Genealogía del enemigo. Sobre el desarrollo de la burguesía china

en Aromo/El Aromo n° 113/Novedades

Para entender la estrategia china ante la crisis es necesario preguntarse también por las características de su clase dominante. A continuación, analizamos la emergencia, desarrollo y estructura de la burguesía asiática

Nadia Bustos – Grupo de Análisis Internacional

Entre lo viejo y lo nuevo

La Revolución China de 1949 fue un importante intento por acabar con las relaciones de explotación y atraso que atravesaban la sociedad de ese entonces, aunque no se logró estatizar al conjunto de la economía. En el agro se llevó adelante una reforma y posterior colectivización, que promovió la formación de cooperativas que vendían sus productos al Estado. Si bien se absorbieron la mayoría de las fábricas y comercios de la burguesía nacional, una pequeña proporción de ellos sobrevivió gracias a la asociación con la economía estatal, en la cual el empresario obtenía un porcentaje de las ganancias de la empresa y ocupaba el cargo de gerente o director general. Ante la necesidad de impulsar de forma acelerada la economía, el PCCh se vio en la necesidad de incorporar cuadros burgueses dentro de la estructura estatal.

La revolución adoptó el modelo de incentivos soviético, el cual promovía incentivos materiales para aumentar la productividad. Este sistema otorgaba mucho poder al director de la fábrica y al secretario del partido, en tanto mantenían escaso contacto con las bases de trabajadores. Generaba, además, diferencias de ingresos y jerarquías. Hacia fines de los 50´ Mao criticó esta política, en tanto se convertía en un obstáculo para el desarrollo de la conciencia socialista y dividió aguas en el seno del partido. Por un lado, quedaron los revisionistas, encabezados por Liu Shaoqi y Deng Xiaoping, que defendían los incentivos y la gestión por especialistas, como en la URSS. Por otro, la línea Maoísta, que advertían en los revisionistas una orientación capitalista. [i]

Mao buscó hacerle frente a este problema con el Gran Salto Adelante o Segundo Plan Quinquenal, entre 1958 y 1961 y luego con la Revolución Cultural durante la segunda mitad de los 60´. Sin embargo, se trataron de cambios parciales, que solo atacaron a una pequeña proporción de esta facción y no se ocupó de otros problemas que impedían el avance hacia la construcción del socialismo, como la persistencia en la división entre el trabajo físico e intelectual y falta de cuadros técnicos capaces de liderar la producción.[ii]

La muerte de Mao, y el fracaso de su estrategia, dejó a los reformistas del PCCh con fuerzas para impulsar las luchas internas y el faccionalismo. Esta línea, impulsada por Deng Xiaoping, se impuso a partir de 1978 con una batería de reformas orientadas hacia la construcción de un espacio nacional de acumulación, por un lado, a partir del impulso de inversiones extranjeras y por otro, a partir de la privatización del agro.

En ese momento, la agricultura estaba organizada de forma colectiva y la producción privada solo era permitida para consumo propio. El Estado comenzó a relajar los controles en este sector, a poner incentivos de producción y remuneración por sistema de puntos. Permitió la venta de los excedentes a precios desregulados, entregó beneficios fiscales y crediticios, impulsando la proliferación de empresas de esta rama. En 1992 eran la mitad de PBI rural y un tercio de producción industrial total.[iii]

De forma paralela, el estado promovió beneficios para atraer capitales, en particular, a partir de la entrega de subsidios y la creación de Zonas Económicas Especiales en 1980, que otorgaban beneficios fiscales y aceleraron las transferencias de tecnologías. Inicialmente en estas zonas se ubicaron capitales que producían textiles y plásticos. Luego, se convirtieron en las famosas maquilas, que ensamblaban productos electrónicos y los vendían a otros mercados.

Otra de las consecuencias de la reforma agrícola fue la paulatina proletarización de la población rural, ya que se relajaron los controles migratorios. A raíz del desarrollo de las zonas de promoción, grandes masas de población se movieron hacia las ciudades, lo cual también elevó el desempleo e impulsó la baja salarial. Con el crecimiento de las ciudades también creció la burguesía nacional, que orientó su producción hacia bienes de consumo, como alimentos, construcción, indumentaria, juguetes, entre otros.

Los sectores privado y público se beneficiaron de distintas formas de las reformas impulsadas por el PCCh. El sector privado se desarrolló mucho más rápidamente que el estatal, ya que se adaptaron rápidamente a las nuevas relaciones sociales y supieron aprovechar los beneficios promovidos por el estado.

En las empresas estatales chinas la realidad era diferente. Este sector nació con la revolución y, a diferencia de cualquier otra empresa capitalista, el derecho al trabajo era inalienable, debían garantizar a sus trabajadores vivienda, salud, no estaban permitidas las bajas salariales y las empresas debían garantizar su vida después de la jubilación. Todo esto, independientemente de si la empresa generaba o no ingresos al estado. El sistema, conocido como 3 hierros, no solo permitía que los trabajadores tengan garantizada la reproducción de la vida material, sino también controlar el proceso de trabajo. Avanzar en este sector era más difícil, ya que representaba una de las conquistas más importantes de la clase obrera.

Esto llevó a que las reformas se apliquen de forma más lenta. Hasta 1984 solo se habían liberado los excedentes de algunas empresas y la disposición de que el estado retenga la totalidad de las ganancias. Liberaron el mercado de capitales, permitiéndoles cotizar en bolsas internacionales y acceder a créditos privados. Recién en 1986 se estableció un sistema de contratos para los que entraban, aunque en 1992 cubría solo al 21% de los trabajadores en el sector.

Las reformas sirvieron a las empresas estatales para capitalizarse y contratar trabajadores bajo un nuevo régimen. Este nuevo sistema, ya no garantizaba el empleo inalienable, como tampoco el acceso a la vivienda, la salud y el sistema de pensiones que poseían anteriormente. Ante el avance de la desocupación, las reformas llevaron a los obreros a trabajar aún más intensamente para conservar sus empleos. Así, aumentó el tiempo de trabajo en las fábricas, como también su intensidad. Para los que no se disciplinaban a las nuevas normas, se implementó un sistema de multas, regimentando al conjunto de la clase.

El PCCh logró expandir el espacio de acumulación nacional, hacer crecer las relaciones sociales capitalistas y defender los intereses burgueses paralizados al momento de la revolución. En este proceso, la burocracia del PCCh logró consolidarse como parte de la clase dominante por dos vías: por un lado, a partir de la obtención de diferenciales de precios, de intereses, y de cambio; por otro, a través de la especulación en la venta de propiedades y acciones de tierras y empresas estatales. En este proceso, liderado por Deng Xiaoping, fue fundamental la represión a la oposición de izquierda, tanto durante la década del setenta como también en los ochenta, siendo su punto culminante la represión en Tiananmén en 1989.

China capitalista

El periodo posterior a 1989 estuvo marcado por la derrota política de la clase obrera. Con una burguesía nacional fuerte en términos políticos, pero débil en torno a su estructura, el rol del partido seguía siendo fundamental. El PCCh, bajo la dirección de Xiaoping, aprovechó para desarrollar plenamente su estrategia de creación de un sistema empresarial moderno, particularmente en las empresas estatales. El primer paso en este sentido fue el establecimiento de las Bolsas de Valores de Shanghái y Shenzhen. Este mercado permitió a las empresas acceder al financiamiento a través del mercado de capital.  

Luego se procedió a la reducción de las empresas estatales, ya sea por privatizaciones o cierres. Si en 1978 este sector representaba el 78% del valor de la producción industrial, en 1992 este porcentaje se redujo al 48%. El Estado se quedó con las más importantes: acero, ferrocarriles, energía, comunicaciones. Hasta este momento, las empresas estatales no tenían independencia financiera del Estado. Por lo tanto, si los gerentes querían obtener ganancias adicionales, debían aumentar los costos de los insumos y reducir las ganancias remitidas al Estado. Esta situación persistió hasta que en 1993 una nueva reforma detalló las atribuciones y obligaciones de los gerentes sobre la propiedad, el financiamiento y sus funciones. En 1994 se creó la Ley de Sociedades, la cual sentó las bases legales para el establecimiento de una estructura de gobierno corporativo. Desde entonces, la junta general de accionistas, la junta directiva y la junta de supervisores se convirtieron en los tres órganos principales de las empresas chinas. Esto les da más libertad para operar tanto en el mercado interno como el exterior.

De forma paralela, la naciente burguesía china se vio beneficiada por la abundante disponibilidad de capital internacional para obtener inversiones en tecnología y maquinaria de alta precisión. China era un mercado atractivo por la amplia disponibilidad de mano de obra barata y por los beneficios que el estado ofrecía en materia de subsidios y reintegros fiscales. La devaluación de la moneda y la fijación del yuan al dólar operó en el mismo sentido.

El naciente capitalismo chino convocó rápidamente las inversiones de capitales regionales, en particular provenientes de Japón, Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y Taiwán. Las inversiones se focalizaron en la alta tecnología, la cual demandaba la utilización de mano de obra intensiva para la etapa de ensamblaje de partes y componentes.

La prioridad estatal al desarrollo de la naciente industria urbana llevó a la eliminación de los incentivos al agro. La erosión de estas ventajas llevó a una reducción de los capitales agrarios y una nueva ola de migraciones hacia las ciudades.

La década de los ‘90 terminó de consolidar las reformas y se caracterizó por el crecimiento exponencial de las inversiones extranjeras, particularmente en las maquilas tecnológicas. Esto permitió que la burguesía crezca, no solo en número, también en diversificación de actividades. Paralelamente, se centralizaron y redujeron las empresas estatales, que ya no podían competir con los capitales privados en términos de mano de obra barata y beneficios fiscales

La burguesía china hoy

La década de los 2000 encontró a China con algunos problemas en torno a la propiedad de empresas estatales. El informe del XVI Congreso Nacional del PCCh de noviembre de 2002 señaló la necesidad de establecer un sistema de gestión de activos de propiedad estatal, por medio del cual los gobiernos central y local pudieran asumir las responsabilidades de los accionistas en nombre del Estado, es decir de los intereses, derechos, deberes y obligaciones. Así, se creó la Comisión de Administración y Supervisión de Activos de Propiedad del Estado (SASAC) que se ocupaba de supervisar el funcionamiento de las empresas estatales.

Esta entidad se encargó de reformar, en 2003, el directorio de las empresas estatales centrales para aumentar el número de directores externos. Así, establecieron que, al menos dos directores externos participen en las decisiones de estrategia, financiamiento e inversión y se ocupen también de seleccionar y evaluar a los gerentes de las empresas públicas.

Paralelamente, el ingreso de China a la OMC dio inicio a una etapa de expansión económica, que se mantuvo de forma constante hasta la crisis de 2008. La crisis  golpeó fuertemente a todo el conjunto de la burguesía, haciendo caer las exportaciones de los textiles, juguetes, plásticos y electrónica.

El principal problema de la burguesía china eran los salarios en ascenso que comenzaron a erosionar las ventajas respecto a otros países del sudeste asiático. Sumado a ello, la clase obrera china es una de las más organizadas de la región, dificultando el avance sobre los derechos laborales o bajas salariales. Todo esto llevó a que muchos capitales migren hacia otros países del sudeste asiático y las exportaciones sigan bajando.

En sus inicios, el PCCh decidió hacerle frente a la crisis estimulando el mercado interno. Ante el fracaso de esta esta estrategia, se decidió un cambio de rumbo radical, el cual implicó el abandono del modelo de crecimiento basado en bajos costos laborales. El proyecto terminó de consolidarse en 2015 y el primer sector afectado fue el estatal. A partir de una nueva clasificación dividió a las empresas estatales en sectores competitivos y sectores estratégicos. Dentro de estos últimos se encuentra la robótica (incluyendo inteligencia artificial, machine learning) energías renovables o “verdes” (como el desarrollo de autos con eficiencia energética o vehículos eléctricos), equipo aeroespacial, semiconductores y biotecnología. Esta nueva clasificación permite al gobierno asignar recursos específicos a cada fracción de la burguesía. Junto con este proceso, se impulsaron las fusiones de empresas estatales para mejorar su escala, eficiencia y así ganar competitividad.

Si observamos la dinámica de la economía china, en 2019 la producción industrial representaba solo el 39% del PBI chino, los servicios el 53,9,2% y la agricultura el 7,1%. El sector de servicios es el que más creció en el último tiempo y el que más aporta al PBI. Compuesto por transporte, almacenamiento y correos, 5% del PIB; comercio mayorista y minorista, 10%; servicios de hotelería y restaurantes, 2%; servicios financieros, 6%; inmobiliario, 6%; y un conjunto de servicios categorizados como ‘otros’ 18%.[iv] Es decir, se trata de un sector orientado al mercado interno.

La industria es el segundo sector más importante, pero viene en caída sistemática desde hace algún tiempo. Las ramas más importantes son la fabricación de maquinaria, armamento, equipos de telecomunicaciones, textiles, prendas de vestir, procesamiento de alimentos y es un fabricante en crecimiento de automóviles, equipos de trenes, barcos, aviones e incluso vehículos espaciales, incluidos los satélites.

Por último, participación de la agricultura en el PBI también muestra una caída cada vez más profunda. Hasta el momento, estas producciones se concentran en arroz, algodón, cerdos, pescado, trigo, té, papas, maíz, maní, mijo, cebada, manzanas, algodón y semillas oleaginosas.

Si bien los inicios de la economía china estuvieron basados en la exportación, hoy en día esto representa solamente el 17% del PBI. Las ramas vinculadas a la producción industrial son las que más exportaban (Equipos eléctricos y electrónicos, maquinarias, mobiliario, plástico, vehículos, ropa) y a la vez, la que más contracción tuvo en el último tiempo. Hace un tiempo señalamos que Beijing buscaba el relanzamiento de algunos de estos sectores y esto fue uno de los motivos que lo llevaron al enfrentamiento con Estados Unidos. A continuación, analizaremos cómo se gestó esta disputa.

La alianza desarrollista

En el acápite anterior observamos que la burguesía industrial es la más beneficiada por el PCCh y, por lo tanto, la más importante en términos políticos. Es necesario preguntarse entonces por el vínculo entre el partido y la propia burguesía nacional.

Hoy en día hay más de 30 millones de empresas privadas en China. En una encuesta publicada por el gobierno chino el año pasado, de los 8.000 empresarios que respondieron, más de la mitad dijeron que eran miembros del PCCh. Una cuarta parte del total de los encuestados eran miembros de la Asamblea Nacional del Pueblo (APN), el máximo órgano legislativo; mientras que aproximadamente un tercio eran miembros de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CPPCC), órgano asesor del PCCh.[v] Por otra parte, los líderes de las empresas estatales centrales más grandes, como SINOPEC o el ICBC, representan alrededor del 10% de los miembros suplentes del Comité Central del PCCh.

La incorporación de sectores de la burguesía al partido puede observarse a partir de la participación en sus plenarios. En el plenario número 16 celebrado en el año 2002, podíamos encontrar solamente nueve empresarios entre sus miembros. En cambio, en el plenario número 17 celebrado en el año 2007, ya podíamos encontrar dieciocho empresarios.

La participación de la burguesía en el CPPCC fue posible desde 2018 y 153 lugares fueron ocupados por los “súper ricos”, es decir, la burguesía que posee una riqueza superior a los $ 650 mil millones de yuanes.

Uno de ellos es Pony Ma, fundador de Tencent, un conglomerado de empresas que vende servicios de internet, transporte urbano, videojuegos, aplicaciones, mensajería instantánea y publicidad. En este último tiempo, Pony Ma contribuyó con nueve proyectos de ley para desarrollar el plan de inversión de infraestructura del gobierno chino. El primer intento en este sentido data de 2017, cuando Ma propuso establecer una “China Digital” en donde internet y tecnología no solo involucren negocios, sino también que sirvan para el control de las personas.[vi]

Tencent es dirigida por Ma Huateng, miembro del PCCh y de la Asamblea Popular Nacional de China. Una de las empresas de la firma es WeChat, el servicio de mensajería y redes sociales más popular del país. Según diversos informes, WeChat comparte información de la actividad de sus usuarios con el gobierno. Incluso, existen casos de militantes políticos que fueron seguidos en base a conversaciones de WeChat y los registros de conversación de la aplicación fueron utilizados como evidencia en juicios. Es sabido, también, que la policía también utiliza la tecnología de Tencent, para monitorear eventos públicos. Esta empresa fue atacada recientemente por la administración de Donald Trump y prohibió sus transacciones con Estados Unidos.

Quién tuvo una suerte similar fue la famosa aplicación Tik Tok, que estuvo en las primeras planas internacionales luego de que Trump promueva que la compañía sea comprada por capitales norteamericanos. Recientemente se supo que finalmente, Walmart y Oracle comprarán el 20% de la firma y podrán acceder a sus importantes bases de datos.

Bytedance, la compañía creadora de TikTok, fue constituida en 2012 y originalmente era conocida por su plataforma de noticias y microblogging llamada Jinri Toutiao, de gran alcance en el territorio chino, la cual cuenta con un aproximado 120 millones de usuarios activos. La característica más llamativa es que la firma tiene varios acuerdos con medios estatales, ligados de una u otra forma al Partido Comunista Chino (PCCh). Al respecto, en diciembre de 2019 la empresa cerró una alianza con el medio estatal Shanghai Dongfang Newspaper Co. para desarrollar una plataforma de Inteligencia Artificial y Blockchain. Al igual que el resto de las tecnológicas, Bytedance no solo comparte información de sus usuarios con el PCCh, sino que además censura ciertos contenidos[vii].

Huawei, una de las empresas de celulares más importantes del país y blanco de los ataques de Trump por sus vínculos con el PCCh. La compañía recibe un trato especial por parte del partido, en tanto fue beneficiada con una expansión constante de su línea de crédito a tasas bajas con el Banco de Desarrollo de China. Esto le sirvió a Huawei para hacerse de mercados extranjeros, por la vía de ofrecer a empresas en exterior préstamos del BDC a bajo interés.

A cambio, Huawei envía informes periódicos al partido sobre, la actividad de la población china, la cual monitorea a través de sus celulares. También se supo, a raíz de la denuncia de la exesposa de Haosheng Hudson Liu, ejecutivo de Huawei en Australia y ex CEO de Huawei Indonesia, que la empresa usa sus relaciones comerciales con compañías de telecomunicaciones extranjeras para realizar espionaje e influenciar compañías y gobiernos extranjeros en nombre del PCCh.[viii]

La empresa Badiu es dirigida por Robin Li, otro de los miembros de la CPPCC. En la primera reunión de este año, Li propuso construir una infraestructura digital a nivel nacional y sistemas de transporte inteligentes utilizando las últimas tecnologías como 5G e inteligencia artificial, y aumentar los subsidios fiscales para la capacitación y educación continua, algo muy parecido a lo que después fue sancionado con la política de infraestructura.

Según un informe de Forbes, Alibaba se encuentra en el puesto número ocho de las empresas más grandes del mundo.[ix] Su fundador es Jack Ma, es miembro del PCCh y un gran aliado de Xi Jinping. Hace unos años hizo acuerdos con el gobierno de brindar datos sobre sus clientes si el gobierno chino lo solicita.[x] Alibaba tiene una estrecha relación con los “príncipes jóvenes” del PCCh (hijos de los principales funcionarios comunistas). Según el New York Times, algunos de los ejecutivos de las cuatro empresas chinas que invierten en Alibaba son hijos y nietos de más de 20 funcionarios del PCCh que formaron parte del Comité Permanente del Buró Político del Comité Central del PCCh después de 2002, incluido el nieto de Jiang Zemin, “Alvin” Jiang Zhicheng.[xi]

El presidente de Xiaomi, Lei Jun, es miembro del Congreso Nacional del Pueblo (APN) y de la CPPCC. En la conferencia de mayo, Jun sugirió el empleo de dispositivos inteligentes, incluidos teléfonos y televisores inteligentes, en la construcción del sistema nacional de alerta de desastres del país. Xiaomi es actualmente el principal operador de IoT de China con más de 250 millones de dispositivos conectados.

Además de vínculos en torno al personal político, la asistencia estatal a las empresas puede aparecer también en la asistencia en la tecnificación. Un ejemplo de ello pudo verse el año pasado, cuando el PCCh envió funcionarios a Alibaba y el fabricante de automóviles Geely y otra docena compañías como parte de un plan para impulsar la fabricación de alta tecnología.

La asistencia a la burguesía también aparece por las licitaciones internas. En abril de este año se anunció que 13 provincias chinas realizarán obras de infraestructura por un valor de 25,6 miles de millones de yuanes (aproximadamente USD $ 3.59 miles de millones). El objetivo es desarrollar áreas vinculadas a la Inteligencia Artificial, IoT, así como líneas de voltaje ultra alto y ferrocarril de alta velocidad. Las empresas más beneficiadas por esta política serán Alibaba, China Tower Corp., GDS Holdings y Quanta Computer Inc.[xii]

Otro aspecto de la asistencia estatal es el otorgamiento de contratos para la participación en la Ruta de la Seda. Jack Ma lidera el proyecto, dentro del partido, de la “Ruta de la Seda digital” a través de Eurasia y busca formar una empresa conjunta de comercio digital con Alibaba y el gobierno ruso. En particular, con las compañías Mail.ru (internet y redes sociales) y el Russian Direct Investment Fund (RDIF), el fondo soberano del país. La implicación del RDIF indica el grado de respaldo oficial con el que cuenta el proyecto.

China National Petroleum Corp (CNPC) es la segunda compañía más grande de petróleo y gas. Se dedica tanto a la exploración como a la producción, refinación y comercialización de petróleo y gas natural, y figura en el top 10 de Forbes de las empresas más grandes del mundo. Fue fundada en 1999 y es propiedad del gobierno chino. Su director Dai Houliang, miembro del PCCh, también dirige la petrolera SINOPEC. Si observamos el proyecto de la Ruta de la Seda, esta empresa es una de las más beneficiadas. Según un informe, la empresa consiguió 49 contratos en varios países de Medio Oriente, Asia Pacífico y Asia Central. A finales de 2015, la inversión de la CNPC en países miembros de la Ruta de la Seda representaba el 60% de sus inversiones totales en el extranjero.

Las cosas por su nombre

Durante los noventa la burguesía logró expandirse, tanto en términos políticos como económicos, creció en número y diversificó sus actividades. El nuevo milenio los encontró interviniendo dentro de las filas del partido, el único lugar donde se pueden sacar más beneficios y propiciar la acumulación de capital. Esta actividad se acrecentó en el tiempo. La afiliación, la participación en sus congresos, sus actividades y meter cuchara en la rosca interna y facciones es fundamental para defender los intereses particulares.

El programa Made in China 2025 representa la victoria de la burguesía industrial. Así, con el eje puesto en la autosuficiencia en las industrias estratégicas como la robótica, las energías renovables, industria aeroespacial, semiconductores y biotecnología se impulsó un programa desarrollista. Lograron que el partido les suelte la mano a los sectores menos competitivos y tener los avales suficientes para convertirse en el sector más competitivo.

Como tiene en claro que la tarea conlleva sus riesgos, no abandonan el avance en el plano militar. Es por ello que, en el medio de la crisis mundial, a pesar de recortar el presupuesto anual en todas las áreas de gobierno (13,3% para los servicios públicos, 11,8% para los asuntos exteriores, 7,5% en educación y 9,1% en ciencia y tecnología) el presupuesto militar fue el único que aumentó en un 6,6%. Si bien representa una desaceleración con relación a la tendencia de años recientes (en 2019 ese presupuesto había crecido un 7,5%) es todo un dato de donde están puestas las prioridades.

La receta china implica el abandono del modelo de maquilas para impulsar sectores estratégicos en tecnología. Mientras que se tercerizan las actividades menos rentables y de baja composición orgánica de capital en países quebrados (como Argentina) y sumerge a su población en más pobreza y descomposición. La burguesía nacional que creció bajo el ala del partido, ahora busca hacerlo a cuesta del resto mundo. Esta estrategia va a implicar una expulsión de mano de obra en China y una pauperización en los países “colonizados”. O sea, nuevos enfrentamientos entre el imperialismo chino y las burguesías nacionales contra la clase obrera a nivel mundial. Es hora de mirar, además de al Tío Sam, al Padrino Xi.  


[i] Citado en Minqui Li (en prensa). Desarrollo del capitalismo y lucha de clases en China. p. 320. Buenos Aires: Ediciones RyR.

[ii] Este proceso es explicado en profundidad en Bil, D. y Sartelli, E. (en prensa) “Una larga contramarcha.

Los trabajadores chinos, de la revolución a la restauración capitalista” prólogo a Minqui Li. Desarrollo del capitalismo y lucha de clases en China. Buenos Aires: Ediciones RyR.

[iii] Este proceso es explicado en profundidad en Pyle, D. (1997) China’s Economy. From Revolution to Reform. Londres: MacMillan.

[iv] https://www.statista.com/statistics/270325/distribution-of-gross-domestic-product-gdp-across-economic-sectors-in-china/

[v] https://www.9news.com.au/world/coronavirus-usa-news-china-top-billionaire-entrepreneur-travel-ban/ab7a4d0e-b012-4f7c-8dae-57e589229484

[vi] https://www.caixinglobal.com/2018-03-07/billionaires-suggest-legislation-on-belt-and-road-digital-china-101218221.html

[vii] https://www.ambito.com/opiniones/tiktok/que-hay-detras-un-nuevo-soldado-la-vanguardia-del-poder-blando-chino-n5099806

[viii] https://es.theepochtimes.com/interno-de-huawei-revela-la-intima-relacion-de-la-compania-con-el-partido-comunista-chino_494323.html

[ix] https://www.forbes.com/sites/kenrapoza/2018/06/06/2018-global-2000-china-proves-why-its-the-worlds-no-2-economy/#4163e3c01791

[x] https://www.bbc.com/news/business-46353767

[xi] https://es.theepochtimes.com/las-estrechas-conexiones-entre-jpmorgan-y-el-pcch_668485.html

[xii] http://www.chinabankingnews.com/2020/05/22/tencents-pony-ma-touts-new-infrastructure-at-chinas-2020-two-sessions/

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2 Comentarios

  1. Te invito a leer el siguiente artículo:

    China: una «profunda revolución” hacia el objetivo de una nueva “prosperidad común”

    PD: Forbes fue la revista que publicó el supuesto patrimonio millonario de Fidel Castro, mentira que terminó cayendo por su propio peso. Así que me extraña y me parece bastante ingenuo confiar en las informaciones de esa revista reaccionaria.

    https://portalalba.org/temas/geopolitica/multipolaridad/china-una-profunda-revolucion-hacia-el-objetivo-de-una-nueva-prosperidad-comun/

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