¿El amigo alemán? La estrategia de EE.UU. frente a Europa

en El Aromo n° 119/Novedades

Nadia Bustos – Grupo de Análisis Internacional

El enfrentamiento entre Estados Unidos y China ubicó a la UE en una posición incómoda. Por un lado, definirse en favor de alguno de los bloques afecta sus intereses internos. Por el otro, tiene dificultades para poner en pie una política propia que lo convierta en un actor de peso en el escenario mundial. Mientras tanto, la crisis crece a pasos agigantados.

La seducción

Desde hace tiempo podemos advertir que la prioridad de la Casa Blanca es contrarrestar el poder de China. La gestión Trump encaró el problema optando por una ofensiva en el plano económico. El plan Biden es un rediseño de la estrategia, contemplando nuevas alianzas y acuerdos comerciales y militares.

El primer paso en este sentido fue recomponer el vínculo con la UE, desgastado durante la presidencia de Trump. La burguesía europea festejó que Biden puso fin a la resolución del conflicto Boeing- Airbus, el retorno de Estados Unidos a los Acuerdos de París y también las negociaciones por el acuerdo nuclear con Irán.

Todo marchaba viento en popa luego de la aprobación norteamericana el acuerdo por el gasoducto Nord Stream 2, que duplica la cantidad de gas enviado desde Rusia. Hasta hace algún tiempo, Estados Unidos tenía en la mira ese gasoducto, que ubicaba al gigante eslavo en una posición de principal proveedor de gas. Biden se comprometió a no sancionar a la empresa alemana encargada de la construcción del gasoducto (que ya casi está finalizado), a cambio de que Alemania participe de la iniciativa de los Tres Mares (Báltico, Adriático y Negro). Esta iniciativa, también conocida como BABS por sus siglas en inglés, busca la cooperación económica y de energía entre la UE y Austria, Bulgaria, Croacia, República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia. Esta cooperación es importante porque Estados Unidos tiene inversiones en energía nuclear en Polonia y en las llamadas “energías limpias” en Europa del Este.

Sin embargo, la luna de miel con la UE duró poco tiempo. Biden entregó estas concesiones para luego exigirles a los europeos la implementación de medidas para restringir la actividad de las empresas chinas en la región, espacialmente las tecnológicas. Sin embargo, la UE no se mostró partidaria a llevar adelante una estrategia agresiva sobre China.

Si bien Biden logró obtener de la UE una declaración conjunta que condene las violaciones a los derechos humanos en China y la imposición de sanciones a los funcionarios chinos, las negociaciones detrás fueron arduas. En el mes de octubre, se logró una nueva declaración, donde Estados Unidos y la UE instan a China a cumplir con los objetivos para reducir las emisiones de gas carbono, pero el asunto no pasó a mayores.

El apriete

Ante la falta de voluntad política de la UE, Biden comenzó a buscar nuevos socios para su empresa. Fue así como en el mes de septiembre presentó la alianza AUKUS (Australia – Reino Unido – Estados Unidos, por los acrónimos en inglés), un pacto de seguridad y cooperación para hacerle frente a China, que también cubre áreas de cooperación en inteligencia artificial, tecnología cuántica, cibernética y cadenas de suministro.

El AUKUS es el círculo íntimo de Biden, los aliados más sólidos con los que cuenta para llevar a cabo su política internacional. La alianza surgió luego del del deterioro de las relaciones comerciales y diplomáticas entre China y Australia. Australia, lleva tres años seguidos de choques diplomáticos con el gobierno chino, el cual derivó en la imposición de aranceles a los bienes australianos.

Desde el lado de Reino Unido, la adhesión aparece junto con la consolidación del Brexit. Boris Johnson quiere proyectar una estrategia de “Gran Bretaña Global” y para ello necesita del apoyo norteamericano. Así, se mostró como un socio leal a Biden en temas como China y el cambio climático. En particular, se ocupó de criticar repetidamente a China por el trato del presidente Xi Jinping a Hong Kong y Xinjiang, y al embajador Zheng Zeguang se le prohibió asistir a un evento en el parlamento británico a principios de septiembre.

Sumado a esto, en el mes de marzo el gobierno norteamericano reflotó el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD, por sus siglas en inglés) acuerdo que se puso en marcha en marzo entre Estados Unidos, India, Japón y Australia para el intercambio de información y la cooperación militar. Este foro existe desde 2007, pero la intención de Biden es reactivarlo y aprovechar el aumento de las tensiones entre los países miembros con China para convertirlo en una alianza a mayor escala.

Hasta marzo de este año, los países miembros del QUAD habían enviado a representantes de menor nivel y solo se habían celebrado tres encuentros a nivel ministerial. La alianza comenzó a reactivarse en noviembre del año pasado cuando realizaron la Operación Malabar, el primer ejercicio naval conjunto. Por primera vez en marzo de este año se reunieron Biden, el presidente indio, Narendra Modi, el primer ministro japonés, Yoshihide Suga, y el australiano, Scott Morrison, una muestra de la alianza está cobrando más relevancia.

El resultado de la reunión fue el compromiso de los cuatro países de contrarrestar la “diplomacia de vacunas” china, comprometiéndose a respaldar un aumento en la capacidad de fabricación de dosis contra el Covid-19 en India, especialmente de los preparados de las farmacéuticas estadounidenses Novavax y Johnson & Johnson.

Los socios de este grupo llevan adelante una política mucho más agresiva. En tecnología, por ejemplo, se mostraron más proclives a alinearse con la posición de Washington sobre China. Este año India prohibió las aplicaciones chinas TikTok, WeChat y otras, mientras que Australia y Japón también realizaron acciones contra Huawei y otros gigantes tecnológicos chinos. En el aspecto militar, el 12 de octubre la alianza llevó a cabo la segunda fase de ejercicios militares conjuntos en Malabar, Bahía de Bengala.

Japón, por su parte, está preocupado porque los barcos chinos volvieron a navegar en aguas cercanas a las islas Senkaku, administradas por Japón, pero reclamadas por China y Taiwán, todas ellas deshabitadas pero con potenciales yacimientos de hidrocarburos en sus aguas. Cabe destacar que Japón tiene una fuerza militar muy escasa, la cual se compensa con el apoyo del ejército norteamericano, que cuenta con unas 55.000 personas con distintas labores militares en el archipiélago, su mayor despliegue fuera de sus fronteras.

La noticia de la formación de estas alianzas hubiese pasado más desapercibida si no hubiese sido un plantón de cara a la UE. El anuncio del lanzamiento del AKUS estuvo acompañado por la cancelación de Australia del acuerdo de compra de submarinos nucleares franceses. El acuerdo mencionado tenía un valor de 50.000 millones de dólares australianos (a precios del contrato en 2016, ahora según Le Monde y Financial Times rondaría los 90.000 millones). A cambio, Australia recibirá tecnología para producir submarinos de propulsión nuclear en el territorio nacional.

La estrategia Biden apunta a aislar a la UE, sin romper los lazos, pero dejándola contra las cuerdas para hacerla ceder ante sus intereses. En el medio, puso en marcha otras estrategias de presión a través de Polonia, Ucrania y el Brexit.

El frente oriental

En octubre del año pasado, Varsovia y Washington firmaron un acuerdo a 30 años de cooperación en el desarrollo del programa civil polaco de energía nuclear. En julio, la firma estadounidense de energía nuclear Westinghouse anunció el lanzamiento de un estudio de diseño e ingeniería de front-end o FEED, bajo una subvención de la Agencia de Desarrollo Comercial de Estados Unidos para promover el programa de energía nuclear de Polonia. Westinghouse tiene más de la mitad de los reactores nucleares en funcionamiento del mundo, pero la cooperación con los países de Europa del Este también abarca toda la gama de tecnologías limpias, desde la solar y la eólica hasta la geotérmica, el hidrógeno, los biocombustibles y baterías. Es decir, Polonia es un aliado central de Estados Unidos en Europa, que además posee una ubicación estratégica, ya que limita con Europa del Este.

La estrategia de este bloque quedó evidenciada la semana pasada, cuando el gobierno polaco reactivó la crisis política de la UE. El Tribunal Constitucional de Polonia sancionó que cuatro disposiciones del principal tratado de unidad la UE chocan con la constitución polaca y no deberían prevalecer sobre ella 1. El fallo, emitido a raíz de una solicitud del gobierno polaco, fue sancionado sin consultar a la UE sobre el choque normativo. Es decir, lejos de tratarse de un problema legal, es una acción política contra el bloque, en tanto cuestiona el tratado de unidad. Ante este escenario, la UE puede responder iniciando un procedimiento de infracción y sancionar a Polonia o recortando dinero de la financiación. El punto central es que un agravamiento de la crisis podría derivar en la salida de Polonia del bloque.

La UE es una Comunidad de países híbrida, donde los estados comparten moneda, política fiscal y el mercado común, pero todo el resto de las áreas (incluyendo la represiva) sigue en manos de los estados nacionales. Por lo tanto, consolidar estos puntos en una integración mayor, es decir, dar el salto hacia la hegemonía de Alemania y Francia, podría ser el detonante de nuevos “exit” en el bloque. El fallo polaco pone sobre la mesa esta discusión y obliga a la UE a pronunciarse hacia una política de consolidación del bloque o hacia una la aceptación de una mayor autonomía nacional, lo que llevaría en el largo plazo, a su desmembramiento.

El otro elemento importante en la política norteamericana hacia Europa es Ucrania. La alianza de Estados Unidos con Ucrania cobró más relevancia luego del intento de anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014. La novedad es que Biden se reunió en a principios de septiembre con el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy para definir acuerdos de cooperación en varias áreas. En defensa, se acordó un paquete de asistencia por 60 millones de USD en misiles y otros 400 millones de USD en aportes para sostener a las fuerzas de seguridad ucranianas. También se contempla la investigación y desarrollo en materia militar, espacial, cooperación en ciberseguridad y energías limpias 2.

Esta perspectiva se puedo anticipar con el acuerdo negociado con Alemania por el gasoducto North Stream 2. La construcción de este gasoducto perjudicaba a Ucrania al enviar gas por medio del mar, a diferencia del gasoducto actual que pasa por el territorio ucraniano y le permite cobrar una porción de renta gasífera. El acuerdo negociado entre Estados Unidos y Alemania contempla un beneficio importante para Ucrania al obtener 50 millones de dólares en créditos de tecnología de energía verde y una garantía de reembolso por las tarifas de tránsito de gas que perderá hasta 2024.

El tercer eslabón en la cadena de la alianza norteamericana es Reino Unido. Tal como mencionamos al principio, la agenda de Boris Johnson es alinearse detrás de Estados Unidos, fundamental para sobrevivir al brexit y también para poder presionar a la Unión Europa. En este punto, es donde aparece la comunidad de intereses entre la burguesía británica y la norteamericana.

El gobierno británico viene boicoteando de forma sistemática el protocolo con Irlanda del Norte, la clave del acuerdo de salida de la Unión Europea y el que garantizaba que no fuera necesaria una frontera entre la provincia británica y la República de Irlanda (Estado miembro de la UE). Reino Unido está pidiendo se elimine el rol de supervisión que tiene el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) y amenaza a la UE con suspender la aplicación del protocolo en caso de no sentarse a negociar.

La clave de este acuerdo es que permite la supervivencia del mercado común europeo, la joya de la corona que utiliza la UE para negociar a nivel mundial. Esto genera conflictos dentro de la propia UE, ya que no logra cerrar definitivamente el capítulo del brexit. Una flexibilización de los términos del protocolo podría afectar el mercado protegido y regulado de Europa y, por lo tanto, los intereses de las diferentes burguesías nacionales. Es decir, agravar la crisis dentro del bloque. Este es punto donde Estados Unidos y Reino Unido salen beneficiados. Johnson, por su parte, no puede realizar una jugada tan arriesgada sin la espalda norteamericana y la garantía de que, en caso de que la UE cierre la frontera, tenga un socio al cual acudir.

Por lo tanto, la gestión Biden además de poner en pie una alianza contra China, está poniendo contra las cuerdas a la UE. Su intención es lograr que el bloque se alinee en favor de los intereses norteamericanos y presiona a través de Ucrania, Polonia y Reino Unido. Sin embargo, los europeos tienen una agenda diferente.

¿Tercera posición?

La burguesía europea no está interesada en mantener un enfrentamiento directo con China. Uno de los motivos es que Alemania posee importantes inversiones en ese país, mientras que Francia también tiene intereses en la región Indo – Pacífico, especialmente los territorios de ultramar y el 93% de su zona económica exclusiva se encuentra en los océanos Índico y Pacífico. Sumado a esto, la región alberga a 1,5 millones de franceses y 8.000 soldados.

China posee, además importantes inversiones en Europa, que van desde redes de telecomunicaciones hasta instalaciones portuarias, energía y tecnología. Solo para mencionar, el gigante asiático posee el 10% de toda la capacidad portuaria europea e inversiones en carreteras y vías férreas civiles en Europa del Este. En 2019, Italia se convirtió en el primer (y actualmente único) miembro del Grupo de los Siete en unirse a La Ruta de la Seda y beneficiarse con inversiones. Otros destinatarios de las inversiones chinas, como Hungría y Grecia, fueron los primeros en rechazar los intentos de la UE de criticar a China como bloque. También Austria, Hungría e inicialmente Grecia se resistieron a los esfuerzos contra Huawei en la región.

En este contexto, Alemania y Francia elaboraron una estrategia paralela, la cual quedó plasmada en el documento “La estrategia europea para la cooperación en la región Indo – Pacífico” 3. Ambos países tienen intención de forjar una “Tercera posición” ante China ya que consideran que la región de la ASEAN es un socio cada vez más importante para la UE. En el comunicado plantean la necesidad de establecer nuevos acuerdos comerciales en la región, especialmente con Malasia, Tailandia, Australia, Indonesia, Nueva Zelanda e India. También evaluar la posible reanudación de las negociaciones comerciales con Malasia, Filipinas y Tailandia, y la eventual negociación de un acuerdo comercial de región a región con la ASEAN. También advirtieron sobre la necesidad de reforzar la cooperación en investigación e innovación, explorar la asociación a este programa a Australia, Japón, República de Corea, Nueva Zelanda y Singapur. El documento proyecta explorar formas de garantizar despliegues navales mejorados por parte de los Estados miembros de la UE, reforzar la gobernanza de los océanos en la región, incluido el aumento del apoyo de la UE a los sistemas de control y gestión de la pesca de los países del Indo-Pacífico. Es decir, una estrategia independiente a la norteamericana que contempla el plano económico y militar.

Sin embargo, el límite de este proyecto es el propio límite que la UE tiene como bloque de estados. El primer problema es la cuestión militar. La falta de un ejército propio, de un comando unificado que le permita intervenir a nivel mundial, es un déficit que lo ubica a merced de la OTAN y, en última instancia, de Estados Unidos. El segundo límite a esta estrategia es el propio estado norteamericano, que no está dispuesto a encarnar alianzas que no respondan a sus intereses.

La presión norteamericana contra la Unión Europea puede derivar en un mayor intento de hegemonía por parte de Francia y Alemania, pero a costa de un posible estallido de más “exit” y un agravamiento de la crisis interna. Por lo tanto, el margen de maniobra de los europeos es escaso. La crisis entre Estados Unidos y China deja a la UE en un campo minado, cualquier decisión puede agravar la crisis y potencialmente convertirse en una bomba difícil de desactivar.

i https://www.politico.eu/article/explained-poland-court-ruling-european-union-eu/

ii https://www.whitehouse.gov/briefing-room/statements-releases/2021/09/01/joint-statement-on-the-u-s-ukraine-strategic-partnership/

iii https://eeas.europa.eu/sites/default/files/jointcommunication_2021_24_1_en.pdf

Notas

  1. https://www.politico.eu/article/explained-poland-court-ruling-european-union-eu/
  2. https://www.whitehouse.gov/briefing-room/statements-releases/2021/09/01/joint-statement-on-the-u-s-ukraine-strategic-partnership/
  3. https://eeas.europa.eu/sites/default/files/jointcommunication_2021_24_1_en.pdf

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