Frío, frío. Las perspectivas de Venezuela frente a la guerra en Ucrania

en Aromo/El Aromo n° 122/Novedades

Nicolás Grimaldi

Grupo de Análisis Internacional

La invasión criminal de Rusia contra Ucrania, trajo aparejada una serie de cuestiones a nivel internacional. Una de ellas es la suba del precio del trigo debido a que entre ambos países representan el 30% del comercio mundial. Esto obviamente derivó en la suba generalizada de los alimentos y un proceso inflacionario internacional. Otro de los efectos fue la suba del precio del petróleo que rozó los 130 dólares a comienzos del conflicto bélico, aunque esta última semana el crudo de referencia de Texas, por ejemplo, descendió a 93,56 dólares. Parte de esta baja se debe al confinamiento en que entraron 30 millones de personas en China producto de un brote de covid y por lo cual caerá la demanda, el inicio de conversaciones entre Rusia y Ucrania, y la suba de la tasa de interés de EE.UU.

Como parte de esta situación, el gobierno de EE.UU. retomó el diálogo con la dictadura chavista de Nicolás Maduro los días 5 y 6 de marzo. Recordemos que las relaciones diplomáticas entre ambos países están rotas desde 2019, cuando la administración de Trump decidió reconocer a Guaidó como presidente legítimo del país. La conformación de ambas comitivas da cuenta de la importancia del mitin. Por el lado venezolano estuvieron Maduro, su esposa, la diputada Cilia Flores, y el presidente de la Asamblea Nacional (AN, parlamento) y habitual líder de los equipos negociadores del Gobierno, Jorge Rodríguez. Los tres, junto a Diosdado Cabello, son la cabeza del gobierno venezolano. Por el lado de EE.UU., la comitiva estuvo conformada por el director para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional y principal asesor de Biden para América Latina, Juan González, a quien acompañaron el delegado presidencial para Asuntos de Rehenes, Roger Carstens, y el embajador en Venezuela -pero radicado en Colombia desde mediados de 2019, debido a la ruptura de relaciones diplomáticas-, James Story. En cambio, estuvieron ausentes los cancilleres, el venezolano Félix Plascencia y el estadounidense Antony Blinken 1.

La función de este encuentro tenía que ver con lo que se divulgó como “seguridad energética”. Esto significa entablar negociaciones para estudiar la posibilidad de que las sanciones a Venezuela sean levantadas y de esa forma poder cubrir el hueco dejado por Rusia en el comercio mundial de petróleo. Hay que destacar que Rusia representa el 3% de las importaciones petroleras de EE.UU. Para Venezuela, la ganancia pasaba por la posibilidad de poder recuperar parte de su exportación, no solo por aumentar su volumen, sino también por poder cobrar la totalidad de ese comercio. Recordemos que Venezuela venía vendiendo su petróleo a través de Rosfnet, quien le cobraba una comisión por ese servicio. Ahora, con las sanciones a Rusia y su desenganche del sistema SWIFT, se ve impedido de exportar petróleo. Además de la cuestión energética, se habló de una posible reapertura de los vuelos entre ambos países como inicio de una reconexión comercial 2.

Más allá de este encuentro, el gobierno de EE.UU., dos días después de la reunión, avisó que “por ahora” no están estudiando la posibilidad de importar petróleo desde Venezuela. Este freno que aplicó el gobierno de Biden a las negociaciones se debe al frente interno que se le abrió con varios legisladores, tanto republicanos como demócratas, que llamaron la atención sobre la posibilidad de que se levanten o relajen las sanciones. Entre ellos se encuentra Bob Menéndez, el senador demócrata por Nueva Jersey que preside el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Al mismo tiempo, Iván Duque, presidente de Colombia, ofreció aumentar la exportación de petróleo a EE.UU., como forma de obtener financiamiento y, a su vez, porque no quiere saber nada con un reforzamiento del régimen de Maduro, justo cuando debe enfrentar las elecciones contra Gustavo Petro, el gran favorito en las encuestas.

Ante este panorama, Maduro tuvo gestos tanto para EE.UU como para Rusia. Con el primero, fue la liberación de dos detenidos estadounidenses y el anuncio de su voluntad de reiniciar las mesas de diálogo con la oposición, que fueron suspendidas cuando extraditaron a Alex Saab, presunto testaferro de Maduro. Para con Rusia, Delcy Rodríguez, la vicepresidenta, viajó a Turquía para entrevistarse con el canciller ruso, Serguei Lavrov, entrevista de la que solo se informó que se charló sobre “las relaciones bilaterales” entre ambos países. No es para menos, ya que Rusia es no solo el principal comprador de su petróleo, sino que también es el responsable del 80% de las importaciones de trigo, por lo que está latente un empeoramiento de la crisis alimentaria que vive el país.

¿Son las sanciones el problema de Venezuela?

El simple hecho de que aparezca un diálogo entre ambos gobiernos vuelve a poner sobre la mesa la cuestión de las sanciones, cuál es su envergadura real, y principalmente si son o no las responsables de la situación por la que pasa actualmente Venezuela.

Vamos por parte. Las primeras sanciones que sufre Venezuela datan del 2006 para limitar el comercio de armas con EE.UU. A partir de ahí, se aplican una serie de sanciones que afectan a empresarios, funcionarios y militares venezolanos, pero no directamente a la economía del país. Así, más de 80 burgueses venezolanos se vieron impedidos de ingresar a EE.UU. o se le embargaron cuentas y bienes en el extranjero. Recién en 2017 aparece la primera sanción contra el Estado venezolano, cuando Trump prohíbe a personas estadounidense o relacionadas con EE.UU. negocien o reestructuren deudas con PDVSA o con el gobierno venezolano. En marzo de 2018, prohíbe a sus ciudadanos y allegados la adquisición de cualquier moneda digital o criptomoneda, como el Petro, emitida por el gobierno venezolano. En 2018, se amplía la primera sanción involucrando también a aquellas deudas en las que PDVSA o el gobierno fueran propietarios de al menos el 50%. En noviembre del 2018, se prohíbe cualquier transacción de oro u otro activo entre ciudadanos y allegados estadounidenses con el gobierno venezolano. En enero de 2019, se amplía esta sanción alcanzando a 7 personas físicas y 23 empresas, para luego incluir también a PDVSA, por lo cual bloqueaba de hecho todas las cuentas que la petrolera tenía en el exterior. El 22 de marzo del 2019, el Departamento del Tesoro sanciona a la minera Minerven, y a los bancos estatales BANDES y Banco de Venezuela, dificultando los pagos internacionales. El 10 de abril del 2019, el FMI le niega al gobierno un envío por 400 millones de dólares por derechos especiales de giro, y se inicia toda una serie de embargos sobre activos del Estado venezolano en el extranjero, como los 1.200 millones de dólares en oro que se encontraban en bancos ingleses.

Ahora bien, si la situación de Venezuela se explicara por las sanciones, lo que deberíamos encontrar es una economía relativamente estable hasta 2017 cuando comienzan las dificultades para renegociar deuda. Sin embargo, lo que encontramos es un desplome generalizado que comienza varios años antes. Como dijimos ya muchas veces, el inicio de la crisis venezolana data del 2013-2014, momento en el cual los precios del petróleo comienzan a caer luego de 4 años de subida. 3. Para un país que solo produce y exporta petróleo e importa todo lo que consume, esto se volvió algo fatal. Así, el PBI cayó un 55% entre 2013 y 2017, antes de que las sanciones empiecen a correr. Lo mismo sucedió con la producción de petróleo. Mientras en 2011 PDVSA producía 2.413.000 de barriles diarios, para el 2014 encontramos una caída de unos 50 mil barriles, poco, pero mostrando el inicio de una tendencia que acumuló una caída total 500 mil para el 2017, y más de un millón de barriles diarios para el 2018, cuando PDVSA solo produjo 1.354.000 barriles diarios. Si observamos los datos para lo que fue el 2021, encontramos que produjo solo 636.000 barriles diarios, una caída del 74% en relación con 2011. Sin embargo, al igual que veíamos con el PBI, la caída empieza a producirse años antes de la implementación de las sanciones 4.

Veamos ahora qué sucedió con el comercio exterior. En el año 2012, Venezuela exportó cerca de 100 mil millones de dólares e importó por 76 mil millones. Para el año 2015, es decir casi 3 años antes de las primeras sanciones, las exportaciones fueron de 38.5 mil millones de dólares y las importaciones fueron por 39 mil millones. Para el 2018, la relación fue de casi 15 mil millones de importación y las exportaciones fueron de 35 mil millones. Es decir, entre 2012 y 2015 las exportaciones cayeron un 62% y las importaciones un 51%. Para el 2018, comparando con 2012, la caída fue de un 65% de las exportaciones y 81% para las importaciones. Con relación a los destinos, entre 2012 y 2016 las importaciones desde EE.UU. cayeron en un 63% y las exportaciones lo hicieron en un 67%. Con China, en el mismo período las importaciones cayeron un 75% mientras que las exportaciones lo hicieron en un 80% 5. Las estadísticas oficiales del INE y el BCV solo llegan hasta el 2017, sin embargo, se estima que para 2020 la caída de las exportaciones fue de 95% con relación al 2012 y de casi un 90% de las importaciones. En el 2021 se produjo una leve mejora en las importaciones, pero que ni siquiera roza una recuperación real.

Con todo, parece poco probable que las relaciones entre EE.UU. y Venezuela se modifiquen cualitativamente. Sin embargo, Maduro debe caminar sigilosamente sobre brasas. Un retorno a las relaciones comerciales con EE.UU. le va a permitir ver crecer sus exportaciones y por ende sus ingresos. Sin embargo, a riesgo de quedar completamente aislado, el apoyo ruso es fundamental en términos político, militar y económico. En el medio, puede quedarse sin ninguno de los dos, ya que Venezuela no es demasiado importante para los planes de Putin o Biden. De todas maneras, la situación no cambiará sustancialmente por tener o no las sanciones. Además, las pocas mejoras que se den irán a parar a sostener a la burguesía parasitaria con la que se construyó el chavismo. Solo una acción independiente de la clase obrera, que organice un plan de reconstrucción de la economía a nivel nacional, con la concentración de todos los recursos existentes en sectores estratégicos, puede sacar al país de la crisis. Para eso, el primer paso es poner en píe una gran campaña obrera para quitarse de encima a quien es hoy su peor enemigo, el chavismo.

Notas

  1. Ámbito, 12/03/2022
  2. El País, 15/03/2022
  3. Grimaldi, Nicolás: El chavismo, Ediciones RyR, 2020
  4. Estadísticas extraídas de la OPEP
  5. INE y BCV

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

*

Últimas novedades de Aromo

Ir a Arriba