Si algo marca la política educativa en pandemia, es que las acciones llegan tarde. Por eso, en noviembre tenemos los mismos problemas que teníamos en marzo, pero agravados. Se profundizaron la desigualdad escolar y la degradación. Así, uno de los ámbitos donde podemos ver este resultado, es en el refuerzo de la educación “paraestatal”. Se trata de aquella en la que el Estado terceriza sus funciones. Es la vieja estrategia peronista-kirchnerista de actuar por medio de una red punteril para “sostener” el proceso educativo.
La última novedad en la materia, es el anuncio de Trotta, de fortalecer el programa “Acompañar” para 2021. Como muestra de este planteo, se lanzó el “Programa de Promotoras Educativas” en la Villa 31. La iniciativa fue tomada de un Instituto Superior de Formación Docente “popular”, vinculado a la organización peronista “El Hormiguero”, donde cada estudiante de profesorado del nivel primario realiza el seguimiento educativo de chicas y chicos del barrio, vinculándolos con sus docentes.
Es decir: el Estado, que es el que debería garantizar en todo el país computadoras, conexión y contratación de docentes para sostener esa continuidad, no lo hace y beca a estudiantes de un terciario filo peronista, para que acompañen a los alumnos. Un mecanismo punteril y económico, porque es más barato pagar una beca a un estudiante que contratar a un docente.
Limitado a su nombre, el programa “Acompañar” incluye la creación de equipos de referentes territoriales para ofrecer “puentes” durante el verano, en los territorios en los que aún no pueda retomarse la presencialidad. Iguales a las escuelas de verano que Larreta anunció, y tanto le criticaron. Explícitamente, se apela al uso de las redes comunitarias para todas esas tareas. En este sentido, el programa fue anunciado con las más bellas y cuidadas palabras: solidaridad, reconocimiento, participación y diálogo.
¿Qué esconden? Que el Estado sencillamente se sirve de tramas no escolares y acciones solidarias externas al sistema educativo, en manos de movimientos, organizaciones sociales, entidades y sindicatos. Obviamente, no se trata de cualquier acción solidaria: son los lazos del entramado punteril peronista. Recordemos que la solidaridad de las organizaciones de Guernica no recibió recursos, fue combatida.
Por otra parte, “solidaridad” quiere decir: sin costo. Sin pagar un salario de un docente para perfeccionar esa tarea, o de equipos de orientación escolar con personal suficiente y adecuado para ir a buscar a esos pibes desconectados. No extraña que en este cuadro el gobierno tenga entre sus prioridades el hacer un Relevamiento Nacional de Experiencias Educativas Comunitarias, Cooperativas y de Gestión Social, para “fortalecerlas”. O sea: para tercerizar acciones en ese entramado.
Pero no estamos ante una novedad. Más bien, el gobierno apela a consolidar un largo camino construido en materia de educación de jóvenes y adultos. El promotor reemplaza al docente; los espacios comunitarios, a las escuelas; la diversidad de trayectorias borran aquellas metas de un currículum único y mínimo; y los espacios comunitarios “solidarios” tapan la necesidad de construcción y reparación de escuelas. De los años ‘70 para acá, se construye un mismo horizonte: docentes voluntarios, sedes paraestatales, educación “contextualizada” al sujeto, aceleración, uso político-punteril.
Nos venden gato por liebre. Porque el problema de los desconectados tiene solución: docentes, recursos, WI-FI. Pero en lugar de garantizarlos, el gobierno fortalece sus propias redes de contención política. En el medio de la crisis gigantesca que se avecina, mientras Cristina pide la unidad patronal, el gobierno está más preocupado por reforzar mecanismos de contención de los futuros rebelados, que en garantizar la educación de millones.
Suscribite al WhatsApp de La Hoja Socialista y recibí todas las notas en tu celular.
