En la EES N62 Barrio «La Perlita» Moreno no se cumple el protocolo

en Conti-Santoro/Novedades

Un ejemplo de porqué se debe ir por la huelga general

El día de hoy, nos hicimos presentes en las escuelas porque los docentes fuimos obligados a empezar el período de intensificación de manera presencial. Según el Plan Jurisdiccional, aquellas escuelas que no cumplieran con los 8 puntos del protocolo no podían funcionar bajo esta modalidad, sino que debían continuar bajo el régimen virtual. De hecho, una de las vías por las cuales justificaron esta criminalidad era esa: “no se preocupen docentes, que las escuelas que no estén en condiciones no vuelven”.  Hoy la realidad nos cacheteó a miles y la Escuela 62 de Moreno es un ejemplo. En la misma no hay baños para docentes, tampoco el espacio necesario para aislar a algún caso sospechoso. No se cuenta con los insumos de limpieza ni de protección (tapabocas, máscaras de acetato). Ni que hablar de jabón en los baños de los estudiantes o toallas descartables. Y la máxima: ni siquiera había agua. Además, la escuela se encuentra en obra y, por tanto, tampoco cuenta con la habilitación de inspección de infraestructura. Esa escuela no debía estar abierta: no pueden obligarnos a ingresar a escuelas que son una bomba de tiempo y más bien hay que exigir su cierre, acta mediante.

Bien, pese a todo esto la escuela se mantuvo abierta y funcionando. No es la única. Como se pudo apreciar la semana pasada en las jornadas institucionales, iba a depender de la correlación de fuerzas de cada escuela la posibilidad de cerrar o no si faltaban “los recursos”. Esto se podía anticipar y, por eso, lo dijimos hasta el cansancio: la lucha hoy no es porque entreguen “recursos” a las escuelas. La lucha hoy es por la NO vuelta a la presencialidad en pandemia. Cualquier otra batalla implica correr detrás de la zanahoria, detrás de si aparecen casos, de si hay lavandina, de si los chicos se encuentran a metro y medio de distancia, si la escuela tiene agua, si hay alcohol.  Esto no solo es agotador, sino que también es insuficiente. Agotador porque nos tornamos guardianes de un protocolo que sabemos de antemano que no se puede cumplir por el problema histórico de infraestructura escolar. No nos van a contar a nosotros cuál es el estado de las escuelas que transitamos todos los días. Insuficiente porque, aunque pudiera cumplirse, no alcanzaría para preservar las vidas y la salud. Por un lado, por la condición de pluriempleo de los docentes. Ningún trabajador de la educación puede preservarse en una sola burbuja porque trabajamos con suerte dos turnos y en más de dos escuelas. Por eso, los cursos se nos acumulan de a decenas. Por otro lado, porque el inicio de clases, solo en provincia de Buenos Aires implica que se movilicen alrededor de 7 millones de personas. En un momento donde los contagios provinciales superaron un total de 851.000 y los fallecidos son por encima de los 25.700, un momento en el que, a nivel país, los casos se duplicaron en apenas tres meses.  Es en este cuadro, dónde el gobierno nos dice que volvamos a las escuelas. Que docentes, alumnos y familias se trasladen, para cursar una semana sí y otra no, es criminal. Y lo es por el simple hecho de que no están dispuestos a dar todo lo necesario para la educación virtual.

En un año electoral, el gobierno se juega una de las últimas fichas como “gestores” de la pandemia: la “nueva normalidad” abriendo las escuelas. Su premura es el manotón de ahogado de un capitalismo quebrado y el de una burguesía parásita. Sí, hay que reconocer que su jugada es, además de asesina, maestra: porque nos pone a discutir si esta escuela sí y la otra no, atomizando completamente nuestra organización y lucha. Terceriza la campaña de demonización docente buscando que sean las propias familias las que presionen por la “apertura” de escuelas.

En este cuadro es el que se impone una consigna correcta. Porque la atomización de la lucha le cuesta muy caro a la clase obrera. Por eso debemos ser claros: este no es el momento de la presencialidad. La pandemia está lejos de desaparecer. Más bien, el experimento educativo actual promete fogonearla y expandirla más aún. La presencialidad en pandemia es criminal. La única precondición es la vacunación masiva. No queremos un cronograma, no queremos una nueva promesa, ni una vacuna que alcance solo a los docentes. Siempre defendimos la educación de nuestros alumnos y de sus familias y para eso los necesitamos, primero, vivos. La vacunación debe ser masiva para toda la población. Otros países avanzan y muestran que nuestra exigencia es posible. No hay que mirar muy lejos: solo del otro lado de la cordillera. Chile vacunó a más de dos millones de personas en dos semanas. Se alista en vacunar a 500.000 docentes antes de iniciar el ciclo lectivo. Esta es la única precondición para ir pensando en la vuelta a la presencialidad. Por eso, los reclamos históricos por más recursos y por infraestructura deben seguir, pero no en las aulas. Hoy, además de la vacunación masiva de toda la población debemos exigir dispositivos para alumnos y docentes, conectividad a internet de calidad para toda la población, más docentes, psicólogos, psicopedagogos y trabajadores sociales para los equipos de orientación, más personal técnico, más auxiliares. Se debe llevar adelante un plan de infraestructura y de transporte porque las escuelas que dejamos en marzo del 2020 se caían a pedazos desde hace décadas. Nunca abandonamos un pliego de reivindicaciones que es histórico. Pero hoy debe ser ordenado a la luz de los elementos nuevos y del primero que le da sentido: la pandemia. Que algunas escuelas estén en condiciones no anulan las otras peligrosidades que suman los movimientos de personas. En países con una infraestructura escolar de mejor calidad, como, por ejemplo, Reino Unido, Israel, España, Canadá, se demostró que la presencialidad influía en los rebrotes si la circulación comunitaria no había sido controlada.

Ceder a aceptar una “presencialidad cuidada” es ceder a la premisa del gobierno: que la vida las familias obreras no son valiosas. Que nos podemos arriesgar a que se pierdan algunas. Por eso debemos ser claros: nadie debe volver a las escuelas hasta que no haya pasado el peligro de pandemia. Exigimos vacunación masiva de la población y el sostenimiento de la educación virtual con todos los recursos necesarios garantizados por el Estado. En toda la provincia, deben organizarse comités de huelga cuya tarea hoy es la defensa de la vida, precondición para educar. Esa discusión hay que darla ahora.

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