En las últimas semanas han ganado protagonismo quienes se oponen a la cuarentena. A diferencia de lo que sucedía en marzo y abril, ya no son los grandes empresarios los que bregan por una flexibilización de las restricciones, sino la pequeño burguesía y sectores de la clase obrera. ¿Qué explica esta situación? Intentaremos analizarlo en esta nota.
Gonzalo Sanz Cerbino y Hernán Calisaya
Laboratorio de Análisis Político
En las últimas semanas han ganado protagonismo quienes se oponen a la cuarentena. A diferencia de lo que sucedía en marzo y abril, ya no son los grandes empresarios los que bregan por una flexibilización de las restricciones, sino la pequeño burguesía y sectores de la clase obrera. ¿Qué explica esta situación? Intentaremos analizarlo en esta nota.
Entre la flexibilización y los subsidios
Si bien la gran burguesía desató en su momento una lucha abierta contra la cuarentena, hoy no parece estar entre sus principales preocupaciones. La producción agropecuaria con destino de exportación estuvo desde un principio exceptuada, así que no hubo allí grandes reclamos. En el caso de la industria, las sucesivas flexibilizaciones de la cuarentena permitieron restablecer la producción, con lo que el reclamo “anti-cuarentena” fue perdiendo importancia. A esto se suma que buena parte de los problemas que enfrenta hoy la burguesía local se iban a presentar igual, con o sin cuarentena. La crisis económica, en particular en la Argentina, es anterior a la aparición del Covid. Y con o sin cuarentena, la producción necesariamente se iba a resentir. Por eso, una vez conseguida la flexibilización que permitió retomar la producción, los grandes industriales comenzaron a exigir del gobierno que se multipliquen los subsidios, justificándose en la situación de emergencia. Veamos.
Durante marzo y abril, la gran burguesía industrial apuntó sus cañones a la cuarentena. La voz cantante la llevó el dirigente de la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (COPAL) y vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja, quien el 31 de marzo señaló que “no se pueden tener las actividades paralizadas a salario pleno”.[1] La frase escondía dos demandas, que los grandes industriales lograron arrancar a lo largo de abril: avanzar en una flexibilización progresiva de la cuarentena y la asistencia estatal para cubrir el pago de salarios. Así se llegó a la reunión entre representantes empresarios, sindicales y el gobierno el 6 de abril, donde estuvieron presentes dirigentes de la UIA, de la Cámara Argentina de Comercio (CAC) y de la CGT. Todos insistieron en la necesidad de flexibilizar la cuarentena, incluso los dirigentes sindicales, que en lugar de exigir que el Estado y las empresas garantizaran una estricta cuarentena sin afectar los salarios, se plegaron al reclamo empresarial de retornar a la actividad exponiendo a todos los trabajadores al contagio.
Aunque en la reunión del 6 de abril se consiguió la autorización para que algunas actividades vuelvan a funcionar, las presiones continuaron. A los dirigentes de la UIA se sumaron voceros “espontáneos” del mundo empresarial, que se dedicaron a atacar la cuarentena en medios y redes sociales. Alec Oxenford, de la empresa OLX, minimizó la cantidad de muertes por Covid-19 y habló de la “desproporción absoluta” de las medidas tomadas en relación a la “amenaza real del virus”. El mensaje fue replicado por Agustín Otero Monsegur, uno de los dueños de la citrícola San Miguel. Por su parte, Martín Varsavsky, dueño de empresas de biotecnología y comunicaciones, también minimizó las muertes por Covid-19: “el 90% de los que mueren están retirados y [d]el resto el 8% tenían enfermedades previas o estaban cerca del retiro”. Es una “gripecita” que solo mata a viejos que ya eran una carga… linda gente.[2]
La campaña empresaria contra la cuarentena fue utilizada por la UIA para presionar por la incorporación de nuevas actividades exceptuadas. Esa presión dio sus frutos. Cada anuncio de extensión de la cuarentena fue acompañado de una mayor flexibilización, que permitió la apertura progresiva de distintas ramas industriales. Los únicos que no consiguieron imponer todos sus reclamos fueron los dirigentes de la Cámara de Comercio, que presionaban por la apertura de comercios, shoppings y restaurantes. A fines de abril, los industriales consiguieron también un acuerdo con la CGT, impulsado por el gobierno, para pagar solo el 75% del salario del personal suspendido. Ello se sumaba al programa ATP, por el que el gobierno se comprometía a cubrir el pago del 50% de los salarios de las empresas privadas, un decreto “contra despidos y suspensiones” que en realidad los permitía, y múltiples líneas de crédito a tasas negativas. Los grandes industriales habían hecho un negocio redondo: consiguieron la flexibilización progresiva que demandaban, pero también una batería de subsidios y un acuerdo con los sindicatos para bajar los sueldos, que eran aún más necesarios que la flexibilización. La pandemia fue la excusa que encontraron para justificar la demanda de apoyo estatal para enfrentar una crisis que precedía a la aparición del Covid.
En este contexto, las corporaciones empresarias comenzaron a dar muestras de apoyo al gobierno, al tiempo que trataban de poner coto a sectores del oficialismo que amenazaban con avanzar sobre los intereses de la burguesía. El 22 de abril se dio a conocer un comunicado del Foro de Convergencia Empresarial (FCE), integrado por la UIA, la Bolsa de Comercio y la Asociación de Bancos de Argentina y la Sociedad Rural, entre otras corporaciones. El documento apoyaba la cuarentena y la asistencia gubernamental a las empresas, pero cuestiona iniciativas como el “impuesto a las grandes fortunas” que agitaba un sector del oficialismo. Lejos de minimizar los efectos del virus, allí reconocían que estábamos frente a una “situación inédita que afecta gravemente la salud de la población”. Apoyaban, en consecuencia, las medidas “severas pero necesarias” del gobierno para evitar el desborde del sistema de salud, “como ha ocurrido en otras partes del mundo”. También lloraron la carta quejándose de los efectos de la crisis sobre el sector privado, lo que daba pie para demandar la continuidad de la asistencia a las empresas y cuestionar el impuesto a las grandes fortunas, un “antecedente sumamente negativo”, que agravaría la recesión y ahuyentaría la inversión.
El comunicado del FCE cerraba convocando a crear una mesa de diálogo entre sindicatos, empresarios y gobierno, para “analizar la coyuntura y pensar en el día después». El gobierno concedió el reclamo convocando a una nueva reunión con la UIA y la CGT el 4 de mayo, en la que se discutieron nuevas flexibilizaciones. Allí los dirigentes de la UIA también dieron su apoyo a la propuesta argentina en la negociación de la deuda, ya que llegar a un acuerdo resultaba crucial para que las empresas pudieran acceder a financiamiento externo. “Estamos acá para hablar del tema de la deuda, para dar nuestro apoyo en las negociaciones. Necesitamos que haya un arreglo y en eso apoyamos totalmente al Presidente”, sostuvo el presidente de la UIA, Miguel Acevedo.[3]
Aunque algunos sectores industriales continuaron presionando por una mayor flexibilización de la cuarentena, el reclamos fue perdiendo fuerza a medida que el gobierno abría una a una todas las actividades industriales. El último pronunciamiento fuerte sobre este tema data del 6 de mayo, y fue pronunciado por la Asociación Empresaria Argentina (AEA), integrada, entre otros, por Paolo Rocca (Techint), Luis Pagani (Arcor), Cristiano Rattazzi (Fiat), Héctor Magnetto (Clarín) y Marcos Galperín (Mercado Libre). Aunque ese comunicado demandaba “acciones que posibiliten una vuelta ordenada al trabajo y la producción”, no cuestionaba la cuarentena, a la que calificaba como un “esfuerzo muy importante y exitoso para contener la propagación del coronavirus”. Tras este comunicado, los grandes industriales abandonaron cualquier reclamo contra la cuarentena, y se concentraron en demandar la continuidad de la asistencia estatal. En la última semana, por boca de Funes de Rioja, la UIA salió a exigir asistencia estatal para el pago de aguinaldos y la continuidad del programa ATP. Por lo pronto, tras el pedido del Ministro del Interior a la CGT, la UIA consiguió prorrogar por 60 días el acuerdo que estipula la reducción del 25% de los salarios del personal suspendido. El mismo día, el 4 de junio, la cúpula de la UIA volvió a reunirse con el presidente Fernández, que prometió más beneficios para los empresarios. El presidente buscó llevar tranquilidad a la cúpula industrial, tomando distancia de las amenazas del kirchnerismo, como el impuesto a las grandes fortunas o la propuesta de la diputada Vallejos de estatizar las empresas que recibieron asistencia. En la reunión, Alberto Fernández planteó abiertamente que “no compartía” tales medidas, y señaló que las restricciones a la compra de dólares establecidas en los últimos días “eran transitorias”. También aseguró que estaba trabajando para evitar el default y propuso avanzar en una reforma impositiva para reducir la presión tributaria sobre las empresas. Miguel Acevedo sintentizó claramente el espíritu de la reunión: “El Presidente quería transmitir de primera mano cuáles son ideas, seducir al empresariado para la pospandemia y generar una conversación con los que deciden las inversiones”.[4]
Claramente, no es la gran burguesía la que hoy se opone a la cuarentena. La creciente flexibilización de las actividades industriales ha permitido que el grueso de las empresas retomen la producción, y sus problemas, aunque agravados por la pandemia, no serían menos importantes sin el virus. Es más, el impacto de la pandemia se ha convertido en una excelente excusa para obtener el favor oficial bajo la forma de subsidios, créditos a tasas negativas y el aval del gobierno y la CGT para avanzar sobre los salarios y las condiciones de trabajo. Pero, si no es aquí de donde brotan los reclamos anti-cuarentena, ¿quiénes son los que se movilizan? Veamos.
Las marchas anti-cuarantena
En las últimas semanas comenzaron a multiplicarse, en varios puntos del país, las marchas anti-cuarentena. En Mar de Plata, entre el 21 y 23 de mayo las movilizaciones fueron protagonizadas por dueños de restaurantes y comercios de ropa, acompañados por los trabajadores del sector, seguramente empleados en negro. El 22 de mayo llegaron a reunir cerca de 300 personas, que cortaron las calles de la ciudad. En la Ciudad de Córdoba también se lanzaron a la calle decenas de comerciantes, organizados en la Red de Comerciantes Unidos. El presidente de la Cámara de Comercio de Córdoba, que venía llevando adelante gestiones ante el municipio para reabrir la actividad, dijo entender el enojo de los comerciantes, aunque rechazó la movilización como método.[5]
En Capital y Gran Buenos Aires se registraron esa misma semana movilizaciones en el centro comercial de Almirante Brown, una caravana de autos en Tigre, un corte de calles de los dueños de mueblerías en Belgrano y Entre Ríos (Capital) y hasta una concentración de peluqueros en La Plata, de escasa concurrencia. El lunes 25 de mayo se realizó una concentración que juntó alrededor de 200 personas en Plaza de Mayo, acompañada de protestas simultáneas en distintos puntos de la Capital, como Recoleta o Retiro. Ese día también hubo concentraciones en Tigre, Mar de Plata, La Plata y Córdoba. Los días 26 y 28 de mayo también hubo movilizaciones de taxistas, que en un contexto en que la circulación se reduce y la competencia aumenta, volvieron a reclamar contra la proliferación de plataformas como Uber, Cabify y Beat.[6]
En Salta y en Jujuy también hubo protestas, pero de un contenido social diferente. Estas fueron protagonizadas por los uno de los sectores más empobrecidos de la clase obrera, los trabajadores informales y vendedores ambulantes. En Jujuy, las protestas fueron convocadas por el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), perteneciente a la CTEP de Grabois, y la Asociación de Vendedores Ambulantes. Reclamaban que el Gobierno de la provincia y la Intendencia de San Salvador de Jujuy les aprobaran los protocolos de seguridad e higiene para retornar normalmente a su actividad. Estos vendedores ambulantes son población sobrante, y si no trabajan no comen. Hasta el momento habían recibido como respuesta el registro y la posibilidad de vender en la periferia de sus barrios. Lejos del centro de la ciudad, donde pueden generar un ingreso suficiente para sobrevivir. Situación que contrasta con la de galerías, shoppings y el turismo interno, cuya apertura había sido autorizada en Jujuy. En la provincia de Salta, cientos de trabajadores pertenecientes al Frente de Trabajadores Informales, que nuclea a vendedores ambulantes, golondrinas y manteros, se manifestaron pidiendo que los dejen trabajar nuevamente. Al igual que la provincia vecina, hasta el momento solo les permitían vender en la periferia de los barrios.[7]
Evidentemente, detrás de las protestas anticuarentena hay actores diferentes. Entre los movilizados encontramos sectores obreros, como las fracciones de población sobrante que viven de la venta ambulante y los empleados de pequeños comercios cuyos ingresos y fuentes de empleo se encuentran amenazados por la paralización de las actividades en las que trabajan. El principal componente de las protestas es, sin embargo, la pequeña burguesía. Pequeños comerciantes que atienden directamente su negocio o tienen unos pocos empleados, que viven al día y no tienen espalda para aguantar el parate de la actividad. Estos sectores, siempre amenazados por la proletarización, ven cómo la cuarentena acelera ese proceso.
Detrás de las movilizaciones no parecen encontrarse las grandes cadenas comerciales o los shoppings. En Córdoba, la Cámara de Comercio local se desmarcó de la movilización de comerciantes, organizados por fuera de ella. Las organizaciones corporativas a nivel nacional no están impulsando las movilizaciones, al contrario. La Cámara Argentina de Comercio, que en un principio demandó al gobierno la apertura de shoppings, comercios y restaurantes, ahora parece conforme con los subsidios que dio el gobierno. A comienzos de junio, Mario Grinman, secretario de CAC, se pronunció a favor de la cuarentena implementada por el gobierno, aunque ello implique que miles de pequeños comerciantes no vuelvan a la actividad: “había que luchar contra la pandemia, hay que proteger la salud y estamos totalmente de acuerdo con lo que hizo el presidente Fernández”. También saludó la “celeridad” con que se implementó el programa ATP y hasta defendió la política macroeconómica. Su única crítica es que se debió haber permitido tempranamente una apertura del comercio en las zonas del país donde los contagios son pocos. La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), por su parte, no tiene mayores quejas sobre la cuarentena y se limitó a exigir, al igual que los grandes industriales, que el gobierno cubra mediante el programa ATP el pago de los aguinaldos. La Cámara Argentina de Shopping Centers, por último, apenas reclamó que se permitiera a los establecimientos funcionar bajo la modalidad “take away”, retirando compras por los estacionamientos de los shoppings. Evidentemente, la burguesía comercial de mayor tamaño, que dirige estas cámaras, tiene espalda para afrontar la crisis y solo demandan la continuidad del apoyo estatal.[8]
La disputa política
La irrupción de estas movilizaciones abrió una disputa política. De un lado, políticos, intelectuales y periodistas apuestan a erigirse en dirección del movimiento “anti-cuarentena”. La expresión más acabada en este sentido es la carta firmada por 300 intelectuales, artistas y dirigentes políticos (todos ligados a Cambiemos) que advierte sobre la instauración de una “infectadura”. Como la izquierda en su momento, denuncian que bajo la excusa de cuidar nuestra salud el gobierno avanza sobre las libertades democráticas, aumentando la actividad represiva y de vigilancia, impidiendo el funcionamiento del parlamento y la justicia, y avanzando en la concentración del poder. A esto se suman las restricciones en la actividad comercial y productiva, que llevarían a miles de empresas a la quiebra. Un planteo claramente liberal, que aboga tácitamente por el levantamiento de la cuarentena. De otro lado, el kichnerismo que se burla de los anti-cuarentena, poniendo el foco en lo menos presentable de cada marcha: anti-vacunas, terraplanistas y militantes del partido nazi Bandera Vecinal. Como siempre, oculta bajo la alfombra cualquier problema, defiende a rajatabla el relato albertista y acusa de “derechista” a cualquiera que proteste.[9]
Es cierto que el movimiento tiene un programa de derecha. Al pequeño comercio no le alcanza con que el Estado cubra parte de sus gastos con subsidios. Tampoco con flexibilizar un poco la cuarentena. Si no se restablece completamente la circulación, las ventas seguirán en niveles ínfimos y muchos comercios irán indefectiblemente a la quiebra. El planteo es levantar la cuarentena. Y esa salida, cuando los contagios se multiplican y nos acercamos al pico de la pandemia, sería condenar al conjunto de la clase obrera a infectarse. Al menos en el AMBA, que es donde se concentran el grueso de las actividades comerciales afectadas. Nos mandan al muere para salvar su pequeño capital. Pero esa no es la única alternativa posible. No podemos dejar que, quienes frente a problemas bastante parecidos, en el 2001, se aliaron al movimiento piquetero al grito de “que se vayan todos”, hoy se conviertan en la base del fascismo. Su reclamo es legítimo, la extensión de la crisis amenaza sus medios de vida, pero la solución no puede ser levantar la cuarentena cuando se extienden los contagios. Instaurar un verdadero subsidio al desocupado, igual a la canasta básica, que se haga extensivo a monotributistas, “cuentapropistas”, profesionales y pequeños comercios cuya actividad se haya visto afectada por la cuarentena, sería una verdadera solución al problema, que permitiría resguardar la salud y la vida de todos.
[1]https://bit.ly/2ATg4zM.
[2]https://bit.ly/3cfiuFP; https://bit.ly/2XcOQwK.
[3]https://bit.ly/2MoPpxr; https://bit.ly/3hfgMrQ.
[4]https://bit.ly/2MOxmRq; https://bit.ly/2MLrAzT; https://bit.ly/3fi55Pr; https://bit.ly/2zOoE2q.
[5]https://bit.ly/3eu2XUa; https://bit.ly/3diOIBA; https://bit.ly/3dhF7e5; https://bit.ly/2ZPsy63.
[6]https://bit.ly/3ev7gi4; https://bit.ly/2zzA1LR; https://bit.ly/2Xfzpnu; https://bit.ly/2Uz51mp.
[7]https://bit.ly/2ARXV5i; https://bit.ly/2TyfIoP; https://bit.ly/2WXIVvc; https://bit.ly/2yy1YTG.
[8]https://bit.ly/2Uxqpbt; https://bit.ly/37knwAf.
[9]https://bit.ly/3hfobr5.