Por Ezequiel Flores
Al momento de cerrar la redacción de esta nota, los docentes de Misiones dimos un golpe a la burocracia sindical Adomista y al gobierno provincial de la Renovación. Luego de 8 meses de lucha, en un contexto de ajuste brutal, logramos arrancarle a la patronal una recomposición salarial parcial que elevó el básico a $10.500,77 y recuperó el adicional Material Didáctico que la propia patronal y la burocracia sindical habían acordado eliminar apenas 10 días antes. Además, entre otras cuestiones, el gobierno se comprometió a mantener un primer encuentro para discutir la grilla de puntos índices en noviembre. Varias lecciones se desprenden de este proceso.
En primer lugar, este aumento salarial se conquistó a fuerza de cortes de ruta y asambleas de base en las que participaron miles de compañeros. Quedó demostrado que la lucha paga y que este triunfo tiene que ser combustible para ir por más. Tenemos fuerzas suficientes para elevar la vara y, si nos organizamos podemos apuntar a una victoria aún mayor: la recomposición histórica de nuestro salario.
En segundo término, hay una posibilidad real de superar al reformismo. El quiebre interno de UDPM -conducido por Adomis- llevó a que cada vez más afiliados se sumaran a las movilizaciones y cortes de ruta en toda la provincia. La debilidad de Adomis para contener a las bases y el descontento generalizado abrió dos caminos. Uno de los senderos, alentado por los gremios que hoy son oposición, lleva a la desafiliación. Claramente, el único efecto que tiene la desafiliación es profundizar aún más la fragmentación y la dispersión sindical. La otra senda, nos abre la posibilidad de recuperar el sindicato mayoritario pero para eso necesitamos construir un frente opositor multicolor que ponga el cuerpo a esa tarea. A su vez, es terreno fértil para discutir un programa que reivindique nuestro rol como trabajadores intelectuales, es decir, como sujetos políticos capaces de pelear por una educación para la transformación social.
Esto último nos lleva a la tercera lección. Tras esta conquista de la lucha, aún se mantiene una amplia agenda, laboral y pedagógica, que resulta imprescindible poner sobre la mesa. Por eso a continuación haremos un balance de los problemas que se agudizaron durante la pandemia y frente a los cuales resulta urgente debatir.
Educación en pandemia
Misiones fue una de las primeras provincias en declarar la cuarentena y suspender las clases presenciales. Desde el 12 de marzo, la modalidad virtual se instaló en la provincia de la mano de la Plataforma Guacurarí que el gobierno provincial intentó imponer como herramienta pedagógica. Sin embargo, la falta de conectividad -4 de cada 10 hogares no tiene internet- y de computadoras hizo que el principal medio de comunicación sea Whatsapp. No lo decimos nosotros, lo afirmó el propio presidente del CGE, Alberto Galarza, quién aseguró que la mayoría de los estudiantes que tuvieron continuidad pedagógica lo hicieron a través de whatsapp, una aplicación que no está diseñada para tomar clases, precisamente. La realidad misionera es similar a la del resto del país. Así, todo el vínculo pedagógico se limitó a enviar y recibir archivos bajo la denominación de “tarea”. Los resultados están a la vista. Según Galarza un 92% de los estudiantes tuvo continuidad pedagógica este año. El 8% restante -32.000 estudiantes contando desde nivel inicial a superior- dejó la escuela. No sabemos qué tan real es ese número, porque el gobierno no hizo un censo para relevar las condiciones pedagógicas de los estudiantes. Sospechamos que es muy superior si solo tenemos en cuenta que en “tiempos normales” la deserción es del 6% cada año. No obstante, incluso tomando por buenos esos números, es una masa enorme de estudiantes de todos los niveles. Los datos del nivel secundario muestran un panorama aún más oscuro. Recordemos que, antes de la pandemia, la mitad de estudiantes secundarios no culminaba el ciclo en tiempo y forma y el abandono anual por año es de 15%. Actualmente, según información de la Evaluación de la Continuidad Pedagógica, entre el 10% y el 17% de los adolescentes y jóvenes de la región no mantuvieron el vínculo pedagógico con su escuela. Es decir, se agudizará aún más la deserción en una franja etaria en la que ya de por sí el problema es enorme. Y vale aclarar, la desconexión es responsabilidad del gobierno que no destinó recursos materiales y humanos para asegurar que todos los estudiantes tuvieran continuidad. La mejor plataforma del mundo puede ser solamente un cascarón vacío sino se cuenta con: computadoras, internet gratuita y de calidad, docentes, equipos de orientación, personal técnico, condiciones de vida garantizadas para las familias de nuestros alumnos.
Conviene preguntarse cómo pretende el gobierno ocuparse del problema de la deserción. Los lineamientos del documento borrador “Plan Jurisdiccional de Retorno a las clases presenciales en la Educación Obligatoria y Superior” nos dan un pantallazo sobre lo que tienen en mente. En sus términos, pretenden armar una red “entre pares” bajo la consigna “nos importa tu voz, nos importas vos ¿dónde está tu compañero?”, o sea,que sean los propios estudiantes quienes reporten a sus compañeros desconectados con el objetivo de cruzar esos datos con los relevados por el CGE. En otras palabras, los propios estudiantes tienen que identificar a aquellos que quedaron en el camino. Para el acompañamiento, establece radios comunitarias, escuelas solidarias y “parlamento juvenil”. Por último, copiando la receta del porteño Jefe de Gobierno Rodríguez Larreta, quién pretendía abrir las escuelas como ciber, en la provincia proponen constituir 150 Centros de Re-vinculación Pedagógica (CRP) que funcionaran en establecimientos escolares de educación primaria, secundaria o superior distribuidos en los 77 municipios de la provincia. Con suerte, le tocan dos a cada municipio. Cabe destacar que, si están pensando que allí concurran los 32.000 desertores oficiales, hablamos de más de 210 alumnos por centro. Lo que queda claro es que se utilizarán todos los espacios físicos abiertos que cumplan con las condiciones para el distanciamiento físico o sea que las clases se dictarán en el patio o bajo un árbol, lo que ya es un hecho en muchas escuelas rurales y UGL. En lugar de brindar internet, computadoras, equipos de orientación y docentes para que los estudiantes puedan empezar a reinsertarse en el sistema educativo, el gobierno provincial busca mantener una farsa con el menor costo político posible y disimulando una real promoción automática. Por eso también brilla por su ausencia cualquier propuesta que implique la ampliación de la planta escolar que se mantendrá congelada.
Como en buena parte del país, este año prácticamente no se designaron suplentes ni se realizaron designaciones de cargos. Es decir, cerca de 10.000 compañeros en la provincia quedaron abiertamente desocupados. Para un puñado de estos compañeros, que cumplieron hasta tres meses de suplencia en 2019, se destinaron dos subsidios de $10.000 cada uno, en dos cuotas. Es decir, $5.000 de bolsillo por mes, durante cuatro de los seis meses que duró la suspensión de clases presenciales. Una miseria. Desde el primer día insistimos en que era preciso incorporar inmediatamente a los docentes desocupados para el proceso actual de continuidad pedagógica virtual. Observando el profundo nivel de deserción escolar, se vuelve aún más urgente la incorporación de todos esos docentes para recuperar a los estudiantes que quedaron por el camino y, frente a un posible retorno a las aulas, serán necesarios para trabajar en cursos desdoblados y para atender a la bimodalidad. Mientras los docentes ocupados están sobrecargados y extenuados, decenas de miles están sin empleo. Frente a esta irracionalidad (propia de una escuela capitalista) hay que exigir designaciones inmediatas para todos los docentes desocupados. Además, mientras en otras provincias se convocó, gracias a presión de las organizaciones gremiales, a actos públicos virtuales, el sistema de padrón de Misiones impide siquiera reclamar eso. Tenemos un sistema de padrón hecho a la medida de los acomodos punteriles de Adomis. Por eso, hay que echarlo a la basura y formar un sistema de padrón único provincial con acceso a horas y cargos por acto público. Por otro lado, la planta escolar debe ampliarse con la creación de equipos de orientación en cada escuela y el pase a planta de auxiliares y cocineras precarizadas.
Otra batalla pendiente es la de la infraestructura escolar. Recordemos que en julio el gobierno anunció el lanzamiento del programa “Agua y Escuelas” que garantizaría conexiones de agua a 100 escuelas de la provincia. Pasaron dos meses del anuncio y no hay noticias sobre el avance del proyecto. No sorprende que sea así, porque en lugar de realizar un relevamiento por personal idóneo el gobierno apeló a que sea el directivo de cada institución el encargado de reportar el problema o la falta de conexión de agua. Para hacerlo, cada Director tiene que realizar una descripción del problema, responder qué se necesita para solucionarlo, cómo se encuentra en la actualidad, adjuntar fotos y hasta localización de su escuela. El gobierno pretende que además de docentes, seamos ingenieros civiles…
…¿y después?
Es cierto que aún no estamos en el “después” porque la pandemia sigue y todavía no vimos lo peor de la crisis. Justamente por eso, tenemos que aprender de lo mejor que nos dejó este proceso de lucha que nos llevó a una victoria: la organización docente de forma independiente a la burocracia. La conclusión es que la lucha paga y muestra un camino. Necesitamos ir por más y vamos a ir por todo. No basta con proponernos recomponer la pirámide salarial e incluso con alcanzar una recomposición histórica de nuestro salario que eleve su capacidad de compra a dos canastas básicas totales. Hay que discutir en cada asamblea la necesidad de continuar la lucha por recomponer las condiciones pedagógicas que el gobierno Renovador -de la mano del kirchnerismo, el macrismo y los Fernández- fue arrebatándonos año tras año, sumergiéndonos más en la miseria. A esa tarea convocamos a todos los docentes, especialmente a aquellos que pusieron el cuerpo en las rutas para frenar el ajuste. Hoy más que nunca vamos a luchar por la escuela que merecen nuestros alumnos.