Respuesta al PTS: el miedo se entiende, la mentira no

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Luego de haber confirmado (y vuelto a confirmar) la participación de sus principales referentes en diferentes paneles de debate de nuestras jornadas (feminismo, sindicalismo, izquierda), a menos de 24hs del inicio del evento, el PTS nos envía una carta en la que retira a sus panelistas y renuncia a cualquier tipo de participación de sus militantes. ¿El motivo? Los desacuerdos políticos entre el PTS y nuestra organización. Todo muy poco creíble. Incluso, se lanza a mentir sobre nosotros, sin sonrojarse, en un verdadero acto de provocación. Es obvio que el problema es muy otro: el PTS no quiere y/o no puede debatir su acercamiento al kirchnerismo abiertamente, ni quiere soportar las acusaciones del público de izquierda por ser el principal dinamitador del FIT. En particular, no quiere enfrentarse con quienes le advirtieron esto antes que nadie. No vienen porque nos tienen miedo. A nosotros y a cualquier militante honesto e informado de su política de los últimos años. Y, como no puede admitirlo, pone excusas ridículas e inventa cosas que nunca dijimos.

Hace casi un mes, invitamos a Christian Castillo, Claudio Dellacarbonara y Andrea D’Atri a ser parte de los paneles de debate de nuestro Encuentro de la Izquierda Revolucionaria, a realizarse los días 1, 2 y 3 de septiembre. Sin mucha demora, aceptaron. Más cerca de la fecha, nos volvieron a confirmar su presencia. Esto queda claro no solo porque hay mensajes escritos, sino porque hace tiempo que venimos realizando publicidad en la que anunciamos sus nombres. En caso de haberlo hecho sin su autorización, lógicamente hubiéramos sido objeto de una denuncia en su momento o ahora. Obviamente, no hay nada de eso, porque ellos mismos se comprometieron a venir. Al menos, hasta el miércoles 31 de agosto a las 23:17 hs.

En efecto, el miércoles casi a medianoche, recibimos un correo de la dirección del PTS explicando que no iban a formar parte de los paneles por diferencias con RyR. ¿Cuáles son esas diferencias que les impiden venir a decir lo que les venga en gana? Según la carta, tres motivos: a. RyR “insulta”; b. RyR no apoyó al FIT; c. RyR sostiene que Stalin es un revolucionario y reivindica su política de industrialización acelerada. Todo esto da vergüenza ajena, porque no es más que un enredo inútil tejido con poca habilidad. Dejemos, por un momento, las acusaciones, veamos cuestiones ciertamente elementales.

Primero: esas razones (aún si fueran ciertas) no corresponden, porque no le estamos ofreciendo al PTS disolverse en RyR, ni siquiera un frente de intervención común en algún ámbito particular, sino simplemente venir a un espacio de debate. Es decir, les damos un lugar para decir lo que quieran, por ejemplo, que somos unos “stalinistas”. Y no se trata de que vengan a discutir con RyR, sino con todas las corrientes políticas y sindicales que se reconocen de izquierda. Todas. Incluso aquellas con las que tenemos diferencias más graves que la polémica sobre la industrialización de la URSS luego de la NEP, como el PCR. Por lo tanto, esos argumentos no corresponden y son poco creíbles como excusa para no acudir a un debate. Repetimos: no les pedimos que estén de acuerdo con nosotros, sino que los invitamos a defender sus posiciones. Es más, si estuvieran completamente de acuerdo en todo con nosotros, no los hubiéramos invitado, no solo por aquello de “pan con pan”, sino porque nos hubiéramos incorporado al PTS hace rato. El problema, evidentemente, está en otro lado, aunque por aquí empieza a asomar la punta del ovillo.

Segundo: si creían todo esto de nosotros, ¿para qué nos confirmaron su presencia? ¿Por qué no nos dijeron todo esto antes? Todas las acusaciones se refieren a posiciones nuestras del año pasado, como mínimo. ¿Acaso pensaban diferente hace un mes, cuando estaban dispuestos a venir a discutir? Otra vez, todo es muy poco serio y poco creíble: tomaron la decisión de no venir cuando tuvieron que preparar sus intervenciones. Para no quedar como cobardes, juntaron una serie de diferencias, lanzaron una serie de mentiras y todo eso junto lo convirtieron en una excusa.

El PTS ya nos tiene acostumbrados a desplantes y faltas de respeto de este tipo. El 27 de junio de 2015, decidimos organizar una charla con los tres partidos del FIT. Christian Castillo confirmó un mes antes. Luego, reconfirmó 15 días antes. Pero el día anterior a la charla, el PTS avisó que sólo iría si se le cumplía la ridícula pretensión de presentar dos expositores (con el argumento de que, si no, iban a ser “dos contra uno”, debido a la confección de listas de las PASO). Se le explicó que era un representante por partido y que no se podía subordinar la charla sobre la estrategia y la construcción partidaria a argumentos coyunturales discutibles. Acordaron, pero reemplazaron a Christian Castillo por Patricio del Corro. Cuando la charla estaba por comenzar, anunciaron que Del Corro tampoco iba a estar. Era una falta de respeto, pero a pedido de José Castillo, se los invitó a poner al representante que quisieran. Ni siquiera así aceptaron. Era obvio que no querían debatir e inventaron cualquier excusa, de la que, tirando, se va desarmando el enredo.

Dicho esto, vayamos a los argumentos. El primero es que “insultamos”. Una mentira. Si repasamos los debates entre el PTS, el PO e IS, por no hablar de otros partidos, no encontramos términos menos graves de los que alguna vez hemos esgrimido. El PTS ha participado de cientos de debates con nosotros y en ninguno los hemos agredido personalmente, ni los hemos difamado. Y no nos van a dejar mentir, porque están grabados. Hemos abierto nuestras publicaciones al PTS, sin ningún problema. Incluso, en una ocasión, Castillo se refirió a Eduardo Sartelli como “Sir”, en alusión a nuestras posiciones sobre Malvinas, y solo arrancó de nuestro compañero una sonora risotada. Decir que actúan como reformistas no es un insulto, es una caracterización. Y, como tal, puede ser adecuada o inadecuada. Ofenderse por un señalamiento político, en lugar de discutirlo, es una actitud infantil que no corresponde en política ni en la vida.

En cambio, en una situación de insulto real, por fuera de las reglas de discusión política, el PTS se colocó del lado del agresor. Fue en la Asamblea de Intelectuales, en la cual Pablo Alabarces, en su defensa del directorio de CONICET, le escribió (y por lo tanto la prueba queda) “pelotudo” y otros insultos a Fabián Harari (que denunciaba persecución), con el aval del PTS. No era la primera vez, ya que poco antes el mismo personaje había llamado “hijo de puta” a Eduardo Sartelli y la “feminista” representante del PTS en la Asamblea, Arianne Díaz no dijo ni mu. Obviamente, todo esto es una estupidez y da vergüenza hacer perder el tiempo a gente que tiene cosas más importantes que hacer, pero habla a las claras del horizonte mental de la dirección del PTS, que cuando le conviene grita “ni una menos” y cuando no, defiende a acosadores sexuales simplemente porque son kirchneristas. Por ahí sale el piolín…

El segundo punto es, también, una mentira. Denuncian que RyR “llamó explícitamente a no apoyar al Frente de Izquierda y de los Trabajadores en las últimas elecciones presidenciales [el subrayado es nuestro]”, y nos compara con el “apoyo” del MST y el NMAS. Eso no es cierto. Primero, intentamos que el FIT no fuera a las PASO. Pedimos un congreso de militantes para definir candidaturas, mientras el PTS se dedicó a agitar en favor de ese instrumento de intervención burguesa en los partidos revolucionarios. Segundo, hicimos campaña en las PASO por el FIT, más precisamente, por la Lista de Unidad, mientras el MST y el NMAS se presentaron contra el FIT. Es decir, no solo llamamos a votar, hicimos una fuerte campaña: volantes, afiches, pegatinas, spots publicitarios, etc. Pusimos a todos nuestros militantes como fiscales, además de aportes monetarios. Todo eso, sin esperar ni recibir nada a cambio porque no figuramos en ninguna lista con ningún candidato. Pasadas las PASO, enviamos dos cartas abiertas: una a la Lista de Unidad y otra al PTS. El motivo era proponer una campaña socialista. Como fuimos desoídos, decidimos retirarnos de la campaña, pero en ningún momento llamamos a no votar al FIT. Desafiamos al PTS a que pruebe tamaña difamación.

En el comunicado que se hace alusión estamos explicando por qué no íbamos a hacer campaña activa por el FIT, tal como hicimos en las PASO. No se está discutiendo lo obvio: nuestro voto al FIT. No se aclara lo que no hace falta aclarar. Si leen el comunicado completo, se dice muy claramente a continuación: “Llamamos al FIT a rever su campaña”. Es decir, nos considerábamos un elemento afín al FIT y unos constructores del mismo, aunque nunca nos hayan dado ningún lugar. De hecho, más de una vez hemos llamado a “rescatar al FIT”. Es más, en las últimas reuniones de organizaciones políticas, propusimos el relanzamiento del FIT, sin que nadie (y mucho menos el PTS) haya ni siquiera opinado al respecto.

En cambio, si hay alguien que ha conspirado contra el FIT, ha sido el PTS. Insistió permanentemente para ir a las PASO, si no le daban las candidaturas que por peso partidario no tiene. Obligó a ir a las internas abiertas y apeló al público menos obrero y más despolitizado para arrebatarle la dirección al PO. Para colmo, dirigió una campaña en la que el FIT retrocedió, política y organizativamente. No contento con eso, rompió todos los acuerdos en las legislaturas, armando bloques propios. Por último, se acercó al kirchnerismo, llegando a votar en conjunto verdaderos ataques a la clase obrera, lo que constituye una estafa a los votantes del Frente. ¿Quién es el que está en contra del FIT? Hay que seguir tirando de la piola para ver dónde se esconde el verdadero problema.

Tercero: Stalin. ¿Realmente alguien cree que la discusión sobre Stalin amerita no ir a un panel sobre la estrategia de la izquierda en la Argentina con el resto de las organizaciones? De todas formas, veamos brevemente el problema… Decir que Stalin no fue un revolucionario es decir que el Partido Bolchevique tampoco lo fue. De Stalin se podrán decir muchas cosas, pero fue un verdadero factótum en la construcción del partido en sus etapas más difíciles, mientas Trotsky construía su figura individual paseando por el mundo después de abandonar esposa e hijas en Siberia. Fue uno de los dirigentes de la revolución y un constructor del Estado soviético. Recordemos que el propio Trotsky atacaba a quienes querían ver en la dirección soviética de Stalin a una nueva clase social o a una contrarrevolución y llamaba a defender incondicionalmente a la URSS. Que el propio Trotsky prefería la alianza con Stalin antes que con Bujarin y que el mismísimo Lenin llamaba a evitar la ruptura entre quienes consideraba los jefes máximos del proceso revolucionario. Los errores y las deficiencias programáticas (el socialismo en un solo país, el aval a los frentes populares), por más grandes que sean, no le quitan su carácter de dirigente de una revolución. Que la dirección stalinista, con Stalin como máximo responsable, degenerara en una élite de criminales y asesinos, es otra discusión, pero en ese resultado debe incorporarse como insumo imprescindible los métodos con los cuales el resto de la dirigencia bolchevique colaboró, métodos y procedimientos que allanaron el camino al resultado final. Stalin no inventó la Cheka, ni la censura, ni la represión a la oposición revolucionaria, ni la prohibición de las fracciones internas ni el partido único. Ni siquiera inventó los procesos judiciales fraudulentos. Todo eso fue inventado por toda la dirección bolchevique, es decir, por Stalin, por Lenin, Bujarin y, por supuesto, Trotsky. Curiosamente, demostrando que se trata de una añagaza inventada a último momento, el PTS nos acusa, simultáneamente, de defender a Stalin y de sumarnos a la crítica burguesa liberal que juzga toda la experiencia bolchevique como preparatoria del stalinismo. Como ya dijimos en ocasión de contestar a las críticas al prólogo de Eduardo Sartelli y Rosana López Rodriguez a Literatura y Revolución, hay un “especie” de trotskistas que no entienden la diferencia entre comprender un proceso y estar de acuerdo con el resultado. Entender por qué Stalin cumplió el papel histórico que cumplió, no implica estar de acuerdo con su política, sus métodos y sus ideas. También dijimos allí que nuestras predilecciones andaban más cerca de la Oposición Obrera y de la izquierda bolchevique, pero cuando el PTS tiene que mentir, ni siquiera sabe hacerlo con eficiencia. Sin, embargo, otra vez, estos problemas no tienen nada que ver con la asistencia o no a un debate. Sobre todo cuando el mismo partido que expresa estos pruritos ideológicos no tiene el menor empacho en otorgar amplísimos espacios en su prensa a voceros del nacionalismo peronista y connotados funcionarios kirchneristas… Por acá sigue la piola.

La pregunta es otra: si el PTS piensa como dice que piensa, ¿por qué no vino a nuestras jornadas a acusarnos de violentos, de querer destruir al FIT y de stalinistas? ¿Por qué dijo que venía y un día antes se arrepiente? Y lo más importante, ¿por qué, en lugar de poner excusas ridículas y difamar a quien lo invitó cordialmente, no mira de frente y expone las verdaderas razones de su ausencia? Solo la enorme cobardía teórica de la dirección de un partido que no hace honor a la valía de sus bases, explica esto. Este es el nudo de la cuestión: la dirección del PTS tiene una política que no puede defender ante sus propios compañeros. Por eso quiere evitar toda confrontación pública: porque tiene miedo a exponer sus debilidades teóricas y políticas. No es a Razón y Revolución a quién insulta o censura. Es a sus propios compañeros, a quienes les impide poder valorar adecuadamente la corrección o no de las políticas de la dirección del partido. Y esta gente habla de “stalinismo”…

Razón y Revolución

Ver Carta de la dirección del PTS a Razón y Revolución. Por qué no participaremos en las jornadas

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