Adiós al IFE

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Se venía rumoreando y ayer lo confirmó Guzmán: no habrá un cuarto pago del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). La decisión no sorprende. No solo porque los Fernández vienen ajustando duro y parejo, sino porque hace rato que la cuarentena no existe. Por lo tanto, quien quiera comer, que salga a buscar changas y se exponga al contagio.

Como ya lo explicamos en otra oportunidad, el IFE fue una miseria completa. $10.000 hoy no alimentan a una familia más de un par de semanas. Y solo nos referimos a lo elemental: comer. Pero la cosa es mucho peor en realidad. Porque el IFE no fue mensual. En 7 meses solo se hicieron 3 pagos. Eso quiere decir que en realidad las familias recibieron $4.285 mensuales. Lo dijimos: miseria.

En lo que va del año se dispararon los precios, la inflación y la devaluación. O sea, nuestros billetes compran cada vez menos. Sin embargo, el IFE se mantuvo en el monto original. Ese monto de $10.000 solo cubre poco más de la mitad del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM). Pero se paga cada dos meses, en realidad es un tercio del SMVM. El último valor de la canasta básica que informó el INDEC se ubicó en los $47.216 para un hogar compuesto de dos adultos y dos menores. El IFE cubre apenas el 10,5% de esa canasta.

A todo esto, el gobierno celebra que la medida benefició a mucha gente y que fue el subsidio de mayor alcance de toda la historia argentina. Esto último es cierto. El IFE llegó a casi 9 millones de beneficiarios. No menos cierto es que a él intentaron acceder 13,4 millones de personas. Es decir, más de 4 millones fueron rechazados. ¿Motivos? Porque tenían ya una AUH o similar, o una jubilación o un empleo en relación de dependencia, entre las principales. No se trata, sin embargo, de instancias en las que los aspirantes llegaran ya a cubrir la canasta básica.

Lo cierto es que tantos aspirantes al IFE no puede sorprender a nadie que sepa en qué país está parado. Hoy día vivimos una de las crisis más profundas de la historia económica argentina, con más de 6 millones de desocupados y con un porcentaje de personas pobres por encima del 40%, es decir,  18,6 millones de personas. El mismo gobierno reconoce que esta situación obedece a causas estructurales y de larga data, o sea, parte de los 12 años de kirchnerismo y 4 de macrismo por lo menos.

Cuando se mira ciertas provincias, el cuadro se vuelve más grave. Existen regiones enteras donde este subsidio a la pobreza más profunda alcanzó a muchísima gente que podría estar trabajando, si este país funcionara. Se destaca Formosa, donde la cantidad de beneficiarios del IFE alcanzó al 80,1% de la población económicamente activa. Otros casos que merecen mención aparte: en Santiago del Estero involucró al 71%; Chaco 68,8%; Corrientes 65,3%; Misiones 53,5%.

¿Cuál es la solución de fondo a todo esto? En medio de la pandemia, donde el empleo escasea y faltan viviendas (como lo mostró Guernica), lo urgente es poner a una masa de la población obrera al servicio de las necesidades sociales para la construcción de viviendas y para la reducción del desempleo sería una medida progresiva. En lugar de ello, Kicillof, Cristina, Berni y Alberto prefieren reprimir y desalojar a la población que ocupa terrenos para poder vivir, como ocurrió en Guernica.

Una política de clase pondría en movimiento a una masa de obreros desocupados para construir viviendas y desarrollar un plan de urbanización en barrios precarios. En cada uno de esos barrios no sólo se construirían viviendas, sino también hospitales, escuelas y dependencias necesarias de todo tipo. Mientras tanto, debemos batallar por un Subsidio Único al Desocupado equivalente a dos canastas de pobreza y por un plan de empleo registrado que resuelva el problema del desempleo, de la vivienda y el conjunto de las necesidades sociales de la población.

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