“El gobierno prefiere que colapse el sistema de salud y haya una crisis sanitaria, antes que reconocer a los trabajadores de salud”, afirmó ayer uno de los delegados, Marco Campos, quien definió el conflicto como un enfrentamiento entre “el hartazgo del sector versus la soberbia” del Ejecutivo. publicó la semana pasada el diario Río Negro.
Las protestas comenzaron a inicios de marzo, luego de que ATE y UPCN acordaran con el gobierno una suba del 12% sobre los salarios básicos de todos los estatales, una suma mensual en negro de 3.500 pesos hasta julio y un bono de 15.000 pesos en dos cuotas. Tras la negociación con el sindicato docente ATEN, el porcentaje de suba se elevó al 15%.
Al comenzar el mes los trabajadores de salud marcharon a la capital, comenzaron los cortes en las rutas en coincidencia con la turística semana santa, y se produjo una renuncia colectiva de intensivistas en el hospital Castro Rendón.
La última semana el conflicto se radicalizó al no obtener respuestas del gobierno. En Andacollo, el personal de salud del Hospital Antonio Gorgni y vecinos se unieron en el reclamo, como en Rincón de los Sauces, dónde los docentes convocaron a apoyar a los trabajadores de salud. Los cortes afectan las rutas que conectan la zona petrolera de Vaca Muerta, persiste el acampe en la Casa de Gobierno, el corte en la Ruta 22 en Plaza Huincul, en la ruta 7 en San Patricio del Chañar y en la 40 en Chos Malal.
El viernes 9 el gobierno sí hizo algo, enviar un fiscal con una orden de desalojo. Sin embrago no amedrentó a los compañeros. Las dos reuniones realizadas ayer y hoy no parecen haber llegado a nada, porque nada ofrecieron. Como suele suceder el gobierno apuesta al desgaste.
Sin embargo, algo distinto han logrado los compañeros del sur. En la disputa siempre soterrada entre el conjunto del capital y la clase trabajadora que significa huelga, ellos le han agarrado el gañote a la lógica burguesa. Si el país burgués es una organización para la ganancia en detrimento de la vida humana, hay que apretar en ellas, en las ganancias, dónde les duele. El corte de las rutas por las que llegan los equipos necesarios para mantener la producción petrolera es esa medida. Pero también, para los que han creído en la tonta propaganda del fin del trabajo, es la ruta por la que llegan los trabajadores que deben reemplazar a las cuadrillas que ya han cumplido los turnos reglamentarios y que no pueden, por convenio, seguir trabajando. De manera que las pérdidas (estimadas para el viernes por el portal Energía On del Diario Río Negro en 2,7 millones de dólares) se deben no sólo a la demora en llegar equipos para “18 torres de perforación y 12 equipos de torre como workover, pulling y coiled tubing” sino a que faltan quienes los operan, los trabajadores. La misma clase social realiza el corte, la misma clase social es esperada en los campos petroleros. La otra, la burguesía, sólo nos parasita.
Por eso, el conflicto de Neuquén posee dos características que es necesario remarcar y saludar. Por un lado es expresión del cansancio de los trabajadores que ha llegado a un límite en el que se rebelan contra las conducciones sindicales, las sobrepasan y dejan expuesto el acuerdo fundamental de la burocracia peronista con los gobiernos burgueses. En loa misma medida en que asoman otros dirigentes que se ponen al frente de los reclamos de los compañeros. En segundo lugar, no se limitan a expresar de diferentes maneras el malestar y el reclamo, sino que desarrollan la acción directa en las rutas y al cuestionar el núcleo económico del capital de la región es decir el petróleo y el turismo ponen en primer plano la necesidad de una reconfiguración general de la sociedad para resolver problemas inmediatos como la salud y el salario.
Desde El Termómetro socialista enviamos nuestro apoyo y también nuestra admiración a estas jornadas ejemplares de los compañeros de salud. Llamamos a la mas amplia solidaridad, y a la extensión y unidad de las luchas de los trabajadores de salud que atraviesan el país. La unidad y la acción directa es el camino hacia la solución de fondo, la reorganización de todo el sistema industrial-productivo, de distribución y de atención sanitaria, de manera centralizada, racional, científica y orientada por los problemas más gravosos para la salud de los trabajadores y no por los más rentables para la industria farmacéutica-tecnológica.