La curva son los niños. Pandemia y escuelas a lo largo del mundo

en Aromo/El Aromo n° 116/Novedades

El gobierno instaló en un sector para nada minoritario de la sociedad que las escuelas deben estar abiertas. Instalan machaconamente que las escuelas no serían lugares de contagio y no estaríamos ante ningún peligro incluso frente a un proceso de vacunación de cifras irrisorias. La evidencia mundial muestra claramente la relación entre niños, contagios y escuelas. Conviene repasarlo. También nos muestra sindicatos docentes que se animaron a librar las batallas correctas: cierre de escuelas y vacunación masiva. Conviene aprender de ellos porque hoy, en nuestro país, hoy se libra una enorme batalla: la defensa de la vida obrera.

Romina De Luca – GES (Gabinete de Educación Socialista)

El mundo cierra

Al 8 de abril, momento de cierre de esta nota, el mundo tiene 29 países con sus escuelas completamente cerradas. Eso afecta a 145.566.725 de estudiantes. Filipinas, Camboya, República Democrática de Corea, Myanmar, Arabia Saudita, Iraq, Grecia, Serbia, Montenegro, Bosnia y Herzegovina, Hungría, Polonia, Estonia, Argelia, México, Venezuela, Honduras, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, Jordania, Kuwait, Líbano, Guinea Ecuatorial, Esuatini, Belice, Camerún integran esa lista.

Argentina, al igual que un conglomerado mayoritario de países, tiene sus escuelas “parcialmente abiertas”, según los registros de la UNESCO. Esto tiene que ver con la adopción de esquemas de cursada combinada, es decir, que integran presencialidad y virtualidad; en nuestro caso, por el armado de “burbujas”. En números: 751.638.538 de alumnos en todo el mundo se encuentran cursando en países con escuelas parcialmente abiertas. Por eso, nuestro país no está solo. Integra ese pelotón junto a Estados Unidos, con más de 77 millones de estudiantes afectados, toda América del Sur incluido el Brasil de Bolsonaro, Finlandia, Alemania, Noruega, Austria, Italia, Irlanda, Portugal, India, Irán, entre otros.

Lo cierto es que, durante el 2020, los cierres de escuelas fueron medidas globales. En general, en una combinación de cierres totales y parciales pero que llegaron a extenderse por más de cuarenta semanas. Esto deberían recordarlo los que hoy apoyan la presencialidad diciendo que no puede perderse otro año educativo en Argentina. Cierto es que ese razonamiento tiene dos problemas: por un lado, suponer que no se dictaron clases virtualmente y, por el otro, una supuesta singularidad que no existe a poco de elevar la vista. En efecto, en ese esquema de largos cierres aparecen listados países como Estados Unidos y Brasil -ambos contabilizando más de 45 semanas de cierres parciales habida cuenta que las medidas no afectaron a todo el territorio. Cabe destacar que la UNESCO reconoce que nuestro país mantuvo cerradas sus escuelas durante más de 46 semanas, pero reconoce que solo 22 de ésas fueron cierres totales. Así, incluye las actividades de revinculación que en agosto y con mayor fuerza en octubre de 2020 comenzaron a transitarse. También como apertura parcial, aparece contabilizado el inicio del ciclo escolar 2021 argentino que, como esquema combinado de presencialidad y virtualidad, se transita desde el 17 de febrero con aperturas escalonadas en 2 provincias y desde el 1 de marzo en la mayoría. Panamá, El Salvador y México encabezan la lista de escuelas latinoamericanas con 44 semanas de cierres totales, Irlanda acumula 22 semanas, Polonia 21, Eslovenia 19, Hungría 18, Bulgaria y Grecia 17, Israel al igual que Gran Bretaña 16, Austria y Cuba 15, Alemania y Chile 14, Italia 13, Noruega y Portugal 12, España 10, Francia 6, entre otros.[i]

Los cierres de escuelas fueron imponiéndose a fuerza de la evidencia de los contagios y de la reducción de circulación del virus asociada con esa medida. Parece mentira que la discusión local parta de cero y encuentre no solo a la burocracia defendiendo la “presencialidad cuidada” sino a los sindicatos de izquierda. Lo cierto es que el mundo nos muestra la irracionalidad de abrir escuelas en plena pandemia, con alta circulación del virus y sin vacunación. Conviene pertrecharnos de ejemplos porque aún con 23.683 casos diarios el gobierno de los Fernández está empecinado en sostener abiertas las escuelas.

Los niños y la pandemia

Como ya hemos escrito en otro lugar, los niños cumplen un rol en la propagación de la pandemia. No se trataría tanto de su rol como “superpropagadores” -la evidencia es encontrada al respecto- sino por el lugar que cumplen las escuelas en la diseminación del virus. Una publicación reciente en Nature concluía: «todavía no sabemos realmente cuánto contribuyen las escuelas y los niños a la propagación» según afirmó Catherine Bennett, epidemióloga de la Universidad Deakin en Melbourne[ii] y fundamentaba la necesidad de desarrollar más estudios a partir de la existencia de nuevas cepas. Además, hoy también está en la agenda científica el análisis de la incidencia de la población infantil en la inmunidad de rebaño. En particular, los estudios se preguntan qué ocurriría si las y los niños quedan sin vacunar. Vamos por partes.

En efecto, la aparición de nuevas cepas agregó más dudas al lugar de las escuelas en la transmisión del covid-19. Distintos estudios focalizan en cómo originalmente el foco se puso en la transmisión del virus a través de las superficies y no en los aerosoles que se acumulan por respiración, tos o estornudos y terminan siendo los verdaderos vectores del virus. Claro, es más fácil limpiar las superficies que pensar en el acondicionamiento de miles de edificios escolares para adecuarlos a la nueva etapa; esto es lo que llamamos protocolos placebo. Por eso, Catherine Bennet advertía que las nuevas cepas hacen que tenga que volver a estudiarse la dinámica de transmisión en las escuelas considerando, además que, por ser mayormente asintomáticos, el registro de casos en niños tiende a “pasarse por alto”. De hecho, en Inglaterra la negativa al cierre de escuelas hizo que la población infantil se contagiara más rápido. Originalmente se pensó que, entonces, la nueva cepa atacaba en mayor medida a los niños, pero estudios más recientes mostraron que la variante B.1.1.7 (británica) es más contagiosa en todos los rangos etarios. La conclusión es clara: fueron las escuelas.

Por otro lado, hoy se está discutiendo la importancia de la vacunación de esa franja poblacional. En primer lugar, porque hay que pensarlos en un contexto específico: la escuela. Sobre este punto, los virólogos explicaron que “los niños no son «superspreaders», es decir, no son super contagiadores per sé, pero en una escuela “son una aglomeración más de individuos que contagian. Lo mismo ocurriría en un estadio de fútbol, en un concierto de música o una manifestación sin mascarilla. Es el mismo contexto con diferente grupo de edad”. Las conclusiones que sacaban sobre la relación entre el medio social escolar en el que se mueve la infancia y las escuelas no dejaba lugar a dudas: “no lo critico, pues entiendo los motivos, pero las consecuencias siempre han sido muy claras: seguirá habiendo contagios”.[iii] Por eso, los académicos instaron a que se aceleren los ensayos clínicos para determinar la efectividad y seguridad de las vacunas covid para niñas y niños, sencillamente porque “actualmente juegan un papel importante en la continuación de la pandemia. De modo que hasta que no se vacune a los niños no se terminará fácilmente con la pandemia”. Por eso, hoy cerca de ocho laboratorios avanzan con ensayos de vacunas para niñas y niños incluyendo la incorporación reciente de España y Cuba en los estudios para esa franja poblacional.

Escuelas y pandemia

Un ejemplo de la relación entre contagios y escuelas a nivel mundial lo grafica Francia. Este país, como vimos más arriba, desde inicio de la pandemia y hasta ahora cerró sus escuelas apenas 10 semanas: seis completamente y cuatro de manera parcial. Ese cierre se dio solo en el último tiempo y cierto es que Macron lo hizo a regañadientes durante la primera ola y ratificó su postura durante la segunda y tercera ola. Que las escuelas no se cierran es una tesitura que el presidente francés mantiene firme aun mientras evacúan en helicóptero desde Paris a pacientes que requieren cuidados intensivos a otras zonas de atención dado el colapso en los hospitales parisinos. Pese a eso ratificó: “solo podemos cerrar los colegios una vez hayamos intentado todo lo demás y hayamos visto que no ha sido suficiente”. Por su parte, médicos y sindicatos se oponen. Los docentes porque no fueron colocados como personal prioritario en el plan nacional de vacunación y eso que Francia tiene casi un millón de docentes. Las recetas que implementaron para mantener escuelas abiertas no son tan distintas de las que aquí se promueven: distancia entre alumnos, proyectos para equipar los establecimientos con detectores de dióxido de carbono para monitorear los volúmenes de exhalación en los salones de clase, o instalar purificadores de aire para mitigar la transmisión aérea. Claro está, por estas latitudes, existe otra solución técnica: dejar puertas y ventanas abiertas.

Entre fin de 2020 y principios de 2021, el Ministro de Educación francés adujo algo muy parecido a Trotta: “el riesgo que tienen los niños de contagiarse del virus es mayor por fuera de los colegios”. Es decir, la culpa es de las reuniones sociales. La respuesta sindical llegó haciendo una pregunta muy obvia ¿en dónde hay más gente, en una casa de familia o en una escuela? Así, Guislaine David quien representa al sindicato SNUipp-FSU (sindicato del personal de los jardines infantiles y de escuelas primarias) destacó: “en un salón de clase hay entre 25 y 30 niños. En una familia nunca hay entre 25 y 30 (…) es un hecho innegable. No es posible que el virus esté circulando más entre las familias que en los colegios”. Para que no queden dudas, el sindicato se ocupó de medir el aumento en la tasa de contagios en niñas y niños. Veamos resultados: al 18 de marzo se había producido un aumento del 134% en los contagios durante la última semana entre los estudiantes, y del 125,3% entre el personal, con 833 clases cerradas (un aumento del 64%). Eso no es todo. El sindicato francés también señalaba diferencias sistemáticas entre las cifras oficiales del Ministerio de Educación (que reportaba 3.941 casos), basadas en “denuncias” que realizarían las familias sobre contagios de sus hijos, y los de la agencia pública de salud (Santé Publique France) que reportaba números mayores (27.839 casos, sumando a los niños entre 0 a 9 y 10 a 19 años). La diferencia 706%.[iv] Estos desfasajes pueden iluminar también el cuadro local. Veamos, hasta el 2 de marzo, los contagios en niñas y niños de entre 3 y 13 años habían aumentado en la Ciudad de Buenos Aires 136% si comparamos la cantidad de casos previo al inicio del ciclo escolar y con posterioridad. En la provincia de Buenos Aires, que tiene una quincena menos de presencialidad, los casos crecieron un 90%, al igual que en Entre Ríos, es decir, están al borde de duplicarse. En Santa Cruz y en La Rioja, los contagios se duplicaron (subieron 100%). En San Juan y en Jujuy aumentaron 50%. En Salta y Santiago del Estero crecieron 140 y 146%; en Córdoba, 125%. En San Luis los casos están a punto de triplicarse. Y en Mendoza, de cuadruplicarse (294% de aumento). En Tucumán y en Misiones los casos crecieron tres veces y media; valor similar al de Santa Fe (238% de aumento). En Corrientes, los casos aumentaron siete veces (629% de aumento de contagios). Se trata de datos oficiales del Ministerio de Salud (datos abiertos). No obstante, el ministro Trotta sostiene que sobre una muestra de 5.926 escuelas (sobre un total de 63.000) donde concurren 1.429.190 estudiantes y trabajan 214.850 docentes se contagió apenas el 1,03% de los docentes y el 0,16% de los estudiantes. Está claro que sus números no pueden explicar cómo el país pasó de 4.658 casos en total el 1 de marzo a 23.683 el 8 de abril pasado. Mientras el ministro argentino dice que no pasa nada, nuestro propio relevamiento de contagios en las escuelas muestra que los casos crecieron 30% mientras en el total del país la misma semana de incidencia (del 30 de marzo al 2 de abril) los casos subieron 23%.

Cierto es que el móvil en la apertura de escuelas en Argentina y en Francia son similares. La representante sindical de maestras, Guislaine David, explicaba el sentido de la apertura de escuelas: “creo que el deseo de nuestro Gobierno siempre ha sido mantener los colegios abiertos sencillamente por razones económicas. Con los niños en el colegio, los padres pueden trabajar”. También denunciaba que no existían protocolos seguros para la detección habida cuenta la demora en los testeos y los criterios diversos a la hora de considerar qué era un contacto estrecho cuando, en general, además, se descartaba al docente en esa ecuación. El resultado: la expansión de la cepa británica en el territorio llegando a alcanzar el 67% de los contagios entre la franja de hasta 19 años. Lo más curioso es que todos estos datos fueron aportados por un sindicato que NO está a favor del cierre de escuelas, pero sí considera que ante un caso sospechoso debe aislarse a todo el curso incluido, claro está, las y los docentes.

Igual de interesantes para los debates locales resultan las declaraciones de Jérôme Marty, médico general en el sureste de Francia, presidente del sindicato de médicos UFML quien afirmó que era poco importante cuánto contagiaban los niños. Y para justificar su respuesta apeló a una idea simple: lo que importa es la cifra. Por eso, Marty indicaba que si los infantes se contagian, luego “en la casa… aunque sean poco contagiosos, como están adentro y tienen un contacto prolongado con sus padres durante horas, propagan el virus”. Él lo llamó el sentido común del médico de cabecera. Por eso, hoy los epidemiólogos advierten que la tasa de contagio en niñas y niños de entre 10 y 19 años es más alta que la tasa promedio en casi todos los departamentos de la provincia (con excepción de cuatro). Algo similar fue planteado por el expresidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) Pere Godoy quien sostuvo que los niños “son personas, si contraen el virus lo llevan a casa como cualquier otra, en su caso además muchas veces de manera presintomática o asintomática». A su vez, destacó el lugar amplificador de la escuela por concentrar cientos de personas allí: «y no se puede negar que cualquier lugar en el que se agrupa gente, sea un centro escolar u otro de otro tipo, puede actuar de centro centrifugador al resto de la comunidad. También hay franjas de edad: ya hemos visto que el segmento de 3º de la ESO a Bachillerato tiene mucha interacción social y es más difícil de controlar”.[v] Es decir, poco importa si tal como quiere convencernos hoy Trotta las escuelas son seguras porque están protocolizadas y los contagios se producen fuera de ellas. Lo que hay que razonar es qué ocurrirá, a través de las escuelas, si las personas que concurren se contagian sea donde fuera que se origine la enfermedad.

Recién el 31 de marzo y a propósito de una tercera ola descontrolada se resolvió el cierre de escuelas por entre tres y cuatro semanas adelantando las vacaciones de primavera en Francia. El último recurso llegó no solo por pedido de médicos y epidemiólogos sino también, de la misma alcaldesa de Paris, Anne Hidalgo, quien pidió cerrar las escuelas ante el aumento de los contagios en la región capital.[vi] El contexto: hospitales saturados eligiendo a quién atender en las Unidades de Cuidados Intensivos y traslados en helicópteros, como ya dijimos. Cierto es que antes de “cerrar las escuelas” probaron medidas muy similares a las que acaba de tomar Alberto Fernández el pasado miércoles: cinco meses de cierres de bares, restaurantes, cines, teatros, museos y monumentos; toques de queda nocturnos. Francia es un espejo en el que podemos mirarnos.

Hay que decirlo, la manipulación de cifras no fue propia del país de las luces. El modelo sueco también se valió de lo suyo. Como es sabido, Suecia se caracterizó por negarse al cierre completo de escuelas, aunque sí recurrió a cierres parciales durante 23 semanas, tiempo nada despreciable, por cierto. El argumento de los “anticuarentenas” era la adquisición de la inmunidad de rebaño y, en ese esquema, el cierre de escuelas les resultaba ilógico. Uno de los que llevó adelante la justificación de esa estrategia fue el pediatra y epidemiólogo del Instituto Karolinska, Jonas Ludvigsson. Fue uno de los impulsores de la “The Great Barrington Declaration” dónde, en octubre pasado, reclamaba, junto a otros médicos, por la apertura de escuelas y universidades para enseñanza presencial en todo el mundo porque, dijeron, el COVID-19 era menos dañino que otras enfermedades como la influenza.[vii] Antes, Ludvigsson había construido el camino para esa declaración. En revistas como Acta Pediátrica[viii] había publicado un estudio dónde sostenía que la comparación de papers y casos mostraba que los niños tenían menor carga viral, que no desarrollaban problemas respiratorios y que, en general, estaban en contacto con pares y adultos y no con personas mayores que eran las que podían enfermar gravemente. Reconoció que había poca evidencia al respecto, pero sobre las escuelas entendía que no eran lugares de riesgo porque allí concurren personas sanas y eso naturalmente excluiría a personas con COVID. Así y todo, los niños positivos asintomáticos explicarían pocos de los casos y, según él, la enfermedad se propagaría solo entre niños. Con posterioridad a la declaración del mes de octubre, publicó una carta en New England Journal of Medicine[ix] donde sistematizaba contagios y mortalidad en niños y maestros suecos, entre marzo y junio de 2020. Según él, las escuelas abiertas solo habían producido 15 hospitalizaciones en terapias intensivas, en cuatro niños que además tenían enfermedades prexistentes y ninguno había muerto. Por su parte, apenas 30 maestros habían necesitado sendas hospitalizaciones. Además, entendía que si se comparaba la mortalidad infantil cuatro meses antes de la pandemia (noviembre 2019 a febrero 2020) y los cuatro posteriores, las tasas no eran significativamente superiores: 64 contra 69. Sin embargo, omitía un dato clave: si se comparaban distintas primaveras, la del COVID sí tenía una mortalidad un 68% mayor. El promedio de las primaveras de 2015 a 2019 oscilaba en las 30 muertes mientras que en 2020 la cifra ascendía a 54. Ludvigsson fue consciente de este dato y consultó a otro especialista. Sin embargo, prefirió omitir el “detalle” y seguir pregonando que las escuelas deben abrirse porque no hay riesgos o son menores a otros. Pero ese razonamiento, aún si fuera cierto, poco indica sobre cuál es la función de las escuelas en la propagación del virus atendiendo a lo que habían planteado ya otros especialistas: la aparición de nuevas cepas, el nuevo conocimiento sobre los contagios a partir de la respiración de aire contaminado, el circuito completo de propagación considerando la interrelación hogar-escuela-hogar.

En este recorrido, agregamos que ya en diciembre de 2020, Nature publicó un trabajo donde se mostraba que el cierre de escuelas era efectivo para la reducción de contagios. Y no se trataba de algo menor al considerar la llegada de la segunda y tercera ola: fue lo segundo más efectivo luego del cierre de los lugares donde la gente se reúne en cantidades pequeñas o grandes durante un tiempo prolongado (como en las aulas) pero en su lista colocaba a negocios, restaurantes, reuniones de 50 personas o menos y trabajo presencial.[x]

El accionar de los sindicatos: entre los protocolos la suspensión y las vacunas

En general, varios sindicatos docentes a lo largo del mundo expresaron desde mediados de agosto y principios de este año que el control de la pandemia y la vacunación son prerrequisitos para el retorno a la presencialidad. Ya nos referimos más arriba sobre el caso francés quienes, además, aportaron datos sobre contagiosidad. Mientras aquí se defienda la vacunación corporativa (solo a docentes) y la izquierda dejó desarrollar a los sectores antivacunas y esquivar el asunto. Cierto es que, por parte de ellos, la exigencia de vacunación universal llegó solo cuando la curva de contagios alcanzó el pico de octubre de 2020. Y más que organizar a los trabajadores para batallar por ellas los colocan tras un infructuoso proyecto de liberación de patentes y expropiación de una fábrica. Mientras perdemos tiempo, en otros epicentros del mundo esa discusión fue saldada antes.

No hay que irse muy lejos: crucemos la cordillera. Fue el Colegio de Profesores y Profesoras quien argumentó que una reapertura en pandemia pone en riesgo «la vida y la salud de los estudiantes». Lógicamente exigían la vacunación a todos los miembros de la comunidad escolar. La proliferación de contagios en las escuelas también hizo mella en Brasil. Por eso, en febrero de este año, el Sindicato de Profesores de Educación Pública convocó al paro para exigir el no inicio del ciclo escolar presencial luego de que se confirmaran contagios en más de 300 docentes y no docentes. El sindicato exigió vacunación prioritaria. La respuesta del secretario de educación de San Pablo, Rossielli Soares, fue ilustrativa: se deben fijar prioridades porque no hay vacunas para todos.

Suspensión de clases y vacunación también fueron reclamos del Sindicato de Profesores de Gran Bretaña. Con la aparición de la cepa británica y la proliferación de contagios en las escuelas, el Sindicato Nacional de la Educación, que representa a más de 450.000 trabajadores, reclamó la suspensión de actividades presenciales defendiendo el derecho de los docentes a no tener que trabajar en un “entorno inseguro” que acelere la propagación de la enfermedad. Por su parte, en Estados Unidos, desde fines del 2020 los docentes “de a pie” rechazan el acuerdo de sus sindicatos por la apertura de escuelas. Recordemos que, en la era Trump, el cierre de escuelas se impuso en los estados colapsados por la pandemia y la suspensión siguió la orientación republicana o demócrata en un contexto en el que ni siquiera fueron obligatorias medidas preventivas como el uso de mascarillas. Si cuando era oposición Biden coqueteaba con el cierre de escuelas, en la presidencia cambió rápido de opinión. La administración Biden dejó en claro su voluntad aperturista de escuelas durante los primeros 100 días de su gestión. Por eso, el mes pasado, por ejemplo, en los Estados de la Costa Oeste se inició el rechazo de los acuerdos sindicales por el retorno a las aulas. Los Comités de Seguridad de Base de Educadores de la Costa Oeste[xi] destacaron que, si bien los casos habían disminuido, el regreso en “condiciones mortales” debía ser resistido. Así lograron agrupar a docentes en Nueva York, Los Ángeles, Chicago, San Diego, Texas, Michigan, Pennsylvania, Tennessee y Alabama tejiendo relaciones también con docentes de Reino Unido, Australia, Alemania y Sri Lanka, entre otros. Este colectivo señaló que, como apenas una minoría de la población fue vacunada, las infecciones y muertes por coronavirus solo podían aumentar. Por eso, reclamaban no solo la vacunación del personal docente y no docente sino también de sus estudiantes.[xii] De hecho, los casos de Illinois y Michigan mostraron el rol propagador de las escuelas y también las consecuencias de tener un sindicato entreguista. Recordemos que el Sindicato de Maestros de Chicago trabajó con el distrito para reabrir escuelas en el tercer distrito más grande del país y las escuelas se convirtieron en el lugar número uno de transmisión del virus.

El avance la pandemia en España, un año atrás, también produjo movimientos de docentes y de familias reclamando cierre de escuelas. A fines de marzo, la STEPV (Sindicato de Trabajadores de Educación de Valencia) y la ANPE (Sindicato Independiente de Enseñanza) denunciaron al Ministerio de Educación y exigieron el cierre de todos los establecimientos educativos. Una vez más, el argumento de los sindicatos ante el colapso sanitario fue simple: evitar el desplazamiento de personas para tareas que pueden realizarse de forma remota. En su denuncia aclararon que «estamos pensando en el bien no solo de los docentes, sino en el conjunto de la ciudadanía, puesto que cada desplazamiento implica multiplicar exponencialmente el riesgo de contagio e impide poner freno a esta grave crisis sanitaria, social y económica».[xiii] En enero de 2021 repitieron sus argumentos: hay que cerrar las escuelas.[xiv] Ante la profundización de la tercera ola y la expansión de contagios en escuelas durante el 2020 hasta la UGT solicitó se evalúen cierres temporales y locales. La UGT defendía los “protocolos seguros” y que éstos se adaptasen a cada colegio. Apostaron a la enseñanza presencial para asegurar inclusión, equidad y calidad. Pero en febrero de este mismo año, hasta ellos sostuvieron que «en momentos críticos como éste deben primar la salud y la seguridad del alumnado y los docentes, siendo necesaria una revisión de la situación particular de cada centro». Luchar contra la segregación escolar fue el argumento de la Ministra de Educación Isabel Celaá quien argumentó que le daría muchísima pena cerrar los centros escolares. Sobre los protocolos de la ventilación adelantó lo que, seguramente, escucharemos pronto de la boca de Nicolás Trotta: en invierno, es “ciertamente incómodo” el mantener ventanas abiertas, pero “la ventilación natural es lo más seguro”. Celaá también defendió la seguridad de los protocolos y los bajos contagios en el entorno escolar. Sin embargo, los mismos datos del Ministerio de Sanidad demuestran una aceleración de los contagios: el viernes 22 de enero eran 95 los brotes detectados en centros educativos; para el viernes 29 ya eran 241; y este 5 de febrero 413, un récord desde que se registran. Son más que los identificados en residencias (161) y en el entorno laboral (270), casi igual que en el ámbito social (407) y menos que en el familiar (547)”. Convengamos que el ámbito familiar no está escindido de los espacios laborales, sociales y escolares lo que explica su mayor nivel de contagio tal como explicaban Jérôme Marty y Pere Godoy más arriba. Mientras tanto, Celaá garantiza vacunación para los docentes en una segunda fase porque “no hay vacunas para todos” y en este cuadro aseguró «no está contemplado que la vacuna sea obligatoria para acudir a clase».[xv]

A poco de darse una vuelta por el mundo, los problemas que aparecen son muy similares a los nuestros: presencialidad criminal y vacunación. La discusión es qué vamos a hacer nosotros frente a toda esta evidencia.

Mañana será tarde

Lo cierto es que de este recorrido pueden extraerse varias conclusiones. Por un lado, cuando hoy nos dicen que las escuelas son seguras nos mienten en la cara. Cerrar las escuelas sí hizo disminuir contagios, valga el ejemplo de Gran Bretaña. Junto a ella, se pueden mencionar los casos de Victoria (Australia), Melbourne y Quebec (Canadá), Israel, República Checa o Estados Unidos. Claro está si no queremos que ese cierre vaya de la mano de un genocidio educativo que abandone a la población su suerte y recursos la virtualidad debe ir acompañada de recursos técnicos y humanos. En segundo lugar, quienes dicen que los niños no contagian deberían explicar el aumento en la tasa de contagios de esa población infantil que hoy está siendo movilizada por la presencialidad (como aquí mismo) o que como muestra el ejemplo español, las escuelas estén por encima del ámbito familiar como lugar de contagio. En tercer lugar, debemos evitar razonamientos falsos en la cadena de contagios social-familiar-escolar: sea donde sea se produzcan los contagios si las escuelas permanecen abiertas en pandemia serán agentes de propagación. Por último, la vacunación masiva es una necesidad que se impone si queremos cortar la cadena de transmisión. Ojalá despierten de su larga siesta no quienes son la quinta columna del gobierno sino los que hoy pelean contra la virtualización forzosa y a favor de los retornos seguros, porque es la vida de todos la que está en juego.


[i]Todos los datos, desde el inicio de la pandemia, pueden consultarse en: https://en.unesco.org/covid19/educationresponse#schoolclosures

[ii]“What new COVID variants mean for schools is not yet clear”, En: https://www.nature.com/articles/d41586-021-00139-3

[iii] https://www.dw.com/es/covid-19-sin-vacunar-a-los-ni%C3%B1os-no-terminar%C3%A1-la-pandemia/a-57045003

[iv] https://www.france24.com/es/francia/20210317-francia-pol%C3%ADtica-apertura-colegios-pandemia-excepci%C3%B3n

[v]El Diario de España, 6/2/2021. Disponible en: https://www.eldiario.es/sociedad/crece-presion-escuelas-brotes-covid-19-triplicados_1_7178567.html

[vi]La Vanguardia, 31/3/2021, Disponible en: https://www.lavanguardia.com/internacional/20210331/6621233/macron-cierra-todas-escuelas-cuatro-semanas.html

[vii] https://gbdeclaration.org/

[viii]“Children are unlikely to be the main drivers of the COVID‐19 pandemic – A systematic review”, en: Acta Paediatrica, Vol. 109, Issue 8, Agosto de 2020. Disponible en: https://doi.org/10.1111/apa.15371

[ix]“Open Schools, Covid-19, and Child and Teacher Morbidity in Sweden”, en: New England Journal Medicine, febrero de 2021; 384:669-671. DOI: 10.1056/NEJMc2026670.

[x]“Ranking the effectiveness of worldwide COVID-19 government interventions” en:

Nature Human Behaviour | VOL 4 | December 2020 | 1303–1312 | www.nature.com/nathumbehav

[xi]Distintas declaraciones y petitorios pueden consultarse en: https://www.wsws.org/en/special/pages/educators-rank-and-file-committee.html#join

[xii]CNN, 1/2/2021. Disponible en: https://cnnespanol.cnn.com/video/coronavirus-clases-presenciales-profesores-alumnos-georgia-chicago-alcaldesa-vacunas-salud-eeuu-dusa-sot-cnne/

[xiii]20 Minutos España, 20/3/2021. Disponible en: https://www.20minutos.es/noticia/4195464/0/stepv-y-anpe-denuncian-a-educacion-ante-inspeccion-de-trabajo-por-mantener-los-centros-abiertos/

[xiv]El Economista de España, 29/1/2021. Disponible en: https://www.eleconomista.es/ecoaula/noticias/11020569/01/21/Los-contagios-aumentan-y-los-sindicatos-piden-el-cierre-de-colegios-de-forma-inmediata.html

[xv]El Diario de España, 26/1/2021. Disponible en: https://www.eldiario.es/conectados/ministra-educacion-isabel-celaa-charla-miercoles-casa-casa-ignacio-escolar_1_7165806.html

Etiquetas:

1 Comentario

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

*

Últimas novedades de Aromo

Ir a Arriba