Ni botas ni votos. La izquierda frente a las elecciones de 1973. El caso de las FAL

en El Aromo n° 36

Por Stella Grenat – Las elecciones de marzo de 1973 constituyeron un punto de inflexión en el proceso revolucionario abierto en 1969. Hasta entonces, la fuerza social revolucionaria apelaba a la acción directa y mantenía una tendencia insurreccional en su seno, que se manifestó abiertamente en la serie de insurrecciones en el interior del país. Debilitada en la burguesía la estrategia puramente militar, la fracción de la burguesía que acaudillaba la alianza “reformista” impone su propia salida: la salida democrática y el retorno de Perón a la escena electoral. Se trataba de provocar un impasse en el movimiento revolucionario por una doble vía. Por un lado, expropiar el movimiento a través de la incorporación al régimen de una fracción mayoritaria de la clase obrera. Por el otro, sacar partido de las tendencias reformistas que anidaban en las organizaciones y provocar una escisión con respecto al problema del peronismo. La tentativa comenzó a prepararse a luego del Cordobazo y la salida de Onganía. El campo mayoritario del personal político burgués se mostró dispuesto a la tarea común. Entre el 12 y el 13 de noviembre de 1970, se reunieron, con ese objetivo, Perón, Balbín, el Partido Conservador Popular, el Partido Demócrata Progresista, el Partido Socialista Argentino1, Manuel Rawson Paz (aramburista) y los radicales bloquistas de San Juan. Ese pacto recibió el nombre de “La hora del pueblo”. A fines de octubre de 1971, Lanusse impulsó el GAN y dio como fecha probable para la contienda el 11 de marzo de 1973. En julio de 1972, vio la luz el Frente Cívico de Liberación Nacional (FRECILINA), integrado por el PJ y el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) de Arturo Frondizi. Posteriormente, el FREJULI cerró la alianza política que llevó a la victoria al programa nacional y popular del peronismo. Ante este fenómeno, estos hechos se dan en el contexto del mayor desarrollo de las organizaciones de izquierda armadas y no armadas que se recuerde. Vale preguntarnos que reacción predominó entre ellas frente a esta etapa. Tomaremos un caso que expresa la fuerte tensión que recorrió a dichas organizaciones.

Las armas del socialismo

Desde 1955, la crisis estructural del capitalismo argentino desembocó en una crisis política que no haría más que ahondarse en la década siguiente. En este marco, fracciones importantes de la pequeño burguesía comienzan a radicalizarse y, en muchos casos, a adoptar la lucha armada. Varios grupos, que salieron a la luz recién en 1970, comenzaron a estructurarse. Entre ellos las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL). Esta organización se desmembró frente a la nueva coyuntura que contenía la salida electoral.2 Las FAL, surgieron al calor del Cordobazo y habían reunido a diversos grupos en torno a un estrecho y único objetivo: la necesidad de llevar adelante acciones armadas. El resultado fue un frente que, en pos de la unidad, desdeñó la profundización de una discusión política que fijara posiciones, guiara la acción y se constituyera en base sólida de una unión capaz de impulsar una alternativa independiente frente al reformismo peronista. Una serie de documentos producidos a comienzos de 1971 dan cuenta del debate y de la crisis que, en torno a éste déficit, atravesará a todos los sectores de FAL. En uno de ellos sostienen que no avanzar en definiciones que se traduzcan en la construcción de frentes de masas significará: “Dejar la organización de las masas y la concientización de las mismas en poder de la ideología dominante aunque sea en su forma más progresista [y] se irá […] a la cola del reformismo y el populismo [hasta ahora] el trabajo de masas sólo se lo concibe como trabajo de superficie para la extracción de cuadros y la lucha político ideológica sólo se hace en general contra la ideología o los planteos políticos de la dictadura y el imperialismo.”3 En este mismo sentido corre la siguiente autocrítica referida al modo en el que se han venido desarrollando: “Pretender guiar a las masas por la única vía de la lucha armada [es] renunciar a la construcción del partido marxista leninista que dirija las luchas de la clase en función de desarrollar la conciencia revolucionaria en la vanguardia de la clase […] Esa es la expresión concreta del populismo, aunque se vista ora de peronismo, ora de marxismoleninismo, como les sucedió a las FAR.”4 En estas intervenciones queda claro cuales serían las consecuencias que surgirían de no superarse los límites que se arrastraban, resultados que se potenciaban en un marco en el cual: “También avanza la burguesía buscando la forma de hacerse potable ante los ojos de las masas [para lo cual] se disfraza de populachera, de ‘revolucionaria’, se da formas engañosas y trata de mantener su dominación ideológica en la clase obrera y el pueblo [además] va a tratar de instrumentar […] la lucha violenta de los compañeros revolucionarios como forma de presión para la componenda electoral. Y hay que tener claridad política para no caer en las redes, para no caer en […] en el movimiento nacional burgués.”5 Las FAL se desmembró y sus miembros fueron absorbidos por Montoneros y el PRTERP. Para 1973, sólo dos sectores operaron de manera independiente: la columna América en Armas 6 y FAL 22 de agosto. La mayor parte de los miembros de FAL 22 provenía del “Comando Benjo Cruz” de FAL, que nació y se desarrolló en La Plata. Mientras los otros sectores de FAL desaparecieron, éstos iniciaron una nueva etapa que dio lugar al agrupamiento FAL 22 de Agosto. El agrupamiento hizo un notable esfuerzo por revertir la tendencia a la clandestinidad absoluta que se había impuesto en La Plata en el marco de la dictadura. Esta organización vivió con mayor fuerza la contradicción entre la construcción de una columna militar o un partido revolucionario. Ahora bien, ¿qué entendía por partido revolucionario? Hacia 1973 consideraban que se iniciaba un largo proceso en el cual se irían conformando el partido y el ejército, una etapa de acumulación de fuerzas políticas y militares: “Todo se iba construyendo en el camino […] [e] iba a llegar un momento de confluencia, de convergencia que se podía llamar partido y con el ejército lo mismo.”7 FAL 22 sostenía que el partido revolucionario se formará luego de este largo proceso: “Nosotros creíamos que el partido no estaba construido todavía, eso era un devenir y una confluencia de muchas fuerzas, de mucha gente, de muchos organismos, no podíamos plantearnos como partido desde ya […] Nosotros nos planteábamos como un frente […] por eso estábamos con la ‘confluencia’, con la ‘convergencia’, todas esas palabras del momento.”8 A pesar de la firme delimitación frente a la ideología peronista, FAL 22, rescató la intervención de las organizaciones armadas peronistas FAR, FAP y Montoneros: “Nosotros siempre estábamos abiertos al peronismo, al peronismo de izquierda. [Hicimos] acciones conjuntas […] [como] teníamos […] gente muy entrenada, entonces éramos apoyo.”9 Este acercamiento se sustentaba en una concepción según la cual el accionar armado, en sí mismo, evita cualquier tendencia reformista. Esta línea de intervención y su limitación para desarrollar su política en el seno de las masas profundizó la ambigüedad y las contradicciones contenidas en su programa. Así, FAL 22 resolvió apoyar la fórmula presidencial Cámpora-Solano Lima y, ante la “derechización”, llamó a continuar el accionar armado. En uno de sus volantes reconocieron que: “Las FAL 22 de agosto votamos el 11 de marzo al FREJULI entendiendo que su triunfo crearía mejores condiciones para profundizar la lucha y organización popular […] Por respeto y cariño a los trabajadores y revolucionarios peronistas quisiéramos creer que el General Perón está “cercado”, “engañado”, impedido de ver la realidad de nuestro pueblo.”10 Pero, frente a la crisis del gobierno, promovieron el sostenimiento del accionar armado: “Lucha y organización popular en el camino de la guerra revolucionaria. Único posible para conquistar la patria socialista.”11 En concreto FAL 22 nunca superó esta contradicción. Al igual que sus predecesores arrastraron un déficit político que les impididió ir a fondo en las delimitaciones respecto al reformismo peronista, situación que se agudizó al no poder diferenciar claramente entre una radicalización táctica y una estratégica: el uso de las armas no convertía mágicamente a las organizaciones peronistas (ni a ninguna otra) en revolucionarias socialistas. Este ejemplo nos muestra las dificultades que presentó la izquierda para constituirse en una alternativa para las masas en el terreno de la lucha electoral. La apertura de esta coyuntura creó expectativas en las masas en la posibilidad de una salida reformista y de una vuelta al ’45 e imposibilitó de cuajo un proceso de unificación de las vanguardias revolucionarias. Los referentes más importes, Montoneros y el PRT, bifurcaron su caminos. Los primeros volcaron todo su esfuerzo para que el líder retorne a su pueblo. El segundo, abandonó su histórico rechazo a participar en los comicios, pero fracasó a la hora de constituir una alternativa electoral.12 La gran cantidad de pequeñas organizaciones que existía se alinearon de uno u otro lado. Mientras tanto, la burguesía comenzó tempranamente a reordenar sus filas y organizar sus fuerzas para afrontar las elecciones. En este terreno, mucho mejor preparada, la burguesía asestó un golpe político fatal a la izquierda de aquellos años.


Notas

1Dirigido por Jorge Selser.

2Grenat, Stella: “Una espada sin cerebro: la crisis de las FAL”, en Razón y Revolución, nº 15, Ediciones ryr, Buenos Aires, 1º semestre del 2006, pp. 43-56.

3Documento de Chiche, marzo de 1971.

4Carta de Chiche a Jacinto, 11 de marzo de 1971.

5Idem.

6Grenat, Stella: “América en Armas, lucha de clases y estrategia en los años ‘70”, El Aromo, nº 33, noviembre de 2006.

7Entrevista 2, realizada por la autora en octubre de 2006.

8Idem.

9Ibidem.

10Declaración / Volante (1973) FAL ‘22 de agosto’. “Que algo cambie para que todo siga igual”. 11Volante (agoto 1973): TRELEW/EZEIZA.

12Para intervenir en las elecciones de 1973, Santucho impulsó los Comités de Base. Sin embargo, éstos no lograron un desarrollo significativo. El 3 de diciembre de 1972, promovió la formación del Frente Antiimperialista y Antidictatorial (FAA) que no pudo constituirse en una alternativa a la fórmula del FREJULI. Finalmente, el 18 de julio de 1973, creó el Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS). Para las elecciones de septiembre de 1973, El PRTERP intentó presentar las candidaturas de Agustín Tosco y de Silvio Frondizi, pero tampoco tuvo éxito.

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