Ricardo Maldonado
Grupo de Cultura Proletaria
La historia se repite, la primera vez como farsa, la otra como tragedia
Sobre «Los dos demonios recargados» de Daniel Feierstein y la construcción de una impunidad progresista
La cobertura del estado burgués, es decir la manera de cubrir su función central represiva de la lucha de clases, de la clase obrera, se ha sostenido en los últimos 50 años de diferentes maneras y con estrategias combinadas. Una de ellas, central para la subsistencia del capitalismo argentino, es lavarle la cara al principal sostén del régimen, el peronismo.
El retorno de Perón no solo canalizó las energías revolucionarias de las calles abiertas al callejón institucional de las elecciones (recurso que, además, hubo de usarse dos veces en un año) sino que permitió comenzar a revertir el ciclo con una cacería de luchadores y militantes desatada desde el interior del propio peronismo. Perón fue un verdadero caballo de Troya. De la Masacre de Ezeiza al Documento reservado al Consejo Superior Peronista, del primer decreto de aniquilamiento de Isabel a los tres de Luder, de los sindicalistas Triacca y Baldassini negando tener conocimiento de desapariciones durante el “Proceso” al más del 15% de las intendencias aportados a la dictadura, los dirigentes peronistas llegan al año 83 enchastrados de la sangre de la izquierda y de sus propias bases. El cajón de Herminio no hizo más que exponerlo gráficamente. Pero el 40% de los votos obtenidos pese a la derrota en la presidencial expresaba por el contrario, los efectos de la masacre, la debilidad en la que el tándem asesino había dejado a la clase trabajadora, que en gran parte no encontraba otra salida que volver dócilmente a la casa de uno de sus verdugos.
La teoría de los dos demonios venía, entre otras cosas, a resolver este problema. Como afirma Feierstein “la teoría de los dos demonios se impuso en la década del 80 (y mucho más allá) no por su apego a la verdad, sino porque permite a muchos clausurar la pregunta sobre su propia responsabilidad e involucramiento en los hechos, proyectándolo tan sólo hacia los extremismos, que pasaron a ser demonios y fueron arrancados tajantemente de la definición del nosotros argentino”i Claro que Feierstein sugiere que se trata de la sociedad cuando en realidad se trata de la corriente política que en sus trabajos queda eximida de responsabilidad: el peronismo.
La teoría de los dos demonios apuntaba a recomponer al peronismo dejándolo por fuera de la pregunta sobre su propia responsabilidad. Previamente a la llegada de Alfonsín los militares habían pergeñado una ley de autoamnistía que antes de ser repudiada tuvo largos debates internos. Estos debates fueron muy educativos sobre la estrategia a desplegar por el régimen burgués. Intentaban ponerse de acuerdo en quienes quedaban afuera y adentro de la impunidad mediante una delimitación temporal. Centralmente hubo debate sobre si la amnistía alcanzaba a los hechos posteriores a la caída de Galtieri. En particular el asesinato de los militantes peronistas Cambiasso y Pereyra Rossi por un grupo comandado por el comisario Patti, al que 12 años después el peronismo honraría llevándolo en sus listas y consagrándolo intendente. Esta cuestión de la limitación temporal y la desconexión de acontecimientos íntimamente relacionados, fue un determinante en la teoría de los dos demonios en beneficio del peronismo. Todo lo anterior al 76 se aprueba sin beneficio de inventario. Era necesario reciclar un viejo partido y su historia incomodaba. A cambio se juzgarían a los más conspicuos representantes de lo demoníaco. Canalizar y desviar, de eso se trataba.
Desde la auto amnistía hasta diciembre de 1990 cuando se reprime el último alzamiento carapintada, las fuerzas políticas burguesas trabajaron alterna y mancomunadamente, con la base ideológica de la teoría de los dos demonios en la recuperación de las fuerzas represivas como instrumento del estado burgués, y en la recuperación del Partido Justicialista. Perdones, absoluciones, cierres de causas, indultos, y conmutaciones de penas, e incluso el homenaje al Almirante Rojas, fueron acompañadas y celebradas por todo el peronismo realmente existente, que así devolvía el favor que la teoría de los dos demonios le había hecho: limpiar su sangriento pasado. Ninguno de los tardíamente reciclados “hijos de las madres y abuelas” puede exhibir el más mínimo acto de rebeldía ante la impunidad o de solidaridad con las víctimas en la larga década de gobierno del PJ. Durante el gobierno de Menem el peronismo se mostró sólido y unido, mucho más que entre 1983-1989 (cuando surgió la “renovación”) y que entre 2003-2019. Sólo sufrió una fractura muy menor de 8 diputados sobre 127 al comienzo del mandato. Tanta era la solidez peronista en el 90 que sobre los disidentes dijeron que iban a “comer anchoas en el desierto”. Así de firme era la amalgama del peronismo con la impunidad, que no era otra cosa que la propia impunidad.
La cuestión es que luego del 2001, otra vez el PJ necesitaba limpiar su trayectoria. Se trataba de engordar la “Dictadura” a “lo ancho”, discutiendo y puntualizando sobre ella, por ejemplo, agregándole atributos: cívico, eclesiástica, etc. Para eximir del debate a “lo largo”, en la relación del aparato represivo con la historia, anterior y posterior, hasta hoy. Las violaciones a los derechos humanos (la represión a las luchas obreras) tiene, así abordada, dos fechas límites: 24 de marzo del 76 al 10 de diciembre del 83, nada pasó antes, nada sucedió después, la teoría de los demonios en plena y profunda vigencia.
En el año 2005 el movimiento de DDHH se encontró con un nuevo dirigente que ocupaba lugares, palcos y actos. No era ningún luchador histórico como Cachito Fukman, o Adriana Calvo. Era Sergio Schoklender, la cara junto a Hebe de los derechos humanos kirchneristas, hasta que fue desplazado por chorro.
En el año 2006 la resistencia del movimiento de derechos humanos a la cooptación se expresó en la calle. Opuesto al nacimiento de un ariete reconciliador en el movimiento de derechos humanos se mantenían las banderas históricas en el EMVJ. El documento de ese 24 de marzo denunciaba, entre otras cosas, el pago de la deuda por el gobierno, la represión a los petroleros de Las Heras en Santa Cruz, a los miembros del MOCASE en Santiago del Estero, a los ferroviarios detenidos en Haedo e incluso la colocación de un vallado antidisturbios fijado al piso en la Plaza de Mayo (una prevención inédita para las protestas)
No pasó un año cuando se dio otro paso en la construcción sutil de la teoría peronista de los dos demonios. La tarea comienza con la desaparición de Julio López. Aníbal Fernández, ducho en ensuciar a las víctimas, luego de declarar sobre Kosteki y Santillán, que los piqueteros se mataron entre ellos, y tomando en cuenta que una fracción del movimiento de derechos humanos que lo tolerara a él estaba dispuesta a tolerar cualquier cosa declara que debe estar tomando té con la tía, y Hebe se apura a declararlo desaparecido no reivindicable.
En el año 2008 Aníbal Fernández acusó a militantes de la agrupación de Pino Solanas, el MST y del PO de incendiar vagones de trenes. Faltaban algo más de tres años para que la tragedia de Once expusiera que razones había para inventar esta inculpación. En este caso hubo algunas voces disidentes pero para dejar claro que podía acusarse a la izquierda pero no a futuros aliados necesarios. “Más allá de que nunca falta algún trasnochado que piensa que cuanto peor mejor, creo que las declaraciones fueron desmesuradas. Particularmente, la mención a Pino Solanas es inadmisible desde todo punto de vista”, dijo Hugo Yaskyii.
Mientras tanto Pimpi Pomares y el Indio Castillo, miembros de la CNU, el segundo activo miembro del kirchnerismo en el senado y la municipalidad platense, han sido de los pocos asesinos peronistas juzgados. Pero su juicio, tuvo que esperar hasta que CFK dejó el gobierno y nunca son mencionados en las reconstrucciones del accionar represivo, aunque se ha establecido que asesinaban para Isabel, pero también para Videla.
En octubre de 2010, una patota enviada por un burgués sindical peronista cercano al gobierno, Pedraza, asesina a un militante en el transcurso de una lucha de los tercerizados ferroviarios (una lucha objetivamente anti kirchnerista como se deprende de los niveles de precarización que el modelo k asumía necesarios y reivindicables) Mariano es uno de los 40 asesinados en conflictos sociales durante la “década ganada”. Pero sobre éste en particular, de gran repercusión mediática, José Pablo Feinmann se apresuró a aplicar la teoría peronista de los dos demonios “Lo peor que puede pasar es la violencia. El descontrol que se busca con los motines, con los escándalos. Altamoira tiene a sus pibes a un paso de los fierros o a un paso de justificar los fierros de los otros, algo que ya ocurrió: el pibe Ferreyra. Ese cadáver es tuyo, Altamoira. Hacete cargo”iii Nadie alzó la voz contra esta acusación pérfida porque sabían que si no se aceptaba la perfidia sólo quedaba aceptar la tremenda verdad del asesinato de un luchador instigado por un burócrata peronista que, además, era parte de la componenda patronal a través del UGOFE. La cuestionada justicia argentina encarceló a Pedraza mostrándose a la izquierda de todos estos “intelectuales”.
Esta acusación infame no fue, ni es repudiada, porque centralmente expresa el pensamiento vigente en la intelectualidad peronista. Es la consecuencia natural de un pensamiento que considera “funcional a la derecha” todo lo que no sea sumisión al PJ. Sacrificial es el nombre que le asigna Jorge Alemán (que dedica alguno de sus libros a Feiertsein), por eso le interesa resaltar la filiación entre la izquierda de los 70 y la izquierda marxista actual (y ocultar las otras filiaciones entre asesinos y encubridores) “La última vez que esto tuvo lugar en occidente implicó la violencia armada. La misma no funcionó de modo eficaz, especialmente después de las revoluciones socialistas históricas los grupos de la «lucha armada», por heroicos que fuesen en sus primeras tentativas, fracasaban, y no sólo por la asimetría con respecto a aquello que se enfrentaban, sino que las armas no cumplían meramente una función instrumental. No eran un útil, los militantes en muchos casos se volvían sujetos de las armas y no al revés. Esto derivaba inevitablemente en una lógica sacrificial”iv “Por otra parte, la izquierda, ya sea en su versión clásica o posmoderna, no habla de cómo sería de verdad “tocar” al capitalismo, ni de cuantas miles de vidas habría que sacrificar, ni de qué modo el Capitalismo volvería a reproducirse en la lógica de Estado propuesta (…) haber roto con el círculo del terror sacrificial propio del modo de ser revolucionario” v
La lógica sacrificial de un demonio que busca sangre. Sábato no pudo escribirlo mejor. La lógica sacrificial parte de la misma concepción de la dictadura y Alfonsín: no hubo una agudización de la lucha de clases que motivó la movilización de los recursos más extremos del estado burgués sino acciones demoníacas, lógicas sacrificiales, buscadores de motines y escándalos.
Feierstein en su libro escribe que La Nación “bajo el título “Empezar 2018 a los piedrazos” se inicia el análisis planteando que “en su hora final, los kirchneristas se sacan la careta y se comportan abiertamente como barra brava, émulos de los trosquistas y de la RAM se vuelven una fuerza abiertamente antisistema, que a los piedrazos clama porque la repriman, mejor todavía si hay muertos de por medio” Vale destacar el concepto “clama porque la repriman” Difícil encontrar una legitimación más abierta de lo que podría venirse” vi Si lo dice La Nación es repudiable, pero no si lo expresan los peronistas, e incluso los que declaran estar contra la represión (pero que la habilitan en algunos casos, como Venezuela) Pareciera que ese tipo de preparativos para la represión sólo son válidos desplegados por el peronismo. Y no es diferente lo que anticipa Alberto Fernández “Todos los días uno tiene la percepción de que la situación está un poquito peor. La pobreza se ha incrementado mucho y mucha gente está en una situación muy delicada y sale a la calle desesperada para que le presten atención, porque de otro modo no los escuchan. Desde ese lugar, entiendo lo que hacen pero, si en algún momento hay un cortocircuito, esa chispa puede generar lo peor»vii El peronismo, con tono amenazante cuando gobierna, didáctico cuando todavía no, una y otra vez repite que la violencia la desata la víctima.
Claro que en el libro no están estas afirmaciones, pero lo problemático del libro es precisamente su vocación por minimizar estos problemas engordando otros. El libro polemiza con artículos de La Nación, debates en medios audiovisuales marginales entre personajes también marginales. Su función no es exponer sino ocultar. Julio López aparece mencionado una vez, Luciano Arruga ninguna, Santiago Maldonado una docena. Una concepción con víctimas de primera y de segunda. Evidentemente ser secuestrado bajo un gobierno “neoliberal” no es lo mismo que serlo bajo uno peronista.
La teoría recargada de los dos demonios, consiste, según el libro en un pasaje. Si en la original el núcleo era el repudio a la violencia (de todos los “extremos”) ahora se intenta una reivindicación de las víctimas (de todos los colores) por lo que se potenciarían los reclamos de las asociaciones como la de Pando u otras de reivindicar la “memoria completa” equiparando los extremos del conflicto. Si atendemos a la lógica desplegada en las más de 250 páginas el problema central es lo que haga Fernández Meijide, y César Milani un detalle menor. Las acciones que promueven la impunidad de parte del kirchnerismo son “errores no forzados”. “Cuestiones atendibles”:“cuestiones atendibles y ya mencionadas como la inacción ante las denuncias cintra el jefe del ejército César Milani o la sanción de la ley antiterrorista” viii“Paradojas”:“con un llamado explícito a la represión institucional abierta después (baste recordar las declaraciones de diversos funcionarios duhaldistas, paradójicamente entre ellos Aníbal Fernández uno de los más conspicuos) los días previos al asesinato de Kosteki y Santillán, con respecto a “recuperar el ejercicio de la violencia represiva por parte del estado”ix O “conexiones” y “roces”: “El discurso oficialista estigmatizaba a los opositores rozando en el macartismo, como cuando en 2013, a meses del asado en la ESMA, la presidenta Cristina Kirchner declaraba en Twitter “24 de marzo en la Plaza. Gente uniformemente vestida de rojo, autotitulada de izquierda. Amenazantes, con garrotes en sus manos” imagen a la que le oponía, a continuación, “del otro lado, jóvenes vestidos de azul, celeste o blanco, con banderas argentinas, brazos y manos entrelazados, haciendo un cordón humano para separar y evitar la agresión y la pelea” x Lateraliza Feierstein “rozando” en el macartismo, “conectando” con el conservadurismo. Minimiza porque no asume (como hace con las declaraciones de otros protagonistas muy menores de su libro) lo que se dice y la historia de esos dichos. CFK retoma en pleno 2013 el discurso José Ignacio Rucci (“personeros del inmundo trapo rojo” y “sucios bolches”) y de la dictadura que negaba entidad a las organizaciones revolucionarias anteponiendo el atributo “autodenominada” en toda mención a ellas. Un libro que dedica largas páginas a la precisión de las palabras se exime de esa exigencia cuando se trata de peronistas.
Es necesario señalar el contraste entre la importancia asignada, por ejemplo, a una película llamada El diálogo de 2014 que reproduce una conversación entre Héctor Leis y Fernández Meijide, o el debate que promovió Anguita entre Labraña y Rico, o las opiniones de Romero en La Nación (que se llevan medio libro) comparado con lo que a nuestro juicio constituye el punto más importante a desentrañar: la ruptura de la unidad del movimiento de derechos humanos. Algo que tendenciosamente se denomina en el libro “la quiebra de la pluralidad en el movimiento de DDHH” cuando eso no es más que una mentira. En el movimiento de derechos humanos hay un espacio plural (el EMVJ) y un espacio peronista, partidario y no plural. Una prueba de eso está dada en que los participantes del segundo no han podido ponerse de acuerdo para coincidir en una misma candidatura política en reiterados momentos, todo lo contrario del peronismo cuya variedad superficial de siglas le junta siempre los tacos al jefe de turno.
Esa ruptura fue causada por una política (no un “error no forzado”) acallada o minimizada en el libro para dar lugar a las opiniones de protagonistas subalternos, en debates menores. Pero esos actos y esas construcciones discursivas fueron el camino que se siguió para construir la derrota más grande del movimiento contra el aparato represivo desde el año 89 (y nuevamente a manos de la niña de los ojos de la burguesía, el PJ) Milani. Tan importante es el caso Milani para la construcción discursiva del movimiento peronista de derechos humanos que determina sus posibilidades argumentales. Según el 2017 Informe Estadístico sobre el Estado de las Causas por Delitos de Lesa Humanidad en Argentina Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad,xi en el año 2017 se dio el record de sentencias por crímenes de lesa humanidad (26) desde la reapertura de los juicios, nada que cuestionar en ese aspecto. Pero también que entre los imputados, la proporción de libres sobre los detenidos está en franco ascenso desde el último período del gobierno de CFK, y que este ascenso de “liberados” siguió durante los años siguientes. Pero esta denuncia implicaría chocar contra una de las más insistentes demandas del movimiento peronista de derechos humanos que consistió en reclamar la libertad de un represor al que le permiten presentarse como preso políticoxii.
Por fuera de cualquier consideración ulterior el caso Milani introdujo esta novedad que rompió con una tradición que constituía la base moral de este movimiento: la confianza en el testimonio de los compañeros, la desconfianza en los dichos de los represores. Durante décadas, con acuerdos y reveses, fue así. Dijeran lo que dijeran los jueces del estado burgués, los periodistas, los políticos, los compañeros decían la verdad, porque habían sufrido a manos de los represores, y porque sus dichos no siempre podían respaldarse con pruebas dada las condiciones muy excepcionales de su sufrimiento. Las acusaciones a Kosteki y Santillán comenzaron a destruir eso desde el peronismo, los comentarios y el olvido de Julio López mucho más, la asunción por amplias capas de intelectuales peronistas de que la represión es buscada, casi había completado el destructivo trabajo. Pero desde 2013 se comenzó a defender un represor (y vale recordar que durante años bastaba la palabra de un compañero o sus familiares para establecer esa categoría) y a cuestionar a las víctimas.
Esta es la construcción en marcha en este siglo: la de una violencia estatal legítima contra el movimiento obrero, a condición de ser ejercida por el partido del orden, el PJ. No se trata sólo de asignarle a las fuerzas represivas las mejores condiciones de contratación dentro de la planta de trabajadores estatales nacionales como viene sucediendo gobierno tras gobiernoxiii, se trata de inventarles un sostén moral, de legitimar la represión que se avecina necesaria. Esto son los verdaderos dos demonios que nos amenazan, los que permiten ahora cuestionar al “demoniaco” soldado Ledo y tomar partido por un represor. Esto es lo que se necesitaba imponer, frente a la necesidad del ajuste y al ejemplo chileno de lo que puede suceder. La duda sobre la verdad de las víctimas y la idea de la provocación como causa de la represión. Esos son los demonios recargados. Es cuestionable la represión cuando la ejecuta un gobierno “neoliberal”, pero es una justa respuesta a la provocación del demonio rojo cuando la ejecuta un gobierno nacional, popular, peronista en una palabra. De allí la insistencia en acusar a toda acción de rebeldía como “funcional a la derecha”, para intentar colocar al accionar represivo como legítimo y acicateado por la maldad de la derecha fascista y la provocación de la ultraizquierda funcional. El efecto de esta laboriosa construcción es comprobable en estos días en el silencio asumido por el peronismo ante la represión de “su” gobernador Arcioni contra los docentes, contra los “demoníacos” docentes y su “provocación” de querer un salario que alcance para vivir.
Al comienzo de su gobierno Kirchner se entregó a la farsa de bajar un cuadro (pictórico), al final del suyo Cristina introdujo la tragedia de subir otro cuadro (político). Semejante preparación debe ser denunciada, no es una cuestión menor ni lateral, sino el anticipo de los tiempos que vienen, mejor dicho de estos tiempos que ya llegan desde Chubut.
Notas
i Feierstein, Daniel: Los dos demonios (recargados) Marea, Buenos Aires, 2018 pág. 18
ii https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-111097-2008-09-06.html
iii Feinmann, José Pablo: El Flaco, diálogos irreverentes con Néstor Kirchner. Planeta, Buenos Aires, 2011, pág. 43
iv https://lateclaenerevista.com/capitalismo-y-revolucion-por-jorge-aleman/
v https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-287315-2015-12-01.html
vi Feierstein, Daniel: Los dos demonios (recargados) Marea, Buenos Aires, 2018 pág. 129
vii http://www.andigital.com.ar/politica/item/79416-todos-los-dias-uno-tiene-la-percepcion-de-que-la-situacion-esta-un-poquito-peor
viii Feierstein, Daniel: Los dos demonios (recargados) Marea, Buenos Aires, 2018 pág. 113
ix Feierstein, Daniel: Los dos demonios (recargados) Marea, Buenos Aires, 2018 pág. 80
x Feierstein, Daniel: Los dos demonios (recargados) Marea, Buenos Aires, 2018 pág. 175
xi https://www.fiscales.gob.ar/wp-content/uploads/2018/01/Lesa-Humanidad-Estado-de-las-Causas-2017.pdf
xii https://www.perfil.com/noticias/politica/cesar-milani-en-libertad-fui-un-preso-politico.phtml
xiii https://razonyrevolucion.org/contratos-basura-el-crecimiento-del-empleo-precario-en-el-seno-del-estado-nacional/