El gobierno acaba de presentar su proyecto de ley de movilidad jubilatoria en el Congreso. Como anticipamos en el mes de marzo pasado y en julio de este año, el Frente de Todos vino para ajustar (aún más) a los jubilados. ¿Recuerdan cuando Alberto nos decía que entre los bancos y los jubilados se quedaba con estos últimos? Hizo todo al revés, como suponíamos. ¿Se acuerdan cuando les hablaba a los jubilados de mayores ingresos y les decía que se debían solidarizar con los que menos tienen? Bueno, no sólo ajustó a todos y todas, más allá de sus ingresos, sino que en realidad se refería a la solidaridad con la burguesía. Ahora continúa con el ajuste para reducir el gasto previsional y el déficit fiscal. Con arreglo o sin arreglo con el FMI, el Frente de Todos ajusta igual y desde hace mucho tiempo.
El gobierno busca quebrar toda relación entre lo que el jubilado cobra y la inflación. En su lugar, va a actualizar los haberes previsionales con un promedio entre la variación de la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE) y la recaudación tributaria de la ANSES. De este modo, el Frente de Todos continúa con el ajuste que inició no bien asumió su mandato, en diciembre de 2019, formalizado en la ley de emergencia.
¿Qué cambia en relación con la movilidad establecida por el macrismo? Que esa fórmula se basaba en la variación del 30% del RIPTE y del 70% de la inflación. En buena medida, el haber jubilatorio estaba indexado, aunque no garantizaba un ingreso sustantivo, toda vez que su pérdida de poder de compra lleva varias décadas. ¿Qué cambia en relación con la vieja fórmula de Cristina que rigió entre 2008 y 2017? La fórmula es prácticamente igual, aunque, en lugar de elegir la mejor evolución de dos indicadores salariales (del RIPTE o el Índice Salarial del INDEC), el gobierno actual estipula sólo el RIPTE. Claro que, cuando Cristina modificó la fórmula, el “trabajo sucio” ya lo habían hecho Duhalde primero y Néstor después, quienes habían congelado el haber medio y achatado el ingreso jubilatorio entre los años 2002 y 2007. Ellos supieron mejor que nadie ajustar a los viejos después del 2001.
Lo que se viene parece bastante obvio: con la inflación contenida de este año, nos espera un 2021 con mucho aumento de precios, sobre todo luego de la emisión monetaria y la gigantesca devaluación en marcha. Eso afectará directamente el haber jubilatorio. Además, los indicadores utilizados para calcular la fórmula de la movilidad jubilatoria estarán en picada. No sólo porque el gobierno continuará con el ajuste a los trabajadores ocupados, por la vía del congelamiento de paritarias o con el intento de negociar a la baja. También porque la recaudación fiscal, la otra pata del cálculo para la movilidad jubilatoria, dependerá de la agudización de la crisis. Por un lado, una mayor recesión equivale a una disminución de la actividad económica y, consecuentemente, menos recaudación tributaria. Por otro lado, un mayor nivel de desocupación o de empleo “en negro”, que se terminará de formalizar con la apertura de las actividades pendientes, junto con la eliminación del Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción y el Salario Complementario, profundizará el achicamiento de las arcas fiscales. Sumado a la estrategia de los últimos gobiernos de turno de reducir el tributo de las PyME de los aportes y contribuciones a la seguridad social, y las reducciones al conjunto de los patrones que garantizó Alberto con la Ley de Emergencia y decretos posteriores. Si el año 2020, con la excusa del coronavirus, fue el momento ideal que halló el gobierno para llevar a cabo el ajuste y poner en práctica la reforma previsional, ahora buscan formalizarla.
Mientras tanto, el haber jubilatorio sigue achatándose. A su vez, más del 80% de los jubilados cobran ingresos por debajo de la canasta de pobreza. Ya lo dijimos varias veces: este gobierno vino para ajustar y garantizar los intereses de la burguesía. Un gobierno inútil, miserable, sin más para ofrecer que un ataque a la clase obrera.
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