«La burguesía nacional es un conjunto de oportunistas y mercachifles»

en El Aromo n° 36

Por Fernando Dachevsky – Economista y miembro de la Universidad del CEMA, Jorge Ávila es uno de los principales exponentes de los intelectuales de la derecha argentina y un excelente botón de muestra de las perspectivas del capitalismo local. Como buen Chicago boy fue parte de la Secretaría de Hacienda a mediados de los setenta. Desde una postura apologista de los capitales más concentrados, sus planteos exponen la visión de las fracciones de la burguesía que no necesitan andar con vueltas para legitimarse, ya que son quienes conducen el capital. Sus críticas a la economía kirchnerista plantean la inviabilidad del proyecto “nacional y popular” basado en la reconstrucción de la burguesía nacional. A su vez, de su relato se desprende claramente que la única salida posible para el capitalismo argentino es un ataque abierto a la clase obrera (ajuste de tarifas, descentralización de los sindicatos, etc.). Ávila, como cuadro intelectual, manifiesta una notable lucidez al identificar los límites insalvables de la salida reformista. Sin embargo, evidencia una también notable incapacidad a la hora de caracterizar el núcleo del problema que aqueja al capitalismo argentino: su propio desarrollo. Según su parecer, la crisis del 2001 podría hacerse evitado mediante determinados gestos discursivos por parte de los miembros del gabinete nacional. Entonces, el análisis se desplaza de las variables objetivas al diván. A pesar de su reticencia, por ser un periódico de izquierda, terminó accediendo a darnos la entrevista que aquí reproducimos. Vale la pena, entonces, conocer cómo está procesando la coyuntura esta fracción de la burguesía.

¿Cómo se llega al 2007 y cuáles son las perspectivas a corto y mediano plazo?

En materia del corto plazo, no se puede decir que la economía esté mal La economía está creciendo a gran ritmo como hace años que no crecía. Pero la tasa de inflación está creciendo y para frenarla, el gobierno ha instrumentado una cantidad de medidas que son exabruptos, que son como quebrar el termómetro. Por ejemplo, la intervención del INDEC, la traba a las exportaciones y otras medidas realmente muy gravosas para el desempeño de la economía. El largo plazo yo lo veo mal, debido a esa actuación grotesca de tratar de sostener la inflación mediante las cláusulas de exportación, el control de precios, el congelamiento de las tarifas de los servicios públicos. Algo ridículo, porque un tren en la actualidad cuesta $0.50 es decir u$s 0.16, cuando eso en Nueva York cuesta u$s 3. No hay nada gratis en el mundo y ese tipo de medidas conspiran contra la inversión. Argentina era líder en atracción de inversión extranjera directa en los `90. Ahora está detrás de Chile, una economía que es el cuarto de ésta. Yo veo los síntomas de un mal manejo en el largo plazo en la en la pérdida de recepción de inversión. También en la pérdida de posicionamiento internacional. Las exportaciones argentinas en el mundo, que eran entre el 3% y el 4% en 1930 y habían caído al 0.42% al año 2000, hoy están en 0.38%.

El problema de la inversión conlleva el problema de la competitividad de la economía. ¿En qué estado está hoy la competitividad de la industria argentina?

 El sector industrial, que fue el principal agente de la devaluación, ha reconcentrado ingresos en sí mismo, con el argumento de la “burguesía nacional”. Yo creo que no hay medida más regresiva que redistribuir ingresos hacia la burguesía nacional. La burguesía nacional en Argentina está constituida por los pequeños, medianos y grandes industriales que han apostado históricamente a la devaluación, a la protección arancelaria y a las cuotas que restringen la importación. ¿Para qué? Ellos dicen que para dar trabajo. Mentira, no es para dar trabajo, es para concentrar el ingreso en las 10 o 15 familias que integran la UIA. Y lo que sí ha logrado en la Argentina, después del 2002, es una enorme vuelta de campana en donde el sector ganador no es el más competitivo, porque de hecho la participación de las exportaciones al mundo está cayendo. Entonces, esencialmente, la devaluación es una magnífica, intolerable, insostenible e inmoral redistribución del ingreso a favor de la industria argentina. En la medida que haya industria argentina y esas visiones tan potentes, en este país nunca va a haber libre comercio, que es lo más progresista que hay. Las principales fuerzas retrógradas que hay en la Argentina no son los políticos ni los sindicalistas, son las familias que integran la UIA.

¿Es entonces posible un desarrollo competitivo en base a la burguesía nacional?

No. ¿Cuál es la táctica mediante la cual se recrea a la “burguesía nacional”? Asfixiar a las empresas. Las empresas francesas ya se fueron, se quedaron las españolas y algunas norteamericanas. Pero no se les permite ajustar las tarifas pese a la devaluación, se les regatea la negociación de los contratos. Así no tienen horizonte. Se las asfixia y luego aparece el bienhechor, el papa Noel, el que te da la mano. ¿Quién es? Un amigo del presidente. Esto es un cronic capitalism, como se lo llama en Estados Unidos, es un capitalismo de los amigos. Un capitalismo ayudado por el gobierno, que te aprieta las clavijas, te asfixia y después viene otro y te dice: “Te la compro a un 50%”. ¿Esa es la burguesía nacional? Ahora, imaginate que la constituís, ¿cuánto va a durar? La emergencia de la China en la economía mundial es a Occidente lo que fue para Europa el descubrimiento de América. Significó un cambio dramático en los precios relativos y en las fortunas de Europa. Un completo trastorno. El año pasado los chinos les dijeron a los empresarios italianos: “¿Cuántos zapatos producen ustedes?”. Respondieron: “Producimos 36 millones de pares por año”. Bueno, eso es lo que los chinos producen en un día. Entonces los sacaron, los limpiaron. Esto hay que aceptarlo.

¿Es sostenible una economía basada en las exportaciones de granos?

Esto plantea dos cuestiones. Por un lado cuánto se puede mantener esto en pie. Eso merece una respuesta aparte. Yo creo que la Argentina tarde o temprano va a ir al libre comercio. Y cuando venga eso, la burguesía nacional -un conjunto de oportunistas y mercachifles, que producen cafeteras, en lugar de autos, y a dos veces el precio internacional- está perdida. Lo que sucede hoy es una pérdida de tiempo. Es una transferencia transitoria de cientos o miles de millones de dólares a sectores para que se enriquezcan. Si fueran inteligentes, deberían vender sus empresas y rajarse. Otro tema es qué va a pasar cuando caigan los precios de los commodities. Los precios de los commodities van a caer, independientemente de que después reboten y vuelvan a subir. Mirá, las retenciones explican dos tercios del superávit fiscal. Entonces, el gobierno -si fuera más inteligente que afortunado- debería estar pensando una reforma tributaria con el objeto de que, el día en que no podamos recaudar retenciones, podamos estar en condiciones de recaudar por otros medios (IVA, impuesto a las ganancias, a la riqueza, etc). O, por lo menos, debería dejar de dar la mitad del superávit fiscal en subsidios a la energía y al transporte, porque se niegan a subir las tarifas. No las ajustan porque no quieren que haya inflación, no quieren que haya más pobres. Pero tendrían que subir porque de esa manera te ahorrarías $10.000 millones en subsidios y el día que te caigan las retenciones tenés esta plata.

Usted señala que actualmente la inversión es ahuyentada. Sin embargo, la economía durante la década pasada -con los niveles de inversión que usted considera necesarios- colapsó. ¿Es posible superar esta volatilidad de la economía argentina que hace que se pase de sobrevaluciones a devaluaciones?

Antes había una convertibilidad legal, aprobada por el congreso. Ahora hay otra convertibilidad informal y trucha. Pero tienen los mismos efectos. Se diferencian en que el tipo de cambio no es 1 por 1, sino que 3 por 1. Kirchner dice: “Tenemos libre flotación”. Es una inconsistencia que lo acepta la gilada. Porque la gente no entiende. Porque no tiene formación económica. Vos no podés comprar nunca reservas si hay flotación. Por definición, si hay flotación no se compra ni se vende. Es una convertibilidad con superávit fiscal grande. Esa es la gran diferencia. Entonces, la convertibilidad no se cayó. Lo que cayó fue la política fiscal en manos de un gobierno especialmente inepto como fue el gobierno de la Alianza. Y te doy un ejemplo: Machinea, a los diez días de asumir, fue e hizo el arqueo y dijo: “Tenemos un déficit mucho mayor que el que nos dijo Menem”. Y mirando al periodismo les dijo: “La deuda Argentina es impagable”.¿Qué decía Menem (o Cavallo para el caso es lo mismo)?: “Estamos mal pero vamos bien”. Cuando vos, como ministro de finanzas, le decís al mercado mundial -que es el que te tiene que renovar una deuda de u$s 10.000 millones mensuales- que es impagable, ¿qué hace el mercado con tu deuda?… ¡te la tira por la cabeza!… Vos vas al día siguiente a pagarla y te dicen: “Te la renuevo, pero si antes me pagabas un interés del 10%, ahora me vas a tener que pagar 20%”. Entonces el riesgo país sube, el capital deja de afluir, la economía y la recaudación se estancan y, en efecto, es una profecía auto-cumplida… estancaste la economía y es impagable. Eso hizo Machinea. Menem no hubiera hecho nunca eso. Vos lo ponías a Menem en el año 2001 y la Argentina no se caía. La Argentina cayó no por la herencia, sino por los herederos. es un conjunto de oportunistas y mercachifles”

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