entonces movilizaban con la dirección que pudiera garantizar su reproducción material.
San Martín, Güemes, Rosas, Perón
En forma sugerida, lo que los autores nos quieren decir es que hay una línea histórica y política que empieza en la Revolución de Mayo y que termina en el peronismo. En el final, Güemes Arruabarrena dice de su antepasado: “Ese proyecto inconcluso, esa utopía creativa es la que los argentinos tenemos que volver a reconstruir, a construir juntos». Se refiere a una “Patria Grande” con contenido “popular”. Es decir, todos juntos tirando para adelante, en el medio de la crisis. El documental entonces nos muestra a un Güemes “Nac & Pop” homenajeado por el “pueblo”.
La operación ya había sido antecedida por el contenido del relato. Se había hablado de “líderes populares” con “proyectos”, que habrían sido “apoyados por el pueblo”, pero fueron saboteados por “los ricos” -aquí los comerciantes-, como habría ocurrido “siempre en la historia”. Un Perón del siglo XIX, que peleó contra la “oligarquía”, con el favor de los “trabajadores”.
Pero si el lector cree que exageramos, podemos verlo de cerca en los testimonios que los mismos entrevistados elegidos dieron recientemente en los medios: allí no se ha perdido la oportunidad de señalar que el Fuero Gaucho era un antecedente del “Estatuto del Peón”, “la única ley que no habían pensado los socialistas”.[ii]
Como observamos, detrás del documental, lo que realmente se intenta realizar es una operación ideológica al servicio de Sáenz y los Fernández. No por nada una producción tan limitada contó con el apoyo oficial del Gobierno de la Provincia y de INCAA. Güemes, en este punto, viene a disolver las diferencias de clase: puede haber un capitalismo bueno, como lo quiso “el General”, no nos desanimemos. Para ello, sus autores degradan al revolucionario y oscurecen un proceso rico en enseñanzas para que una clase oprimida gane sus peleas históricas.
[i]Flores, Juan: “De penas y vaquitas. ¿Fue nuestra primitiva pampa igualitaria y campesina?”, El Aromo Nro. 78. Harari, Fabián y Flores, Juan: “Razones de pobres. Los explotados en la revolución burguesa en Buenos Aires (1810-1820), El Aromo Nro. 69
[ii]Entrevista a Güemes Arruabarrena en Télam, 17/6/2021 en https://www.telam.com.ar/notas/202106/557743-guemes-chozno-bicentenario.html. Esta asociación la encontramos también en Página 12: https://www.pagina12.com.ar/327990-guemes-precursor-de-la-liberacion-de-las-relaciones-de-semis. El Estatuto del Peón tampoco puso gran límite a la explotación: ver Kabat, Marina: ¿Qué fue el peronismo de Perón?, Buenos Aires: Ediciones RyR, 2018