Turismo en Bariloche. Los patrones vienen de temporada record, los laburantes en la miseria

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La pandemia expuso la precaria situación en la que se encuentran la clase obrera barilochense, en particular la del sector que sostiene la economía local: el turismo. Hoy, buena parte de los trabajadores de este rubro reciben salarios recortados, en el “mejor” de los casos, o absolutamente nada, en el peor de los casos.

El turismo representa un 50% de la economía de Bariloche. Actualmente, se estima que el turismo genera entre 12.000 y 15.000 puestos directos de trabajo, de acuerdo al porcentaje de turistas que arriban a la ciudad, de un total de 55.000 empleos, incluyendo el sector público. Hay que tener en cuenta que 2.500 empleos son solo temporarios, atados a la demanda de Semana Santa y fin de semana largos. Estos trabajadores están en blanco durante las temporadas altas, y la patronal tiene la obligación de reservarle los puestos de trabajo. Pero fuera de las fechas pico, viven de changas sin ningún marco legal que los ampare. Estas cifras son, de todos modos, muy relativas. Estamos hablando de una rama, el turismo, y ramas subsidiarias que moviliza (gastronomía, comercios), donde el empleo en negro es la norma, por lo tanto hay un gran subregistro.

Hoteles, restaurantes, chocolaterías y cervecerías hoy se encuentran totalmente paralizados. Las reservas hoteleras que alcanzaban el 70% por la atracción que genera la Fiesta Nacional del Chocolate, terminaron por derrumbarse. A esto se suma la probable cancelación de todos los viajes de egresados, y el hecho de que la rama turística será la última en reactivarse una vez que se levante la cuarentena. Por esto mismo, los patrones del turismo hoy están llorando miseria. Pero, en realidad, los que van a pagar los platos rotos somos los trabajadores.

En 2019, la localidad recibió 730.537 turistas y se convirtió en el mejor año de la década en cantidad de visitantes. Solo contabilizando el aluvión de turistas en el invierno de ese año, ingresaron a la ciudad $ 5.000 millones de pesos, llegando a un record histórico. En la primera quincena de enero de este año ingresó un monto similar a toda la provincia de Río Negro, que se distribuye centralmente entre las tres ciudades más importantes en términos de turismo (Bariloche, Las Grutas y El Bolsón). Parece que para la burguesía del turismo hay resto para pasar la pandemia…

Pero esto no es todo. El gobierno de Alberto Fernández, como buen defensor patronal, otorgó grandes beneficios a la burguesía, y la burguesía local los va a aprovechar. Por un lado, asumió el pago del 50% de los salarios. Por el otro, les dio créditos a la rama turística a una tasa del 24%, es decir con un interés real negativo. Como si fuera poco, la burocracia de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos (UTHGRA) ya acordó con las cámaras empresariales salarios al 75%. En estos momentos, el sindicato posa de combativo “luchando” por el IFE para los trabajadores temporarios. Cualquiera sabe que $ 10.000 no alcanzan para nada. Mucho menos, en Bariloche. Según las mediciones que realiza la Junta Interna de ATE-Indec, una familia de la región patagónica necesitó en marzo, para no ser indigente, un ingreso mensual de $ 22.417.

Un ejemplo claro de la miseria y de las penurias que deben sufrir los trabajadores del turismo, lo constituyen los porteadores. Su tarea es la de cumplir el papel de mula de carga: los refugieros de montaña solicitan por celular mercadería, y los porteadores cargan a cuesta el pedido a lo largo de varios kilómetros cuesta arriba. Reciben un dólar por cada kilo y cargan aproximadamente unos 20, una sola vez al día. No cuentan con ningún beneficio laboral, y todo sale de su bolsillo: pasaje, vestimenta, mochila. Por el rigor de la tarea, suele ser desempeñada por profesores de gimnasia, que hacen aquí sus primeras changas y dejan parte de la salud de toda su vida.

La pandemia vino a exponer y a profundizar la enorme crisis social de una ciudad que vive dos realidades paralelas. La del “centro y los kilómetros”, donde se ubican los lujosos hoteles para el turismo internacional y donde los patrones se dan la buena vida. Y la del Alto, donde vive la población más sumergida, que con su trabajo hacen andar a la ciudad. La cuarentena los obliga a elegir entre el hambre, si deciden no trabajar, o el contagio, si salen a changuear. Por eso, debemos exigir que todas las familias obreras desocupadas tienen que tener subsidio que les alcance para llegar a fin de mes, no menor a la Canasta Básica. Los trabajadores del turismo, permanentes y transitorios, deben tener un ingreso equivalente a dos canastas básicas, y deben poder transitar la cuarentena sin realizar trabajos que no son esenciales. Nuestra vida está en juego.

Razón y Revolución Río Negro

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