«Madres es una universidad privada más». Entrevista a Herman Schiller

en El Aromo n° 36

Por Silvina Pascucci – El periodista Herman Schiller era docente, desde el año 2000, de la Universidad Popular de Madres de Plaza de Mayo. Hebe de Bonafini lo expulsó en febrero de este año, por “su deslealtad al movimiento”, según declaró. En una charla con El Aromo, Herman hace su descargo y explicita las razones políticas de su expulsión: sus críticas al gobierno de Kirchner.

¿Desde cuando estás con las Madres?

Desde el principio, en el `77. Entonces yo dirigía un semanario, Nueva Presencia. Quienes investigaron la época, incluso la revista Humor, admiten que fue la primera publicación que habló de las Madres.

Empezaste en la Universidad dictando la Cátedra de Historia del Movimiento Obrero Argentino…

Sí, eso fue al principio. En esa cátedra, además de la crónica histórica, siempre traíamos testigos de las luchas de antes y de ahora. Allí fue la primera vez que se hizo un debate público entre representantes del ERP y Montoneros. Fue tal el éxito, que me dijeron “hacelo abajo, en el salón grande y hacé lo que quieras”. Así empezaron las clases públicas sobre diferentes temas, que tenían gran convocatoria porque le dábamos lugar a todo el campo popular, sin exclusiones. Obviamente, hasta la llegada de Kirchner, todo iba muy bien. Una de las primeras clases sobre este gobierno se llamó “De Lavagna-Duhalde a Lavagna-Kirchner”, con la participación de economistas de distintas tendencias. Ahí percibí que la cosa empezaba a generar insatisfacción. Una de las últimas fue “El genocidio y la tercera edad”. Exhibimos la película Humberto D, uno de los films más emblemáticos del neorrealismo italiano, realizado en 1952 por Vittorio de Sica, que narra el drama y la miseria de un jubilado en la Italia de posguerra. Luego de la proyección, habló Luis Cortadi, uno de los dirigentes de los jubilados. La sala estaba llena de jubilados y tanto Cortadi como el público, dijeron de todo contra el gobierno y el sistema. ¿Qué pretendían que dijeran los jubilados del gobierno, cosas bonitas? Esa fue la penúltima clase. Mientras tanto, Hebe reporteaba en su radio a la directora del PAMI, Graciela Ocaña. Yo trataba de equilibrar, invitaba a docentes de la Universidad más afines a la línea de Hebe, pero el público siempre era muy crítico. Yo no era un provocador, pero llegó un momento en que la cruda incondicionalidad de Hebe hacia el gobierno ya no tenía nada que ver conmigo. No hace mucho, Hebe presentó un libro de Ulises Gorini y todas las adhesiones que leyó al principio fueron muy aplaudidas, hasta que leyó la de Kirchner y no hubo ni un aplauso, sólo un silencio sepulcral. No sé si esa anécdota te dice algo.

¿Cómo te comunicaron la noticia de tu expulsión de la Universidad?

Fue diez minutos antes de la última clase, que estaba dedicada al ERP y la clase obrera. Ese día, 13 de febrero, dimos un mediometraje sobre la participación del ERP en los sindicatos clasistas de Córdoba y habló Daniel De Santis. Yo anuncié la noticia de mi despido antes de comenzar y se armó un revuelo terrible. La gente se levantó y empezó a gritar y se hicieron gestos espontáneos de la gente, para llevar a las autoridades de la Universidad y a las Madres. Al martes siguiente, íbamos a proyectar una película sobre las atrocidades norteamericanas en Guantánamo, pero el día anterior, me anunciaron que esa última clase quedaba definitivamente anulada. De acuerdo a lo que dijeron oficialmente, esa decisión se adoptó porque la reacción espontánea de la gente fue tan “agresiva” que decidieron suspenderla.

De acuerdo a las temáticas de tus clases, la propia discusión lleva a encontrar las causas de los problemas, y eso lleva a una crítica al gobierno…

Claro. Por ejemplo, en los últimos tiempos debatimos sobre el colapso de la salud pública en la Argentina. Invitamos a luchadores. Vino, entre otros, Gustavo Lerer, delegado del Garraham, que criticó al gobierno. Todo esto iba acumulando convulsiones. Para serte franco, esta situación no me sorprendió. Era la crónica de un final anunciado. En el 2004, Kirchner le dio a las Madres un programa en Radio Nacional. Era un horario malo: los domingos de 7 a 8 de la mañana. Hebe me pidió que lo conduzca (todavía mis acciones estaban en alza) y el resultado fue muy positivo: llamaba la gente de todo el país y el programa se mantuvo durante 70 semanas ininterrumpidas. En cuanto al contenido, lo conduje con la mayor dignidad posible que pude, porque de mi boca no salió una palabra de elogio a Kirchner. Nunca. Y ahí diría que empezó la etapa final de las irritaciones. Varias veces llevé al programa luchadores en conflicto. Una vez traje a los mismos docentes que ahora están conduciendo la pelea en Santa Cruz. Le dieron con un caño a Kirchner, y Hebe se irritó. Un día decidieron levantar el programa con el argumento de que estaban preparando la radio propia. Eso era cierto, pero en la nueva emisora me negaron la participación porque estaban disconformes con mi línea en todos los espacios en donde actuaba.

¿Y qué argumentos te dieron para echarte de la Universidad?

Mirá, eso me lo anunció Sergio Schoklender, con quien siempre tuve buen diálogo. Me dijo que personalmente había tratado de retrasar una decisión que ya se había tomado hace tiempo. Hacía rato que venía mal la cosa, yo iba de mala gana, porque no me resultaba fácil soportar la hostilidad de Hebe. Pero el espacio se sostenía por la gran convocatoria y el estímulo de la gente. Además, quiero ser honesto: cobraba $700 mensuales, que no es mucho pero me permitía ir tirando. Después de la expulsión, llegaban a la Radio de las Madres decenas de mensajes de repudio. Hebe, muy molesta, decidió contestar en una oportunidad y dijo: “a ninguno le gustaría que tiren mierda en su living”. Y ¿quién estaba al lado de ella en su programa cuando dijo eso? Nada menos que el Ministro del Interior, Aníbal Fernández. Según me contaron, Hebe lo llevó para defenderlo de quienes lo acusan por su responsabilidad en el asesinato de Kosteki y Santillán. En realidad, ella todo el tiempo estaba diciendo que yo tiraba mierda contra las Madres. Eso es una absoluta mentira. De mi boca jamás salió una palabra en contra de las Madres. Ni siquiera después de la expulsión. Pero es posible que Hebe haya interpretado que criticar a Kirchner es lo mismo que hablar mal de las Madres. Y esa identificación, claro, es terrible. Después de 30 años de militancia junto a las Madres, sin duda estos hechos me duelen mucho. Pero también me siento halagado y gratificado por la amplia solidaridad del campo popular. De paso, quiero decirte que yo no digo “las Madres”, sino “Hebe”, porque buena parte de las Madres me han llamado para solidarizarse conmigo. Ellas siguen allí, no por su amor a Hebe, sino porque se sienten contenidas como madres de desaparecidos.

Esta identificación de Madres con el Gobierno, ¿vos crees que es un cambio de programa o es parte de su propio programa?

Es una buena pregunta. Creo que es un drástico y dramático cambio de programa. Hasta el primer aniversario de Kosteki y Santillán, esto fue en el 2003, Hebe todavía llamaba a la lucha armada. Y de la apología de la lucha armada que hizo sobre el Puente Pueyrredón al actual apoyo incondicional a Kirchner, a exculparlo a Aníbal Fernández, o a cometer la herejía de ir al edificio de Libertador, hay un abismo terrible. Hace un tiempo, cuando Hebe se comía al régimen crudo, me acuerdo que estábamos en un acto en Plaza de Mayo y alguien estaba cantando el himno y ella dijo “este no es el himno de las Madres. Nosotras no tenemos bandera”. Yo no se si estoy de acuerdo, pero simboliza el grado de transgresión que tenía. Era, quizás sin saberlo, profundamente anarquista e internacionalista. Ahora está en otra cosa.

¿Qué opinión tenés de la Universidad, más allá de tu expulsión?

Hace rato ya que ha pasado a ser una universidad privada más. Una vez hice una clase sobre el movimiento obrero de los `60 y los alumnos no sabían nada. Y las preguntas que hacían eran todas de derecha, por ejemplo “¿Por qué los trabajadores del subte nos dejan sin subtes?”. Pero quiero subrayar que hay compañeros muy valiosos y talentosos que resisten desde adentro y sus actividades deben ser apoyadas.

¿Te parece que este tipo de episodios terminan aislando a las Madres del campo de la izquierda?

Hebe hace rato que está aislada del campo popular. Ha decidido cambiar de compañeros. Por eso quizás decidió levantar la marcha de la resistencia…

* Herman Schiller es un docente despedido de la Universidad de Madres de Plaza de Mayo por criticar al gobierno.

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