Editorial: Los caminos de la educación argentina

en ECD/El Correo Docente 28/Novedades

En estos últimos meses, la agenda política y educativa estuvo marcada por un tema: la flexibilización de la cuarentena. A medida que el gobierno nacional liberó ciertas actividades, la discusión sobre la vuelta a las aulas comenzó a tomar forma. Luego de la experiencia jujeña, el gobierno anunció el retorno en nueve provincias. Entre tanto, la clase trabajadora continúa sufriendo las consecuencias de una crisis económica cada vez más profunda. Docentes y familias viven con angustia situaciones diversas y críticas. Por un lado, aquellos que conservan su trabajo lo hacen con el salario congelado (lo que implica ajuste), recortado y sobrecargados de labores. Por el otro, muchos cayeron directamente en la desocupación, situación que se agrava día a día entre la docencia.

Dos caminos se abren de cara al futuro: el del gobierno y la burguesía, y el nuestro. Al lector, trabajador y compañero, queremos mostrarle que otro futuro es posible. Fernández y Trotta se empeñan en negar la realidad, promoviendo medidas que tienden más a dejar pasar el año y que nada explote. Nosotros no ocultamos nada, así como tampoco reposamos en la denuncia. La Corriente Nacional Docente Conti-Santoro considera vital el avanzar en la construcción de una alternativa capaz de revertir décadas de degradación educativa.

A ciegas y por precipicios: números engañosos y la vuelta a la presencialidad

Antes de anunciar la vuelta a las escuelas, el gobierno publicó algunos resultados provisorios de la Encuesta sobre el Proceso de Continuidad Pedagógica. El dato más relevante, y del que se valió Trotta y el gobierno para hacer bandera de un supuesto éxito educativo, sería que el 95% de los hogares recibió propuestas pedagógicas en todo este tiempo. El gobierno resaltó la necesidad de pensar la vuelta para ese 5% sin conexión, diagnóstico que Larreta tomó a pie juntillas.

Sin embargo, los resultados no reflejaron un balance serio y se trata de una puesta en escena. Al menos el 90% de los docentes encuestados mantuvo “algún tipo de conexión” con sus alumnos, pero decir “algún tipo de conexión”, no habla mucho acerca del “cómo” se desarrolla la educación. Educar no es simplemente enviar actividades. El acto educativo se concreta cuando el alumno logra incorporar conocimientos. “Algún tipo de conexión” es un balde vacío que incluye situaciones dispares como alumnos que se contactaron una vez en todo este año hasta otros que logran seguir el ritmo de la cursada virtual. El resultado final es el aumento en la desigualdad educativa.

En esta línea, también conviene preguntarse cómo fue esa conexión. La misma encuesta revela que los alumnos se conectaron mayormente por WhatsApp, lo cual es un problema grave porque no es una aplicación ideada para dar clases. Por eso, podríamos afirmar con total seguridad que, a esta altura del año, muy pocas escuelas tienen resultados positivos con la educación a distancia. La calidad educativa sólo puede alcanzarse con plataformas educativas homogéneas y más personal docente.

De hecho, en otra encuesta se señala que el 96% de los alumnos necesitó del acompañamiento de un adulto para realizar actividades. Además, al menos el 52% de los alumnos destinan al menos tres horas por día a las actividades. Incluso indagamos la calidad de ese acompañamiento adulto, el 44% de los padres no contaba con el secundario completo. Como dijimos en otra oportunidad, la educación a distancia no puede prescindir del acompañamiento docente y familiar y eso la vuelve poco rentable para la burguesía lo que hace que la presión por la vuelta se instale. Quienes predican que estamos ante una posible privatización educativa futura donde se reemplazarán docentes por máquinas, no saben de lo que hablan. Que esos predicadores formen parte de las filas de la izquierda resulta preocupante. Más bien la deserción aumenta a medida que se flexibiliza la cuarentena, dado que muchas de esas familias salen a trabajar y no pueden acompañar ya la trayectoria escolar de sus hijos. Esos alumnos son los que hoy están a la deriva. La conclusión es obvia: necesitamos más docentes para acompañar a esos alumnos, así como también personal profesional como psicólogos, psicopedagogos y asistentes sociales.

Con este supuesto triunfo estadístico, se lanzó la noticia: todas las provincias en fase 5 volverían a las aulas. En un principio eran nueve: Catamarca, Formosa, San Luis, Santiago del Estero, Tucumán, Corrientes, Misiones, Santa fe y San Juan. Kicillof también estimaba que al menos 71 distritos de la provincia de Buenos Aires, todas en fase 5, podrían volver. La provincias presentaron sus protocolos que no distaban mucho de los parámetros estipulados en el Protocolo Nacional. Como ya es costumbre, nada de inversión para reacondicionar la infraestructura.

Luego del fracaso total que resultó la vuelta en Jujuy, la provincia de San Juan aparecía como la estrella para el ministro Trotta. A diferencia de lo sucedido en la provincia de Morales, con San Juan se mostró abiertamente a favor. Poco duró la ilusión. Pasada algo más de una semana, San Juan volvió atrás luego de la aparición de casos de COVID-19. En el resto del país también se postergó el comienzo. Hasta el momento, San Luis, Misiones, Corrientes, La Pampa volverían a fines de septiembre, mientras sólo se mantienen firmes Formosa y Catamarca. En un contexto en el que la pandemia se instaló en el interior, la vuelta a clases resultaría un genocidio.

Sin lugar a dudas, en todo este cuadro, el batacazo lo dio CABA. A diferencia de lo que sucede a nivel nacional, Larreta siempre tuvo en mente volver a la normalidad. Por eso, su Ministra de Educación, Soledad Acuña, habló de extender el ciclo lectivo durante las vacaciones de verano. Más allá que no pasó de dichos, Larreta soltó el as de espada en el anunció de la extensión de la cuarentena. Allí afirmó que las escuelas reabrirían para brindar conectividad a los alumnos sin conexión. En principio serían 6.500, pero luego más de 9.500, lo cual habla de los números que maneja el gobierno. Más allá de los números, lo importante es que esto era el inicio de una apertura mucho mayor. Finalmente, la lucha de la docencia porteña impidió, al menos por ahora, la vuelta. Pero sabemos que el gobierno porteño no se bajó de ese reclamo, incluso sigue presentando protocolos que no varían demasiado.

Ya no caben dudas que habilitar la presencialidad implica un riesgo para las familias y docentes. Las experiencias a nivel mundial lo comprueban. Los niños son un factor importante para el contagio ya que su carga viral es intensa. En países como EE.UU, Corea del Sur, Alemania, France e Israel, la vuelta a las aulas trajo consigo un aumento de los contagios y muchas debieron dar marcha atrás.

Atajos: el bloque pedagógico y la promoción automática

A la par que se intentó volver a las aulas, el gobierno buscó una solución al problema de la deserción escolar. El Ministro de Educación nacional anunció la fusión del ciclo lectivo del 2020 con el 2021, en un mismo bloque pedagógico. Sin embargo, hasta el día de la fecha no sabemos con exactitud qué implica este bloque pedagógico ¿O acaso basta con unificar este año con el próximo para compensar la pérdida de contenidos? Tampoco hay un plan que muestre un camino claro para hacerlo.

A su vez, el bloque pedagógico fue acompañado con el anuncio de la promoción automática. Tal y como dice la palabra, implica la no repitencia de año. Si bien la mayoría de los ministros de educación provinciales se desmarcaron de esta medida, palabras más o palabras menos, la mayoría acompañó la promoción, con algún tipo de decoración. Todos le escapan a la palabra “automática” pero suponer que el año próximo, que aún no sabemos cuáles serán las condiciones epidemiológicas, se van a dictar los contenidos de dos años resulta una quimera si no se modifican las condiciones reales de cursada.

Queda claro que ambas medidas no resuelven la deserción escolar. Las estadísticas afirman que un 45% de los alumnos abandonarán tras la pandemia. Sin embargo, esa catástrofe educativa puede comprobarse hoy día. Si no, pensemos en lo que dijimos anteriormente ¿Cuántos alumnos están aprendiendo? Por eso, traer a esos alumnos desertores no alcanza con el bloque pedagógico y hacer un “siga siga”. Eso sólo nivela para abajo. Por eso reforzamos la necesidad de contar con más de un docente por curso/grado y de achicar los grupos para garantizar un seguimiento personalizado. Necesitamos personal profesional para traer de nuevo al sistema a los alumnos desertores y luego garantizarles una cursada real en lugar de una mera ficción.

El camino de los trabajadores

La Argentina es uno de los países de América Latina que menos invirtió en el COVID-19. Incluso países tildados de derecha como Brasil y Perú, invirtieron mucho más. Esto nos dice mucho de las perspectivas que el gobierno tiene para la educación. A diferencia de lo que sucede en otros países poco se hizo para readecuar la escuela a los tiempos que vivimos. No sólo no se destinaron más recursos para educación, sino que se recortaron. El salario docente es un claro síntoma de ello. Tras la pandemia, y de seguir así, los docentes seremos mucho más pobres.

Sin embargo, otro camino es posible. La Corriente Nacional Docente Conti-Santoro tiene un programa de acción y lucha de cara a la pandemia. Como dijimos anteriormente, el acceso a Wifi de calidad y gratuito y netbooks para alumnos y docentes, es un insumo necesario, pero no suficiente. La educación es un proceso que requiere de elementos materiales, pero sobre todo humanos. Por eso mismo, a la consigna levantada por la izquierda de actos públicos y cobertura de todas las vacantes, nosotros sostuvimos desde un principio que se requerían de más recursos que un docente por curso, que había que incorporar parejas pedagógicas y reducir a la mitad los grupos. También sumar profesionales para crear gabinetes psicopedagógicos en todas las escuelas. Sólo así podremos realmente reincorporar a todos los alumnos que desertaron o se encuentran en problemas para garantizar la continuidad pedagógica. Sólo así podremos atender a los problemas de violencia familiar y de género que sufren nuestras alumnas. Para realizar un trabajo personalizado que trascienda el “acompañamiento” hay que realizar nivelaciones de la situación real de cada uno de nuestros alumnos. ¿Dónde tienen dificultades? ¿Qué contenidos aprendieron? ¿Qué déficits históricos arrastran producto del “siga, siga”? La pandemia es una oportunidad para seleccionar y disputar el sentido de los contenidos, para poner en pie una “paritaria curricular”. Solo los docentes somos capaces de hacerlo, ya hemos visto, hasta el hartazgo, a dónde nos lleva la selección del gobierno: al analfabetismo.

Como parte de la clase obrera, los docentes no podemos pensar en reclamos meramente corporativos. Las estadísticas sostienen que el 50% de las familias se encuentran en situación de pobreza y alcanzarían el 60% a fin de año. Por lo tanto, debemos incorporar el reclamo por un subsidio de dos canastas básicas totales para todas las familias. Obviamente, los docentes necesitamos reabrir las paritarias. El salario debe alcanzar a recomponer parte de lo perdido en todos estos años, incluso desde antes de la pandemia. La degradación salarial no es producto del macrismo: arrastramos décadas de ajuste con el peronismo. A eso debemos sumarle un bono extra, mensual y retroactivo para cubrir los gastos en tecnología.

Quienes sufren los caminos inciertos a los que nos lleva la burguesía son las familias de nuestros alumnos, es decir, la clase trabajadora. Las agrupaciones combativas no podemos cruzarnos de brazos ante esta realidad. Debemos unificar todas las luchas, tanto docentes como de la clase obrera en general y brindar al conjunto de las familias una alternativa real. Pero para eso hay que pasar de la denuncia a la acción.

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