Los “Villa Azul” del interior del país

en La Hoja Socialista 19/Novedades

En los últimos días, se puso sobre la mesa el desastre sanitario en las villas miserias de Capital Federal y del Gran Buenos Aires. Villa Azul ya supera los 200 casos de infecciones de Coronavirus. Como ya explicamos en otra oportunidad, el virus se extiende porque encuentra un medio que le facilita la propagación: en este caso, el hacinamiento, las viviendas miserables, la falta de servicios elementales y una alimentación deficiente, entre otras cosas.

Si bien los medios se hicieron eco de este caso, así como el de Villa Itatí y la Villa 31, lo cierto es que esta realidad se extiende al conjunto del país. El interior no es la excepción. Del conjunto, se destaca el caso de la provincia de Chaco. Al primero de junio, la provincia se ubica tercera en el ranking de casos: la Ciudad de Buenos Aires 8.206 casos, Buenos Aires suma 5.892 y Chaco 887. Supera holgadamente a la cuarta en el ranking, Córdoba con 458. También se ubica tercera en el ranking de muertos por Covid-17, con 53 fallecimientos. Se apunta, además, la muerte más joven: una niña de 14 años, que era atendida en el Hospital Perrando, donde los trabajadores ya denunciaron la falta de las condiciones más elementales de seguridad e higiene.

Veamos un botón de muestra de la realidad chaqueña: Barrio Toba. Se trata de un asentamiento al noreste de la ciudad de Resistencia, capital de la provincia, que no paró de crecer desde su nacimiento en la década del 50. Se pobló de obreros expulsados del interior de la provincia ante la crisis forestal y del algodón, que los dejó sin trabajo. Así, fueron ocupando espontáneamente los terrenos del ex Ferrocarril General Belgrano.

Como cualquier asentamiento, no tiene cloacas, el acceso al agua potable es escaso sino nulo, la mayoría de las viviendas están hechas con material de descarte –cartón, nylon, etc.-, instaladas en zonas inundables. El hacinamiento es la regla. Se registraron más de 20 personas viviendo en una misma casilla. Como en cualquier asentamiento, también sus habitantes viven en la más profunda desocupación. Subsisten a base de planes de miseria o changas. Pero estas, en tiempos de cuarentena, son cada vez más escasas y los exponen al contagio.

Bajo estas condiciones, el Estado a través del ejército solo garantiza 620 raciones de alimentos diarias al mediodía. A esto que hay que sumar el aporte de tres comedores que funcionan en el barrio y atienden en promedio 100 personas cada uno, para una población, de por lo menos 3000 personas.

Va de suyo que en estas condiciones de vida, que condenan a los habitantes al hambre y la muerte, es completamente imposible cumplir con las medidas más básicas de prevención. El Barrio Toba registró el primer caso de coronavirus hace poco más de un mes. Hoy ya alcanzó, según la información oficial y con apenas 25 testeos diarios para una población de por lo menos 3000 personas, los 145 casos positivos y acumula 13 muertes. A eso hay que agregar que, aun siendo insuficientes los testeos, casi en la mitad de los casos estos dan positivo. Una realidad alarmante.

Nada distingue la situación de este asentamiento de lo que ocurre en los miles de asentamientos del conurbano bonaerense. La escalada infecciosa ataca por igual al Barrio Toba como a Villa Azul. Pero en Chaco, hay algo particular: la identificación de la población del Barrio Toba como qom, facilita la justificación de la inutilidad de quienes nos gobiernan. El principal problema para la prevención sería cultural, por tratarse de “indígenas”, la diferencia cultural haría más difícil el control sanitario.

La salida, de todas formas, es la misma para Capitanich que para Kicillof, el bolsonarismo: cercar el barrio, nadie sale y nadie entra, y que se arreglen. El confinamiento en la más absoluta miseria es la principal política de Estado para la mayoría obrera desocupada o empleada en negro del país.

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