El 23 y el 24 movilizamos al Congreso
El próximo miércoles 24 la Cámara de Diputados tratará –siempre que se apruebe en la comisión correspondiente el martes 23- el presupuesto 2019. Se trata de otro presupuesto de ajuste que el gobierno impulsará, en esta ocasión, con una meta de déficit primario cero. Ocurre que el gobierno debe costear una serie de gastos destinados a salvar capitalistas ante la crisis económica. Y para eso debió recurrir a la deuda con el FMI. Mientras, elige ajustarnos a nosotros, los trabajadores.
Las negociaciones en el Congreso
Para impulsar el presupuesto, el gobierno llevó a cabo durante semanas decenas de negociaciones con gobernadores y diputados. El objetivo: afinar de dónde sale la plata, dónde recortar, dónde compensar, etc. Varios fueron los puntos de discusión: las exenciones al pago de ganancias, los recortes en subsidios nacionales al transporte y energía, las compensaciones por eliminación del fondo sojero, la creación de un fondo fiduciario para las obras públicas, el aumento de la presión impositiva (vía impuestos al cheque o la baja del mínimo no imponible del impuesto a los bienes personales), entre otras. En el medio, el Gobierno debió dar marcha atrás con las compensaciones por la devaluación a las gasíferas vía tarifazo, para pasar el Estado a absorber directamente el gasto en cuestión. O sea, lo seguimos pagando nosotros, aunque con nuestros impuestos. Es decir, el mismo mecanismo que usaba el kirchnerismo. Está claro que el presupuesto supondrá mayores tarifazos, ajuste en el Estado, en educación y salud.
En los hechos, por el momento, el Gobierno contaría con una mayoría escueta, compuesta por diputados oficialistas y del PJ federal (Argentina Federal), el Movimiento Popular Neuquino, Frente Cívico de Santiago y Elijo Catamarca. En la otra vereda, a la oposición del FIT, se le agregaría la de Massa, el FPV y el interbloque Evita-Libres del Sur. Sin embargo, no hay que dejarse engañar: ni Massa, ni los K, ni Grosso, ni Donda están pensando en combatir el ajuste. Tan solo están de campaña y especulan con ganar votos para en 2019 gestionar el ajuste. Prueba de ello es que allí donde gobiernan, el kirchnerismo también ha descargado el ajuste contra los trabajadores de una manera escandalosa. Así lo hizo en Santa Cruz, donde Alicia Kirchner ofreció un 2% a los docentes.
¿Presupuesto del FMI o de la burguesía?
El punto que nadie discute entre los bloques patronales es la necesidad de seguir subsidiando a los capitalistas. Este punto nos lleva al aspecto central de la discusión: ¿por qué el gobierno necesita juntar plata? Para pagarle al FMI, dicen algunos. Pero, ¿por qué debió recurrir a la deuda? Y ahí está el meollo del asunto. En realidad, el presupuesto que el gobierno impulsa no es el presupuesto del FMI, sino el presupuesto de la burguesía argentina. La clase capitalista que nos gobierna es tan improductiva que solo sobrevive a costa de subsidios permanentes en varios conceptos. Así, las quejas por la “presión impositiva” que levantan algunos capitalistas remiten a sumas irrisorias en relación a los gastos del Estado que absorben. Y no perdamos de vista algo más: estamos hablando de los mismos parásitos cuyos negociados saltaron a la luz con el escándalo de los cuadernos. No hablamos de los banqueros o financistas. Hablamos de grandes industriales como Techint, Pescarmona o Roggio. Como se ve, el capitalismo argentino no tiene mucho más para dar que corrupción y ajuste sobre nuestras condiciones de vida.
El asunto de las gasíferas lo dejó bastante claro. Mientras los trabajadores ven cómo empeora su salario con la devaluación, las compañías obtienen compensaciones del gobierno. Otro ejemplo es Vaca Muerta donde una sola planta gasífera como Fortín de Piedra (gestionada por Techint) recibió luego de intensas negociaciones en septiembre, casi 700 millones en materia de subsidios. Lo mismo recibieron todas las empresas del emprendimiento gasífero. Es evidente que el gobierno recorta, pero no a los capitalistas. Así, la crisis la paga la clase obrera.
El kirchnerismo, en cambio, señala que el problema son los “modelos”: uno financiero (Macri y el FMI) contra otro industrial (los K y el peronismo). Así, las finanzas se comerían a la producción y la crisis se desataría por culpa exclusiva de Macri. En esta lectura, confluye en buena medida la izquierda que supone que la deuda “somete” a la nación, haciendo que el país deje de funcionar “normalmente”.
Pero es una lectura equivocada e interesada. Primero, porque este es el capitalismo “normal”. En Argentina, no hay otro capitalismo posible más que éste. Y esto excede al actual gobierno. Sea Macri, Cristina, Massa o Urtubey, todos tarde o temprano necesitarán de la deuda para darle oxígeno a las ganancias capitalistas. De hecho, fue el mismo Kiciloff el que tocaba la puerta de cuanto financista pudiera prestarle. Por lo tanto, gobierne quien gobierne, el capitalismo tiene una dinámica objetiva que lo lleva a la crisis cada 7 o 10 años, por lo que todos necesitarán ajustar tarde o temprano. La deuda, viene a amortiguar el impacto de ese ajuste para no tener que recortar los subsidios al capital, porque en principio supone una entrada de dinero. La deuda no es “a costa” de la producción industrial –como imaginan los peronistas y la izquierda-, sino para salvar a los principales capitalistas del rubro. El problema es que después la tenemos que pagar nosotros.
Por eso, la oposición parlamentaria de los bloques patronales en cuestión es ficticia. Se trata de un acto especulativo de cara a las elecciones. Cualquier hipotético programa de gobierno capitalista que lleven a cabo desde sus fórmulas electorales, va a necesitar de estos mismos parámetros de gestión: subsidios y deuda. Por eso, terminarán reconociendo los acuerdos y presupuestos a los que hoy dicen oponerse.
El 24 al Congreso
El 24 en el Congreso se desarrollará una jornada de lucha contra el presupuesto. Por un lado, convocarán gremios de la CTA Autónoma (Perón) y ATE Nacional, que firmó una declaración junto con el triunviro saliente Schmid. También estarán el 21F y el Frente Sindical por la Liberación Nacional, movimientos sociales (entre ellos, los ligados al Vaticano) y el kirchnerismo. Es decir, todo el continente que fue a rezar a Luján el domingo. Allí están quienes quieren ganar el año que viene las elecciones para frenar las causas judiciales que podrían dejarlos presos. En general, se trata de una dirigencia que durante los tres años de gobierno macrista ya dio sobradas muestras que la lucha contra el ajuste no está en sus planes. No tiene ningún plan de lucha preparado. En los hechos, su planteo es no tensar demasiado de la cuerda: movilizaciones testimoniales aisladas, marchas a Luján, actos electorales… Eso es todo. Además, la amenaza latente de los carpetazos está siempre sobre la mesa. Mientras tanto, la CGT convoca a paros para “descomprimir” a los descontentos y nada más.
Pero también estará presente la izquierda y el Plenario del Sindicalismo Combativo que montará una vigilia desde el día 23. Se trata de la única opción para poner en pie un plan de lucha. El PSC necesita dar un salto organizativo y apuntar en ese sentido. Lo del miércoles puede ser importante solo si ayuda a construir un camino independiente. Así, el problema no se agota con el presupuesto ni con un eventual enfrentamiento callejero. Planteados como únicas acciones, no son más que eventos aislados que no reflejan la conformación de un movimiento real. El asunto es saber leer qué herramienta de reagrupamiento nos deja planteada la jornada para organizar una fuerza social en ciernes. Necesitamos una Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados que resuelva un plan de lucha propio y una salida obrera y socialista a la crisis. Esa es la verdadera llave: necesitamos estatizar toda la producción y ponerla bajo control obrero y dejar de dilapidar recursos para costearle la ganancia a un par de capitalistas inútiles. Que la crisis la paguen ellos.
Corriente Clasista Goyo Flores – Razón y Revolución