El otro 19 y 20. La alianza devaluadora del 2001 – Alberto Horacio Rodríguez

en El Aromo nº 51

nota_2_1 Mucho se ha escrito sobre el movimiento insurreccional del 19 y 20 de  diciembre. En general, se lo suele considerar casi como el único factor en  la caída de De la Rúa. Sin embargo, como toda crisis orgánica, el  derrumbe comienza por arriba. Por lo tanto, resulta particularmente  importante estudiar a la alianza burguesa que conspiró contra la Alianza,  propició la devaluación y sostuvo a Duhalde en el gobierno.

 Devaluación vs dolarización

 Para el segundo semestre de 2001, nuestro país enfilaba hacia la cesación  de pagos de deuda. La magnitud de la recesión, el creciente deterioro de la recaudación fiscal y la caída del nivel de reservas líquidas influyeron en el corte total del flujo de capitales externos. Ante las evidentes señales de que la economía estaba colapsando, la disputa entre fracciones de la burguesía se profundizó.
Las elecciones legislativas de octubre de 2001 fueron el primer escenario de disputa sobre el futuro económico a seguir. Dentro de las propias filas de la Alianza, el candidato a senador por Capital Federal, Rodolfo Terragno, fue uno de los primeros que pidió cambiar el rumbo de la economía.1 Desde el sindicalismo, el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA) en reunión con De la Rúa, se pronunció tempranamente a favor de una devaluación. Su secretario general, Hugo Moyano, consideraba que la devaluación del peso era un requisito indispensable para revertir la crisis: “Este país no funciona porque tenemos un corset en economía que no nos deja funcionar”.2
El conteo de votos arrojó un severo revés para los candidatos oficialistas de la Alianza, ahondando las críticas del derrotero económico. Los referentes de las dos CGT, (oficial y disidente) al ser los anfitriones del electo senador nacional Eduardo Duhalde, coincidieron en reclamarle al gobierno “un cambio de rumbo en el modelo económico”.3 Dos días después de la derrota, se produce una reunión de los diputados radicales con De la Rúa, exigiendo un giro de la economía.4
El gobierno tomó nota y comenzó a gestar nuevas medidas. En este contexto comienza a tomar forma una coalición burguesa de tinte opositor: el Frente o Grupo Productivo (GP)5, compuesto por la Unión Industrial Argentina (UIA), la Cámara Argentina de la Construcción (CAC) y la Confederaciones Rurales Argentinas (CRA). Esta alianza burguesa, mayoritariamente de capitales nacionales, se consolida con anterioridad a las elecciones legislativas de octubre de 2001. José Ignacio De Mendiguren, presidente de la UIA anunció: “El nuevo plan sirve para bajar la fiebre, pero no estamos yendo a curar el tumor que nos llevó a esta situación”,6 refiriéndose al contenido de los cambios económicos.
En oposición al GP, otro consorcio burgués se consolida: los empresarios españoles de las privatizadas y bancos extranjeros, que expresan su confianza en que se superará la crisis, comenzando a vislumbrarse una dolarización de la economía. El presidente de la UIA no dudó en catalogar la dolarización como “un disparate”. Para él, aplicarla “sería crear un problema más antes de resolver la cuestión central, que pasa por la competitividad, y además significaría consagrar la distorsión relativa de precios que hoy tiene la economía”.7

La UIA ya no quiere más choclo francés8

A mediados de noviembre de 2001, a través de una solicitada, la fracción burguesa simpatizante de la dolarización, compuesta por la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA), la Coordinadora de Productos Alimenticios (Copal), el Instituto para el Desarrollo Argentino (Idea), la Cámara Argentina de Supermercados, el Consejo Empresario Argentino (CEA), la Cámara Argentina de Comercio (CAC) y la Sociedad Rural Argentina (SRA) señalan que “El Estado Nacional, las provincias y los municipios, cuyo nivel de gasto ha crecido significativamente en los últimos años, son los principales responsables de que nuestro país, en lugar de crecer, haya, en cambio comenzado a retroceder, achicando al sector privado. A tal fin proponemos: Déficit cero, garantía a la convertibilidad, fuerte disminución del gasto público improductivo…”.9
En la segunda quincena de noviembre de desarrolló la VIIº Conferencia Industrial Argentina bajo el lema: “El verdadero riesgo es no tener país”, donde burgueses de la industria de capital nacional se despegaron de las propuestas de la solicitada dolarizadora. En concreto, después de la reestructuración de la deuda que llevó adelante el Gobierno y que cuenta con pleno aval del GP, el eje de las propuestas industriales fue un programa de reintegros y aranceles que les permitiera a las empresas ganar competitividad, y una paridad cambiaria que pudiera competir con el real brasileño. Ya la devaluación se presentaba como alternativa.10
La salida devaluacionista de la Convertibilidad lentamente irá logrando congregar a muy diversos sectores, estructurándose desde lo ideológico-discursivo la defensa de la producción, la industria nacional, la competitividad y el trabajo. Estos eran los objetivos programáticos para presionar políticamente al gobierno.
Los planteos por un nuevo patrón económico sustentados sobre la modificación del tipo de cambio contaron con el apoyo de amplios sectores del espectro político-sindical nacional y de buena parte de la comunidad académica local e internacional.11 Paolo Rocca, directivo del Grupo Techint, peso pesado del GP, vislumbraba que el peso argentino iba camino a sufrir una devaluación “el uno a uno no se puede sostener”.12 Esta presión del GP se vio reforzada con apoyos desde sectores agrarios. Los productores agropecuarios nucleados en CARBAP aconsejaban que “La salida de la convertibilidad es el único camino que le queda al gobierno”13. Capitales extranjeros también participaban de la movida: el presidente de la norteamericana Monsanto, Carlos Popik se consideraba “partidario por la devaluación, pero limitado, porque una flotación completa generará un caos aún mayor”14.
El llamado apostólico del GP no sólo contuvo a sectores autodenominados productivos, sino que pretendió lograr el apoyo de otros actores sociales. Estableció alianzas con la Concertación Social, acercando posiciones con la Iglesia Católica y sectores de la burocracia sindical.15
Aprovechando los graves incidentes de fines de diciembre, el GP presentó en sociedad un documento con una propuesta devaluacionista mediante una conferencia de prensa. El escrito fue realizado conjuntamente con la Asociación de Bancos Públicos y privados de la República Argentina (Abappra) con su titular Carlos Heller, quien sostuvo la necesidad de encontrar políticas de concertación, concluyendo que “la coyuntura es de una complejidad tal que exige soluciones de emergencia, que no son deseables como políticas de largo plazo”.16 Respetando su legado histórico, las dos centrales sindicales cerrarán filas con la patronal apoyando la iniciativa.17 Esta aparente y engañosa alianza policlasista y con un tufillo nacionalista, fue exhibida como un corte respecto a lo sucedido durante la década de los ‘90 y un frente opositor a las propuestas de dolarización de la economía. ¿Dónde se apoya políticamente este consorcio devaluacionista? Hacía tiempo que la UIA y sus socios del GP (la CRA y CAC) tentaban con sus propuestas al Partido Justicialista bonaerense del Gobernador Carlos Ruckauf y a Duhalde.
Al asumir Rodríguez Saá como presidente designado por la Asamblea Legislativa, los primeros actores que se reunieron, en víspera de la noche buena navideña, con el inquilino de Balcarce 50, fueron precisamente los miembros del Grupo Productivo ahora “ampliado”, representado por De Mendiguren (UIA), Enrique Olivera y Carlos Heller (Abappra), Manuel Cabanellas (CRA), Eduardo Baglietto, Gregorio Chodos y Aldo Roggio (CAC), Héctor Massuh (papeleros), y Alberto Alvarez Gaiani (COPAL).18 En esta reunión le imponen al nuevo mandatario, la necesidad de pesificar la economía, devaluar y replantear el MERCOSUR. Tres serán los encuentros, en sólo una semana, donde esta corporación burguesa presionará al mandatario por una devaluación. Ante la renuncia de Rodríguez Saa y la asunción de Duhalde como presidente designado, el plan económico devaluacionista del GP ya aumentado, vuelve a presentarse ante el nuevo equipo económico de Remes Lenicov y Roberto Frenkel. Una semana después se sancionaba la Ley de Emergencia Pública y Reforma del Régimen Cambiario marcando el abandono de la Convertibilidad a partir de la devaluación del peso, en sesiones parlamentarias meteóricas.

Conclusión

El fracaso del régimen de convertibilidad en Argentina marcó un punto de inflexión en las relaciones entre las distintas particiones de la burguesía más condensada. La devaluación de la moneda en enero de 2002 no fue en absoluto fruto de un acuerdo, sino más bien el resultado de un duro forcejeo entre éstas. Allí, una amplia alianza -con el predominio de capitales más pequeños en alianza con algunos grandes (Techint y Arcor) y mayoritariamente nacionales- logró imponer los principales lineamientos de la política económica a seguir. Devaluacionistas y dolarizadores se disputarán espacios políticos para imponer sus propuestas. Es evidente que la devaluación le permitió a las fracciones endeudadas licuar la deuda, lo que suscitó la oposición de empresas extranjeras, que además, debían lograr más pesos por cada dólar que quisieran llevarse. Se trata, entonces, de un golpe burgués y nacionalista. Es el Grupo Productivo (UIA, CAC y CRA), con el apoyo de otras agrupaciones burguesas como Abappra y Copal, el que tendrá la capacidad de generar un frente político capaz de torcer el rumbo económico hacia la pesificación de la economía, devaluación de la moneda y desarrollar una capacidad de exportación más competitiva. Como producto de haber generado un esquema de alianzas sociales y políticas mucho más consistentes y contingentes, en lo que respecta a la composición de sus integrantes, es que se imponen con respecto a la que conforman los impulsores de la opción dolarizante. Tal como lo reconoció un empresario español: “Muchos pensaron que Telefónica tenía que utilizar sus medios (Telefónica, Radio Continental, Editorial Atlántida, Canal 9) para oponerse al ‘polo nacional o devaluacionista’ […], pero no teníamos el más mínimo nivel de organización intercorporativa como para plantear algo así”.19 Queda para una próxima entrega el análisis de los capitales extranjeros en el proceso que acabamos de narrar.

NOTAS
1La Nación, 02/10/01
2La Nación, 03/10/01
3La Nación, 15/10/01
4La Nación, 19/10/01
5Rapoport, Mario: Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2003), 1ra. Ed., Villa Ballester, Emecé, 2007, Pág. 771.
6La Nación 06/11/01.
7La Nación 11/11/01.
8Titulo del diario Ambito financiero, 26/12/01.
9Clarín, 18/11/01.
10La Nación 21/11/01.
11Fue expreso el apoyo interno de los economistas del Plan Fénix y de Paul Krugman en lo externo. Diario BAE, Martes 18/12/01.
12Clarín, 21/12/01.
13El Cronista Comercial, 21/12/01.
14BAE, 21/12/01.
15Ámbito Financiero, 19/12/01.
16Página 12, 21/12/01.
17Ámbito Financiero, 21/12/01.
18Ámbito Financiero, 24/12/01.
19Mercado, Marzo 2002.

 

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