Durante muchos años, y aún hay quien lo cree, Estados Unidos apareció como el paraíso capitalista en la Tierra. Los países del llamado Tercer Mundo, en África, Asia y América Latina, serían ejemplos de capitalismos que funcionaban mal, mientras que el gigante del norte era el reino de las oportunidades, para todo el que supiera aprovecharlas. Eso dio pie al llamado “sueño americano”, la buena vida accesible para todos. Sin embargo, hay mucho mito detrás de esto. Y los datos concretos muestran que el sueño se convirtió en una pesadilla para millones de trabajadores. Veamos.
Lo primero que hay que decir es que muchos usan de excusa la pandemia del Coronavirus. Ese sería el culpable de los males actuales. Ya explicamos que la gran crisis que atraviesa el mundo entero, es previa al Covid-19. Estados Unidos no es la excepción.
La pandemia llega a Estados Unidos en un momento en que millones de obreros se encuentran en condiciones de miseria profunda. Según datos de 2018, casi el 12% de los estadounidenses son pobres. Estamos hablando de más de 38 millones de personas. Todo esto medido oficialmente, con canastas alimentarias que no “alimentan” a nadie. Bien medido, el número podría elevarse a un 25%, abarcando 65 millones de personas. En 1969 el gobierno implementó un programa de asistencia alimentaria, que beneficiaba a 2 millones de personas. Hoy sigue existiendo y llega a 37 millones, que reciben 130 dólares mensuales. Esto no es todo, hay programas focalizados en niños que llegan a asistir a casi 30 millones.
Pero eso no es todo. Además del Estado, existen muchas ONGs dedicadas al reparto de comida. La fundación Feeding America asiste a 40 millones de personas y denuncia que los planes estatales son insuficientes y cubren menos del 30% de lo necesario para cada mes de alimentación. ¿De dónde sale la comida? De lo que sobra en grandes cadenas de comida rápida. Sí, reparten sobras de comida chatarra. A eso sumemos que con el cierre de restaurantes por la cuarentena, Feeding América advirtió que las donaciones cayeron. Sin embargo, la demanda de comida se espera que crezca en 17 millones de personas.
Finalmente, también hay planes sociales que ofrecen dinero en lugar de alimentos. El Programa de Seguridad de Ingreso Suplementario asiste a 8 millones de trabajadores con un monto por pareja de 1.175 dólares y un adicional de 293 por hijo. Así, una familia tipo recibe 1.761 dólares, cunado la línea de pobreza está en los 2.183.
Digamos, para completar el cuadro del hambre en Estados Unidos, que todos estos planes excluyen a inmigrantes e indocumentados. Unos 12 millones de personas que viven en la más absoluta miseria, con empleos muy precarios, si es que lo tienen. A ellos lo único que el Estado les ofrece son deportaciones anuales que alcanzan a 250.000 inmigrantes ilegales.
El otro enorme problema es el de los sin techos. El “sueño americano” no viene con techo asegurado. Un 35% de los habitantes del país alquilan su vivienda. Los montos de alquileres son altísimos. Un dato: el alquiler promedio en Nueva York en 2019 se ubicó en torno al 82% del ingreso promedio estadounidense. El problema es tan grande, que existen planes para subsidiar alquileres. Y se estima que sin ellos, el número de pobres aumentaría en casi 3 millones. Entre los años 2003 y 2016 se desalojó a un millón de familias por año, por no poder pagar el alquiler.
Ese es el drama de quienes tienen que pagar alquileres. Pero también hay una enorme masa de lo que se llama homeless, los sin techo. Las cifras oficiales registran actualmente a más de medio millón de estadounidenses sin hogar. Cerca de 200 mil viven en lugares no destinados para viviendas, como parques, veredas, autos abandonados o estaciones de subte, mientras que unos 300 mil duermen en refugios o paradores.
Como se puede ver, hambre y miseria es lo que abunda en la tierra del “sueño americano”. El país que produce la mayor riqueza del planeta no puede asegurar techo ni comida para millones de sus habitantes. Esto es el capitalismo que “funciona bien”. Está claro que este tipo de sociedad no tiene nada que ofrecerle a los trabajadores. Es momento que despertemos de la pesadilla capitalista, para hacer realidad el sueño rojo del Socialismo.
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