¿Qué pasa en el mundo? EE.UU. y la impotencia del capitalismo para enfrentar la pandemia del Coronavirus

en La Hoja Socialista 18/Novedades

Estados Unidos, que suele ser visto como el paraíso del capital, muestra hoy, en medio de la crisis económica mundial y la pandemia del Coronavirus, la inutilidad de una sociedad basada en la ganancia.

El primer caso apareció en el país el 20 de enero. Como Alberto y Ginés los primeros días, Trump minimizó el problema y declaró que el asunto no tenía mayor importancia. En todo momento, se negó a una cuarentena nacional. El 23 de marzo, con más de 53 mil casos, solo 9 estados habían tomado esa medida. Hoy, con casi 750 mil casos y 40 mil muertos, siguen habiendo estados sin decretarla.

La inutilidad de Trump no terminó allí. El 27 de marzo se puso en marcha la medida económica de asistencia más importante desde el inicio de la crisis: la Ley CARES, que significó un desembolso de 350 mil millones para empresas y trabajadores. Sin embargo, el reparto de ese monto muestra las prioridades: solo 550 millones van a parar a subsidios a trabajadores y desocupados. Todo lo demás, a los patrones.

En el mejor de los casos, un desempleado obtendrá u$d 1.115 mensuales durante cuatro meses, una cifra insuficiente si consideramos que un trabajador promedio debe costear su propio seguro de salud, alquiler y alimentación. Cabe destacar que la cifra de desempleados trepó a los 22 millones y solo en la última semana, 5.2 millones pidieron la asistencia por desempleo.

También se lanzó una ley que obliga a pagar licencias por enfermedad mientras dure la pandemia. Digamos, de paso, que un cuarto de los trabajadores yanquis no tienen acceso a licencias pagas por enfermedad. Pues bien, aquí también hay trampa. Primero, antes de aplicarse la licencia, al trabajador se le descontarán los días de vacaciones. Segundo, no es un pago total, sino dos tercios de su tarifa regular y no puede superar los u$ 200 por día y un máximo de 10 semanas completas. Tercero, las empresas con menos de 50 empleados están exentas de pagar la licencia.

Estas respuestas a todas luces insuficientes, tienen su explicación en la respuesta de la burguesía yanqui a la pandemia. Los principales lobbys económicos, la Cámara de Comercio, la Asociación Nacional de Manufacturas y la Asociación Nacional de Fabricantes, entre otras,  desde la hora cero batallaron contra la paralización de las actividades.

El escenario se completa con el sistema de salud. Como se sabe, en EEUU no existe la salud pública y el empleador no está obligado a ofrecer un seguro médico. Por ello es que se estima que casi 40 millones de personas, casi el 11% del total, no tiene cobertura médica. Los planes privados tienen costos altísimos. El más económico, el Medicare, implica un gasto de u$d 144 mensuales, que solo habilita al ingreso de un sistema de copagos.

Con este panorama, es lógico que muchos trabajadores no cuenten ni siquiera con la cobertura básica. Acá, más que nunca, la salud a la cuestión de clase: las capas más pobres de la clase obrera no tienen acceso a la salud o lo hacen de forma parcial. Si son atendidos sin seguro médico, deberán endeudarse para pagar fortunas por esa atención.

El problema no termina ahí. Hay enormes carencias en el sistema de salud yanqui. Se estimó que en una pandemia grave podrían necesitarse 740 mil respiradores, pero el país solo cuenta con 200 mil. Hoy en día, las camas de hospitales ya son insuficientes. Tampoco hay barbijos y batas para protección del personal de salud. Es que se utiliza un sistema de producción “al momento” (just in time), que no produce stock y resulta más económico. Claro que en tiempos de pandemia se vuelve inútil, porque la demanda crece muy rápido y no hay abasto. Tampoco hay testeos masivos. Se realizan a razón de 26 pruebas por cada millón de habitantes.

A todo esto, Trump organizó un nuevo comité de crisis para ver cómo reactivar la economía lo antes posible. Una vez más, quedan claras sus prioridades. La crisis norteamericana no nace con el virus, sino que éste la pone en evidencia y muestra su peor cara. Especialmente en la perversión de un sistema de salud que no le importa la vida humana; en el avasallamiento de los derechos más básicos de la clase obrera, como las licencias pagas; en la precariedad y vulnerabilidad de una gran porción de los trabajadores que morirán en manos de la desidia del capital. La pandemia muestra una vez más que el capitalismo no tiene nada para ofrecernos y es hora de toma el problema en nuestras manos.

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