Carta de la dirección del PTS a Razón y Revolución. Por qué no participaremos en las jornadas

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A los organizadores:

Por la presente queremos comunicarles que ningún referente del PTS participará de las próximas jornadas de Razón y Revolución.  Varias consideraciones fundamentan esta decisión.

(1) En primer lugar, no sorprendemos a nadie si decimos que la organización RyR, empezando por su principal referente, ha hecho gala del método del insulto permanente; entre ellos a militantes y referentes de nuestra organización (tanto en jornadas anteriores como en listas de mails que compartimos). Consideramos inadmisibles estos métodos entre organizaciones de izquierda, como ya les hemos señalado infructuosamente en repetidas oportunidades.

(2) En segundo lugar, RyR fue una de las pocas organizaciones que se reivindica de izquierda, que llamó explícitamente a no apoyar al Frente de Izquierda y de los Trabajadores en las últimas elecciones presidenciales de octubre de 2015. Como sí lo hicieron el Nuevo MAS, diversos sectores de la izquierda independiente (tanto los que integraron las listas del FIT como los que no lo hicieron), el MST,  e incluso Patria Grande, entre otros. Siendo que la fórmula del FIT era la única alternativa de independencia de clase que enfrentaba a las cinco variantes patronales que participaron de aquella elección.

Según afirmó RyR en aquella ocasión: «Siempre apoyamos al FIT, porque apostamos a lo que siempre dijo de sí mismo. Pero se comporta como un frente peronista. Nosotros no somos peronistas. Somos socialistas revolucionarios. Vamos a participar en una campaña que combata la conciencia burguesa. No vamos a alentar aventuras electoralistas en nombre del Socialismo.» Como se ve en este tipo de afirmaciones la verborragia de RyR es inversamente proporcional a la seriedad de los argumentos.

Actualmente convoca, entre otros, a referentes del Frente de Izquierda, a sus jornadas «de la izquierda revolucionaria».  Sin embargo, hace meses sostenía que: a) «Los partidos del FIT le temen al Socialismo. A la palabra y a su significado. Temen pronunciarlo.»; b)  «Tienen escindida su personalidad: hacia adentro son revolucionarios y, a la hora de salir al ruedo, reformistas.»; c) «Los partidos del FIT le mienten a la clase obrera»; d) «Lo que hay en el fondo [en referencia al FIT] es la creencia de que el capitalismo termina regenerándose y que la clase obrera es incapaz de adquirir una conciencia revolucionaria»; e) El FIT «se comporta como un frente peronista»; f) «La presencia de una cámara transforma a los bolcheviques en liberales enojados.»; etc., etc.

Es decir, los que le tenemos miedo al socialismo y «a la hora de salir al ruedo» somos reformistas, los que le mentimos a los trabajadores y nos comportamos como un frente peronista, ahora somos invitados al «primer encuentro» de la izquierda revolucionaria… internacional.

Lo anterior, no es más que uno de los ejemplos, de la poca seriedad de RyR, donde las palabras no tienen el más mínimo valor, un método extraído de lo más rancio de la academia y la «rosca» estudiantil. Cuyo contenido es el ataque sistemático al FIT y a nuestra organización en particular.

Que este método a veces resulte ridículo, no le quita el carácter ajeno a la tradición del socialismo revolucionario. Como cuando dieron su «ultimátum» al PTS en junio de 2015, diciendo: «Lo único que queda por hacer es ir a las PASO y barrer a los responsables de esta situación puntual. […] Si el PTS quiere evitar todo esto, debe hacer tres cosas. Uno, callarse la boca. Dos, admitir su responsabilidad y pedir disculpas a toda la militancia. Tres, aceptar los cargos y los lugares que le asignen, sin chistar. Si no, que se haga cargo de las consecuencias que resultan del lugar en el que se puso.»

(3) En tercer lugar, visto lo anterior, no nos extraña que una de las «innovaciones» últimas de RyR sea una especie de «recuperación» histórica del legado «revolucionario» de Stalin, bajo la divisa «Stalin era un revolucionario». «Stalin –dice Sartelli– promete algo mucho más concreto, mientras Trotsky nos propone que esperemos a que caiga maná del cielo.»

Con la misma seriedad con la que RyR escribe sobre política, lo hace sobre teoría. Para ello no duda en apelar a las falsificaciones históricas, como por ejemplo: «Stalin construye un poder haciéndose cargo de los problemas reales. Hacia fines del 20 la NEP está agotada, y hay que tomar una decisión. Stalin la toma: la industrialización acelerada, o sea el programa que se decía trotskista.» Y agrega: «El problema de fondo no es lo que cada uno quiere, sino lo que la realidad les va a permitir. Stalin toma el toro por las astas: procede a la liquidación de los kulaks como clase, produce un gigantesco avance que Trotsky reconoce en La revolución traicionada.»

Desde luego, tal reconocimiento no existe. Al contrario, justamente en aquel libro Trotsky muestra el desastroso resultado de la acción de la burocracia. Decía: «Las consecuencias destructivas de esta aventura no tardaron en dejarse sentir, para durar años. […] Las pérdidas humanas -a consecuencia del hambre, del frío, de las epidemias y de la represión- por desdicha no han sido registradas con la misma exactitud que las del ganado, pero también se calculan por millones. La responsabilidad de todo esto no incumbe a la colectivización sino a los métodos ciegos, aventureros y violentos con los que se aplicó. La burocracia no había previsto nada. […] nunca el soplo de la muerte había estado tan cerca de la tierra de la Revolución de Octubre, como durante los años de la colectivización completa. El descontento, la inseguridad, la represión, desgarraban al país. Un sistema monetario desorganizado; la superposición de los precios máximos fijados por el Estado, precios ‘convencionales’ y precios de mercado libre; el paso de un simulacro de comercio entre el Estado y los campesinos a impuestos en cereales, carne y leche; la lucha a muerte contra los robos innumerables del haber de los koljoses y la ocultación de estos robos; la movilización puramente militar del partido para combatir el sabotaje de los kulaks después de la ‘liquidación’ de los mismos como clase; y al mismo tiempo, el regreso al sistema de cartillas de racionamiento y a las raciones de hambre, el restablecimiento, en fin, de los pasaportes; interiores: todas estas medidas devolvían al país a la atmósfera de la guerra civil terminada hacía largo tiempo.» (Trotsky, La Revolución Traicionada).

Con la misma liviandad el referente de RyR dice que Trotsky en comparación con Stalin «utilizó métodos (o los convalidó) no demasiado distintos y no estaba en desacuerdo profundo con Stalin sobre el curso de la revolución.» A la manera de la mejor literatura liberal antirevolucionaria, RyR pone un signo igual entre los métodos de la revolución y la burocracia contrarrevolucionaria. Desde luego, sin molestarse en fundamentarlo.

En estas circunstancias y por estas razones, desde el PTS, no participaremos de las jornadas organizadas por Razón y Revolución.

Matías Maiello, Christian Castillo y Claudio Dellecarbonara (por la dirección del PTS)

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