Por Gerardo Wilgenhoff
A fines de septiembre, la Comisión Directiva de UnTER Central, dirigida por la Azul Arancibia, aceptó la propuesta paritaria del gobierno provincial para el segundo semestre del año. Se trata de un aumento del 25,5% para el cargo testigo de maestro de grado. Este incremento se suma al 13,5% del primer semestre para el mismo cargo, lo que equivale a un aumento anual del 43%. Así, el cargo testigo llegará, en noviembre, a los $43.274. A pesar de este aumento, que resulta significativo con respecto a lo que sucede en otras provincias, los salarios de los docentes rionegrinos continúan muy por debajo de la línea de pobreza que, según ATE INDEC, para marzo era de $66.013,20. A esto hay que sumarle los costos de la Región Patagónica, más altos que en el resto del país; más aún en localidades como Bariloche o El Bolsón, por tratarse de ciudades dirigidas al turismo internacional. Unos pocos datos dan cuenta de este cuadro. En Bariloche, un alquiler de una casa con dos habitaciones va desde los $22.000 hasta los $28.000 aproximadamente. Sólo para ir al trabajo, aquellos que vivimos alejados del centro de la ciudad, tenemos casi $8.000 de nafta, lo que equivale a tres tanques. La leche, de segundas marcas, ronda los $75 el litro. Una familia con dos hijos gasta al menos 18 litros por mes, lo que equivale a $1350. La carne más barata, sólo para dar otro ejemplo que ilustre los precios desorbitantes, es la picada que ronda entre los $350 y los $400 el kilo. El resto de los cortes superan los $500 llegando hasta los $750 el kg de asado. Al hacer las cuentas, estamos entonces muy lejos de poder celebrar el 43% acordado para el cargo testigo.
Esta situación, como veremos a continuación, no es nueva. Tampoco se inició en el 2015. Una mirada de largo plazo sobre la evolución del salario docente con respecto a la Canasta Básica Total (CBT), en Río Negro, nos va a permitir observar que, en el largo plazo, los docentes somos una de las variables de ajuste de todos los gobiernos burgueses de turno.
El salario real docente durante las últimas dos décadas
Vamos a analizar la evolución del salario real docente, en el período 2002-2020, para luego observar su evolución con respecto a los datos de la CBT que pudimos obtener del INDEC, para la provincia de Río Negro. Cómo el INDEC fue intervenido durante el período kirchnerista, los datos correspondientes al período 2007-2015 no se encuentran disponibles para su análisis. De esta manera, pretendemos mostrar que la capacidad de compra del salario real docente continúa un marcado descenso y no vuelve a recuperarse, llegando a los niveles de la década de los ´90, la peor de nuestra historia.
El año 2002 fue un año signado por una profunda crisis económica, que la burguesía no lograba encauzar. Recordemos que veníamos del peor año de nuestra historia, el 2001, donde la propia clase dirigente fue puesta contra la pared. La descomposición del capitalismo argentino llegó a un punto crucial provocando el cuestionamiento de la sociedad misma. Se trataba de un escenario de crisis orgánica que contenía una situación revolucionaria. En Río Negro, el gobierno del radical Pablo Verani, mantenía los salarios docentes congelados. El año 2002 se caracterizó por una fuerte conflictividad docente, atrasos salariales, el congelamiento de la antigüedad docente, el pago en ticket y lecop, movilizaciones y paros en distintas localidades de la provincia. En ese marco, ese año, los docentes se negaron a realizar las asambleas de cargos. Las clases no comenzaron debido a las malas condiciones educativas. Sin presupuesto, sin refracciones edilicias ni mantenimiento, salarios retrasados, aguinaldo e incentivo impagos y la obra social IPROSS sin ninguna prestación. Por momentos, el cuadro general se parece al 2020 en varias provincias, tomemos Chubut para mencionar una provincia patagónica. En esa oportunidad, el plan de lucha incluyó retención de servicios, marchas multitudinarias, caminatas por la Ruta 22, cortes del puente carretero que une Río Negro y Neuquén, una caravana social a Buenos Aires. El conflicto docente duró 80 días de conflicto e incluyó una terrible represión en Viedma, el 29 de abril. En la provincia, el 80% de los docentes no alcanza la canasta familiar, entrando en el segmento de pobres y dentro de este sector el 30% tenía salario de indigente. A nivel nacional, el gobierno de Eduardo Duhalde devaluó en enero, lo que produjo la pérdida del 70% en el valor del peso. La inflación acumulada llegó al 21,1%, en el primer cuatrimestre del año. Según el INDEC, 12 millones de personas vivían en la miseria, con menos de un dólar por día.
Para el año 2003 el nuevo gobierno del radical Miguel Saiz comenzó a pagar en pesos su deuda salarial (esto es, los aguinaldos). Los ejes de la acción sindical rionegrina, en este periodo, se concentró en la exigencia de un mayor presupuesto educativo, la derogación de la Ley Federal de Educación y la recomposición salarial. A nivel nacional, Néstor Kirchner asumió la presidencia, luego de la suspensión del ballottage. En la provincia, a partir de diciembre de 2004, se reparó la dedicación exclusiva para los cargos directivos. La recuperación significó porcentualmente entre un 30 y 40 % dependiendo del sueldo y del monto de las quitas salariales previas.
En 2005, la conflictividad docente continuó su ascenso con un paro que se prolongó por 21 días. El plan de lucha incluyó el no inicio de clases, frente al rechazo del ofrecimiento del gobierno provincial de un aumento de $710. Los docentes reclamaban un aumento salarial acorde a la CBT, que se ubicaba en los $750. Hacía fines de marzo se reiniciaron las clases luego del acuerdo salarial firmado por la burocracia de $700. Lo curioso del acuerdo salarial es que el cargo testigo se ubicó en los $700, mientras que los docentes con 15 años de antigüedad pasaron a cobrar $620 de bolsillo. Pobres financiando a más pobres.
La lucha docente comenzó a dar sus frutos. Se inició el ordenamiento de la estructura salarial docente. Se descongeló la antigüedad, finalizó el pago en ticket y comenzó a abonarse la asignación básica por el cargo a desempeñar. El sueldo docente incluyó las bonificaciones por antigüedad, ubicación, función diferenciada, dedicación exclusiva y cargas de familias en igualdad de condiciones que el personal civil de la provincia. El cargo testigo llegó, ese año, a los $750. La antesala de esa recomposición es una huelga que se extendió por casi un mes.
Ahora, si observamos los datos del salario real, entre el año 2002 y 2003 el salario docente se encontraba en su punto más bajo, manteniéndose estable hasta el año 2004. Pasó de $20.181 en 2002 a $16.687 en 2003 y 2004. En 2005, durante el gobierno de Néstor, el salario real casi se duplicó, llegando a los $31.650. En 2006 tuvo una nueva recuperación, para luego caer hasta el 2010, coincidiendo con el fin de su mandato y con el fin de la primera presidencia de Cristina. En esa etapa, el salario real se estanca y estabiliza, en poco más de $37.000, valores expresados tomando como base agosto de 2020. Como vimos antes, esa recuperación se consigue, a partir de 2004, y tuvieron que pasar, por lo menos, dos larguísimas huelgas docentes en 2002 y 2005.
La mejora salarial, sin embargo, mantuvo el salario docente, no solo estancado, sino muy por debajo de la CBT. Es decir, si comparamos el salario real del período 2006-2010 con el período anterior 2002-2004, el salario real aumenta hasta un 100%. A priori esto indicaría una mejora sustantiva. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la comparación se realiza con respecto al peor período salarial de nuestra historia (2002-2004). Es decir, mejora sustancialmente con respecto a la mayor caída histórica salarial docente en la provincia. Eso nos indica que no se trata de ningún logro por parte de los gobiernos kirchneristas. Más bien, como vemos, se trata de administrar la miseria.
En el período 2011-2015, que coincide con el segundo mandato de Cristina, la evolución del salario real docente adopta la forma de un serrucho. En 2011 comienza una recuperación que alcanza su punto álgido en 2013, ubicándose en $45.799. Sin embargo, se encuentra casi en el mismo nivel que el salario de bolsillo actual, que como dijimos es de $43.274. Vuelve a caer en el año 2014 y tiene una leve recuperación en el año 2015.
Si analizamos todo el período de la “década ganada”, vemos una lenta recuperación en el salario real docente que conlleva un mayor poder de compra por parte del sector docente. Esto es así, si lo comparamos con los inicios de la década del 2000 o los años ’90. Sin embargo, el crecimiento salarial iniciado en 2005 resulta, en términos reales, menos que miserable. Y si retrocedemos en el tiempo, nunca llega a alcanzar los valores históricos de la década del ’30 o del ’70. En definitiva, la “década ganada” produjo una recuperación en el salario real con respecto al período 2002-2004, el peor de nuestra historia. Pero se estabilizó en el mismo nivel que los años ’90. Veamos un ejemplo para graficar este dato. Para el año 1998, el cargo testigo en la provincia se ubicaba en los $330,24, mientras que la CBT a nivel nacional era de $498,08. Es decir, el salario docente llegaba a cubrir apenas un 66,30% de la CBT. Para el año 2014, con el INDEC intervenido, el salario docente cubría el 82% de la CBT. El bonapartismo, por tanto, vino a consolidar los índices o valores de la década “neoliberal” de 1990.
El último período corresponde a los años 2016-2020, que coincide con la presidencia de Mauricio y el actual gobierno de Fernández-Fernández. Luego de la caída del salario real entre el 2014 y el 2015, el salario real docente se recupera lentamente en el año 2016, alcanzando los $45.573, muy cercano al año 2013. Esa “ventaja” la dio sencillamente una caída coyuntural de la inflación. De ahí en adelante, el salario real tiende a desplomarse y no vuelve a recuperarse nunca más, alcanzando su punto más bajo durante la presidencia de Alberto, donde el salario docente real en la provincia, previo al último acuerdo paritario del segundo semestre, se ubica en los $37.575.
Salario docente y CBT
Vamos a comparar la evolución del salario docente con respecto a la CBT, para el mismo período que venimos analizando. Debido a la falta de datos del INDEC para el período 2007-2015, es que debemos realizar un recorte. Sin embargo, a grandes rasgos, veremos cómo sigue el camino planteado anteriormente: un desplome creciente del salario docente.
Empecemos por el período 2002-2003. El salario testigo de un docente rionegrino recién iniciado era de $330 de bolsillo, mientras que la CBT, según el INDEC, alcanzó los $679,18. Es decir, el salario docente estaba muy por debajo de la CBT, representando un 49%. En 2004, ya con Saiz en la gobernación y con Néstor en la presidencia, ese porcentaje se mantuvo.
A partir de 2005 comienza una recuperación salarial. Ese año, el salario docente, sin antigüedad, pasa de $330 a $730. Tiene una recuperación de casi el 100%, alcanzando a la CBT (99%). Al final del último mandato de Cristina, el salario docente cae con respecto al 2005, alcanzando el 82% de la CBT en 2014 y un 85% en 2015. A partir de la presidencia de Mauricio Macri hasta el actual gobierno de Alberto Fernández, el salario se desploma en relación a la CBT.
En relación a los datos aportados por el INDEC para la CBT en Río Negro, la relación salario-costo de vida es menos abrupta que si usamos los datos de ATE-INDEC para la canasta patagónica. Veamos. En 2016 el salario docente cubría el 77% de la CBT, repunta miserablemente en 2017, cubriendo el 81%, se desploma en 2018 con un 64% y atina una leve recuperación hasta estabilizarse en 2019 con un 72%. Si comparamos el salario en Río Negro con respecto a la CBT para la región patagónica, los valores que cubre son aún menores y caen lento año tras año. 2016, 61%; 2017, 60%; 2018, 59%, 2019, 56%; 2020, 53%. La curva entra en un descenso que ratifica lo expuesto anteriormente. El salario docente tiende a estancarse y entrar en declive en los últimos años sin lograr recuperarse ni siquiera a los valores de la década de 1990. Actualmente, nuestro salaria retrocedió a los índices del período 2002-2004, cubriendo cerca del 50% de la CBT. Es decir, el docente con dos cargos apenas alcanzará la pobreza.
En picada
Como vemos, el ajuste en el bolsillo docente no lo inició Mauricio. Sino que viene en picada desde hace décadas. Tuvo una leve recuperación, durante el kirchnerismo, si lo comparamos con los años más nefastos de nuestra historia. Sin embargo, en los últimos años viene desplomándose como consecuencia de la crisis económica del capitalismo argentino. Crisis que tiene a todos los gobiernos de turno, del tinte político que sea, como principales responsables y que utilizan a los docentes (y al sector estatal en general) como la principal variable de ajuste. La educación de la clase obrera no es una prioridad para los gobiernos burgueses y, como pudimos observar, la descomposición del capitalismo argentino arrastra tras de sí la descomposición de la educación argentina, descomposición que se manifiesta en el empobrecimiento de esta capa de la clase obrera: los docentes.
Tanto la burocracia sindical central Azul Arancibia, como la Celeste en Bariloche y las organizaciones de izquierda intervienen en el gremio docente con la misma consigna: equiparar el salario docente con la canasta básica. Esta consigna, nada debe sorprendernos de la burocracia sindical, que busca garantizar la gobernabilidad a costa del bolsillo docente. Pero que la izquierda se acople a esta estrategia demuestra que o los compañeros desconocen por completo que en determinados momentos de nuestra historia los docentes estuvieron bien pagos o carecen de ambiciones para luchar por lo que nos corresponde. Que el cargo testigo en los años ’30 cubriera más de dos canastas familiares totales habla de la pérdida que hemos sufrido desde ese momento a esta parte. Recuperar esa consigna como parte de nuestra lucha, implica recuperar la historia de nuestra propia clase. Claro está se trataba del último momento de un capitalismo ascendente y de un sistema educativo en expansión. Recuperar nuestra historia debería ser el horizonte hacia el que marchar. Además, los docentes, como trabajadores intelectuales, tenemos una serie de gastos necesarios para nuestra labor habitual. Con esto nos referimos a la necesidad de contar con libros, internet y computadoras de calidad (en particular en esta época de pandemia), ir al cine o al teatro, comprar material didáctico, capacitarnos y una serie de etcéteras que hacen a la preparación docente. Por eso nuestro reclamo debe contemplar la recuperación histórica del salario docente al nivel más elevado y el reconocimiento de los componentes propios de ese trabajo intelectual que implica elevar el nivel cultural del conjunto de la clase obrera cuando el reconocimiento de nuestro rol intelectual y político se pone al servicio de la construcción de otra sociedad. No podemos vivir con salarios de hambre, si peleamos por una educación pública de calidad. Un salario igual a dos canastas básicas totales debe ser nuestro horizonte y por eso estamos dispuestos a luchar.