El domingo 20/12 un conjunto amplio de organizaciones políticas y de lucha nos dimos cita en una enorme cantidad de plazas a lo largo y ancho del país, para poner en pie el único acto unificado de la izquierda revolucionaria que actualizó la vigencia del Argentinazo para realizar un planteo de poder y un plan de lucha para desarrollarlo. La jornada que acaba de pasar fue testigo de un hecho político cuya verdadera dimensión no puede calibrarse ni por la magnitud de sus organizadores ni por sus resultados inmediatos. Lo que ha ocurrido en Plaza de Mayo, y en casi media centena de otras plazas del país, tiene una potencia que excede a la de sus partes integrantes tomadas individualmente y puede abrir un nuevo camino hacia un horizonte rojo en la lucha de clases de la Argentina. Estamos ante el punto de partida de un enorme proceso.
Los hechos pueden ser triviales si se los mira en la superficie y, sin embargo, es por allí donde debemos comenzar para poder llegar al núcleo del asunto. Hace tres meses un puñado de organizaciones, que nuclean a trabajadores desocupados y ocupados, comenzamos a discutir un documento y una movilización en común. Para el universo cotidiano de quienes militamos por un amanecer rojo, lo narrado puede parecer de lo más ordinario y cotidiano. Lo es y no lo es. Porque lo que estaba puesto sobre la mesa era algo mucho más profundo. Con nuestras diferencias programáticas y políticas, todos los que comenzamos a reunirnos partíamos de un balance común, a la vez que claro y sencillo: la crisis capitalista de este país alcanzó una profundidad inusitada, el gobierno de Alberto, como lo han hecho todos los gobiernos desde hace 200 años, busca descargarla sobre las espaldas de los trabajadores. Por tanto, la historia nos convoca a la acción, si es que somos consecuentes con lo que decimos ser, revolucionarios.
Ese balance común estuvo acompañado de un acuerdo en el curso que nuestra acción debía tomar. El ejemplo estaba en nuestra historia reciente. La clase obrera argentina ya ha parido una herramienta intervención en la crisis, con un espacio de deliberación capaz de delinear una salida obrera y socialista, y un comando unificado para imponerlo. De lo que se trata es de desempolvarla y reconstruirla: la Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados (ANT). Ese fue el instrumento con el cual el proletariado batalló contra la burguesía en los años signados por el Argentinazo, hasta que la soja y la política kirchnerista de cooptación y represión hicieron lo suyo e impusieron un freno al ascenso obrero.
Crisis capitalista, ajuste del gobierno, Argentinazo, ANT, salida obrera y socialista. Ese era el núcleo del acuerdo que se plasmó en un documento con el que interpelamos a toda la izquierda y diferentes organizaciones sociales y políticas de lucha. En el medio de las deliberaciones, se alejaron organizaciones con el convencimiento de que las brevas aún no estaban maduras para la empresa que nos proponíamos y proponían “seguir discutiendo” entre cuatro paredes. También se acercaron otras que compartían nuestro diagnóstico. El resultado, un núcleo de ocho organizaciones, más grandes más chicas, con peso en desocupados o sindical, decididas a poner un pie en la historia: Movimiento Teresa Rodríguez Histórico, Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados, Razón y Revolución, Partido Socialista de los Trabajadores Unificados, Convergencia Socialista, Asambleas del Pueblo, Partido Comunista de los Trabajadores y Partido por la Revolución Socialista en Argentina. Si se lo mira bien, el comienzo no deja de ser auspicioso. Entre los convocantes se cuentan dos de los tres fundadores de la primera ANT. El tercero, el Partido Obrero, haría bien en rendir cuentas sobre su ausencia…
Volvamos una vez más al domingo. Como es obvio de suponer, la puesta en marcha de una nueva ANT debía partir de una acción de lucha que nos mostrara como una fuerza en las calles. La cita estaba cantada: qué mejor fecha para recuperar la última gran gesta de la clase obrera argentina que aquella que coincidía con el decimonoveno aniversario del Argentinazo. Fecha que hace rato ha sido desterrada de la agenda de movilizaciones de la izquierda parlamentaria argentina. Es así que este 20 de diciembre nos encontró reactualizando (y no simplemente rememorando) aquél 20 de diciembre. En Plaza de Mayo y en otras 40 plazas de 23 provincias. Dato este que no es anecdótico ni un mero alarde de presencia federal, sino una prueba de que el carácter realmente nacional de lo que se ha puesto en pie. El acto central, hecho en las barbas del poder, y los otros, que hicieron lo propio en las ciudades donde tuvieron lugar, dieron espacio a todos los partidos y organizaciones promotoras, convirtiéndose en una verdadera tribuna socialista. No faltó tampoco la voz de los presos políticos, en particular, del compañero Sebastián Romero, encarcelado por luchar contra el ajuste a los jubilados que inició Macri y profundiza Alberto.
Lo central de la jornada, sin embargo, es lo que pudo parecer más anecdótico: la nueva (la VIII, en realidad) Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados ya tiene fecha: 13 de marzo de 2021. Y es aquí donde está la punta del ovillo que nos permite desentrañar lo que señalábamos al comienzo, la verdadera dimensión del hecho acontecido este 20 de diciembre. Lo que un puñado de organizaciones hemos convenido en reconstruir es la herramienta más avanzada que la clase obrera argentina puso en pie en las últimas décadas. Algo que excede a la fuerza individual de cada una de las organizaciones y que constituye una totalidad superadora, que potencia la capacidad de acción de sus elementos dentro de un espacio común.
Lo que se ha hecho presente este domingo es un reagrupamiento de revolucionarios que convinieron la necesidad de construir un organismo de poder que reagrupe a la clase obrera, que suelde la fractura entre ocupados y desocupados, que coordine las luchas económicas para darles un horizonte político en un organismo con vocación de poder, capaz de disputar el poder concentrado de la burguesía, para expropiarla y construir el socialismo. Ese organismo, esta ANT, está llamada a gobernar el país, para sacarlo de la barbarie en la que nos están hundiendo Alberto, Cristina y sus secuaces. La reconstruimos, entonces, para superarla. Para corregir nuestros errores y coronarnos con la victoria.
Está claro que una orientación de este tipo choca de plano (o se “opone por el vértice” para decirlo en jerga trotskista) contra la pretensión de la izquierda parlamentaria argentina, es decir, del Frente de Izquierda Unidad. El FITU hace años que se declara prescindente en la lucha de clases. No porque le “falte calle” o no denuncie el ajuste. Es prescindente porque se niega a desarrollar un espacio de poder. Y lo hace porque está sumergido en el más miserable cretinismo parlamentario. La realidad es suficientemente clara. La izquierda que se dice revolucionaria no armó un acto unificado para actualizar la vigencia del Argentinazo, cuando este es más necesario que nunca. Si lo recuerda lo hace justamente de ese modo, como un acto conmemorativo, como si el 2001 estuviera muerto.
Recientemente, dos de sus integrantes –PO y MST– han hecho sendos actos en Plaza de Mayo. Allí donde nosotros fuimos a fundar un órgano de poder, ellos fueron a hacer una demostración de fuerza. Pero el espacio físico no debe dar lugar a engaños. Esa demostración no era de cara a la Rosada, sino de cara a la interna del propio frente. Lo que ambos partidos trotskistas se proponían era exhibir el aparato para el año que viene comenzar a discutir la composición de las listas y pichulear día más día menos en la rotación de las bancas. En el caso del PO, además, se trató de una intervención de cara a una interna aún más chiquita, aquella que disputa contra la tendencia expulsada de su propio seno. Esa es toda la ambición del trotskismo argentino.
El PO convocó en noviembre a 23 actos en 16 provincias bajo la consigna “Abajo el régimen de hambre y saqueo de los que gobernaron en las últimas décadas. Ningún pacto con el FMI. Por una salida obrera y socialista.” Pero lo cierto es que no superó el horizonte de un acto partidista que no ofrece una perspectiva de futuro. Pitrola señaló la crisis y el ajuste del gobierno, pero su propuesta fue de cara a la interna del FITU: llamó a una segunda conferencia internacional, espacio donde hace meses se procesó la discusión en torno a qué hacer con el frente (en el plano internacional, pero también nacional). El ángulo sindicalista del acto quedó claro en la crónica del partido, cuando exalta la intervención de Crespo: “La plaza fue, ante todo, un enorme pronunciamiento por el paro nacional y contra la tregua sostenida por las direcciones sindicales burocráticas y los movimientos sociales cooptados por el Estado.” El propio Crespo señaló: “Cuando los trabajadores pudieron recuperar su herramienta pudieron dar estas luchas. Esto muestra que los trabajadores necesitamos una nueva dirección (…) El Sutna es una expresión pequeña. Pero es una muestra de la orientación que podríamos tener al frente de una central obrera.” Del Pla confirmó el ángulo internista del acto al señalar que “Este momento político necesita la intervención activa de la izquierda revolucionaria. Por eso llamamos a todos los partidos del FIT-Unidad a ganar el centro de la escena política con un programa de salida a la crisis.” Bancas y sindicatos, sin ningún planteo de poder.
El MST convocó para el 19 de diciembre en Plaza de Mayo y 19 actos más en 18 provincias, bajo la consigna “Es tiempo de socialismo y de un gobierno de trabajadores”. Sin embargo, esa consigna encubre el verdadero carácter del acto. Como indicamos, un acto partidario de cara a la interna. La dinámica fue la común a este tipo de actos. Comenzó un referente (Bodart) con una intervención vinculada a lo internacional, destacando la crisis capitalista. Luego siguieron varios referentes de luchas donde está el MST (ecología, Latam, Guernica, Salud). Y cerró otra referente nacional, Cele Fierro. Allí planteó la línea general de intervención del partido: denuncia del ajuste, necesidad de una huelga general, defensa del aborto, llamado a fortalecer el FITU para construir un gran partido de tendencias y llamado a hacer más grande al MST. Otra vez, sindicalismo y autorreferencialidad.
El cuadro se completa con la movilización del SUTNA del 18 de diciembre, que comenzó como convocatoria contra la reforma jubilatoria y luego, por presión de nuestra convocatoria, fue propagandizada por el PO como jornada de lucha de ocupados y desocupados a 19 años del Argentinazo. La iniciativa de los compañeros del sindicato no es negativa, al contrario, es importante que los sindicatos combativos salgan a la calle. Sin embargo, no pasó de una acción coyuntural, sin perspectiva de continuidad y sin superar el planteo económico, en la que mayoritariamente participó el PO, en un episodio más de su interna entre oficialidad y tendencia.
Lo que está en disputa, entonces, son dos orientaciones. Una mezquina, que apunta a prepararse para un hecho menor sin ninguna trascendencia, como son las elecciones parlamentarias del 2021. Mezquina en la superficie, criminal en el fondo, porque significa desarmar al proletariado frente a lo que probablemente se convierta en la mayor crisis de la historia argentina. La otra, la que estamos construyendo una decena de organizaciones, busca no solo “resistir” el ajuste o evitar que la crisis la paguemos nosotros. Lo que pretende es algo elemental, pero que ya no se oye: tomar el poder, gobernar la Argentina, construir el socialismo aquí y ahora. Para eso se propone un espacio deliberativo que nuclee al conjunto de la vanguardia obrera, la construcción de un plan de lucha común a todas las organizaciones, sindicatos y trabajadores en lucha y la constitución de una unidad de comando para ejecutarla. En esta nueva-vieja Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados, que deberá superar a la anterior, está el germen de la vida nueva que puja por nacer. La historia dirá.
El 13 de marzo, todos a la Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados para discutir un plan de lucha y un programa de gobierno socialista para la Argentina. Razón y Revolución
Comparto plenamente la importancia capital de la ANT para emprender la tarea que el FITU se niega a encarar.